Estaba claro que era simple cuestión de tiempo que The Elder Scrolls acabara recibiendo una entrega exclusivamente online. Los fans llevaban años pidiendo algo así y el mundo de Tamriel es tan grande e interesante que no se nos ocurre una ambientación más adecuada para un MMORPG. Sin embargo, y prácticamente desde su anuncio, los datos e informaciones que recibíamos de él a medida que pasaban los meses nos hacían contener nuestro entusiasmo.
Las imágenes y vídeos nos mostraban un apartado artístico diferente al que la saga nos tiene habituados y todo lo que veíamos sobre su sistema de combate y desarrollo de misiones generaba más dudas que respuestas. Además, como cualquier aficionado al género sabe, que un MMO tenga el éxito suficiente como para sobrevivir en el mercado actual es algo terriblemente complicado, por lo que no es de extrañar lo mucho que nos cuesta últimamente mostrarnos optimistas ante el lanzamiento de un nuevo título del género sin haberlo podido probar primero, por mucho que lleve un gran nombre detrás avalándolo.
Así pues, por fin hemos podido echarle el guante a la beta de The Elder Scrolls Online, donde hemos podido dar nuestros primeros pasos en esta gigantesca aventura online, subir nuestros primeros niveles y comprobar de primera mano qué es lo que nos espera en Tamriel cuando los servidores del juego abran sus puertas el próximo 4 de abril. La mala noticia es que esto no ha hecho más que aumentar nuestros temores de cara a su lanzamiento, ya que se ha intentado realizar un híbrido entre MMO tradicional y juego clásico de The Elder Scrolls que difícilmente terminará de contentar a los fans de los primeros ni a los de lo segundo.
Lo primero que nos tocará hacer, como en todo buen MMORPG, será crearnos a nuestro personaje. A diferencia de lo que viene siendo habitual, aquí hay tres facciones enfrentadas en vez de dos y cada una de ellas nos dará acceso a tres razas diferentes con sus propias características únicas. El creador de personajes incluye una cantidad de opciones de personalización apabullante, permitiéndonos editar todo tipo de parámetros, con cosas tan concretas como el tamaño de las manos o los pies, por lo que poca queja podemos poner aquí.
The Elder Scrolls Online se ambienta cientos de años antes de lo ocurrido en The Elder Scrolls V: Skyrim, aunque su inicio os resultará muy familiar si sois seguidos habituales de la saga. Somos un esclavo al que acaban de sacrificar en un diabólico ritual y despertamos en una celda sin saber muy bien lo que está ocurriendo. Al cabo de unos segundos, una misteriosa figura nos pide que busquemos a una mujer que también está atrapada en las mazmorras, algo que podremos hacer gracias a la revuelta de prisioneros que se genera justo al acabar esta conversación.
A partir de aquí jugaremos un pequeño prólogo a modo de tutorial que nos servirá para adaptarnos a las mecánicas básicas del juego, por lo que aprenderemos a pelear, a movernos, a ser sigilosos, a equiparnos objetos, a subir de nivel, etcétera. Una vez terminemos con este inicio, por fin daremos el salto a la primera zona de "mundo abierto", momento en el cual se podría decir que comienza la verdadera aventura (aunque cuando un MMORPG empieza de verdad es al llegar al nivel máximo, aunque eso lo dejaremos para el análisis).
Si llegados a este punto pensabais que ibais a poder explorar a vuestro gusto el mundo de Tamriel, será mejor que miréis para otro lado, porque The Elder Scrolls Online cuenta con un desarrollo bastante lineal, el cual, al igual que otros títulos del género, está guiado por nuestro nivel. En esencia existen tres tipos de misiones distintas: las de la trama principal, las de la historia de cada mapa y las secundarias. Las primeras se activarán solo cuando lleguemos a determinados niveles y nos permitirán avanzar en el guion del juego. Son las más interesantes, tanto a nivel argumental como jugable, aunque están demasiado espaciadas y desde que terminamos una hasta que nos dan otra puede pasar mucho tiempo.
Por otro lado, el segundo tipo de misiones nos llevará a ayudar a solventar los problemas que están sufriendo en cada región del juego, en una serie de misiones con las que acabaremos explorando gran parte del mapa en el que nos encontremos. Además, estas suelen llevarnos a sitios donde encontraremos muchas misiones secundarias, ya sea en mitad del camino o en el destino, por lo que siempre tendremos cosas que hacer. En cuanto al tercer tipo, son encargos simples, no muy inspirados y que a nivel argumental nos darán prácticamente igual.
Como podéis ver, su desarrollo no dista mucho de lo visto ya mil veces en el género, ya que además los objetivos de las misiones no son demasiado originales, por lo que no esperéis saliros demasiado de la tónica de "ve aquí, mata tantos enemigos, luego vete a la otra punta del mundo a hablar con aquella persona, recolecta tantos objetos de este tipo y mata al jefe de turno".
A favor suya tenemos que decir que se ha hecho un esfuerzo por incluir algún que otro puzle (aunque son de una simpleza abrumadora) y que hay misiones que nos permiten tomar decisiones, lo que nos llevará por un camino u otro, algo que siempre es de agradecer, aunque las consecuencias de nuestros actos no parecen ser demasiado importantes, al menos por lo poco que hemos podido ver hasta el momento.
Comentar que existen muchas misiones que cuentan con una gran cantidad de pasos y que no oleremos la experiencia de su recompensa hasta terminarlos todos, por lo que abandonar misiones no suele ser muy buena idea a menos de que estemos totalmente seguros de que no la vamos a hacer.
Esto no nos parece mal, aunque no estaría de más que la interfaz fuera un poco más clara a la hora de avisar cuándo una misión está recomendada para grupos o para jugar solos, ya que no será extraño tirarnos una hora viajando por el mundo y adentrándonos en todo tipo de mazmorras para llegar al último paso y ver que no podemos derrotar solos al jefe de turno por mucho que tengamos tres niveles más de los recomendados por la misión. Esto a veces puede convertirse en un problema, ya que si previamente a ese paso hemos tenido que tomar decisiones, solo podremos agruparnos con gente que haya optado por las mismas elecciones que nosotros, lo que limitará un poco nuestra búsqueda.
Con esta estructura, el juego no consigue invitarnos a querer explorar el mapa en busca de nuevas aventuras, ya que sabemos que siguiendo el camino principal acabaremos encontrándolas todas y el único incentivo real que tendremos para salirnos de la ruta prefijada y patear un poco será el encontrar ciertos puntos de interés y objetos coleccionables, como libros de historia o fragmentos de poder con los que obtener puntos de habilidad, aunque al igual que con las misiones, la mayoría los encontraremos sin desviarnos demasiado.
Algo que también juega en contra de la sensación de libertad y aventura a la que tan acostumbrados nos tiene la saga, es el hecho de que cada zona esté instanciada, de forma que no tenemos un mundo realmente abierto, ya que está formado por mapas individuales conectados por pantallas de carga. En otros juegos del género podemos entenderlo, pero en un Elder Scrolls esto es algo que se siente muy raro y que no termina de encajar bien.
Por otra parte, en diversos lugares del mundo y de forma aleatoria se abrirán unos portales con unas gigantescas anclas negras. De ellos empezarán a salir multitud de demonios y si queremos, podremos formar equipo con el resto de jugadores de la zona para intentar cerrarlos, encontrándonos aquí el equivalente de los eventos públicos de otros juegos, como los Rifts de Rift o las FATEs de Final Fantasy XIV: A Realm Reborn, aunque son casi siempre iguales y algo más difíciles de lo habitual.
En cuanto al sistema de combate, el juego nos permite luchar en primera persona o en tercera. Aunque probablemente la mayoría de los fans de la saga querrán jugar viendo el mundo desde los ojos de su personaje, en la práctica esto resulta muy poco práctico, especialmente a la hora de combatir. Los enemigos no paran de realizar técnicas y ataques con efectos de área que se nos marcan en el suelo con indicadores de color rojo, muchos de las cuales resultan muy difíciles de ver si estamos en primera persona, y más todavía cuando luchamos cuerpo a cuerpo. Esto acabará provocando que al menos para luchar, casi siempre usemos la tercera persona, ya que nos permitirá tener un mejor control del terreno y combatir con más garantías, por lo que al final la visión subjetiva se siente como un añadido forzado con el que intentar contentar a los fans.
Al principio, luchar se siente de una forma muy similar a lo visto en Skyrim. Golpes flojos con el botón izquierdo del ratón, los cuales podremos cargar para convertirlos en fuertes, y con el botón derecho podremos bloquear. Todo esto en tiempo real e incluso podremos realizar contraataques al bloquear con éxito una técnica enemigo. Para añadirle algo más de profundidad, se nos permitirá equiparnos con cinco habilidades y una técnica definitiva, gracias a las cuales podremos realizar hechizos y movimientos especiales. Además, a partir del nivel 15 nos dejarán equiparnos con un segundo arma y con un set distinto de habilidades, muy al estilo de lo visto en Guild Wars 2.
En la práctica, combatir se nos ha hecho algo pesado y repetitivo, ya que su sistema de combate acaba resultando demasiado simple y limitado. Los enemigos se repiten mucho, al igual que sus técnicas de combate, por lo que no tardaremos demasiado en pillar cómo se mueven y en mecanizar las mejores formas de acabar con ellos. Además, a pesar de lo que pueda parecer en un principio, el juego usa un sistema de fijación de objetivos camuflado y basado en a quién apuntemos, algo que puede generar a veces ciertos problemas al atacar a distancia si no fijamos manualmente a nuestro blanco.
Lo que sí que nos ha gustado es la enorme cantidad de opciones que tenemos para crear nuestras propias "builds", ya que a medida que subamos de nivel y usemos ciertas habilidades podremos desbloquear otras nuevas e incluso transformar las que ya tenemos en otras más poderosas. Por ejemplo, si nos equipamos con magias de invocación y con armadura ligera, nuestro nivel con esas dos disciplinas subirá, lo que nos permitirá posteriormente invertir puntos en desbloquear sus habilidades pasivas y activas. Lo interesante es que esto se aplica también para las artesanías, el tipo de arma que usemos, las distintas ramas de una misma clase, etcétera. Incluso podremos desbloquear nuevos árboles de habilidades mediante misiones específicas, como las relacionadas con los gremios.
Esto nos da mucha libertad para desarrollar a nuestro personaje, ya que además por cada nivel que subamos podremos escoger qué estadística subir, entre resistencia, vida y magia. Gran parte del tiempo nos lo pasaremos probando y experimentando qué combinación de habilidades es la más efectiva, encontrándonos aquí más diversión casi que en lo que son los propios combates.
Gráficamente el título tampoco ha conseguido conquistarnos, con un apartado artístico que podría dar más de sí (los escenarios no son ninguna maravilla), un diseño de personajes con un estilo ligeramente más cartoon de lo que deberían, zonas interiores repletas de pantallas de carga por cada sala que visitamos, y unos efectos gráficos que no pondrán en problemas a ningún PC actual. Además, para rematar la faena tenemos algunas de las peores animaciones que hemos visto nunca en un MMORPG, totalmente rígidas y poco naturales.
A su favor, decir que el sistema de iluminación nos ha parecido muy bueno, las texturas tienen buena resolución, los escenarios son muy amplios y hay una ingente cantidad de opciones de vídeo para configurar el juego a nuestro gusto. Podemos decir que en líneas generales se ve bien y que se nota que hay un trabajo detrás, con algunos momentos muy buenos incluso, pero que no consigue destacar.
Respecto al sonido, comentar que la banda sonora mantiene el estilo tradicional de la saga, mezclando temas épicos con otros de corte ambiental, y haciendo uso de composiciones totalmente nuevas y de remezclas de melodías clásicas, que en líneas generales se adaptan muy bien a todo lo que vemos en pantalla, aunque le falta algo de chispa y en ningún momento consigue brillar como debería.
El doblaje en inglés sí que merece un punto y aparte, ya que es sencillamente perfecto. Las voces están muy bien escogidas, con actores de renombre para los personajes más importante, y las interpretaciones de cada uno de ellos son de diez. La mala noticia es que los textos también nos llegarán en la lengua de Shakespeare, y hay momentos en las misiones en los que los personajes nos hablan sin mostrar subtítulos, por lo que si no domináis el idioma lo pasaréis mal para enteraros de todo lo que se dice.
Os recordamos que estas impresiones se basan en una beta, por lo que todavía hay mucho margen de mejora de cara a su lanzamiento. Además, nos quedan muchas cosas por ver y en las que profundizar, como su PvP (del cual os hablaremos la semana que viene con detenimiento) o sus contenidos para jugadores de nivel máximo.
Ciertamente, Bethesda tiene mucho trabajo por delante si quiere convencernos de que merece la pena pagar su cuota mensual para seguir jugando, por lo que solo nos queda esperar a que estos últimos meses de desarrollo se aprovechen para escuchar las opiniones de los jugadores, pulir el producto y convertir a The Elder Scrolls Online en una experiencia que consiga transmitirnos toda la magia de la saga mientras compartimos aventuras con el resto del mundo.