La gravedad es lo que nos mantiene con los pies en el suelo, y no con la cabeza en las nubes. Literalmente. Si no existiera, ocurriría justo lo contrario: acabaríamos con la cabeza en el suelo y los pies en las nubes antes de ser engullidos por un agujero negro. En el mejor de los casos. La cuestión es que Jay Buckey, un físico y astronauta de la NASA, ha querido exponer de una manera más científica que la mía lo que sucedería si la Tierra se quedara sin la fuerza de la gravedad. El panorama no tendría nada que envidiarle a las superproducciones de Hollywood.
La Tierra sin gravedad: Una película de terror
Gravity and the human body es la charla con la que Jay Buckey explica la intrínseca relación que mantiene nuestro cuerpo y nuestro entorno con la gravedad. "Nuestros cuerpos funcionan necesariamente bajo la presencia de la gravedad; el bombeo de sangre, la sensación de equilibrio y el crecimiento óseo se deben a la vida en un mundo donde la gravedad es una realidad ineludible", podemos leer en la página web de su TED Talk.
Los astronautas cuando viajan al espacio, de hecho, no sólo pierden el sentido del equilibrio al regresar a la Tierra: estar fuera de nuestra atmósfera también les hace perder masa ósea y fuerza muscular, mientras que se agrava el riesgo de padecer anemia. El sistema inmunológico también se ve afectado, mientras que el horario de sueño también acaba saliendo perjudicado. Todos esos procesos tienen lugar en nuestro interior una vez que desconectamos de la ley de la gravedad.
¿Y qué pasaría en nuestro planeta?
Las consecuencias para la Tierra serían todavía más devastadoras si cabe. Karen Masters, astrónoma de la Universidad de Portsmouth en Reino Unido, resume la cuestión en un único y principal problema: nuestro mundo rotaría a una velocidad mucho mayor, con todos los efectos que algo así acarrea consigo. ¿Y cuáles son esos efectos? Es como si la velocidad de la Tierra arrancara de cuajo todo lo que hay en superficie y lo llevara hasta el espacio exterior.
Es decir, mares y ríos saldrían despedidos, junto con los bosques y el mismo suelo. Las casas, por ejemplo, sí que conseguirían resistir a este fenómeno... pero, tarde o temprano, también acabarían volando esta rapidez de rotación. De hecho, dado que la fuerza de la gravedad es ese "pegamento" que mantiene que todo esté unido, el planeta acabaría hecho pedazos. La propia Tierra, incluso, terminaría saliendo volando por la galaxia como si fuera una peonza.
