Análisis de Cursed Mountain (Wii, PC)
En Occidente tenemos la sensación de que el budismo es una religión que potencia las buenas vibraciones, que respeta la vida ajena y busca el bienestar interior. Pero todas las religiones tienen un lado oscuro e inquietante. Deep Silver ha tenido una idea genial al profundizar en las tradiciones y creencias budistas y unirlas a otro gran atractivo: el Himalaya. Las campanas budistas ya no traerán a tu mente sensaciones de paz, y los ohms y los rezos te inquietarán más que aportarte paz espiritual. Tras Cursed Mountain, el tibet ya no será simplemente un reto humano y Chomolonzo seguirá siendo una montaña que ya nadie escala.
La premisa inicial del juego, un survival horror en el que te enfrentas a fantasmas mientras asciendes el pico del Chomolonzo en busca de tu hermano desaparecido, es excelente y tiene unas bases sólidas.
No obstante, el juego tiene algunos detalles que le suponen pequeñas rémoras.
Es indudable que Deep Silver se ha documentado para el juego, aunque también es cierto que incluye dioses hinduistas entre las creencias budistas, pero se pueden considerar licencias narrativas; a fin de cuentas, es un juego y no un documental de National Geographic.
El guión intriga y es el principal aliciente para avanzar en la historia. Al principio puedas sentirte perdido entre los nombres y frases como "son Tankos para ayudar a los devotos a meditar sobre el dharma", pero rápidamente todo se va ordenando y cobrando coherencia. Es tal el interés que se ha tomado el estudio por construir una historia entretejida con mimbres tomados de la religión budista que a veces puede agobiar el exceso de información, sobre todo al principio del juego en que el jugador es ametrallado por nombres impronunciables.
La historia de la maldición de la montaña y la expedición en la que desapareció el hermano de Eric es original y atractiva; muy de agradecer en estos tiempos de juegos en los que el guión es a veces una excusa para que acabes con el enemigo.
Libera las almas perdidas moviendo las manos
Es más, Cursed Mountain no te incita a eliminar a los fantasmas. Tu misión es más bien liberar su alma para que siga su camino. Deep Silver no te da armas de fuego, sino mantras que debes ejecutar con movimientos del Wiimando y el Nunchaco que te indican en pantalla.
En realidad, son tres los tipos de ataque que tienes. El primero es físico: con el piolet o cualquiera de las armas místicas que lo sustituyen después golpeas a los enemigos directamente para rechazarlos. Si prefieres frenarlos antes de que lleguen a ti puedes usar la fuerza espiritual de tu arma despertando para ello tu tercer ojo, aquel que, según el budismo, ve lo que no se muestra a simple vista.
En Cursed Mountain el tercer ojo se activa pulsando el C del Nunchaco: la cámara se acerca a Eric y el escenario se ve en blanco y negro. Ahora puedes atacar a distancia con tu arma y activar el tercer ataque: el espiritual. Cuando le hayas dado un par de golpes a distancia, el enemigo muestra un sello rojo: apuntas hacia él y pulsas A para que aparezcan en pantalla los gestos del mantra que debes realizar para purificar su alma. Es gratificante cumplir la secuencia y quedarte con la satisfacción de haber liberado de su purgatorio a un alma en pena.
El tercer ojo se convertirá en una ayuda muy útil para poder avanzar en el juego y no sólo para los combates. Pronto te acostumbrarás a activarlo ante cualquier estatua o puerta sospechosa o cuando no sepas cómo seguir en tu aventura. Es un elemento más que demuestra cómo Deep Silver ha intentado integrar en el juego los elementos budistas y aprovechar al máximo las peculiaridades del mando de Wii. Hay algunos gestos que cuesta un poco captar en su movimiento exacto y se echa en falta el Motion Plus, que en este juego hubiera sido un complemento perfecto y hubiera supuesto un gran avance en el control.
Tecnológicamente el título no es ninguna maravilla; el personaje tiene algunas dificultades para rodear pequeñas murallas y a veces sube las escaleras agarrándose a la nada, por poner un par de ejemplos. Es algo que quita magia al título, pero tampoco constituye ninguna debacle.
Uno de los juegos más pausados que encontrarás actualmente
La tendencia actual de los videojuegos es conseguir la acción más rápida, el título más trepidante. Pero Cursed Mountain se ha cocinado en el horno del budismo, una filosofía que se vive ralentizada, y la sigue con una fe integrista. Eric se mueve muy despacio, muy muy despacio. Incluso cuando corre siempre da la sensación de que lo hace contra sus principios.
Más te vale asumirlo desde el principio o acabarás desesperándote. El propio juego te avisa en los momentos iniciales: cuando te explica cómo correr un comentario te aclara que si lo haces durante mucho tiempo puedes llamar la atención de los fantasmas que haya cerca. Para que el aviso te quede claro, la pantalla pasa a tener colores apagados, como sucede cuando hay un fantasma cerca.
Hasta para curarse se toma su tiempo Eric:en lugar de recuperar la salud de forma instantánea enciende incienso en un altar especial y recobra vida según se quema la varita. Es bonito menos cuando tienes a un jefe al lado golpeándote mientras Eric medita sobre lo humano y lo divino con el olor de la varita y ves cómo toda la vida ganada desaparece antes de que puedas atacar.
Incluso cuando ya te has convencido de que Eric anda con paso firme pero lento el juego te da una vuelta de tuerca más y te obliga a seguir a una anciana andando mucho más lento que ella o atravesando un precipicio en el que salen unas manos fantasmagóricas que intentan atraparte mientras tú avanzas a velocidad imperceptible, por ejemplo.
Esa tranquilidad con que Eric se toma lo que le sucede ayuda a mantener la calma cuando aparecen los fantasmas. No siempre su presencia es intimidante y a veces te dan pistas de la dirección que debes seguir. En todo caso, es fácil verlos como seres a los que debes ayudar a cruzar al siguiente nivel de la existencia. Además, ellos también se mueven muy despacio… excepto en algunos casos en que te atacan de cerca o muy rápido o disponen también de ataques espirituales. Cuando sientes que no te da tiempo a iniciar ningún ataque espiritual, tiras por la vía rápida del ataque a golpes y te olvidas del budismo y el dharma.
Pero más desesperante aún es estar bajo de vida en los khorlo fantasma. Son situaciones en las que te encierran en una zona y no puedes salir de ella hasta que no liberes los sellos espirituales que te impiden la salida. El ambiente se vuelve tan hostil que te va quitando vida poco a poco mientras luchas contra los fantasmas. En esos casos, o cuando te persiguen dos enemigos y sientes que debes curarte y ves cómo te queda muy poca vida y a lo lejos vislumbras ya el templo salvador, querrías que Eric volase, pero él anda trastabillándose mientras su línea vital agota los últimos recursos, y lo verás caer muerto un par de metros antes de llegar a su salvación.
La soledad del escalador del Chomolonzo
Todo survival horror que se precie debe tener una ambientación inquietante, en este caso conseguida mediante la soledad de la montaña. El entorno es más hostil que nunca; la altitud puede hacer estragos en la mente del escalador y Eric no sabe desde el principio si lo que está viendo son alucinaciones debidas a la falta de oxígeno o visiones fantasmagóricas reales. Igual que el budismo es un camino que cada persona debe recorrer en solitario, su aventura se desarrolla casi en total aislamiento.
La montaña siempre visible será su única compañera de viaje durante la ascensión por la ladera de la montaña y el recorrido de pueblos abandonados tan rápido por sus habitantes que ni siquiera se llevaron la comida o sus pertenencias, ni pudieron enterrar a los muertos. La paleta de colores ayuda a conseguir ese ambiente enervante, y la nieve, la niebla y las partículas que entorpecen tu visión.
Cursed Mountain no es tanto un juego de sustos, que los tiene, como de lograr que te remuevas de vez en cuando en la silla porque te sientes incómodo. A esta atmósfera desoladora y abandonada tan excelente hay que sumar que la traducción es más que correcta y el doblaje impecable. Las voces contienen la emoción imprescindible para atraerte hacia el siguiente paso en la historia sin sobreactuar o molestar.
Otra cosa son las texturas, que aguantan en una televisión de tubo pero no un aumento de pulgadas en la pantalla. También hubiera venido bien alguna modificación de la cámara, que puede ser muy molesta cuando activas el tercer ojo mientras se acerca un fantasma y el cuerpo de Eric tapa la mitad de la pantalla hasta que rectificas. Igualmente, no hubiera sobrado un calibrado del brillo de la imagen para encontrar el punto bueno entre no ver la mitad de los objetos o deslumbrarte y perderte parte de la diversión.
Cursed Mountain constituye una buena alternativa a las grandes series de survival horror que puedes encontrar en las estanterías, con su ritmo particular y su original ambientación. Destaca el uso que hace del mando de Wii, aunque quizás llega unos meses tarde como para tener la relevancia que merece en el catálogo de la consola. Parte de unas ideas muy buenas, pero no supone una innovación considerable; reconocerás en sus frames muchas de las ideas vistas ya una y otra vez en el género.
Es loable el trabajo de Deep Silver y merece reconocimiento el cuidado que han puesto en elaborar un título que no avergüence a la consola que lo acoge, ni a los jugadores. ¡Cuántos quisieran haber llegado a este nivel!
Cursed Mountain está ya a la venta para Wii con un precio de 49,95€.