Análisis de Kirby y el Pincel Arcoíris (Wii U)
No sabemos si es falta de ideas jugables, pero parece que Nintendo ha encontrado una manera original de renovar algunas de sus sagas clásicas, y es cambiando los materiales de los que están hechos sus mundos y personajes. Si en 2011 ya disfrutamos del precioso Kirby's Epic Yarn, que nos ofrecía un clásico plataformas formado por telas y tejidos, y dentro de muy poco vamos a tener Yoshi's Woolly World, con un universo creado a base de lana, ahora nos llega Kirby y el Pincel Arcoíris y su colorido mundo de plastilina.
Un aspecto nuevo aunque un corazón jugable reciclado, ya que propone exactamente lo mismo que Kirby: El Pincel del poder, un juego de 2005 para Nintendo DS en el que teníamos que usar de manera intensiva la nueva pantalla táctil, de la por entonces innovadora portátil, trazando líneas de colores para guiar a Kirby por los escenarios, que esta vez sí era literalmente una encantadora bolita rosa. Lo que entonces fue una propuesta fresca e innovadora, cuando todavía no estábamos acostumbrados a las interfaces táctiles, en pleno 2015 no lo es tanto, con casi todo el mundo con un smartphone en su bolsillo.
Kirby y el Pincel Arcoíris propone exactamente lo mismo que el juego que se lanzó hace diez años, solo que ahora jugamos en la pantalla táctil del GamePad de Wii U, por lo que nos podemos olvidar de mirar el televisor, e incluso si vamos a jugar solos podemos apagarlo sin ningún problema. Pasamos a tener un mundo de pintura a uno de plastilina, pero la base jugable es la misma, y tenemos que guiar a Kirby por los escenarios trazando líneas a modo de plataformas, por las que nuestro personaje convertido en forma de bola se desliza y rueda, y con las que además esquivamos todo tipo de peligros.
Es más, se puede decir que esta secuela para Wii U tiene un planteamiento jugable más simple que el título que se lanzó para Nintendo DS, ya que en aquel se podía interactuar de diversas maneras con los escenarios y los enemigos, y esto ahora es más limitado, todo se base en las líneas que dibujamos y el contacto con el propio Kirby, al que podemos impulsar para golpear a los enemigos o subir todo tipo de cuestas. Algo que ha pasado también con las clásicas transformaciones de la saga, que antes estaba integradas en todo el juego, y ahora protagonizan sus propias fases, secciones guiadas en las que nos convertimos automáticamente en cohete, submarino o tanque.
Lo que ha perdido en el planteamiento jugable, menos complejo, lo ha ganado en un nuevo modo multijugador para cuatro jugadores, en el que uno controla el Pincel Arcoíris a través del GamePad, y el resto juegan como Waddle Dees, que pueden saltar, atacar con su lanza, coger objetos e incluso agarrar a Kirby y llevarlo en volandas y lanzarlo. Jugado de esta manera Kirby y el Pincel Arcoíris gana muchos enteros, es más divertido, y para compensar lo que facilita las cosas jugar en cooperativo, aparecen nuevos peligros, como Tomanita, una mano voladora que ataca a Kirby, y de la que se tienen que deshacer los Waddle Dees.
Esta no es la única novedad, y también tenemos un nuevo ataque especial, el turbo estelar, que podemos realizar cuando conseguimos 100 estrellas, y con el que arrollamos a todos los enemigos que nos encontremos en nuestro camino, e incluso destruimos bloques metálicos que de otra manera no podríamos romper, tras los que se esconden todo tipo de secretos. Además también es compatible con las exitosas figuras amiibo, concretamente con tres: Kirby, Rey Dedede y Meta Knight. Estas nos proporcionan una serie de mejoras, como turbos estelares ilimitados, aumentar la salud o incrementar la velocidad del movimiento turbo carga, y solo se pueden utilizar una vez al día y en una única fase, hasta que pierdas una vida. Una implementación un tanto forzada y que no aporta demasiado realmente.
Como ya nos tiene acostumbrados la saga Kirby estamos ante un juego bastante sencillo, que no ofrece ningún reto a la hora de pasarse las fases, aunque sí que tenemos que emplearnos a fondo si queremos conseguir todos los coleccionables que esconde cada nivel. Una serie de cofres en ocasiones bastante bien escondidos, y que desbloquean temas musicales y figuras de los personajes en una galería. También tenemos el reto de intentar hacernos en cada fase con la puntuación oro, recogiendo el mayor número de estrellas posibles, y además del modo Historia también tenemos los Desafíos, 48 pruebas de un minuto divididas en cuatro pequeñas salas en las que en menos de 15 segundos tienes que cumplir un objetivo concreto para obtener un cofre.
El modo Historia está formado por siete mundos con tres fases cada uno más un jefe, y se puede completar en unas siete u ocho horas, dependiendo de cuanto te entretengas en exprimir los niveles. Una duración que está bien para un juego al que se le nota cierta falta de ideas, e incluso en el tramo final repite los jefes de los primeros mundos solo que más difíciles, un recurso un tanto pobre para lo que esperamos de un juego de Nintendo.
El juego está bien diseñado, se controla correctamente, es entretenido y cumple con el estándar de calidad al que nos tiene acostumbrados Nintendo en este tipo de juego, que parece casi imposible que les salgan mal, pero Kirby y el Pincel Arcoíris demuestra demasiado pronto todas sus cartas, y aunque se juega con agrado, no sorprende. Es curioso que no es hasta el último mundo cuando nos presenta una idea jugable diferente, una sorpresa que no os queremos estropear, y es una pena que no haya más de estas grandes ideas a lo largo del juego, o que no se hayan aprovechado mejor las transformaciones, para aportar variedad.
Gráficamente es muy bonito, un colorido mundo de plastilina que estaremos obligados a observar en el GamePad olvidándonos del televisor, a no ser que juguemos como uno de los acompañantes en el modo multijugador. Una vez pasada la sorpresa inicial, te acabas acostumbrando a sus curiosas texturas de plastilina y nunca llega a deslumbrar ni en lo técnico ni en lo artístico, y su aspecto no tiene ningún impacto en lo jugable, algo que sí hacía mucho mejor Kirby's Epic Yarn, cuyo estilo artístico se mezclaba muy bien con las mecánicas de juego. La banda sonora como es costumbre en los Kirby no falla, con temas originales y melodías de siempre que suenan genial en sus nuevas interpretaciones.
Un plataformas diferente
Pese a que repite el planteamiento jugable que vimos en 2005 en el juego de Nintendo DS, Kirby y el Pincel Arcoíris sigue siendo un plataformas original y diferente, aunque ya no sorprende como entonces, y ha perdido mucha frescura por el camino. Un juego que parece más apropiado para una consola portátil que para una de sobremesa, aunque se beneficia de su salto a Wii U para ofrecer un entretenido modo multijugador, con el que compensa su falta de ideas y sorpresas. Un definitiva un buen juego, aunque muy lejos de ser memorable o de lo que necesita Wii U a estas alturas del año, y siempre le pedimos un poquito más a Nintendo, que nos ha regalado innumerables obras maestras en el género de los plataformas durante muchísimos años.