Tenista, golfista, conductor, baloncestista, yóquey, beisbolista… Mario y sus amigos y enemigos han participado en más deportes que trabajos ha tenido Homer Simpson. Pero ninguno tan bruto y disparatado como la aproximación de Nintendo al fútbol. Mario Strikers: Battle League Football lleva de nuevo el deporte rey al Reino Champiñón y a nuestras Switch el 10 de junio con una entrega que no se conforma con recuperar una serie que lleva 15 años en barbecho. El equipo de Next Level Games ha recogido las mejores ideas de los juegos de GameCube y Wii, pero ha añadido un montón de mecánicas grandes y pequeñas que lo hacen mucho más profundo.
¡FURBO!
El parecido del strike con el fútbol se resume en que hay un balón, en que tienes que meterlo en la portería que menos conoces, y en que el esférico se controla con los pies. Bueno, esto último a medias, porque Donkey Kong no duda en pasar con las manos y Yoshi chuta de un lengüetazo. Los enfrentamientos son de cinco contra cinco, contando a los porteros que controla la inteligencia artificial. La clave está en la ausencia de árbitro, y por tanto, de faltas, de penaltis, de fueras de juego y de saques de esquina. Aquí se suceden los sopapos sin miramientos, el tirar cáscaras de plátano para que el oponente se escurra, el cortar jugadas del contrario lanzándole una bomba y el meter hombro para empujar a los adversarios a las vallas electrificadas que rodean el campo.
Las bases del juego son las mismas que en el juego estrenado en 2005, pero no faltan los cambios. El más evidente es en la composición de los equipos. Aquí no hay un capitán rodeado por personajes secundarios menos poderosos. Al comenzar la partida elegimos a cuatro futbolistas entre los diez disponibles, que no se pueden repetir salvo en el caso de Toad y Yoshi. Esta novedad tiene varias consecuencias. Como cada personaje tiene sus estadísticas, la personalización del equipo es mayor que cuando elegíamos entre un grupo de Koopas, Hermanos Martillo o Shy Guy.
Además, esto evita que busquemos constantemente al capitán para rematar las jugadas, y el oponente tendrá que preocuparse siempre que llevemos el balón, no solo cuando lo tenga un futbolista con nombre propio. Esto es especialmente cierto con los Hipertrallazos, disparos especiales que anotan dos goles. Ahora todos los miembros del equipo pueden ejecutar este movimiento. De vez en cuando aparecerá en el campo un orbe al estilo Super Smash Bros. que permite a cualquier futbolista, no solo a quien coja el objeto, realizar este tiro en los próximos 20 segundos.
Pero conseguirlo no será tarea fácil. Hay que cargarlo: aparece un indicador con una barra oscilante que hay que parar en zonas concretas para hacer correctamente el Hipertrallazo. Si conseguimos parar el indicador en las áreas azules, será complicado que el hábil portero detenga el balón, pero no tanto si lo paramos en las áreas naranjas, y casi seguro que quedará en sus guantes si lo paramos en las áreas negras. Al hacer esto la acción no se pausa: el jugador queda expuesto a las patadas, puñetazos y objetos del oponente. Por lo tanto, aunque la animación espectacular de estos Hipertrallazos sea larga, es poco habitual que en un partido haya más de dos o tres.
Más dinamismo, más diversión
Aquí no faltan acciones para frenar al oponente ni para ganar ventaja. Hay una adición considerable de movimientos respecto a las anteriores entregas de la serie, algo que queda patente en su extenso tutorial. Sin dejar de serlo, es sin duda el party game deportivo de Mario menos accesible, al menos para jugar bien. Hay pases al hueco rasos y altos, acciones al primer toque que requieren precisión, regates y otros tantos movimientos entre los que destacan las entradas en equipo: podemos empujar a un compañero para que a su vez golpee a un adversario; y también utilizar ese empuje con un aliado para impulsarlo hacia la portería contraria, evitando que le de un objeto o consiguiendo que un oponente falle su entrada.
La mencionada barrera de accesibilidad está en todo lo que hay que memorizar, no en el control, ya que todas estas acciones requieren pocos botones: se puede jugar con un solo Joy-Con. Esa variedad de movimientos, junto a un campo de juego mucho más pequeño que en Mario Smash Football y la ausencia de gimmicks como los que tenía Mario Strikers: Charged Football para parar los tiros a puerta, hacen que el juego de Switch sea mucho más dinámico, y en nuestra opinión divertido, que sus precedentes.
Hay otra novedad de peso que da más versatilidad a las composiciones del equipo: los accesorios. Con las monedas que ganamos jugando podemos comprar elementos para personalizar la cabeza, el torso, los brazos y las piernas de los futbolistas que, además de modificarlos estéticamente, también varían sus estadísticas: fuerza, velocidad, tiro, pase y técnica. Esta capacidad para ajustar a nuestro gusto y a las estrategias que se nos ocurran los diez personajes disponibles mitigan la escasa variedad de estos. Aunque teniendo en cuenta cómo ha tratado Nintendo sus juegos deportivos para Switch, nos extrañaría poco que incluyeran más mediante actualizaciones gratuitas.
Un multijugador local a prueba de bombas y un online prometedor
Sobre todo, en un juego tan centrado en el online. Hay un modo Copas que no hemos podido probar, por lo que no sabemos qué ni cuánto contenido hay ahí. El modo Partido libre nos permite jugar contra la IA, en línea o en multijugador local con varias consolas o con hasta ocho jugadores en una sola máquina; jugando dos contra dos ya nos pareció caóticamente divertido, algo que solo puede acentuarse con el doble de personas. El pilar del juego, al menos para Nintendo, está en el modo Club Strike, que tampoco hemos probado: hasta 20 jugadores pueden estar en un clan, que sube y baja de división ya sea con sus miembros jugando en solitario o juntos, y que funcionará por temporadas. Quizá consiga apaciguar la falta de modos respecto a la entrega de Wii.
Antes de cerrar, un apunte sobre lo visual. El título derrocha personalidad con las graciosas animaciones de los futbolistas, con los efectos que desbordan la pantalla, y sobre todo con las animaciones de los Hipertrallazos, que tienen un estilo agresivo de cómic que le sienta genial. Además, hay una ralentización intencionada supersatisfactoria al realizar ciertas acciones como regatear en el momento preciso. Sin embargo, y aunque se ve muy bien, no llega al nivel de detalle de títulos como Mario Kart 8 Deluxe, a esa redondez y nitidez de Nintendo, algo que nos ha chocado porque el anterior juego de Next Level Games es el impresionante Luigi’s Mansion 3.
Mario Strikers: Battle League Football nos ha ofrecido más de lo que queríamos y esperábamos en las algo más de dos horas que hemos podido jugarlo en multijugador local. No solo trae de vuelta un arcade de fútbol divertidísimo que llevaba 15 años olvidado, sino que lo hace mucho más dinámico y profundo de lo que era, pero conservando la accesibilidad en el control para que cualquiera pueda jugar una pachanga. Precisamente, esa puede ser su clave para triunfar: ser un título con la enjundia suficiente para que se juegue online durante mucho tiempo, pero a la vez que también sea atractivo para las partidas ocasionales en fiestas con los colegas. El 10 de junio sabremos si Nintendo y Next Level Games consiguen colocar el Hipertrallazo, pero el gol seguro que lo meten.
Hemos realizado estas impresiones tras ser invitados por Nintendo España a un evento donde pudimos probar el multijugador local.