Análisis de MySims Kingdom (Wii)
Los Sims es una de las franquicias más conocidas en los últimos años por los jugadores. Con varias entregas en compatibles y multitud de expansiones de todo tipo, el juego de Will Wright -creador también de la saga SimCity, que cuenta con una reciente entrega- nos propuso controlar la vida de unos cuantos personajes en lo que fue el primer simulador social de la historia.
El experimento fue todo un éxito, con más de quince millones de videojuegos repartidos por todo el mundo y convirtiéndose, rápidamente, en todo un referente en cuanto a juegos del género. Sin embargo, las adaptaciones fuera de PC nunca han contado con la calidad y adicción que presenta la franquicia. My Sims, por su parte, reúne conceptos de la familia y los une en un videojuego que ha sido concebido exclusivamente para videoconsola, en especial para la consola de nueva generación de Nintendo -con posterior adaptación a PC y una entrega para la portátil de dos pantallas-.
Más aventura y menos control de vejiga
La primera característica que sorprende de la sub-saga My Sims es el apartado gráfico, que se desmarca por completo del modelo realista que presentan los primeros Sims ofreciendo un aspecto mucho más infantil y carismático, muy al estilo cartoon con personajes cabezones. En esta entrega, apodada Kingdom, el tema principal del juego serán la edad medieval, con casitas de piedra, castillos y estructuras de todo tipo.
Como viene siendo habitual en la franquicia, comenzaremos el juego creándonos un personaje clave que controlaremos durante todo el juego y que será el protagonista absoluto de nuestra aventura -atrás quedó el estrés de controlar a varios personajes a la vez-. El editor del juego queda simplificado a cuatro rasgos característicos, como son el color de los ojos, el pelo, vello facial, etc., sin complicaciones ni combinaciones extrañas. Así pues, una vez tengamos nuestro héroe en acción se nos explicará la naturaleza de nuestro mundo, donde el rey Raimundo rige con todo su poder en la tierra, haciendo feliz a todos los ciudadanos. Por desgracia, el mundo es demasiado grande para ser presidido por una única persona, por lo que al servicio del rey existen los llamados variteros, que van por el mundo arreglando los problemas de la gente gracias a sus varitas mágicas.
Cabe destacar que My Sims Kingdom no es un Sims de la vieja escuela, sino que se desentiende de tantos cuidados que presentan los personajes originales para ofrecernos un nuevo concepto de aventura en el que crear será nuestra manera de ayudar a los conciudadanos, pues en pocos minutos de juego estaremos perteneciendo a la orden de los variteros.
Olvidándonos una vez más del ratón (y su point and click) por cuestiones de hardware y aprovechando el tándem Wiimote y Nunchuck, Electronic Arts nos ofrece un control de lo más sencillo y efectivo que sin duda ayudará a realizar nuestras misiones rápidas y de una manera notable, sin complicaciones. Como en la gran mayoría de videojuegos de aventura moveremos a nuestro personaje con el stick analógico del Nunchuck mientras que con el mando principal de la consola apuntaremos a nuestro objetivo determinado, como por ejemplo hablar con un ciudadano, abrir una puerta o comenzar un minijuego.
My Sims olvida el criticado sistema de satisfacción de personaje -nivel de higiene, hambre, salud, etc.- para dar paso a un nuevo sistema completamente original enfocado a la construcción de infraestructuras, haciendo la aventura mucho más dinámica y, por consiguiente, menos pesada.
Los materiales necesarios para la construcción van desde la tala de árboles y su obtención inmediata de troncos de madera, pasando por picar piedra e incluso desenterrando bloques de metal con el detector. Dichos materiales son bastante fáciles de conseguir -bastará con hacer el movimiento en el aire con nuestro mando para desenfundar nuestra hacha contra un árbol o para picar la pared-, y, pese a que también utilizaremos fruta y comida como material para la edificación, no escasearán si sabemos buscar bien por la zona.
No bastará con tener nuestra varita para que comencemos a construir a diestro y siniestro, sino que nos harán falta unos pergaminos especiales donde se nos indica qué tipo de material necesitamos además de la cantidad, de manera que nada más salir del reino estaremos completamente falto de materiales y planos, obteniéndolos a lo largo de la aventura. Por ejemplo, cuando nos faciliten el primer pergamino -una casa- y hayamos reunido los materiales necesarios tendremos la posibilidad de construir la fachada, un techo básico, un tipo de ventana clásico y una puerta; cuantos más pergaminos tengamos, más posibilidades de personalización tendremos y más contentos estarán nuestros ciudadanos.
Bebiendo de la esencia original de Los Sims, en esta entrega también dejaremos nuestras herramientas más pesadas para ejercer de decorador de interiores, completando el hogar con una buena mano de pintura, unos muebles bonitos y ese toque especial que cada uno tiene o ha de tener. Lamentablemente no todos los objetos estarán disponibles desde un primer momento, por lo que hasta bien entrado el juego no podremos hacer ningún tipo de combinación rompedora.
Además de los pergaminos necesitaremos maná, el elemento primordial en los juegos de rol, que usaremos en este caso para darle poder a nuestra varita y edificar. Si construimos cosas básicas y simples necesitaremos poco maná, pero si queremos crear objetos de lo más chic requeriremos un poder superior, que se gana interactuando con la gente y el escenario o transformando materiales.
Por si eso fuera poco, también tendremos que utilizar nuestro ingenio a la hora de dar vida a las máquinas de nuestro reino. Por ejemplo, necesitaremos enlazar el generador de agua con la regadora utilizando los engranajes correspondientes para poder regar nuestro huerto, que a su vez servirá para conseguir material para construir una estructura
En este sentido, la estructura del juego se repite continuamente: pergamino, reunir material y edificar, con toques de puzle en el uso de la transmisión de energía. La fórmula funciona a la perfección, sin embargo puede hacerse un poco repetitivo cuando llevemos unas horas en el mundo de My Sims.
Sencillo, pero bueno
My Sims no es ningún portento gráfico para la actualidad, sin embargo, Electronic Arts no busca el realismo en esta entrega, sino que utilizando unos matices más planos y una paleta de colores más sencilla, pretende dibujar el reino medieval de la forma más caricaturesca posible, y el resultado no podría ser mejor. Contamos con un motor gráfico de lo más sólido y estable, que no da ningún problema de frame-rate y que muestra la acción a 60 imágenes por segundo.
Desgraciadamente, y esto es un punto muy a tener en cuenta, la acción que transcurre en My Sims sucede demasiado cerca del personaje, obligándonos cada dos por tres a centrar la cámara -botón C- o a alejarla y modificarla a nuestro antojo mediante la cruceta tradicional del mando principal. La verdad es que es un detalle bastante molesto, ya que aunque nuestra intención sea alejar la cámara hasta el nivel máximo ésta volverá automáticamente a su lugar original en cuestión de segundos.
De la misma manera que el apartado técnico cumple sobradamente, el apartado sonoro no podía ser menos, con unas melodías de lo más pegadizas muy al estilo de Maxis, además, y tal y como nos tiene acostumbrado Will Wright, el juego carecerá de voces más allá del mítico idioma "Simlish" que caracterizan los pequeños sims.
Como contrapartida, My Sims Kingdom cuenta con un único modo de juego, el modo historia, imposibilitando la opción mítica de crear una partida infinita como en los demás títulos, una lástima, pues acabada la misión principal del juego, el título se vuelve poco rejugable más allá de redecorar las infraestructuras conocidas para mejorar nuestras dotes de decorador.
Las puertas del reino se cierran
My Sims es uno de los juegos más divertidos de Wii, tanto para jóvenes de corta edad como para quienes quieran aportar luz al reino de Raimundo. Por suerte, la gran puesta en escena y la sencilla interfaz hacen que sea un juego fácil y rápido de jugar, sin hacerse pesado y con la suficiente profundidad como para mantenernos enganchados al televisor durante un buen puñado de horas. No es el Sims definitivo ni mucho menos, ni tampoco incluye las opciones online que se prometieron en su día con el título predecesor, eso sí, un modo multijugador -aunque fuese local- hubiese aumentado considerablemente la diversión de la obra, y más teniendo en cuenta que Animal Crossing: Let's Go To The City está a la vuelta de la esquina, con funciones de red y periférico nuevo.
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