El objetivo de muchos videojuegos es sumergirnos en su mundo: dejar de lado momentáneamente nuestra realidad para transportarnos a una mejor o, al menos, más divertida. Eso también es lo que llevó a James Cameron a crear Avatar, comentó el director en un vídeo que nos pusieron antes de la presentación del juego que nos ocupa. Así que es natural que Pandora haya dado el paso al ocio interactivo de la mano de Massive Entertainment (The Division), Lightstorm (la productora de Cameron) y Disney. Avatar: Frontiers of Pandora es una aventura de acción en mundo abierto en primera persona que luce espectacular, que nos permitirá explorar en solitario o con otro jugador online un lugar muy atractivo y reactivo, y que cuenta con mecánicas que suenan muy parecidas a las de Far Cry, pero con cierta evolución para adaptarse a las intenciones (inmersivas y ecológicas) de Pandora.
En la piel de un (o una) Na'Vi con raíces humanas
Quizá las mecánicas de juego, como decimos demasiado conocidas pero de funcionalidad demostrada, son lo único que evitaron que saliéramos con la mandíbula desencajada de la presentación previa al Ubisoft Forward. Porque todo lo demás (los gráficos de una build preliminar ejecutada en PlayStation 5, la premisa argumental, la interacción con el mundo y su recreación) nos maravilló: la aventura, muy centrada en la narrativa según el director creativo Magnus Jansén, nos permitirá vivir en Pandora en la piel de un Na’Vi, y con todas las posibilidades que eso ofrece en la exploración y en el combate.
Pero no es un (o una) Na’Vi cualquiera. Sivako, un personaje personalizable en estética y habilidades, es hijo de dos mundos. En la línea cronológica de la saga, la RDA inició en 2138 la iniciativa TAP: no le bastaba con saquear el planeta de sus recursos destruyéndolo por el camino, sino que también abducieron a niños y niñas autóctonas para criarlos en la cultura humana, alejados totalmente de las maneras y las costumbres de su especie, con el objetivo de convertirlos en máquinas de guerra. En 2154, cuando tiene lugar la primera película, estos muchachos son liberados, y en el caso de nuestro protagonista, criogenizado.
Es el año 2169, y como ya vimos en Avatar: La forma del agua, la RDA ha vuelto a Pandora. Es en ese momento cuando despertamos de nuestro largo letargo, y esta vez no vamos a dejar que se salgan con la suya. Tenemos a nuestro favor lo que ellos nos dieron: el entrenamiento militar, y conocer sus maneras de operar. También tenemos algo en contra: Pandora es nuestro hogar, pero no lo conocemos. Así que para acabar con los planes codiciosos y destructivos de John Mercer, el malo malísimo de turno, debemos familiarizarnos poco a poco con la cultura Na’Vi, y sumar a los distintos clanes a nuestras filas.
Viaje a la Frontera Oeste, un lugar desconocido repleto de fauna y flora reactiva
Conforme exploramos la Frontera Oeste, un entorno de Pandora nunca antes visto y que ha permitido al equipo crear ecosistemas variados, iremos conociendo esos clanes, cada uno con sus formas de vida, e integrándonos en ellos. Los Na’Vi del bosque, cazadores que viven en armonía absoluta con la fauna y la vegetación, nos ayudarán a domar a nuestro propio ikran personalizable y a estrechar lazos con él, para poder explorar el mundo volando y tener su ayuda en las batallas aéreas. Los Na’Vi que viven en la pradera, repleta de contrastes, están habituados a estar rodeados de criaturas gigantescas a las que tendremos que acostumbrarnos, y nos enseñarán a cabalgar sobre los Pa'li para recorrer esas vastas extensiones de terreno. El clan que vive más al norte, un misterioso bosque pantanoso, tiene oscuras razones por descubrir que motivan que permanezcan aislados del resto.
Los seres azules y las monturas no son, ni mucho menos, la única vida con la que interactuaremos en Pandora. La Frontera Oeste está repleta de vegetación y de fauna con la que convivir y de la que aprovecharse, pero siempre manteniendo el equilibrio. Hablando de equilibrio: una de las ventajas de ser un Na’Vi es que somos básicamente un superhumano, y eso se traslada al movimiento. En Avatar: Frontiers of Pandora, cuando exploramos a pie en primera persona, básicamente hacemos parkour: los movimientos nos han recordado a esa joya llamada Mirror’s Edge, pero además aquí hay plantas que nos impulsan, enredaderas por las que trepar y muchos otros elementos interactivos. Tiene pinta de que será uno de esos juegos en los que ir de un punto a otro será muy divertido.
Destrozando la RDA para sanar el planeta
De lo que tenemos más dudas, no porque no parezca divertido sino porque da la sensación de que ya lo hemos visto muchas veces, es de la estructura. Habrá que ir destrozando bases de la RDA a lo largo de Pandora, lugares metálicos repletos de enemigos (soldados, mechas, vehículos…) que han convertido el lugar en un yermo; para ello contamos con un combate propio de un shooter, desde metralletas a lanzagranadas, además de nuestras potentes capacidades cuerpo a cuerpo, pero paulatinamente iremos aprendiendo las maneras de los Na’Vi: actuar en sigilo, usar el arco personalizable, tender trampas, y aprovechar su agilidad y sus sentidos sobrehumanos.
Al completar esa suerte de campamentos, sanamos esa zona del planeta, y comenzará a aparecer fauna y vegetación que nos ayudará en la exploración ("el mundo es tu campo de juego", afirmó el director de juego asociado Drew Rechner en la presentación) y en la progresión. Podemos conectarnos al Árbol de la Vida para acceder a un árbol de habilidades que nos permite mejorar nuestras capacidades en batalla, las posibilidades que nos dan las monturas y los movimientos disponibles en la exploración.
Pero también hay un sistema de recolección y fabricación que sí suena más innovador, aunque no estamos seguros en qué se traducirá. Coger al tuntún y simplemente pulsando un botón cada planta, fruto o lo que sea que nos encontremos por Pandora no casa con el mensaje ecologista de Avatar. Por ello, los recursos que necesitamos para crear y personalizar armas y armaduras, para hacer objetos que ayuden a la exploración, o simplemente para que podamos venderlos y obtener recompensas, tienen una mecánica propia: hay que cogerlos con cuidado, en las cantidades justas, tratando los recursos como algo que no son nuestro, sino compartido por toda la vida de este mundo.
El mundo de Avatar es espectacular con el motor Snowdrop
Un mundo que cobra vida con el motor gráfico Snowdrop utilizado en The Divsion que se ve alucinante, frondoso, denso, colorido, detallado, con una distancia de dibujado espectacular, que impresiona sobre todo cuando nos movemos en primera persona gracias a las animaciones y el movimiento de la cámara, pero que también luce fantásticamente al volar y al cabalgar en tercera persona sobre criaturas que, como la demás fauna, flora y personajes del mundo, están recreados con esmero. Es, sin duda, un juego de última generación.
Y lo mejor es que está a la vuelta de la esquina. El próximo 7 de diciembre podremos ponernos en la piel de Sivako, dar su merecido a la RDA y sumergirnos en un universo que desde el principio parecía concebido para ser el escenario de un videojuego. Es cierto que la estructura, a no ser que se guarden alguna sorpresa, no nos llama mucho la atención de momento, pero todo lo demás (de la exploración a la recolección, pasando por el combate espectacular y la interacción con Pandora y sus criaturas) nos han dejado con ganas de tener ya el juego en nuestros PC, PS5 o Xbox Series.
Hemos realizado estas impresiones tras asistir a una presentación previa al Ubisoft Forward.