La primera temporada de The Witcher fue todo un éxito. En poco más de un mes más de 76 millones de espectadores habían visto la serie de Netflix atrapados por el interesante universo creado en las novelas de Andrzej Sapkowski, por su estructura de monstruo de la semana que recordaba a queridas producciones de los 90, por la manera en que trataba (de manera sencilla, eso sí) problemáticas actuales desde un prisma de fantasía, y claro, por Henry Cavill.
Sin embargo, con cada enfrentamiento contra criaturas imposibles y con cada batalla multitudinaria repleta de efectos especiales se notaba que la producción comandada por Lauren Schmidt Hissrich hacía lo que podía con el dinero que quedaba en la cartera.
Tras ver el primero de los ocho episodios de la segunda temporada que se estrenan el 17 de diciembre lo primero que se viene a la cabeza es que el presupuesto ha aumentado exponencialmente gracias a la popularidad, quizá inesperada, de las peripecias de Geralt, Yennefer y Ciri.
The Witcher vuelve más ambiciosa y con una narrativa lineal
La historia comienza justo después de donde lo dejamos en el ya tan lejano diciembre de 2019. Después de la intensa contienda de Sodden, la mayoría han dado por muerta a Yennefer (Anya Chalotra). Entre ellos el propio Geralt de Rivia (Henry Cavill), quien la busca a través de los cadáveres que han quedado en el campo de batalla acompañado de la princesa Cirilla (Freya Allan), con quien viaja rumbo a Kaer Morhen, el hogar de los Brujos, para protegerla del frío invierno. Pero la travesía no tarda en torcerse y ambos terminan resguardándose en el inquietante hogar de un antiguo colega de Geralt.
El capítulo nos ofreció justo lo que cualquier espectador de la primera temporada podría esperar: giros de guion predecibles y una estructura que (¡menos mal!) deja atrás los confusos saltos temporales y de localización. Pero es complicado no disfrutar, con la mirada atenta y olvidando el paso del tiempo, de uno de los combates mejor dirigidos de la serie, de unos efectos especiales que dejan a los capítulos de 2019 como una producción de serie B, de un Geralt más emocional (dentro de los límites de la caracterización del personaje) que se ve en la inesperada situación de tener que cuidar de Ciri, de unos personajes secundarios que se quieren conocer más a fondo, y de un imaginario y un bestiario que ojalá continúe tan fuerte a lo largo de los próximos siete episodios.
Las series de fantasía, fantasía oscura y ciencia ficción son más frecuentes y populares entre todo tipo de espectadores que nunca. Pero pocas son tan directas y honestas como The Witcher. Ante las tramas intrincadas, los guiones plagados de nombres y apellidos larguísimos y el simbolismo para tratar los grandes temas, la producción de Netflix nos devuelve a unos tiempos más sencillos, quizá a un entretenimiento más burdo pero igual o más disfrutable, donde el atractivo reside ver a un señor cachas acabar con monstruos salidos de una mente retorcida. Si no te hace falta nada más, no te pierdas la vuelta de Geralt, Ciri y compañía.
Hemos escrito esta reseña tras asistir al preestreno de la temporada invitados por Netflix España. Los ocho episodios estarán disponibles el 17 de diciembre.
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