Puede que Journey to the Savage Planet sea el primer juego de Typhoon Studios, pero no se puede considerar una ópera prima porque los trabajadores y, sobre todo, los fundadores del estudio tienen una amplísima experiencia en el desarrollo de superproducciones: Yassine Riahi (director técnico), Reid Schneider (productor ejecutivo) y Alex Hutchinson (director creativo) fundaron el estudio tras muchos años trabajando en Electronic Arts y Ubisoft. Los dos primeros trabajaron, entre otros juegos, en la serie Batman: Arkham en Warner Bros. Montreal y en Army of Two en Electronic Arts, donde también estuvo Hutchinson, quien tiene en su curriculum también Far Cry 4, Spore, Los Sims 2 o Assassin's Creed II y Assassin's Creed III. Ahora han decidido crear un estudio propio para emprender una producción mucho más pequeña en la que participan unas 25 personas, y aplicar todo ese conocimiento a un juego sin las restricciones creativas que tienen los grandes estudios.
El resultado, que se verá en pocos meses, es un juego con un humor disparatado, irrespetuoso y realmente hilarante, a veces incluso negro y escatológico en el que se pueden hacer muchas gamberradas y que da al jugador bastante libertad para interactuar con el entorno. "Queremos hacer juegos que tengan mucha personalidad. Ahora los juegos son muy oscuros y serios. Si oyes hablar a Alex, recuerda cuando jugaba en el Amiga o incluso en la MegaDrive, y todo colorido y brillante" explica Schneider durante una reciente visita a Madrid para presentar el juego de forma individual a algunos periodistas. Mientras habla, suena una atrayente música en el menú principal que recuerda un poco al Oeste americano.
Aportar algo nuevo
"Es lo que intentamos hacer con este juego. Journey to the Savage Planet es optimista, colorido, luminoso y con un toque a lo metroidvania, pero lo importante es que traemos cosas que aportan algo nuevo al género. Queremos que sea divertido e inyectar mucho humor negro, como en películas como Starship Troopers. Nos gusta ese humor porque es ridículo. Queremos que la gente se divierta con el juego principal unas 10 o 12 horas y luego mucho más si quiere los coleccionables, y que pueda jugar solo o con un amigo",añade en lo que es una buena definición del juego.
El jugador es contratado por Kindred Aerospace, una empresa que presume de ser la cuarta mejor empresa de exploración estelar pero que en realidad es una chapuza. Como empleado, nos envía, dentro del Programa Pionero, a un planeta para descubrir nuevos recursos y recibe un vídeo de instrucciones que en realidad es una parodia caústica e ingeniosade empresas que se las dan de innovadoras y modernas. El vídeo del presidente de Kindred es disparatado, igual que los mensajes e instrucciones que vamos recibiendo para cumplir la misión de catalogar todo lo que hay sobre la superficie del planeta. No recibiremos ayuda del exterior, pero sí hay en la cápsula que constituye nuestra base una impresora 3D en la que conseguiremos algunos objetos necesarios para sobrevivir.
No estamos solos del todo en la cápsula, ya que está Eko, el ordenador de a bordo. Schneider explica que el estudio es consciente de que hay jugadores a los que les gustan las charlas con esas inteligencias artificiales y otros a los que no, así que el juego pregunta al usuario cómo prefiere esa interacción. El menú principal tiene un aspecto que recuerda a un ordenador de finales de los años 80, e incluso incluye una papelera que guarda alguna sorpresa. En estos momentos iniciales elegimos el avatar que quiere que nos represente, y ahí Typhoon también se ha desatado: hay unas ocho opciones, casi todas son personas del estudio que se han modificado, ya sea con la app FaceApp -con unos resultados inquietantes- o de otra manera, y, aunque durante el juego el personaje no habla, sí se escucharon sus gruñidos y algunos ruidos. Otra de las opciones para elegir avatar es el perro de Schneider.
Una impresora 3D para reciclar basura y convertirla en objetos útiles
En este paseo por la base vemos también la sala donde está la impresora 3D en la que se fabrican objetos y se mejoran objetos, el equipamiento y la mochila propulsora, y otra cápsula pequeña para cuando haya un segundo jugador en la partida. En cualquier momento se puede incorporar otro jugador online, y no es necesario estar los dos juntos.
Tras definir la partida y recorrer la base, nos adentramos en uno de los cuatro biomas del planeta. Hay pequeñas islas flotantes ya que también hay partes de plataformeo en las que para ir de una a otra hay que acercarse a unas bolas y pulsar L1 para lanzar el gancho y luego recoger el cable para llegar hasta ahí. Normalmente, hay que encadenar dos o tres veces el gancho para cubrir distancias un poco largas. En ocasiones hay que utilizar el doble salto activando la mochila que lleva el personaje a la espalda para poder llegar hasta una de esas anclas a las que se puede fijar el gancho. Otras veces se pasa de una isla a otra a través de unos raíles y en ocasiones hay que recurrir a dar un salto cargado, más potente, para el que hay que pulsar unos instantes dos botones de forma simultánea en el mando.
"Queremos dar al jugador herramientas y opciones para que elijan como quieren jugar", las misiones indican el objetivo y el jugador elige cómo lograrlo; tampoco hay minimapa, solo una brújula en la parte superior central de la pantalla en la que aparecen indicados los puntos a lo que hay que ir.. Así, hay que ir recorriendo el planeta. Si llegamos ante una criatura, planta u objeto desconocido, activamos el escáner con la cruceta y apuntamos hacia lo que queremos investigar.
Unos animales con personalidad
Los primeros seres que encontramos son unas apacibles aves grandes que no vuelan y son todo cabeza. Si no las atacamos, no irán a por nosotros, pero también podemos abofetearlas, darles una patada y lanzarlas volando o, un truco bastante sucio, tirar a una de ellas cebo, lo que hará que otros pájaros cercanos le ataquen para comer el cebo y los acaben matando. En este punto también pudimos probar algunas de las locas armas, como una granada de caca que deja inmovilizado al objetivo, u otras granadas que hacen crecer bajo los pies del enemigo una sustancia que rebota, hay una gran variedad de armas secundarias. En el caso de los pájaros, empezaron a jugar con esa sustancia para botar muy alto. La inteligencia artificial promete algunos momentos buenos en el juego, sobre todo en el comportamiento de los enemigos. Otro de los seres que encontramos lanzaban descargas eléctricas si nos acercábamos demasiado o entrábamos al agua.
Además de la exploración y el combate, en Journey to the Savage Planet tendrá puzles. En una situación había que lanzar a uno de estos pájaros de una patada a una turbina para activarla y que se abriese una puerta y en otro el objetivo era encontrar dos generadores y activarlos para abrir una zona nueva.
Entre la vegetación de la zona hay unas plantas a las que hay que abofetear o disparar para que suelten unos frutos que recargan la vida del protagonista, ya que la salud no se regenera automáticamente. Si morimos, perdemos todo el botín que hayamos conseguido hasta el momento pero podemos recuperarlo si llegamos al punto en el que el protagonista murió. Para acabar la demo, nos enfrentamos a un jefe final para comprobar cómo es el combate, en el que hay que combinar el arma primaria con la secundaria; en este caso, para inmovilizar al enemigo y situarse bien para dispararle en su punto débil. Journey to the Savage Planet tiene previsto el lanzamiento el 28 de enero en PS4, Xbox One y PC.
Estas impresiones se han escrito después de probarlo y entrevistar al productor ejecutivo, Reid Schneider, en las oficinas de Sony en Madrid.
