Análisis de Cuphead (Xbox One, PS4, PC)
Tres años han tenido que pasar desde que supimos de su existencia para que Cuphead haya conseguido llegar a las tiendas, aunque si hay algo que nos ha quedado claro tras haberle dado duro a su versión final durante las últimas horas es que estamos ante un auténtico juegazo que va más allá de su atractiva estética (probablemente el apartado del título que más ha llamado la atención desde que se anunció) para regalarnos una jugabilidad pulidísima y unas batallas contra jefes finales que son una auténtica genialidad. Pero vayamos por partes.
Los morosos del Diablo
Aunque la historia de esta aventura no tiene demasiada importancia ni peso, lo cierto es que es tan loca y disparatada que al final acaba teniendo un encanto único. En ella nos cuentan cómo Cuphead y Mughead, dos jóvenes cuyas cabezas tienen forma de tazas, vuelven un día a casa por un camino diferente al habitual y acaban entrando en el casino del Diablo.
Allí acaban siendo tentados a jugar una y otra vez, aunque al final son engañados por esta malvada entidad y se ven obligados a pagar sus pérdidas con sus propias almas. Tras suplicar por sus vidas, acaban llegando a un acuerdo con el que podrán salvarse si van a cobrar las deudas que algunos morosos tienen con el Diablo.
Evidentemente, este demonio quiere sus almas, por lo que no nos quedará otra que acompañar a nuestros dos protagonistas por el mundo para aniquilar a todos los que tengan una deuda con su nuevo jefe para así cobrar sus almas.
Cómo veis, la premisa argumental es una auténtica tontería, pero es tan retorcida y extraña que como excusa para ponernos a pegarnos de tortas contra todo tipo de desafiantes jefes nos ha parecido simplemente perfecta, especialmente por lo bien que encaja con el alocado espíritu del juego.
Entrando ya en lo que realmente importa, decir que estamos ante un juego de acción de desarrollo lateral al más puro estilo run and gun (es decir, plataformeo y acción desenfrenada disparando a todo lo que se mueva) centrado principalmente en combatir jefes finales.
De este modo nos moveremos por un mapamundi de vista aérea hablando con otros personajes que a veces nos hacen algún que otro encargo mientras vamos buscando el acceso a las diferentes fases, así como pequeños atajos y secretos. El mapa suele dejarnos la suficiente libertad como para que siempre tengamos abierto el acceso a varios niveles, por lo que el orden en el que queremos avanzar es bastante libre, algo que nos ha parecido todo un acierto, ya que si un jefe se nos atraganta y nos apetece descansar de él siempre podremos probar suerte con otro que también esté disponible.
Los controles son realmente sencillos, ya que todo se resume en disparar, cambiar de arma (podemos equiparnos con dos distintas antes de entrar en cada fase), utilizar nuestro movimiento definitivo, saltar y apuntar, ya sea estando quietos o en movimiento. A esto también tenemos que sumarle algunos movimientos especiales como la posibilidad de realizar un pequeño sprint tanto en tierra como en aire (dash) para esquivar y ejecutar un doble salto impulsándonos sobre proyectiles y elementos que sean de color rosa.
Algo que sorprende muchísimo la primera vez que te pones a los mandos es lo tremendamente bien que funciona y responde todo. El control es prácticamente perfecto y siempre tendremos la sensación de controlar a la perfección y al milímetro cada una de nuestras acciones, algo a lo que también ayudan unas físicas de salto especialmente buenas.
Gracias a esto se ha conseguido que una vez en batalla todo dependa de nuestra habilidad, ya que no hay ningún tipo de factor externo que pueda fastidiarnos o ponernos trabas adicionales. Si morimos va a ser únicamente nuestra culpa, lo que nos animará a intentar cada batalla una y otra vez hasta que nos alcemos victoriosos, ya que el título tiene una asombrosa capacidad para picarnos y retarnos. A nadie le gusta ser aplastado por un enemigo y sentir que el juego le ha derrotado, especialmente cuando los controles funcionan tan bien y las mecánicas están tan cuidadosamente estudiadas, por lo que antes de que nos demos cuenta estaremos totalmente enganchados con su propuesta.
En lo referente a los combates en sí mismos, tenemos que admitir que son una auténtica genialidad, ya que cada jefe cuenta con multitud de fases distintas en las que cambian considerablemente todas las mecánicas, ofreciendo unas batallas tan intensas como divertidas y satisfactorias. Además, probablemente lo que más nos ha gustado es la originalidad de la que hacen gala en cuanto a diseño y formas de atacarnos, ya que la gran mayoría son una auténtica locura y a medida que transcurre el combate todo esto no hace más que ir en aumento, deparándonos de este modo multitud de inesperadas sorpresas que no pararán de sacarnos una sonrisa de la boca o un gesto de asombro ante lo que estamos presenciando.
Como ya hemos comentado, estamos ante un título muy desafiante que exige buenos reflejos, habilidad y, sobre todo, mucha concentración. Si morimos en algún punto de una batalla tendremos que volver a empezar esta desde el principio (no hay puntos de control) y solo contaremos con tres puntos de vida sin opción de curarnos durante el combate, por lo que aquí los errores se castigan muy duramente.
Lo bueno es que en ningún momento se siente que tenga una dificultad injusta o imposible. El reto es duro, pero siempre se nos presenta como algo que puede ser superado con paciencia, práctica y habilidad. Las rutinas de los enemigos son muy cambiantes y muchas veces las trayectorias de un mismo ataque suelen variar, pero resulta muy gratificante ver cómo vamos mejorando con el paso de las horas y pasando fases cada vez con más soltura y sin que consigan tocarnos.
Un detalle que demuestra la intensidad de estos combates es que la mayoría de ellos pueden superarse en dos minutos o menos, aunque suelen dejarnos tan agotados y exhaustos que los sentiremos como si fuesen muchos más.
Otro de los grandes aciertos del título lo tenemos en los elementos de rejugabilidad que se han incluido, ya que al derrotar a cada jefe recibiremos una puntuación según lo bien o mal que lo hayamos hecho, y si queremos obtener la máxima posible tendremos que pasárnoslos por debajo del tiempo que nos pidan, sin que nos toquen, utilizando varios ataques especiales, etcétera. Todo un reto que nos invitará a repetir los combates numerosos veces a poco que nos guste ser completistas y que alarga mucho su vida útil en el caso de que nos quedemos con ganas de más tras sus títulos de créditos.
Hasta ahora solo hemos hablado de los combates contra los jefes, aunque lo cierto es que también existen fases "normales" de run and gun en las que tendremos que avanzar por una serie de niveles muy lineales disparando y plataformeando sin parar, como si de un Contra se tratase. Aunque son divertidas y entretenidas, lo cierto es que se quedan muy lejos de la calidad que presentan los grandes enemigos de la aventura, ya que cuentan con un diseño muy básico y no demasiado estimulante, proponiendo situaciones que ya hemos jugado multitud de veces en títulos de corte parecido.
Cabe destacar que estos niveles son "opcionales", por lo que no son obligatorios para llegar al final de la aventura, aunque si queremos comprar nuevas armas y mejoras para equipar a nuestros protagonistas tendremos que pasar por ellos, ya que las monedas se encuentran ocultas a lo largo de su recorrido (eso sí, suelen estar muy a la vista).
Con un título de estas características, hablar de duración es algo muy relativo, ya que depende mucho de la habilidad de cada uno y de la dificultad escogida, aunque estimamos que jugando en normal la media debería estar en torno a las ocho horas si tenemos un mínimo de experiencia en el género.
El encanto de los añorados años 30
Probablemente el mayor culpable de que Cuphead haya llamado tanto la atención desde su anuncio lo tengamos en su apartado visual, totalmente heredero de los cortos de animación que se realizaban en los años 30. El título recrea con increíble fidelidad este estilo, tanto por los fantásticos diseños de los personajes y escenarios como en las exageradísimas animaciones de las que hacen gala, repleta de deformaciones, gestos y expresiones imposibles que son llevados al extremo.
También se han aplicado varios filtros de suciedad para transmitirnos la sensación de estar viendo una película muy antigua, lo que acaba por conseguir que estemos ante un juego con una personalidad arrolladora y única, diferente a cualquier cosa que hayamos visto antes.
Lo mejor de todo es que este mimo que se ha puesto en lo visual también ha tenido su equivalente en lo sonoro, regalándonos una increíble banda sonora que es puro jazz del bueno, transportándonos directamente a la época dorada de este género musical. Pero probablemente lo más espectacular de todo sea cómo se conjugan imagen sonido para crear algo único, ya que las animaciones de los enemigos suelen ir al ritmo de lo que escuchamos, por lo que siempre tendremos la impresión de que están bailando y combatiendo al son de la música, consiguiendo que nos sintamos los protagonistas de un extravagante número musical de animación. Simplemente perfecto.
Conclusiones
Cuphead es un juego que no solo tiene un apartado audiovisual con una personalidad desbordante y un atractivo único, sino que también es un título con una jugabilidad prácticamente impecable y con unos desafiantes jefes finales de primer nivel que nos deparan algunas de las batallas más intensas, locas y divertidas que hemos jugado en los últimos años. Ha tardado en llegarnos, pero la espera ha merecido la pena, tanto que estamos ante uno de los mejores lanzamientos para PC y Xbox One de este 2017, lo que no es decir poco precisamente. No os lo perdáis.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga para Xbox One y Windows 10 que nos ha facilitado Microsoft.