Análisis de Shantae Advance: Risky Revolution: El juego que pasó 20 años en un cajón (Xbox Series X, Switch, PS5, PS4, PC, Xbox One)

El capítulo que faltaba en la colección de la medio genio llega por fin al mercado con alguna que otra novedad interesante.
Shantae Advance: Risky Revolution
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Análisis de versiones Xbox Series X, Switch, PS5, PS4, PC, Xbox One.

Leer acerca de los orígenes de Shantae Advance: Risky Revolution puede ser algo confuso. ¿Un juego de GBA que nunca encontró editor y que estuvo guardado en un cajón durante dos décadas mientras seguían apareciendo nuevas secuelas prácticamente para todas las plataformas del mercado? Sí, así es. ¿De verdad han lanzado al mercado un cartucho de GBA en los tiempos que corren? Sí, también es cierto. Pero, aunque no lo parezca, la historia de este "juego perdido" es mucho más sencilla de lo que cabe imaginar a primera vista. A saber: tras lanzar la primera aventura de Shantae en Game Boy Color, un plataformas de acción fruto de su tiempo y protagonizado por una divertida medio-genio creada por Erin Bozon, esposa de Matt Bozon, uno de los directivos de WayForward, la empresa decidió ponerse manos a la obra para desarrollar una secuela que pudiese aprovechar la mayor capacidad técnica de la sucesora de la portátil estrella de Nintendo.

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Sin embargo, y pese a haber cosechado críticas notables por parte de especialistas y de jugadores (aquellos eran otros tiempos en los que no existían medios que permitiesen descubrir estas pequeñas joyas con tanta facilidad como ahora), lo que se iba a convertir en Shantae Advance no logró encontrar un editor como sí lo hizo el primero, que contó con el soporte nada más y nada menos que de Capcom. Al parecer, el fracaso comercial de este hizo que la compañía japonesa abandonase la serie. Sin nadie que se animase a lanzar el nuevo cartucho, los californianos tomaron la dura decisión de cancelar el proyecto en 2004. La serie permaneció en un segundo plano hasta que sus creadores, de nuevo con Matt Bozon a la cabeza, decidieron recuperar algunas ideas del pasado con Shantae: Risky’s Revenge, solo que esta vez apareciendo en el mercado como parte del catálogo online de Nintendo DSi, una versión de la portátil que apostaba, entre otras cosas, por intentar dar un empujón al mercado digital que por aquel entonces empezaba a asomar la cabeza. Eso fue ocho años después del Shantae original, ya en 2010.

El origen del capítulo perdido

Digamos que la historia de Shantae es interesante porque en ella se mezclan dos periodos distintos por los que ha pasado la industria: el predigital y el actual, por así llamarlos. También es un buen indicativo de cómo la falta de un editor puede provocar que un juego de bastante calidad quede relegado a un cajón cogiendo polvo. Por suerte, el paso del tiempo permitió que la popularidad de la carismática medio-genio fuese en aumento gracias al relativo éxito de las secuelas que fueron viendo la luz en distintos años y plataformas. Gracias a eso, y en un movimiento bastante llamativo que tiene toda pinta de haber sido pensado como modo de llamar la atención, WayForward anunció por sorpresa que Shantae Advance: Risky Revolution vería finalmente la luz gracias a la editora Limited Run Games, especialista en publicar juegos para consolas descatalogadas en su formato original.

Si no la conocéis, ya estáis tardando: Shantae es una protagonista con una gran personalidad.
Si no la conocéis, ya estáis tardando: Shantae es una protagonista con una gran personalidad.

Esto implicó dos cosas: una, que el juego vería la luz en una edición propiamente dicha de GBA, con su cartucho inclusive. El estreno se produjo en abril de este mismo año, no sin sufrir una serie de problemas que poco o nada tienen que ver con el juego en sí mismo. Y dos, sin duda la más importante, que Risky Revolution también llegaría a consolas de nueva generación con un nuevo filtro gráfico, nuevos modos de juego y algún que otro añadido pensado para coleccionistas, gracias a una edición digital deluxe que ofrece algunos caramelitos para los aficionados acérrimos de la protagonista. Es este punto en el que nos encontramos ahora mismo, ya que el lanzamiento del juego se produjo oficialmente el pasado 19 de agosto. Y es sobre este juego concreto que versa el análisis que os ofrecemos a continuación.

Un juego de GBA en tiempos modernos

Si os preguntáis por qué es necesaria una explicación tan larga sobre un juego en apariencia tan sencillo, la respuesta es igual de simple que el supuesto juego en sí: es imposible analizar (o juzgar) este Shantae Advance sin tener en cuenta su peculiar historia y orígenes. De hecho, en las seis horas que nos ha llevado terminarlo hemos tenido una impresión continuada de estar jugando con un producto cuya mayor virtud reside en el constante baño de nostalgia, que consigue transmitir reviviendo las aventuras de Shantae con la estructura habitual del género de las plataformas de principios de siglo. Su esencia es divertida; su mecánica, propia de su época, aunque con un toque muy original que también nos recuerda por qué esta franquicia recibió tantos elogios en el momento de su nacimiento y por qué todavía hoy sigue llamando la atención de un selecto grupo de jugadores que han caído rendidos a los pies de su divertido argumento y estilo de juego.

El sistema de juego nos recuerda cómo eran los plataformas de principios de los dos mil.
El sistema de juego nos recuerda cómo eran los plataformas de principios de los dos mil.

Precisamente ahí, en su argumento, radica uno de los puntos más interesantes de esta propuesta, dado que sirve como eslabón perdido entre la primera aventura protagonizada por la medio-genio y la que tuvimos ocasión de disfrutar en Shantae: Risky’s Revenge. Por si todavía no lo habéis deducido o no habéis jugado con ningún otro episodio de la franquicia, Risky, de apellido Boots, es el nombre de la antagonista de Shantae, una villana de manual de esas que, pese a ser derrotada en mil y una ocasiones, siempre encuentra un nuevo y maléfico plan para sacudir los cimientos de Sequin Land, el nombre que recibe el mundo en el que conviven nuestra protagonista favorita y sus amigos.

El modo batalla entre cuatro jugadores es una de las “novedades” que incluye esta edición.
El modo batalla entre cuatro jugadores es una de las “novedades” que incluye esta edición.

El tono jovial del argumento, donde abundan las bromas así como las situaciones absurdas muy ligeras y fáciles de digerir, es sin duda uno de los puntos más característicos tanto de esta entrega como de todas las que han aparecido en la serie hasta la fecha. No hay en este sentido grandes novedades que vayan más allá de detener los viles métodos de Risky, que ahora se las ha ingeniado para conseguir girar la posición de los continentes con la intención de saquear a su antojo pueblos y ciudades. Tanto las conversaciones con los personajes secundarios que componen nuestro séquito como con la propia Risky nos arrancan sin quererlo alguna que otra sonrisa y nos recuerdan, si es que acaso fuese necesario, que el ingenio de las pequeñas joyas de portátil de la época no tenía nada que envidiar al que muestran las producciones más modernas.

Dándole la vuelta al mundo a base de ingenio

Se mire como se mire, la trama no deja de ser más que un vehículo que nos va llevando de fase en fase. En cada una de ellas tendremos que superar una serie de enemigos, en este caso bastante variados y con sencillas técnicas de ataque, a los que podremos hacer frente de varias formas. Las dos más interesantes son nuestra melena, que sirve aquí como una especie de látigo que hace las veces de nuestra arma principal, y las transformaciones que podemos llevar a cabo gracias a nuestra danza del vientre, que aquí se representa con una graciosa animación. Cada uno de los seis animales en los que nos convertimos (mención especial para el cangrejo) nos otorgan una serie de habilidades específicas que hemos de emplear con perspicacia no solo para vencer a los monstruos, sino también para descubrir los secretos que abundan por la mayoría de los escenarios.

Shantae se transforma en distintos animales para obtener ventajas específicas.
Shantae se transforma en distintos animales para obtener ventajas específicas.

Todos estos ingredientes que comentamos nos podrían llevar a pensar equivocadamente que Risky Revolution es una especie de metroidvania, pero nada más lejos de la realidad: aunque es cierto que hemos de utilizar los nuevos giros de pantalla para acceder a zonas ocultas y que contamos con habilidades que obtenemos para descubrir secretos, la mecánica de juego es, en la práctica, exactamente la misma que la de cualquier otro plataformas de acción de los muchos que poblaban el catálogo de GBC o GBA. Es decir: el mayor reto al que nos enfrentamos es coordinar bien nuestros saltos para evitar caer por un precipicio, teniendo siempre en cuenta que encontraremos algún monstruo en el lugar más molesto que podamos imaginar para complicarnos la vida.

Es un plataformas de pura cepa, no un metroidvania ni ninguna otra mezcla más propia de los tiempos que corren.
Es un plataformas de pura cepa, no un metroidvania ni ninguna otra mezcla más propia de los tiempos que corren.

A fin de cuentas, de eso trata un poco el género: de ir sorteando obstáculos cada vez más complejos mientras nos defendemos como buenamente podemos de los enemigos que pululan por doquier. Aquí no hay temas relacionados con mecánicas soulslike ni evoluciones propias de un RPG (al menos no tal y como lo entendemos hoy en día), sino una progresión que nos permite ir ganando más vida (en forma de corazones) y mejorando nuestras prestaciones, bien sea comprándolas en tienda u obteniéndolas en forma de objetos secretos. Las sensaciones que transmite el sistema de control de Shantae no son las mejores que ha ofrecido la franquicia, sino que resultan algo más torpes y menos precisas. Se puede afirmar sin miedo a equívocos que, en cuanto a la jugabilidad se refiere, Risky Revolution está a medio camino entre el salto cualitativo que supuso su secuela y el notable estilo de su antecesor. Aunque no es algo que a la larga sea particularmente molesto, sí es un aspecto que seguramente los acérrimos de la franquicia harán bien en tener en cuenta.

Las imprescindibles novedades

Comentábamos antes que este Shantae desprende nostalgia por los cuatro costados, algo que se percibe tanto en su forma de presentar el argumento como a la hora de gestionar una mecánica de juego que inevitablemente nos trae a la memoria recuerdos de aquella época. A pesar de que para muchos estos dos aspectos son más que suficientes para justificar la mera existencia de esta secuela, sabemos de sobra que en esta industria hace falta algo más que eso para recomendar invertir los 25 € que cuesta el título de lanzamiento. Además, el mero hecho de lanzarse en consolas de nueva generación obliga a introducir cambios gráficos. O, mejor dicho, UN cambio gráfico: la introducción de un nuevo modo visual que mejora las animaciones y la resolución de la pantalla para que jugar en un televisor moderno de cincuenta y cinco pulgadas (por poner el ejemplo de quien suscribe este análisis) no sea una tortura.

Vuelve Risky Boots para hacernos la vida imposible.
Vuelve Risky Boots para hacernos la vida imposible.

En este sentido tenemos sensaciones algo contrapuestas, ya que por un lado nos parece que aplicar un estilo gráfico mejorado es garantía de que no se pierda la esencia del original, mientras que por el otro es imposible no sentir que se trata de un juego previsto para ser disfrutado en una portátil y no en una pantalla de grandes proporciones. No quiere decir esto que no podamos disfrutar de él si así lo deseamos, pero sí se trata de algo que debemos de tener en cuenta a la hora de elegir en qué consola preferimos disfrutarlo. Es de agradecer el detalle que WayForward ha tenido a la hora de incluir el aspecto original del juego, que curiosamente tiene lugar en una partida al margen, con su propio archivo de guardado, por lo que no podemos cambiar entre sendos aspectos como en otros remásteres modernos. Tiene sentido, dado que en la nueva versión hay elementos que no se incluían en la original, pero no por ello deja de ser un tanto molesto. Al final es cuestión de cada uno cómo prefiramos disfrutar del juego a pesar de que un modo más moderno y estilizado a los tiempos que corren hubiese sido lo ideal en este caso.

Los jefes finales no son muy complicados, pero sí hacen gala de cierto ingenio.
Los jefes finales no son muy complicados, pero sí hacen gala de cierto ingenio.

El nuevo modo gráfico no es la única novedad importante con respecto al juego original (que no pudimos probar nunca, por lo que comentar novedades se hace un poco raro en este caso): también se ha incluido un modo batalla para disfrutar entre dos y cuatro jugadores. Al margen de este detalle, que nos permite jugar en modo local y pasar un rato entretenido entre varios amigos haciéndonos la vida imposible mutuamente, las únicas novedades que podemos encontrar forman parte de la versión deluxe. Si la adquirimos, obtendremos tres nuevos disfraces para Shantae con los que potenciaremos al menos una de nuestros hechizos. De resto, y dejando al margen aspectos técnicos como la presencia de nuevos diseños de los personajes durante las conversaciones y otros aspectos propios de las remasterizaciones modernas (lo que podríamos considerar el mínimo exigible) no hay mucho más que merezca ser destacado.

Conclusión

Hemos sufrido una sobredosis de nostalgia con este Shantae Advance: Risky Revolution: nostalgia de aquellas fantásticas sensaciones que vivimos con los plataformas de GBC y GBA, y muy especialmente del primer Shantae que pasó sin pena ni gloria por un mercado saturado de propuestas parecidas y al que nunca se le dio el valor que realmente tuvo dentro del catálogo de la portátil de la Gran N. Somos conscientes de que estas sensaciones son muy subjetivas y dependen de la experiencia que cada jugador tenga con la industria, así como de su edad y de su gusto por lo retro, o por descubrir, en caso de no haberlo hecho ya o en su momento, cómo funcionaba el género a principios de los dos mil, época de la que este juego es un gran representante. Ya solo por su peculiar historia, que hemos intentado resumir en pocas palabras al principio del texto, vale la pena echar un vistazo a esta aventura de Shantae y compañía, que además mantiene intactas las señas de identidad que caracterizan a la franquicia.

Disfrutar de Risky Revolution es un auténtico ejercicio de nostalgia.
Disfrutar de Risky Revolution es un auténtico ejercicio de nostalgia.

Por ese motivo es difícil de juzgar un videojuego que utiliza la nostalgia como principal virtud. Si nos ceñimos al producto propiamente dicho, ignorando las circunstancias de su lanzamiento, la realidad es que el nuevo modo gráfico aprueba por los pelos si nuestra intención es jugar en una pantalla que no sea la de una portátil. Poder conocer el juego tal y como fue concebido en su momento también es todo un detalle, pero no dejará de ser una curiosidad para cualquier jugador que no sienta la llamada de lo retro, por llamarlo de alguna manera. Al margen de eso, Risky Revolution tampoco es la mejor entrega de la franquicia. No lo es a nivel técnico, como ya hemos explicado, pero tampoco a nivel de jugabilidad. El tiempo no pasa en balde y algunas características del control de Shantae han sido mejoradas en otras entregas posteriores, sin duda más adecuadas a los tiempos que corren.

La transformación en cangrejo es, sin duda, uno de los elementos más graciosos de la aventura.
La transformación en cangrejo es, sin duda, uno de los elementos más graciosos de la aventura.

Valorar este juego en su justa medida es, por lo tanto, algo que debe hacer cada uno por su cuenta teniendo en cuenta todos los factores aquí expuestos. A nosotros nos ha parecido una aventura muy divertida, con sus taras y sus defectos propios de su época; con un sentido del humor que roza el absurdo y que nos ha encantado, pero que no está pensado para soportar el peso del juego, sino para servir como vehículo entre fases. Pese a todo, de lo que no cabe duda es de que es una aventura muy entretenida, el eslabón perdido de una franquicia que demuestra con este peculiar episodio que nunca es tarde para sacar del baúl de los recuerdos propuestas que en su día fueron descartadas, independientemente de los motivos que llevasen a ello. Ya sabéis: nunca es tarde si la dicha es buena…, aunque sea mejorable.

Hemos realizado este análisis en Xbox Series X con un código proporcionado por ID@Xbox.

NOTA

7

Puntos positivos

Es el capítulo perdido que faltaba en la peculiar historia de Shantae, con su divertido sentido del humor.
El estilo clásico de los plataformas de GBA, en toda su esencia, tanto para lo bueno…

Puntos negativos

… como para lo malo. Su mecánica es entretenida, pero acusa, como es lógico, el paso del tiempo.
El nuevo filtro gráfico funciona en portátiles, pero no tanto en pantallas de gran tamaño.

En resumen

Por fin podemos disfrutar de la secuela perdida de Shantae. Para bien o para mal, el juego conserva la magia de las aventuras de GBA. Es una buena opción para nostálgicos y curiosos.
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