Análisis de Splatoon (Wii U)
Si hay alguien que todavía dude de la capacidad de Nintendo para crear nuevas sagas de videojuegos, este mes de mayo viene dispuesto a hacerle cambiar de opinión con títulos como el entretenido Code Name: S.T.E.A.M. y ahora con Splatoon, probablemente uno de los shooters más divertidos, frescos y originales que hemos jugado en los últimos años, lo que es mucho decir cuando se habla de un género tan saturado como es el de la acción multijugador online.
¡A pintar!
Para quienes no le hayáis seguido la pista al juego durante su desarrollo, decir que estamos ante un título en el que nos enfrentaremos por equipos en duelos de cuatro contra cuatro con un único objetivo en mente: pintar todo lo que podamos del color de nuestro grupo. Sí, en Splatoon nuestras armas no disparan balas, sino tinta, y la clave de la victoria no está únicamente en eliminar a los miembros del equipo contrario.
Pero sus peculiaridades no acaban aquí, ya que en lo nuevo de Nintendo controlaremos a unos seres llamados inklings, una especie de calamares humanoides capaces de cambiar a voluntad entre su forma de molusco y la humana. Con la primera podremos ocultarnos en la tinta de nuestro color para hacernos menos visibles, nadar por ella a toda velocidad (lo que también nos permitirá escalar muros) y recargar nuestras reservas de pintura. Eso sí, para atacar, disparar y utilizar nuestro arsenal, tendremos que recurrir a la forma humana.
Como decimos, el cambio de una a otra se realiza de manera instantánea y es un movimiento muy intuitivo, por lo que no tardaremos ni dos partidas en adaptarnos a sus controles para movernos con total soltura por los escenarios. También existen pequeñas técnicas avanzadas que iremos descubriendo a medida que vayamos jugando y que nos permitirán marcar la diferencia. Fácil de jugar, difícil de dominar: una máxima muy habitual de los juegos de Nintendo y que aquí se sigue a rajatabla.
En lo que respecta a nuestro armamento, podremos llevar hasta tres armas distintas equipadas en cada partida: una principal, una secundaria y una especial, aunque estas dos últimas dependerán de la primera, por lo que no pueden ser seleccionadas de forma individual. De esta forma, lo que nos equipamos en realidad son packs de armas, obligándonos a tener que adaptarnos a todas ellas para sacarle todo el partido posible a nuestro personaje.
Las armas principales definirán nuestro estilo de combate y actualmente se dividen en tres tipos: Lanzatintas, Rodillos y Cargatintas. Las primeras equivalen a las metralletas y fusiles de otros juegos, lo que nos permitirá disparar tinta a toda velocidad y en todas direcciones. Por otra parte, los rodillos nos permitirán aplastar a nuestros rivales y matarles de un solo golpe con un movimiento algo lento, con poco alcance y muy poderoso. Su principal problema radica precisamente en lo limitado que está su alcance, por lo que a pesar de su poder, nos convertirá en un blanco fácil. En un principio puede parecer fácil de utilizar, pero mientras mejores sean nuestros rivales, más nos daremos cuenta de sus limitaciones y de las muchas "mañas" que tendremos que emplear para sacarle partido.
Finalmente, los Cargatintas se asemejan a los francotiradores de cualquier juego: un alcance gigantesco, un poder de ataque descomunal y una maniobrabilidad algo engorrosa que nos obligará a tener que afinar nuestros disparos con mucho cuidado, obligándonos a tener que evitar las cortas distancias todo lo posible.
Dentro de estos tres tipos de armas nos encontraremos con muchísimas variantes diferentes, ya que, por ejemplo, no todos los lanzatintas son igual de potentes, ni tienen el mismo alcance ni cuentan con la misma cadencia de fuego. Esto consigue dotar de una sorprendente profundidad al juego, ya que no solo tendremos que buscar un arma principal que se adapte a nuestras necesidades y estilo de juego, sino también una que venga equipada con un arma secundaria y otra especial que nos guste. Nuestro consejo es que aprendáis a desenvolveros con todas las que podáis para ser lo más versátiles posible.
Continuando con nuestro arsenal, decir que las armas secundarias suelen ser muy potentes, aunque gastan muchísima tinta, por lo que tenemos que calcular bien el momento adecuado para usarlas. Estas suelen ser granadas, bombas y minas, aunque también hay alguna que otra más o menos original, como una especie de ducha que nos sirve como escudo.
En cuanto a las armas especiales, estas son las más poderosas de todo el juego y para utilizarlas tendremos que rellenar un medidor de energía a base de pintar. Una vez hecho esto, nos bastará con activarlas para lanzar misiles de pintura (seleccionando el lugar en el mapa del GamePad), utilizar devastadores bazucas, convertirnos en un supercalamar capaz de arrasarlo todo o volvernos invencibles durante unos segundos, por mencionar unos pocos ejemplos.
Calamares a la moda
Para terminar con nuestras opciones de personalización, tenemos la ropa con la que podemos vestir a nuestro inkling. Esta se divide en accesorios (gorros, gafas, bandanas...), camisetas y calzado, y solo nos dejarán equiparnos con una pieza de cada tipo. Además de la obvia función estética que tienen, seleccionar correctamente nuestra vestimenta será muy importante en la batalla, ya que cuentan con diferentes habilidades pasivas, como más ataque, defensa o velocidad de recarga de tinta.
Algunas piezas las obtendremos con habilidades bloqueadas, por lo que nos tocará jugar varias partidas con ellas equipadas para que suban de nivel y así podamos acceder a esa mejora extra, aunque la gracia está en que esta se selecciona de forma aleatoria, de modo que nos pasaremos bastante tiempo hasta conseguir dar con nuestro equipo ideal.
Toda la ropa y las armas las compraremos en las tiendas de la ciudad principal del juego, Cromópolis, sitio desde el que accederemos a ellas y a sus diferentes modos. Un detalle interesante es que todos los NPC que veamos por aquí serán en realidad réplicas de los personajes de otros jugadores con los que nos hayamos topado durante nuestras partidas. Esto nos permitirá inspeccionarlos, ver y valorar sus mensajes de Miiverse, e incluso seleccionar piezas de su equipo para que nos las traigan al día siguiente a una tienda especial.
Compitiendo contra el mundo
Como ya hemos comentado, el "corazón" de Splatoon y su auténtica razón de ser radica en su multijugador online. Actualmente este se divide en dos modos distintos: Territorial y Pintazonas. El primero viene a ser la modalidad principal del juego y en él participaremos en batallas de cuatro contra cuatro con una duración máxima de tres minutos. ¿Nuestro objetivo? Pintar el escenario del color de nuestro equipo. Cuando acabe el tiempo de la partida, el equipo que más territorio haya pintado de su color será el que se lleve la victoria.
Este enfoque propicia que todo el mundo pueda divertirse, ya que no es necesario matar mucho para realizar una buena puntuación y alzarnos como vencedores. De hecho, es perfectamente posible hacer un resultado negativo en nuestra relación de bajas/muertes y ganar igual. Si nos centramos únicamente en matar y nos olvidamos de pintar y quitarle territorio al contrario, probablemente acabemos perdiendo.
Eso sí, eliminar a los miembros del equipo rival nos dará mucha ventaja, ya que les estaremos quitando segundos de juego entre lo que tardan en reaparecer y volver a la batalla, tiempo que podremos aprovechar para seguir pintando. Todo esto da como resultado unas partidas rapidísimas, muy dinámicas (se llegan a producir remontadas realmente épicas en cuestión de segundos), tremendamente frenéticas y lo más importante: divertidísimas.
Tanto es así, que resulta sorprendente la capacidad para enganchar que tiene el juego. Gracias a la duración de tres minutos de cada ronda, se ha conseguido un equilibrio perfecto para que no se lleguen hacer largas ni pesadas, pero se nos pasará el tiempo tan rápido durante la batalla que nos dejará con ganas de volver a por más.
Si bien el estilo Territorial se podría considerar como uno de partidas "amistosas" destinado a ofrecernos diversión sin preocupaciones, el modo Pintazonas viene a representar todo lo contrario, es decir, su vertiente más competitiva y feroz. De hecho, para acceder aquí tendremos que subir primero a nivel 10, algo que evitará que los jugadores más novatos empiecen directamente con esta modalidad y nos puedan arruinar la experiencia.
A diferencia de Territorial, aquí solo tendremos que preocuparnos de pintar las zonas concretas que nos marquen en el mapa. Puede haber una sola o dos y tendremos que hacernos con su control (pintándolas de nuestro color, obviamente) para reducir nuestro contador de puntos. Si nuestro marcador llega a cero, ganamos.
Como podréis imaginar, esto da pie a unas batallas muy intensas y constantes, ya que nos acabaremos juntando todos los jugadores de ambos equipos en el mismo punto del escenario. Además, en los casos en los que haya dos zonas, no comenzaremos a "puntuar" hasta que las dos estén bajo nuestro control, lo que intensifica la lucha considerablemente.
Si bien el número de jugadores se mantiene en cuatro contra cuatro, el tiempo límite se extiende hasta los cinco minutos, algo lógico considerando que a veces se producen largas luchas de poder en las que resulta muy difícil puntuar. Otra característica importante de esta modalidad es que nos permitirá subir y bajar de rango según nuestras victorias y derrotas, un incentivo muy atractivo para jugar mucho e intentar escalar posiciones. Eso sí, mientras más subamos, mejores jugadores nos encontraremos, ya que nos emparejarán con usuarios que tengan un rango similar al nuestro, por lo que mantenerse en lo más alto será cada vez más complicado.
En cuanto a los mapas en los que batallaremos, actualmente solo hay cinco disponibles, aunque Nintendo ha prometido lanzar nuevos escenarios con el paso de las semanas de forma totalmente gratuita, por lo que si este número os parece escaso, sabed que se irá aumentando. Los cinco que hemos podido jugar se memorizan fácil y rápidamente, ya que tienen un tamaño más o menos pequeño, además de ser simétricos, lo que favorece mucho los enfrentamientos y la acción constante.
Eso sí, todos ellos están muy bien estudiados y diseñados, ofreciéndonos diferentes estrategias y cursos de acción, con puntos concretos que no tardaremos en percatarnos de su importancia y por los que lucharemos sin descanso. Además, gracias a las posibilidades que tienen nuestros personajes para "plataformear" y escalar paredes, se les ha dotado de una muy agradecida verticalidad, propiciando batallas de todo tipo y de pura habilidad (en los duelos contra otros jugadores es tan importante apuntar bien como saber movernos y aprovechar nuestras armas secundarias, así como nuestra forma de calamar).
Un detalle que nos ha llamado la atención y que quizás no sea plato del gusto de todos, es su peculiar sistema de selección de mapa. Cada cuatro horas se introducirá una nueva rotación de escenarios para cada modo de juego, por lo que siempre tendremos dos disponibles para Territorial y otro dos para Pintazonas. Una vez pasen esas cuatro horas, se seleccionará una nueva rotación, por lo que nunca tendremos acceso a todos los mapas.
En lo referente a su estructura online, decir que el sistema de emparejamientos nos ha funcionado con mucha efectividad, encontrándonos partidas relativamente rápido (aunque hemos tenido enormes dificultades para jugar al modo Pintazonas por el bajo número de jugadores con nivel 10 en la versión de análisis). Además, durante las batallas la estabilidad de la que hemos disfrutado ha sido total: nada de lag y sin caídas de ningún tipo.
Las ausencias
Uno de los principales problemas de Splatoon lo encontramos en lo parco en contenidos que resulta, al menos inicialmente. Sí, este problema se irá paliando con los meses gracias a las múltiples actualizaciones gratuitas que hay planificadas, pero lo cierto es que a día de hoy nos faltan cosas tan básicas como la posibilidad de hacer equipo con nuestros amigos, ya que la única forma que tendremos de jugar con ellos será uniéndonos a sus partidas en el modo Territorial (lo que tampoco nos garantizará caer en su mismo grupo).
Esto es algo que hasta agosto no va a cambiar (actualización que también se aprovechará para incluir partidas privadas y personalizadas) y que se echa muchísimo de menos en el modo Pintazonas, ya que nunca sabremos con quién nos va a tocar en el equipo, lo que puede resultar muy frustrante a la hora de subir de rango.
Algo parecido ocurre con el chat de voz. O mejor dicho, con su ausencia, ya que no tendremos forma de comunicarnos con nuestros compañeros más allá de un par de indicaciones que a la hora de la verdad no sirven de nada. Podemos entender que esta función no esté presente cuando jugamos con desconocidos, aunque no llegamos a comprender los motivos que han llevado a Nintendo a no habilitarla cuando jugamos con amigos, obligándonos a tener que tirar de programas externos para poder comunicarnos y organizarnos adecuadamente con nuestros conocidos. Lo peor de todo es que la compañía ya ha dicho que no tienen pensado incluir chat de voz en el futuro, por lo que solo nos queda esperar a que cambien de parecer.
Otro detalle que nos ha parecido algo molesto es el no poder cambiar nuestro equipo cuando estamos en una sala online, obligándonos a salirnos de ella cada vez que queramos hacer un pequeño cambio. De hecho, como nunca sabremos quiénes van a estar en nuestro grupo (los equipos van cambiando tras cada ronda), tampoco podremos saber qué arma nos hará más falta en cada batalla para equilibrar el equipo, lo que anula casi cualquier posibilidad de intentar crear buenas estrategias, así que simplemente selecciona tu arma, tu ropa, el modo de juego y a jugar.
Decisiones polémicas aparte, la otra gran preocupación que teníamos con Splatoon era con su diversión a largo plazo, ya que dos modos de juego y cinco mapas, al menos en términos numéricos, se nos antojaban escasos a todas luces. Pero lo cierto es que tras tres semanas dándole a diario todavía no hemos sentido ningún rastro de monotonía o aburrimiento, lo que habla muy bien del trabajo que se ha realizado con su jugabilidad.
Siempre hemos tenido el gusanillo de querer echarnos otra partida y todas las hemos disfrutado casi como la primera vez, o incluso mucho más, ya que hemos ido puliendo nuestras habilidades y notando una progresión muy notable en nuestra forma de juego, lo que nos ha permitido sacarle más partido a sus diferentes mecánicas jugables. Como ya hemos dicho varias veces, es un título divertidísimo, del que cuesta cansarse, y que tiene múltiples formas de picarnos para que siempre queramos más, ya sea para subir de nivel, conseguir un determinado equipo o escalar rangos en su modo competitivo. O simplemente por el puro placer de jugar.
Quizá pasados los primeros días no le vayáis a dedicar muchas horas seguidas, pero os aseguramos que volveréis constantemente a él, aunque sea para jugar media hora (cifra que puede aumentar considerablemente, claro). Si a esto le sumamos la promesa de recibir nuevos mapas, modos, armas e incluso eventos temporales en forma de festivales, está claro que tenemos batallas de calamares para mucho tiempo a poco que nos dejemos seducir por su propuesta.
La guerra contra los pulpos
A pesar de su clara orientación hacia el juego online, Splatoon no se olvida de quienes gustan de jugar solos, por eso se ha introducido una campaña para un jugador que desde ya os avisamos que no es más que un extra. Eso sí, un extra de lo más jugoso. Aquí tendremos que superar una treintena de niveles mientras nos abrimos camino por ellos luchando contra un ejército de pulpos.
El diseño de cada pantalla es muy similar al de un juego de plataformas 3D, buscando ofrecer mecánicas únicas que no veremos en su multijugador, como plataformas invisibles que tendremos que pintar para verlas o esponjas que se hacen más grande con la tinta de nuestro color. Esto ayuda a dotar de cierta variedad a su desarrollo, aunque hay ideas que se acaban repitiendo, lo que hace su segunda mitad algo menos sorprendente de lo que parecen indicar los primeros niveles.
Las pantallas son muy cortas y rara es la que pasa de los cinco minutos de duración, por lo que si hacéis las cuentas, os daréis cuenta que no se trata de un modo precisamente largo. De hecho, nosotros lo hemos completado al 100% en apenas unas cuatro horas. Decimos al 100% porque en cada nivel hay que encontrar un pergamino secreto, lo que nos permitirá conocer algo más sobre el mundo del juego y su trasfondo (os avisamos que tiene algunos detalles sorprendentes que nos han gustado mucho), aunque dar con ellos es una tarea sencillísima y difícilmente os los saltaréis a poco que vayáis prestando atención.
Antes de terminar con este modo, nos gustaría destacar la genialidad de su batalla final: probablemente uno de los mejores jefes finales que ha diseñado la propia Nintendo en los últimos años. Largo, con muchas fases distintas, frenético, espectacular y muy divertido. Os animamos a que os paséis esta modalidad aunque solo sea por llegar hasta aquí, ya que merece mucho la pena. El resto de jefes están bien, pero son extremadamente sencillos y fáciles (como el resto de niveles, en realidad), lo que no quita que sean muy entretenidos.
Como dijimos hace unos párrafos, la campaña para un jugador de Splatoon supone un entretenimiento que nos servirá como distracción del plato principal, que es su multijugador online, aunque si tenéis pensado comprar el juego solo para jugar a este modo, os recomendamos que os lo replanteéis seriamente, ya que por más que nos haya gustado no deja de ser un extra muy breve y facilón.
El arte de pintar
A nivel gráfico, Splatoon es un juego que desprende muchísima personalidad gracias a un estilo artístico muy cuidado y original. Desde el propio diseño de los inklings hasta los escenarios y los enemigos del modo campaña, todo demuestra buen hacer. Además, los modelados son realmente sólidos y están muy trabajados, y las animaciones son también bastante buenas y el efecto de la pintura al impactar sobre el mapa es tremendamente satisfactorio. A todo esto le tenemos que sumar que el título se mueve a una impecable tasa de 60 imágenes por segundo que no se viene abajo en ningún momento, por más cosas que sucedan en pantalla, algo que nos parece importantísimo en todo buen shooter que se precie de serlo.
A pesar de todo esto, estamos seguros de que Wii U puede dar todavía algo más de sí. Por desgracia, el juego adolece de unos dientes de sierra muy notorios que afean un producto que, por lo demás, está muy logrado a tanto a nivel técnico como artístico y que consigue agradar a nuestra vista en todo momento.
Finalmente, en lo que respecta al sonido, tenemos una banda sonora muy buena y sorprendentemente pegadiza, de esas que cuestan quitarse de la cabeza. Sus composiciones son muy frenéticas, lo que ayuda a ambientar perfectamente cada batalla y a darles más ritmo todavía si cabe. Lo malo es que no es especialmente variada ni extensa, por lo que acaba repitiéndose demasiado, aunque no llega a molestar en ningún momento. Los efectos también nos han gustado mucho, especialmente el sonido que hacen las armas al disparar, la pintura al impactar y el de los inklings al ser disueltos en tinta. Variados y de calidad.
Conclusiones
Splatoon es sinónimo de diversión pura y directa. Desde que cojamos el mando hasta que lo soltemos nos lo pasaremos en grande jugando con él gracias a una propuesta totalmente original, única y novedosa que consigue insuflar nueva vida a un género demasiado estancado y saturado a día de hoy. Sí, tiene detalles mejorables y una cantidad de contenidos inicial algo escasa, pero eso no nos ha impedido disfrutar enormemente con su propuesta, invitándonos a volver una y otra vez para echarnos "una partida más".
Estamos deseando ver cómo evolucionará a lo largo de los próximos meses, ya que se trata de una de las apuestas más fuertes de Nintendo para su consola de sobremesa, una nueva licencia que nos ha quedado más que claro que ha llegado para quedarse y unirse con orgullo al amplio catálogo de grandes sagas que la Gran N tiene en su haber. Y eso, cuando te codeas con intocables del mundillo como son Mario, Link o Samus, es mucho decir.