Análisis de DanceEvolution (Xbox 360)
Aunque hoy en día los videojuegos de baile nos parezcan lo más normal del mundo (con unos Just Dance para Wii arrasando en ventas y los títulos que han llegado y los que están por venir gracias a Kinect), allá por 1998 este era un género nuevo, y Konami sorprendió y triunfó con su Dance Dance Revolution. Una plataforma con unas flechas en el suelo que debemos pisar según aparezcan en pantalla al ritmo de la música, un título que con el paso de los años ha contado con numerosas versiones y secuelas y que se ha adaptado a diversas consolas, incluyendo para poder disfrutarlo una alfombrilla -aunque permitieran jugar con el mando, lo que no tenía mucha gracia-.
Fue uno de esos títulos que alcanzó tanto éxito y fama que saltó la barrera del videojuego, y personas ajenas a este mundillo incluso lo conocen, ya que es raro el no haber visto en alguna ocasión en unos recreativos de una ciudad o dentro de algún centro comercial a personas moviéndose compulsivamente encima de una plataforma, algo que tanto por la forma de jugar como por el llamativo mueble y el sonido que emite llama de manera poderosa la atención. Incluso en el cine o en la televisión ha sido multitud de veces protagonista de alguna que otra escena -incluso de una película entera-.
Una saga que no ha dejado de recibir versiones con el paso de los años, y aunque por aquí fue una moda, todavía cuenta con una fiel legión de seguidores, sobre todo en Japón. Decenas de versiones distintas después -algunas tan peculiares como una de canciones de Disney-, está claro que Konami no iba a desaprovechar la ocasión de lanzar un juego de baile en un periférico como Kinect que se presta tanto a ello. Junto a Dance Paradise -bastante malo- y Dance Central -considerado por muchos el mejor título del lanzamiento de Kinect-, Dance Evolution es una de las tres apuestas por el baile, y consigue ser un título muy divertido y diferente a las otras dos propuestas.
Una evolución en los juegos de baile de Konami
Olvidaros de los antiguos Dance Dance Revolution, ya que aunque lo consideremos secuela oficial o espiritual de estos, la jugabilidad como es comprensible ha cambiado por completo, y se adapta muy bien al nuevo periférico de Microsoft. También deberemos olvidarnos de otros juegos de baile que han aparecido en los últimos tiempos, ya que en este no tenemos que replicar cada movimiento que hace el bailarín en pantalla de manera exacta, sino algunas acciones en concreto, que según se aumenta la dificultad son más numerosas y difíciles. Para empezar sobre seguro deberíamos realizar el correcto tutorial que explica cómo jugar, que no resulta tedioso y deja muy claro todos los aspectos de la jugabilidad. De manera básica podemos decir que tenemos que tocar círculos, realizar pisadas, poses con el cuerpo y trazar movimientos con los brazos, aunque con sus complicaciones en cada una de estas acciones como explicaremos de manera más profunda.
Lo primero que nos llamará la atención al empezar a jugar es que veremos nuestra figura al lado de los bailarines virtuales, un efecto no perfecto pero bastante bien conseguido y muy curioso -si se juega a plena luz del día se nos ve mucho mejor en pantalla-. El ritmo de juego es bastante alto, dada la mecánica y la música tan marchosa que suena, y resulta divertido desde el primer momento sin tener que hacer largos tutoriales y ensayos. Por tanto podríamos decir que Dance Evolution se trata de un arcade de baile, donde nos divertimos al ritmo de la música, y Dance Central un simulador de baile, donde nos enseñan a realizar complicadas coreografías, dos apuestas muy distintas pero igual de válidas. Aquí debemos más fijarnos en las indicaciones que aparecen en pantalla a cada momento que en el propio bailarín, aunque seguir su coreografía ayuda a hacerlo mejor.
Tenemos los círculos o ripples -como le llaman en el juego-, son unas posiciones en pantalla que tendremos que señalar en el momento exacto ya sea con los brazos o incluso con los pies. Hay otros dos tipos que son los lock ripples, en este además de señalar debemos mantener la mano en esa posición durante unos segundos, y los solid ripples, que es tocar una posición varias veces al ritmo de la música. Los pasos para los pies se señalan en forma de círculos verdes en el suelo al ritmo de la melodía, y como estamos tan atentos a la parte superior de la pantalla resultan difíciles de realizar y debemos estar atentos, sobre todo para los menos habilidosos ya que son uno de los elementos más rítmicos de la jugabilidad. Por otro lado tenemos los llamados flujos, que son figuras que debemos trazar en el aire con los brazos a una determinada velocidad según lo exija el momento. Y por último tenemos las poses, que consisten en tener una figura preparada en el momento exacto, habiendo algunas en las que tenemos que mantener esta pose y a la vez, por ejemplo, mover la cadera, e incluso un tipo de poses en las que además tendremos que realizar un sonido -ya sea un grito o una palmada- para que el micrófono de Kinect nos escuche y dé la acción por buena.
Cada uno de estos movimientos tendrá una valoración muy visible en pantalla, y estos nos irán aumentando o disminuyendo el indicador de baile, que se sitúa en la parte inferior derecha. Si se vacía se acabará la canción en el momento, por contra si se llena y estiramos nuestro brazo derecho sobre él durante el tiempo suficiente seremos trasladados al universo paralelo, donde además de una explosión de luz y color recibiremos mayores puntuaciones, aunque es bastante complicado llegar a él sobre todo en las canciones más difíciles, ya que tener el brazo derecho el tiempo suficiente en esa posición es complicado. Al final de la canción y como es clásico en la saga recibiremos una valoración en forma de letra, siendo de peor a mejor D, C, B, A, AA y AAA.
Lo cierto es que Dance Evolution no es demasiado exigente a la hora de tener que imitar las poses y crear las figuras respectivas, una colocación aproximada se suele dar por válida, pero esto no quiere decir que sea un juego sencillo, ya que centra su jugabilidad más en el ritmo que en la colocación, teniendo momentos muy frenéticos, premiando más el moverse de manera ágil y acompasada que el ser un buen mimo.
Uno de los aspectos más importantes en un título de estas características es la música, y aunque no cuenta con canciones famosas ni renombradas, e incluso su calidad musical puede ser muy cuestionable por momentos -un techno y dance japonés bastante peculiares para el público occidental que a muchos no gustará-, las canciones son muy apropiadas para la jugabilidad del título, siendo temas muy directos y entretenidos desde el primer momento, además con la duración adecuada para que nunca se hagan pesados. Música muy en la línea de la saga -con alguna concesión al hip hop y al rhythm and blues, para nuestro gusto donde más flojean las canciones-, donde repiten temas y artistas de anteriores títulos, no obstante el productor de esta entrega es el padre y compositor de la franquicia, Naoki Maeda.
El título apenas cuenta con modos de juego, podremos practicar en una de las 30 canciones o un grupo de estas clasificado por género y picarnos para conseguir las mejores puntuaciones. Los temas están divididos por estilo musical -Pop, Club, R&B/Hip Hop, Old School y Para Para- y valorados en una dificultad del uno al cinco, además una vez elegido podremos jugar el tema en sencillo, estándar, extremo y un modo sin indicaciones en pantalla que tendremos que desbloquear. Cuando terminamos las canciones podemos ver un gráfico de cómo lo hemos hecho a lo largo de la canción, así como contemplar instantáneas nuestras -aunque de poca calidad-, y sí echamos algo de menos los divertidos vídeos a cámara rápida que el título de Harmonix nos muestra al terminar.
Tenemos un modo online donde bailar con extraños, aunque podemos elegir si queremos que nos vean o no, o incluso podremos ponernos una máscara virtual para que se nos vea bailar pero no la cara. También podemos jugar dos personas a la vez desde el mismo Kinect, cosa que no permite Dance Central, y resulta muy divertido aunque exige bastante espacio, ya que ciertos movimientos en los que tenemos que estirar los brazos pueden acabar en un manotazo a nuestro rival (recordad, siempre fair play...).
La presentación es muy correcta y dependiendo de la canción el bailarín principal será un chico o una chica, aunque van cambiando de vestuario y peinado, contando con otros bailarines que les acompañan. Los personajes tienen unos buenos modelados y sobre todo destacan en sus animaciones, muy logradas y naturales. Tenemos diferentes localizaciones tanto callejeras como otras más glamurosas que cumplen su cometido sin muchos alardes. Los menús son muy funcionales y no se manejan mal, para confirmar tendremos que levantar el brazo derecho y para ir atrás el izquierdo, moviéndonos entre las opciones adelantando el brazo y dando ligeros toques a los lados. Un jugador habitual pasado un rato manejándolos no tendrá ningún problema, aunque los menos ocasionales sí tendrán alguna dificultad más como hemos comprobado, ya que el sistema de desplazamiento es bastante sensible, por lo que las desarrolladoras deberían seguir buscando un sistema de menús en Kinect que satisfaga a todo tipo de públicos.
Una apuesta por el baile más desenfadada y directa
Un gran juego de baile, un arcade muy directo y frenético que nos divertirá desde el primer momento, sin necesidad de aprendernos complicadas coreografías. Se nota la experiencia de Konami en realizar este tipo de juegos, al haber logrado un título con una jugabilidad tan equilibrada y accesible, que consigue picarnos y que perdamos la noción del tiempo, una puesta muy distinta a los otros juegos de baile que hemos visto hasta ahora. Si se tiene algún tipo de fobia a la cultura pop japonesa -ya que tanto su música como estética están muy impregnados de ella- o si se quiere ser un bailarín profesional e intentar entrar en Fama, este no es tu juego, pero si quieres pasar un buen rato sin complicaciones moviendo el cuerpo al ritmo de la música delante de Kinect, es difícil encontrar una apuesta mejor que esta.