Platinum Games se ha ganado a pulso ser un sello de calidad en cuanto a juegos de acción gracias a juegos como Bayonetta, Vanquish, MadWorld o el próximo Metal Gear Rising: Revengeance. Al equipo sin embargo le faltaba una asignatura por aprobar, el multijugador. Ya fueron muchas las peticiones de un modo competitivo para Vanquish, pero el sistema de ralentización del tiempo complicaba esta modalidad –al menos es lo que se dijo de forma oficial-. Para debutar en el mundo online y hacerlo por la puerta grande, Platinum ha desarrollado Anarchy Reigns, lanzado en verano en Japón tras numerosos retrasos. A Occidente llegará en enero, nada menos que un año después de la primera fecha anunciada.
Anarchy Reigns ha sido recibido con unas críticas algo más frías que los anteriores trabajos en parte por un modo historia que se encuentra casi en segundo plano –y Platinum era conocida precisamente por sus juegos para un jugador-. Anarchy Reigns es principalmente diversión desenfadada y caótica para multijugador, mientras que en solitario se muestra como un beat´em up tridimensional que actúa como toma de contacto con los personajes y mapas, con una duración aproximada de 10 horas.
De él os hablaremos más en profundidad en nuestro análisis, pero por despejar algunas dudas, diremos que consiste en luchas, tanto masivas contra enemigos "estándar" como con duelos contra jefes, que naturalmente son los otros personajes seleccionables en el multijugador.
La acción transcurre en los mapas del juego online, con misiones que avanzan en el argumento y otras opcionales –representadas por unos puntos de luz-. Para poder ir desbloqueando las de historia debemos alcanzar cierta cantidad de puntos, razón por la cual luchar en la exploración, entrar en las secundarias –y repetirlas, si hace falta- será una de nuestras primeras tareas. En cierta manera lo podríamos definir como un sucesor espiritual de MadWorld protagonizado, no por casualidad, por Jack Cayman y su letal motosierra, Baron, Mathilda, Big Bull y Rin Rin. El pintoresco elenco de personajes incluye además a otros nuevos macarras con esteroides, mujeres de pezones empitonados y el cameo de Bayonetta, todos expertos en la lucha cuerpo a cuerpo y con armas de algún tipo.
El peso de Jack es importante en Anarchy Reigns, pues es uno de los dos puntos de vista de la historia; el otro es Leo, miembro del Bureau of Public Safety. En ambos casos nuestro objetivo será el de atrapar a Max –aunque por diferentes razones-, y lo haremos poniendo en práctica lo que mejor sabemos hacer: machacar rivales desarmados, armados y hasta motorizados. Anarchy Reigns está traducido y doblado al castellano, por lo que no tendrás ningún problema en seguir las amenazas e insultos que escupe esta colección de freaks. El modo en solitario sirve principalmente para conocer en profundidad a los dos protagonistas, aunque el conjunto de movimientos comunes –dos tipos de ataque, las armas, los agarres, la defensa y ataques giratorios…- serán útiles para todos, así que no estaría mal invertir unas horas aquí hasta entender bien la mecánica. Es cierto que, tomando sólo la campaña, el juego cae fácilmente en la repetición y no pasaría de un beat´em up corriente, pero realmente este no es el núcleo de Anarchy Reigns.
Multijugador
Más pronto que tarde saltaremos al ruedo online para demostrar nuestras habilidades en una serie de modos que mezclan los típicos y esperables con otros más originales. La jugabilidad brilla con luz propia porque, y en esto Platinum no decepciona, es muy divertido y accesible. Lo que define su personalidad es el ritmo alocado y anárquico, un tumulto propio de juegos como Power Stone, Smash Bros. o PlayStation All-Stars Battle Royale actualizado a la exploración 3D. La mecánica es apta para los duelos uno contra uno, hay bloqueos, volteretas para esquivar e interactividad con el escenario para utilizar objetos como armas blancas o proyectiles, desde barriles hasta coches pasando por armas de fuego. Pero por razones del ritmo de las partidas, rara es la ocasión en la que puedas realizar un pulso con un único rival.
Hemos tenido opción de jugar a algunos de los numerosos modos, que aceptan, aunque no todos, hasta 16 jugadores en mapas de tamaño mediano y grande. Deathmatch es el clásico combate para cuatro jugadores en el que gana quien obtiene más puntos dentro de un tiempo límite; Battle Royale es una variante a mayor escala, para 16 usuarios; Team Battle ofrece, como podemos deducir, una guerra entre dos bandos -hasta ocho jugadores- intentando acabar con el líder del equipo rival; Tag Battle consiste en cuatro equipos –parejas de dos- que luchan por conseguir el máximo número de puntos; Tag Deathmatch es similar a este último, pero sólo dos contra dos.
Los anteriores modos son los más tradicionales. En muchos de ellos se pide cierta colaboración, aunque como hemos contado, se hace complicado planear estrategias de antemano porque es caótico por naturaleza. A esto ayuda que los escenarios también sufren catástrofes, y en un momento puede aparecer gas tóxico, lluvia de misiles o la caída de un avión, obligando a los contendientes de un área a que se desplacen –lo que añade continuamente dinamismo- para llevar su batalla personal a otro rincón. Es, en definitiva, una mecánica que gustará más a los seguidores de la acción masiva – los "musou"- que a los de lucha técnica.
Pero Platinum Games ha adoptado también una serie de modos populares de los shooters con gran acierto, como Survival –un modo horda para tres jugadores contra oleadas de enemigos-; captura la bandera –arrebatar el objeto de la base rival y llevarla a tu área- y su variante con tres equipos; Team Deathmatch –acabar con 20 rivales antes que el otro equipo- o Cage Match, un uno contra uno. El más curioso de todos es Death Ball, un deporte extremo mezcla de fútbol y rugby que se juega en un estadio con porterías y un balón, y que gana el equipo que marca más tantos. Aunque seguro que los modos más famosos son los que más éxito obtienen, este deporte combina lucha –para arrebatar el balón o frenar a los jugadores- y estrategia. A nosotros personalmente nos ha gustado bastante, es de los que más coordinación exige, y parece el típico modo que juegas tras un empacho de rondas en "deathmatch".
El diseño de los escenarios ayuda mucho a la diversión, con callejones, áreas abiertas y diferentes alturas. Hay de todo según la ambientación, si bien podemos criticar que el tono gris y decadente que predomina es quizás lo más flojo del aspecto visual. Los personajes son estrafalarios, coloridos e interesantes a su manera, pero los escenarios no están a la altura de lo visto en anteriores trabajos del equipo. No se nos escapa que hay acción constante y muchos jugadores en pantalla, razón por la que se ha ajustado el nivel de detalle para que rara vez decaiga la fluidez; en este sentido, ha sido una buena decisión primar la velocidad por encima de la calidad de texturas y otros adornos.
En cuanto a la banda sonora, encantará a quienes disfrutaron con MadWorld, pues sigue la misma línea aunque añadiendo más variedad al hip hop y ritmos electrónicos. Al no estar muy familiarizados con el género, nombres como Ox, Sick YG, Doujah Raze, Vstylez, o MuzeONE no nos dicen mucho, pero reconocemos que pegan mucho con el estilo que se quiere dar.
¿Otra joya de Platinum Games?
Anarchy Reigns es diversión pura, macarra y salvaje. No hemos podido utilizar a todos los personajes pues muchos están bloqueados, pero sí hemos comprobado que son lo suficientemente diferentes como para que puedas encontrar aquel que se ajuste más a tu estilo. Y, al menos en nuestra experiencia, cero de problemas de LAG o de conexión.
Anarchy Reigns apunta a ser un juego tan adictivo como nos tiene acostumbrados Platinum Games. Es algo menos fresco que Bayonetta o Vanquish y probablemente no cause su mismo impacto, pero se lanzará a un precio reducido que resultará muy tentador. Que sus gráficos "feos" no te echen atrás, dentro se esconde la jugabilidad a prueba de bombas de Platinum Games llevada al multijugador. En unas semanas sabremos si se trata de otro clásico moderno a añadir al currículum del estudio.
