Hoy día es habitual el encontrarnos con numerosos informes o quejas de estudios de videojuegos con ambientes laborales tóxicos, ya bien sea por sus bajos salarios, Crunch o cualquier tipo de discriminación o maltrato, siendo Activision Blizzard y Ubisoft dos de los ejemplos más claros e importantes de este tipo de ambientes en parte de sus estudios.
Sin embargo, no son los únicos y esta toxicidad laboral también salpica a las desarrolladoras independientes con un tamaño más reducido, con dos investigaciones realizadas por el canal de YouTube People Make Games y el conocido medio VentureBeat que han puesto en el disparadero a cuatro estudios indie muy importantes en el sector.
La investigación de People Make Games ha recogido las testificaciones de 24 empleados de Mountains (Florence), Fullbright (Gone Home) y Funomena (Wattam), que señalan el mal ambiente laboral de estos estudios con, por ejemplo, Ken Wong (fundador de Mountains) siendo un jefe emocionalmente abusivo que menosprecia constantemente a sus trabajadores dudando de sus habilidades o experiencia.
Algo parecido ocurre con el fundador de Funoimena, Robin Hunicke, que utiliza información personal de sus trabajadores para humillarlos o tratarlos de formas poco profesionales mientras que en Fullbright el ambiente laboral es tóxico por causas similares, algo que ya provocó que uno de los máximos responsables del estudio dimitiera en agosto del 2021 por sexismo y mal comportamiento con sus empleados que temen que estas circunstancias puedan repetirse en el futuro ante la falta de soluciones dentro del estudio.
Moon Studios, un lugar opresivo para trabajar
Por su parte la investigación de VentureBeat se centra en Moon Studios, los desarrolladores de la saga Ori que ha logrado conquistar los corazones de los aficionados a los juegos de plataformas 2D, que tienen un ambiente laboral opresivo por culpa de sus fundadores, Thomas Mahler y Gennadiy Korol, que según los empleados son demasiado críticos, poco profesionales e incluso ofensivos con los desarrolladores, con actitudes y comentarios que, por si solos, parecen "pequeñas cosas" pero que al acumularse tienen un coste real para la moral de los desarrolladores y un entorno laboral sano.