Como ya todos sabréis, los editores de prensa especializada hemos podido disfrutar de una copia de Animal Crossing: New Leaf desde hace aproximadamente unas tres semanas, y desde entonces no hemos faltado ni un solo día a visitar nuestro pueblo para charlar con los vecinos, regar las flores, aprobar proyectos municipales, y en definitiva de sacar jugo de todas las características nuevas que arropan el que sin duda es el mejor juego de toda saga.
El lugar donde vivimos ha evolucionado poco a poco con nuestro esfuerzo, día a día, y podemos decir que ya no es ni la sombra de lo que era cuando nos hicimos alcalde por primera vez; han aparecido nuevas tiendas en la zona comercial, las colecciones han aumentado, hay nuevas construcciones en la aldea, tenemos en marcha nuevos proyectos municipales, y lo mejor es que todavía queda mucho por hacer, ya que hay establecimientos que aún no han aparecido, como por ejemplo la cafetería, y a medida que vamos jugando nos van surgiendo nuevas ideas para personalizarlo todo a nuestro gusto y proyectos para llevar a cabo.
Siempre hay algo que hacer: un juego devorador de horas
Si algo nos ha sorprendido de manera grata, es la gran cantidad de cosas que uno puede hacer en New Leaf. Arrancas el juego y puedes echarte tranquilamente una hora realizando tus tareas diarias, que pueden ser desde buscar fósiles a encontrar la roca del dinero, y luego otra hora más yendo de aquí para allá tratando de juntar bayas, hablar con vecinos, ir a la isla, remodelar el pueblo, visitar la casa de los sueños o por ejemplo haciendo algún diseño. Al contrario que en anteriores entregas de Animal Crossing, no nos ha surgido en ningún momento esa impresión de caer en una rutina que acabe con la diversión y ganas de seguir jugando, y aunque es probable que tarde o temprano eso acabe sucediendo, se nos antoja muy lejano, y todo ello habiendo probado muy poco el componente online, uno de los puntos fuertes de la saga desde que vio la luz con Wild World.
Uno de los lugares que más hemos visitado ha sido la isla: un pequeño trozo de tierra en el océano al que podemos ir mediante un breve viaje en barco. No nos debemos dejar engañar por sus reducidas dimensiones, ya que en ella tenemos una pequeña tienda con objetos exclusivos que sólo podremos comprar con las medallas que ganamos en los minijuegos que allí se ofrecen. Al principio puede parecer más bien una obligación, "si quieres tal objeto, antes deberás jugar a esto y conseguir X medallas", pero el sistema funciona a la perfección gracias a una variada oferta de juegos que además cambian de un día para otro y que a medida que se van consiguiendo mejores puntuaciones van apareciendo diferentes niveles de dificultad.
De hecho, desde que tenemos la posibilidad de viajar a ese lugar tropical, y que no hemos dejado un solo día sin ir, aún no estamos seguros de haberlos visto todos. En la isla siempre es verano, y siempre podemos recurrir a ella para conseguir especies de gran valor que suponen una buena fuente de ingresos, de hecho, lo normal es que en un único "asalto a la isla" se puedan conseguir más de 150.000 bayas, dinero que buena falta hace para proyectos municipales o pagar la hipoteca de nuestra casa. La isla no tiene el mismo nivel de personalización que el pueblo, ya que sólo podemos plantar o retirar árboles, palmeras y flores, pero es más que suficiente para imprimirle nuestro estilo al pequeño trozo de tierra que es.
A este idílico lugar tan solo se le pueden achacar dos puntos negativos. El primero de ellos es el viaje en barco para llegar o salir de la isla, ya que aunque dura poco tiempo y está amenizado por una gran variedad de canciones, dichos y ocurrencias del Capitán, hay momentos en los que uno prefiere saltarse la secuencia y acortar el viaje, y dicha opción no existe. El segundo hándicap tiene que ver directamente con la fecha de lanzamiento del juego en nuestro país: empezaremos el juego en verano y la isla siempre está en época estival, por lo que desaparece el aliciente que supone tener a nuestra disposición dos estaciones diferentes.
Otro de los lugares que más ha llamado nuestra atención y que creemos que ha sido un total acierto de jugabilidad es la Casa de los Sueños. Surgirá como proyecto municipal en un determinado momento, y desde allí podemos visitar los pueblos de gente de otros lugares del planeta, aunque no los hayamos añadido a nuestro registro de amistades.
El sistema es muy sencillo, una vez dentro de la casa, tenemos dos lugares a los que dirigirnos: un sofá donde registrar nuestro pueblo para que otros puedan visitarlo, y una cama desde donde viajar en sueños a otros pueblos. Desde la cama podemos elegir un lugar aleatorio para visitar, o bien podemos elegir un país en concreto (Japón, EEUU, Alemania, etcétera) y dentro de ese país elegir el nombre de un jugador que haya registrado el juego.
Tras unos segundos nos veremos correteando por ese pueblo que hayamos escogido, pudiendo realizar cualquier cosa aunque con ciertas limitaciones: por ejemplo no podemos acceder a la zona comercial, ni visitar la isla ni entrar en la tienda de reciclaje, pero sí podemos hablar con los vecinos e incluso intercambiar alguna palabra con el alcalde y residentes (si los hay), también podemos dedicarnos a destrozar plantas, talar árboles, llenar nuestros bolsillos de todo tipo de cosas o sembrarlo todo de trampas y agujeros, lo bueno es que como es un sueño no se guardan los cambios que hayamos hecho, sin embargo, no nos debemos sorprender cuando al hablar con un vecino éste nos comente que soñó con alguien que visitó nuestro pueblo.
Otro detalle que nos ha parecido muy interesante es la existencia de las insignias. No nos cansamos de repetir la gran cantidad de acciones que se pueden llevar a cabo en Animal Crossing y no nos vamos a poner a enumerarlas todas, pero en New Leaf se hace un registro de aquellas más relevantes y tienen su recompensa. Por ejemplo, habrá insignia por cazar un determinado número de insectos, por gastar cierta cantidad de bayas en compras, haber jugado X horas, o veces que has viajado a otros pueblos.
Para cada logro hay medalla de bronce, plata y oro que nos irá regalando cierto personaje. Estas insignias se van añadiendo a nuestra Tarjeta de Residente, y si tenemos añadidos a amigos que también jueguen a New Leaf, podemos ver cuáles han conseguido en cualquier momento, lo que fomenta ese pique de haber logrado tal o cual insignia antes que otros, o ver cuáles son las preferencias de nuestras amistades a la hora de jugar.
Por último, nos gustaría comentar un par de puntos que, aunque no tienen una relevancia especial, sí deja entrever el cuidado mimo con que han preparado este juego. Ya hemos hablado en las primeras impresiones que la cantidad de objetos que podíamos guardar en el armario se ha visto notablemente aumentada, y también hablamos en las impresiones de juego online que no hacía falta volver al pueblo para liberar nuestros bolsillos de objetos o planificar detalladamente lo que íbamos a llevar o no, ya que teníamos acceso a nuestro armario y ello ahorraba esfuerzos. Pues ahora, en determinado momento de desarrollo de nuestra zona comercial, también tendremos acceso a nuestro armario para no tener que realizar largas caminatas hasta nuestra casa para vaciar nuestros bolsillos de aquellas cosas que nos interesa conservar, bien para decorar nuestra casa o simplemente por el hecho de querer tenerlas porque sí.
El otro punto es la posibilidad de echar fuera a un vecino de nuestro pueblo en cualquier momento: si por el motivo que fuese hay un animal que no queremos ver delante, bien porque nos cae mal o por cualquier otra razón, como alcaldes que somos podemos decidir que se vaya, sin tener que esperar a que él lo decida; y hablando de vecinos, cuando entablemos conversaciones con ellos, serán muy propensos a pedirnos favores, querer visitar nuestra casa (o que visitemos las suyas), e incluso querrán jugar al escondite.
Como hemos dicho al principio de este artículo, la parte online es la que menos hemos podido explotar, sobre todo por la poca cantidad de gente que hay ahora mismo con el juego, pero no nos cabe duda de que si en anteriores entregas de Animal Crossing fue uno de los puntos fuertes que más han exprimido los jugadores, en New Leaf no va a ser menos. La posibilidad de intercambiar objetos (aunque con la cantidad que hay ahora mismo se ha convertido en toda una necesidad), la búsqueda del mejor pueblo para vender nabos a alto precio, o el simple hecho de ir a pasar un buen rato en compañía de un amigo, ya es de por sí la excusa perfecta para comprar este juego y disfrutarlo desde cualquier lugar y en cualquier momento gracias a su carácter portátil.
