Análisis de Castlevania: Rondo of Blood CV (Wii)

En la última tanda de juegos inéditos en Europa que se han lanzado en la Consola Virtual de Wii, Ogre Battle 64 fue la gran sorpresa escondida, pero el título que consiguió mover a los aficionados a los juegos retro fue, sin duda, Castlevania: Dracula X - Rondo of Blood, el veterano juego de TurboGrafx (PC-Engine CD en Japón).

Y es que éste fue un juego inédito tanto en América como en Europa en su momento, lo que, unido a su calidad -fuera de toda cuestión en su momento- le ha hecho ser una de esas rarezas que tanto gusta buscar por sitios de subastas en línea y pagar algún que otro centenar de dólares. Nada que ver con Vampire’s Kiss de Super Nintendo, que heredó muchísimos elementos (jugables, estéticos, historia...), pero que no alcanzó el estatus histórico de éste, debido a un peor diseño de niveles, la censura en Europa, y demás cambios forzados por las relaciones NEC-Konami. Pero lo que más le pesó fue la comparación directa con Rondo of Blood, de la que jamás pudo –ni podrá- librarse.

Los jugadores que tuvieran interés por jugarlo es muy probable que ya lo hicieran: en el remake para PSP (junto a Symphony of the Night), o por otras vías, a lo largo de todos estos años. Pero ahora se puede jugar en un televisor, sin mayores inconvenientes, y con una reproducción completamente fiel del original.

En muchos sentidos, estamos ante el cénit de la versión tradicional de la saga Castlevania, cuando eran juegos de acción y plataformas, más que aventuras de exploración a lo Metroid. Habrá siempre quien prefiera una u otra entrega, pero Rondo of Blood ha mostrado un envejecimiento digno, gracias a su diseño pulido, dificultad elevada, y soberbia ambientación, que destaca sobre todo por un sonido (voces y música) apabullante.

Lo más interesante es que el juego presenta varios guiños a sus predecesores, y eso es algo que siempre ha gustado a sus apasionados seguidores. La cuestión, sin embargo, radica en saber si vale la pena gastarse el dinero en este juego, sobre todo si tenemos en cuenta que hace muy poco se lanzó Castlevania the Adventure Rebirth, juego de similares credenciales y desarrollado específicamente para WiiWare.

Esto hace que Rondo of Blood llegue en un buen momento, pues la llama retro de Castlevania está muy viva en la consola de Nintendo; por otro, quizás sus lanzamientos hayan estado demasiado próximos, y haya quien opte por aplazar su adquisición.

Una de las cosas que gustan del juego es que uno puede afrontarlo de manera sencilla y directa, yendo siempre adelante, y luchando contra todos los enemigos, sin contemplación. O te puedes detener en los escenarios, explorar, y encontrar rutas alternativas; y eso es algo que -literalmente- experimentamos desde el primer momento del juego. Las rutas alternativas, además de potenciar la rejugabilidad, suponen (por lo general) un reto adicional, pues su dificultad suele ser mayor.

Por otro lado, aunque el juego es posterior a Super Castlevania IV, no luce tan bien como éste (el juego de Super Nintendo dejó boquiabierto al público en su lanzamiento, junto a la consola), ni cuenta con las nuevas opciones de control -en especial sobre el látigo- que había en ése, para buscar un estilo mucho más clásico. Al principio puede resultar extraño, pero el diseño del juego hace que uno no eche en falta habilidades como la de rotar el látigo.

Y es que ésa es quizás su mayor virtud: puso el cierre a un estilo de juego en la saga, pero lo hizo mirando atrás, analizando a todos su predecesores, para encontrar qué es lo que los hizo grandes, para recuperarlo y llevarlo un pasito más allá, sólo lo justo, para no perder todo su sabor y concepción clásica pero, al mismo tiempo, ofrecer algo nuevo y familiar. En cierto modo, y con el paso de los años, uno puede intuir que el equipo de desarrollo sentía que estaba haciendo un clásico.

Cuenta con algunas ventajas jugables con respecto a otros títulos de la misma escuela, y es que el arma secundaria (que incluye las clásicas hachas, dagas, cruces, y agua bendita, claro) cae al suelo unos segundos cuando cogemos otra; de esta manera, tenemos un breve instante para deshacer el cambio si éste ha sido por error, lo que elimina de pleno una de las frustraciones clásicas de la serie. Igualmente, cuenta con interesante contenido desbloqueable: varios finales, para potenciar la rejugabilidad, y un personaje adicional.

El tiempo no pasa en balde, y está claro que las 16 bits tienen problemas para lucir bien en las pantallas actuales, con su resolución, pero ahí existe también buena parte de su encanto. Cuando los juegos están bien hechos, a nivel artístico, y cumplen técnicamente, dentro de las limitaciones de la máquina, aunque se perciban viejetes, siempre conservan el estilo, y es ahí donde se nota también un clásico. Rondo of Blood luce como entonces, y la emulación de la consola es perfecta, por lo que no hay ningún tipo de problemas en esta versión digital para Wii.

Quizás podría haberse puesto un mínimo de esfuerzo para que los textos estuviesen localizados: las voces en alemán con subtítulos en japonés están bien, pero para un lanzamiento inédito en Europa al menos se podría haber apostado por textos en inglés en esas secuencias para hacerlo un poquito más "internacional"; desgraciadamente, ya hemos perdido por completo las esperanzas de que un lanzamiento de este tipo se localice al español, y eso, de hecho, no dice nada bueno ni de Nintendo ni de las demás editoras de juegos en la Consola Virtual.

Al jugarse en un televisor, obtenemos una imagen mucho más limpia, colorida y fidedigna con respecto al original; y el sonido, igualmente, suena contundente y limpio, algo de lo que no siempre podía presumir la adaptación a PSP. Hay que tener en cuenta que el uso del disco compacto permitió una banda sonora de gran composición y mejor factura técnica que se editó en disco, en Japón, un año más tarde que el juego (1994), y que es una de las mejores bandas sonoras hechas para la serie.

Conclusiones

Rondo of Blood es una de esas citas ineludibles para los aficionados al videojuego. Un género clásico, y un juego que hace que todas sus virtudes luzcan magistralmente ante el jugador. Es exigente, duro, pero recompensa con sus horas de diversión, y se presenta como una oportunidad fantástica para echar la vista atrás y recordar uno de los momentos cumbre de la saga Castlevania.