Análisis de PAC-MAN Party (Wii)

Todos los que vivimos el mundo del videojuego desde sus inicios, recordamos con cierta nostalgia aquellos momentos en los que pasábamos horas y horas en algún local de recreativas viendo como algún ser humano, que por méritos propios lo asociábamos a algo semejante a un dios del videojuego, se merendaba fases y más fases haciendo posible lo imposible, reventando récords, y con sólo cinco duros de aquel entonces. Cierto es que hoy en día también los hay, pero como los tiempos pasados siempre fueron mejores y la morriña por los 8 bit pesa más que cualquier recreativa de hoy en día –aunque sea más divertida– tanto treintañeros como cuarentones siempre sacaremos pecho recordando viejas glorias.

Precisamente una de ellas es Pac-Man, el viejo comecocos que debía comerse todos los puntos repartidos en una especie de laberinto al mismo tiempo que había que esquivar a cuatro fantasmas.

El juego funcionó en aquella época, y desde aquel entonces y a lo largo de todos estos años siguió funcionando de tal manera que siempre hemos visto versiones y más versiones por todo cacharro electrónico capaz de convertir el soso código binario en toda suerte de maravillas gráficas que salen de una pantalla para clavarse en nuestras retinas; desde la antediluviano Spectrum hasta el modernísimo Iphone, puede que no haya habido plataforma que soportase videojuegos que no haya tenido en sus circuitos algún juego con Pac-man como protagonista.

Juegos reunidos Pac-Man

Han pasado ya treinta años desde que el orondo personaje vio a luz, y Namco celebra su aniversario con el lanzamiento de Pac-Man Party, un juego de tablero con una buena variedad de minijuegos y todavía más pretensiones de hacer pasar buenos ratos en familia, con amigos y, si no queda otro remedio, solo. No es la primera vez que vemos al personaje en este estilo de juegos, de hecho, en GameCube y PlayStation 2 se pudo ver en Pac-Man Fever, y pasa a engrosar el amplio catálogo que Wii tiene en este género, donde reinan los Mario Party y la competencia queda relegada a juegos de segunda o incluso tercera categoría.

Efectivamente, Mario y sus compañeros de batalla gozan no sólo de una más que merecida fama, sino del poder que le otorga Nintendo al cuidar con mimo todos los detalles (gráficos, sonido, jugabilidad, etc.) de su personaje principal en sus consolas. Pero Namco también es una de las compañías más veteranas del mundillo, y ha demostrado infinidad de veces que también tiene buen gusto cuando se empeña en hacer un superventas, y Pac-Man también tiene su popularidad, así que no resulta tan descabellado pensar en que puede tener su momento de gloria, y puede presentar una alternativa fiable para el que está cansado de encontrar al fontanero hasta en la sopa, o no.

El juego posee un modo historia que se desarrolla a lo largo de cuatro tableros. El protagonista es el Sr. Galleta (Pac-Man para los amigos), que debe recoger las galletas que hay en el tablero para conseguir alcanzar determinada puntuación antes de que lo haga nuestro rival, uno de los cuatro famosos fantasmas. Los tableros muestran áreas muy extensas en el que hay multitud de detalles que les dan personalidad, además, cambian a medida que vamos progresando. Por ejemplo en el primer tablero, una suerte de mundo con colinas y ríos, se ve anegado de agua por culpa de un enorme pulpo que amenaza con destruirlo todo, y Pac-Man cruzará esas zonas montado en una piragua cuando antes lo hacía a patas.

Para movernos por las casillas no habrá que recurrir al eterno dado que siempre deja dudas sobre la legalidad de la inteligencia artificial del juego, sino que será una especie de minijuego que pondrá a prueba nuestra habilidad, y que nos da cierta oportunidad para elegir el número que más necesitamos. Por poner un ejemplo, hay uno que es una pantalla en la que vemos ascender globos con números pintados, y nuestra labor es tirar un dardo al globo que más nos convenga, intentando esquivar otros que nos desfavorezcan y, como no, tentando la suerte al esperar que ascienda uno con el número que deseamos. Vale, reconocemos que la IA del juego puede hacer trampas al hacer que nuestro contrincante acierte con las mejores combinaciones, pero al menos nuestras tiradas dependen más de nuestra pericia como jugador, y eso es un punto a favor.

Pero la idea no es sólo comer galletas, de hecho este juego tiene cierta similitud con el Monopoly, otro de los reyes de los juegos de mesa. Una vez que hemos tirado y caemos en una celda, aparecerá un castillo con nuestra bandera, y si volvemos a caer nuevamente en él la próxima vez que pasemos por esa zona, supondrá un plus de galletas. Si el que cae es nuestro enemigo, o somos nosotros los que caemos en uno de sus castillos, surgirá un minijuego bien para defender lo nuestro o bien hacernos con el del contrario. Los minijuegos están bien explicados de tal manera que no estaremos aporreando botones sin ton ni son esperando a que suene la flauta; también contamos con una especie de supergalletas que nos proporcionarán cierta ventaja o ayuda si es que la situación lo requiere.

Como es de suponer, cada vez que juguemos a uno diferente, se irá desbloqueando para luego poder disfrutarlo en un modo "grupo" donde podremos competir hasta un total de cuatro personas. En total son algo más de cincuenta los que han incluido en este DVD, y la variedad también está asegurada, aún a pesar de que muchos nos recordarán a lo visto en algún Mario Party. En nuestro recorrido, nos encontraremos con ciertos lugares del tablero con más retos, donde perderemos o ganaremos galletas, están perfectamente marcados para que sepamos qué número o números debemos sacar para evitarlos o caer en ellos según convenga.

Los tiempos de carga no son un grave contratiempo. Ya no es la primera vez que apreciamos cierto exceso de segundos a la hora de cargar datos en este tipo de juegos, y de por sí suelen ser bastante lentos al tener que esperar jugador por jugador nuestro turno, pero parece que en Pac-Man Party han hecho un trabajo decente reduciendo los tiempos de carga, al menos mientras estamos jugando dentro de un tablero, y es que no hay nada peor para un videojuego sufrir paradas continuas cuando los gráficos no parecen requerir de grandes alardes técnicos. Para el sistema de control también se ha optado por la sencillez; hacemos uso del wiimote y en ningún momento hemos apreciado ni falta de precisión ni una mala respuesta, aunque también es cierto que la mayor parte de los minijuegos no requieren más que apretar uno o dos botones, o agitar el mando.

Gráficamente es resultón, con colores vivos, animaciones y detalles muy festivos que sin duda llamarán la atención de los más pequeños de la casa, y es acorde con el carácter desenfadado y el estilo del juego. El apartado sonoro por el contrario es un poco más flojo, aunque está en la misma línea que los gráficos. No existe posibilidad de jugar on line, pero sí contiene tres juegos extras a modo de recompensas por logros conseguidos que gustarán a los más veteranos: Pac-Man, Dig-Dug y Galaxian.

Conclusiones

Pac-Man Party es una buena alternativa a los Mario Party, y al contrario que el juego de Nintendo, cuando uno quiere jugar solo, no aparecen tres personajes más controlados por la consola que hacen esperar tres turnos más hasta que nos toca mover, lo cual es un punto a favor. El juego parece una mezcla de géneros, sensación que se agudiza al existir nuevos y desconocidos personajes durante la aventura, y escenarios que poco o nada tienen que ver con el emblemático comecocos. Los minijuegos cumplen perfectamente, y aunque la sencillez de manejo es primordial para disfrutar de un videojuego, no hubiese estado de más que escapasen de apretar botones y agitar mandos y nos regalasen algo de eso que suele pasar por las mentes de los diseñadores de Namco y que en más de un juego nos han dejado gratamente sorprendidos, más todavía cuando se trata del treinta cumpleaños de su mascota. Pese a todo, aquellos que gustan de este tipo de juegos, encontrarán un título alegre, bastante divertido, y sobre todo bastante dinámico gracias a una correcta gestión de los tiempos de carga del disco, detalle que por desgracia suele pasar desapercibido en los juegos de tablero.