Blizzard Entertainment vuelve a ser objeto de la actualidad del videojuego y no precisamente para bien. La empresa, que está afrontando una fuga de directivos e inmersa en un duro proceso de reestructuración interna y recortes de gastos para afianzar su situación financiera, ha sido demandada por un antiguo empleado que ha afirmado haber experimentado racismo y acoso en la división de Blizzard centrada en los deportes electrónicos. El nivel de abuso fue tal, que se vio obligado a abandonar su puesto de trabajo.
Sufría constantes ataques de pánico por las vejaciones de sus compañeros
A través de un escrito distribuido por la plataforma TwitLonger, Jules Murillo-Cueller ha confirmado que ha interpuesto una demanda y que ha presentado su caso a la Equal Employment Opportunity Commission, un organismo estadounidense que se encarga de vigilar y estudiar este tipo de abusos laborales relacionados con el racismo o las creencias religiosas.
Si bien ha estado inmerso en un proceso judicial durante varios meses, Murillo confirma que ha sido ahora cuando ha sido capaz de reunir fuerzas para contar su experiencia y compartirla con otros usuarios.
"Ahora que se acerca al final y doy cierre, creo que es importante contar mi historia", explicaba. Murillo-Cueller, que llegó a Blizzard en 2013 según su perfil de LinkedIn, se sumó pronto al equipo de Hearthstone Esports, una división centrada en las competiciones de deportes electrónicos del videojuego de cartas digital. Estuvo operando y organizando torneos hasta 2016, escalando puestos y consiguiendo afianzarse hasta 2016 por sus méritos. A partir de ahí, comenzó su pesadilla.
Pronto vio como se le era expulsado sin razón de reuniones, no se le avisaba cuando había congresos y se le obviaba de asuntos muy importantes cuando había que organizar torneos. "Incluso un colega empezó a bromear y decir que era sexista y machista porque simplemente era mejicano", escribía en la red social. "No le di importancia porque siempre decía que lo comentaba a broma, pero la verdad es que pronto fue a más", explica. Las bromas sobre su hipotético machismo aumentaron y se hicieron más frecuentes, hasta que se le diagnosticó una depresión y un importante cuadro de ansiedad. Y decidió contárselo a su jefe más directo. "Le conté que estaba siendo acosado, y nadie me creyó. Él no prestó atención, no le importó. Y no hizo que los casos de racismo disminuyeran", añade.
"Me convertí en el saco de boxeo del equipo", y si bien contribuyó al crecimiento del videojuego y los eSports, se le obvió incluso en los méritos y los logros conseguidos a nivel interno. Tanto el jefe del equipo como su compañero, lideraban el acoso. Los ataques de pánico, unidos a los horarios de trabajo intensivos y las jornadas de competición, mellaron la salud de Murillo-Cueller hasta dejarlo completamente destrozado y con los síntomas del típico estrés post traumático que sufren los soldados profesionales que han vivido en zonas de guerra. La presión sobre él en Blizzard lo llevaron incluso a considerar el suicidio varias veces, algo que culminó en un intento de autolesiones en diciembre de 2017.
Abandonó la empresa el año pasado, y pronto, tras encontrar trabajo entre los responsables de Rocket League, prosiguió su carrera profesional con su propia empresa de videojuegos y deportes electrónicos. Murillo-Cueller ha confirmado que ha decidido compartir su alegato luego de que muchos usuarios y comunidades celebren la información de que Soldado 76 es un héroe abiertamente gay en Overwatch, algo que considera una buena manera de ayudar a la diversidad a largo plazo.