Análisis de Divinity II – The Dragon Knight Saga (Xbox 360, PC)
Hay juegos que tienen comienzos difíciles. Por las razones que sean, no causan buena impresión entre el público o la crítica, y les cuesta mucho ganar la confianza y calar hondo dentro de la mente de los videojugadores. La saga Divinity no ha tenido mucha suerte en el mundo de los videojuegos. Su primera parte, heredera directa del género hack and slash, gozó de un relativo éxito, ya que aprovechó el sendero abierto por títulos tan reputado y conocidos como los de la saga Diablo. Sus buenos resultados propiciaron la salida al mercado de una segunda parte, que si bien intentaba ahondar más en el marcado sentido jugable y argumental de la primera entrega, fracasó estrepitosamente. Una lástima.
Con la llegada de los nuevos tiempos, Larian Studios (responsables de los juegos) quiso dotar a su franquicia de un nuevo rumbo, y la verdad, es que no les fue nada mal. Divinity II: Ego Draconis fue un excelente juego (que ya analizamos en su día), y pese a sus fallos y a su relativamente floja optimización para Xbox 360, demostró que la saga podría seguir deparando buenos resultados y comentarios por parte de público y crítica. Supo adaptar un concepto jugable y un género al control limitado y disponible de las consolas. Divinity II: Ego Draconis fue un buen juego, pero estuvo plagado de fallos en la consola de Microsoft. No tanto por falta de ganas, pero sí por inexperiencia con el hardware. En términos simples: pecaron de novatos. Ahora, con la llegada de la tercera parte de la saga Divinity, Larian Studios nos regala uno de esas sorpresas que no esperábamos: un remake del primer juego y una secuela totalmente nueva con interesantes novedades. ¿Se puede pedir más?
Dos juegos: una misma visión
Divinity II: Ego Draconis fue un juego con una larguísima gestación. El proyecto del juego de rol y acción de Larian Studios, tardó cerca de cinco años en completarse. Cambios de motor gráfico, problemas de licencias, varios re-inicios totales…Un parto complicado. Cuando llegó al mercado, la reacción fue bastante positiva, pero se reveló uno de los mayores temores por parte de los jugadores: su adaptación a consola dejaba algo que desear.
Dejando a un lado su ritmo argumental y su final abrupto, el juego arrastraba varios defectos gráficos y técnicos, que podrían echar por tierra la partida a más de uno. En una generación donde se tienen parches y actualizaciones colgados al momento, el juego de Larian Studios tardó lo suyo en ser arreglado. Y aún así, no se terminó de pulir. Aunque la experiencia general podría ser satisfactoria, la empresa desarrolladora supo que podían dar mucho más de sí, y se pusieron manos a la obra. En Divinity 2: The Dragon Knight Saga, se incluye el juego original para Xbox 360 (aparte de su expansión), totalmente readaptado y mejorado, libre de fallos y problemas. Digamos que se arreglan los problemas derivados de la mala optimización, así como se rehace para mejor, gran parte del apartado gráfico. Aunque en PC la mejora es evidente, es en la consola de Microsoft donde se notan de una manera palpable los cambios introducidos por Larian Studios.
Argumentalmente, la historia del juego original (lanzado por estas fechas el año pasado) sigue intacta. En Divinity 2 y en su expansión, encarnaremos a un matadragones en busca de fama y reconocimiento en el mundo de Rivellon. Argumentalmente, estamos ante un título complejo, variado y lleno de opciones. A lo largo de la aventura de nuestro personaje, encontraremos decenas de caracteres únicos y especiales, con sus propios trasfondos. La historia de Divinity 2 se irá desvelando poco a poco, con un marcado sentido del humor, y cuando creamos que todo está dicho y ya nada puede hacernos cambiar de opinión, empezaremos a sorprendernos por una de las principales bazas del juego: ¡podemos ser un dragón! Sí, como estáis leyendo.
En Divinity 2, el cambio de un juego de rol tradicional a una especie de juego de acción con dragones, llegaba a las pocas horas de juego, y aquí pasa (lógicamente) exactamente lo mismo. Cuando el jugador crea controlar la mecánica y el control, así como los puntos fuertes de la historia y el trasfondo de Divinity 2, el título nos golpea de forma directa al poder enseñarnos una de sus principales novedades jugables (y que, encima, lo hacen merecedor de una originalidad inusitada en el género pertinente).
Cuando pasamos a ser un dragón, Divinity 2 se transforma por completo, permitiendo al jugador una dominación absoluta de los cielos del mundo en el que se ambienta el videojuego. Combatiremos por inmensos espacios aéreos contra todo tipo de criaturas, enemigos o embarcaciones. Por si fuera poco, el componente de mejora y rol presente en el juego cuando vamos a pie, también estará presente, permitiéndonos entrenar y mejorar ampliamente las habilidades de nuestro alter ego draconiano.
La estructura de juego y de misiones, sigue siendo exactamente la misma. En Divinity 2 podremos configurar nuestro personaje al gusto, aunque el editor inicial sigue siendo tan paupérrimo y corto como lo era en la pasada edición del juego. Las habilidades y ramas (o gremios) a los que afiliarnos y con las que aprender, siguen estando ahí, reflejando la enorme libertad jugable disponible. Hay una gran variedad de habilidades de combate, tanto a cuerpo a cuerpo, como mágicas. Las misiones principales, así como las secundarias, demostrarán que, a diferencia de otros juegos, en Divinity 2 todo tiene un sentido o motivo. Las sidequest disponibles por vía de algunos NPC (personajes no controlables por el jugador, como habitantes, compañeros de misión y demás), no nos parecerán simples o de "relleno".
Todas, absolutamente todas, nos divertirán y pondrán a prueba nuestro ingenio o capacidad. Y es que, Divinity 2 trae una cualidad que no tienen otros juegos: ¡podemos leer las mentes! Además, si encima le sumamos el sentido del humor presente en todo el juego, tenemos una combinación tan explosiva, como adictiva. ¿Os imagináis leer la mente de un comerciante? Bien, si lo hacemos, podemos llegar a descubrir que nos puede rebajar los precios, y utilizar dicha información o en nuestro beneficio. ¿Y si sospechamos de que alguien ha cometido un asesinato u oculta información al respecto? Pagamos el coste en experiencia, y lo averiguamos. Es francamente divertido. Y muy útil.
El juego original está prácticamente idéntico, destacando las mejoras evidentes en el motor físico y gráfico, así como ciertos cambios menores en la interfaz y el control. En esta versión completa de Divinity 2, encontraremos mejores modelados, texturas nuevas y más consistentes, y efectos gráficos adaptados para la potencia de Xbox 360. El juego anterior no es que se viese mal, pero sí se podía mejorar y sacarle más rendimiento al espectacular motor técnico de aquél. Las mejoras en el motor físico, también son dignas de destacar.
En el juego original, los golpes parecían "vacíos" o carentes de potencia alguna, defenestrando bastante el sentido épico de algunas batallas o encuentros con enemigos. En el presente remake, todo eso ha cambiado, y los golpes, aunque siguen siendo algo artificiales, tienen un nuevo motor físico, basado en la tecnología de Nvidia PhysX. Y es que en rasgos generales, jugablemente casi se podría decir que parece otro juego, y encima, para bien. La interfaz está convenientemente adaptada para el pad de 360, lo que hace mucho más fácil por ejemplo, acudir a un conjuro o un arma en concreto, sin necesidad de engorrosos desplazamientos por menús, sino simplemente configurando cualquiera de los accesos directos en los botones del mando de control de la consola. En esta nueva versión de Divinity 2, todo es más coherente, todo está mucho más pulido, demostrando que cuando se quiere y se puede, las cosas salen bien.
Flames of Vengance, la expansión que acompaña al título original, es todo un añadido. Continuando directamente el argumento del Divinity 2, nos llevará por nuevas localizaciones, destacando la enorme megalópolis de Aleroth. Aleroth es la novedad más acusada de la expansión, pues pasaremos gran parte de su duración en ella. Sus calles, mazmorras, plazas y enigmáticos edificios, se volverán el principal escenario de esta nueva aventura (lo que limitará mucho nuestras transformaciones en dragón). Las misiones están planteadas de casi la misma forma que en Divinity 2, lo que deja bastante claro que estamos ante una extensión del juego principal. Aunque encontremos habilidades nuevas, así como objetos y armaduras diseñados y creadas para la ocasión, Flames of Vengance es simplemente, un añadido enfocado para enfatizar más los buenos resultados y aspectos de Divinity 2. ¡Lo que no es nada malo!
Conclusiones finales
Los chicos de Larian Studios se merecen todo nuestro reconocimiento. Si el Divinity 2 original ya nos pareció un gran juego, su remake y expansión (lo cuál podría considerarse una versión completa), son aún mejores. Se han solucionado todos los fallos destacables, tanto gráficos y técnicos, como jugables. Se han adaptado las complejas interfaces de un título de esta escala, para el control disponible mediante el pad de una consola. Se han expandido y mejorado los buenos resultados en la planificación de misiones.
Divinity 2: The Dragon Knight Saga es un juego completo, lleno de buenas intenciones, y que demuestra el marcado sentido de la responsabilidad con su obra por parte de Larian Studios. Muy pocos aceptan sus errores o fallos, y desde Larian, se ha hecho. Se ha obrado por mejorar y adaptar de la mejor forma posible, y para todos los públicos (sobre todo en consola) el resultado de su creación. Y eso siempre es de agradecer. Divinity 2: The Dragon Knight es un juego recomendable no solo para el aficionado del original, sino para todo aquél deseoso de emprender una nueva aventura rolera con grandes dosis de humor inteligente.