Análisis Hades 2: La nueva reina de los roguelite llega para reclamar su trono (Switch 2, PC, Switch)
Supergiant Games es una de esas compañías que convierte en oro todo lo que toca. Primero sorprendieron con Bastion, un ARPG muy entretenido con un bellísimo estilo artístico; luego confirmaron con Transistor que el éxito de su primera producción no fue una casualidad; Pyre siguió la estela de sus antecesores introduciendo algunas novedades a la fórmula, demostrando que, además de cuidar el aspecto visual, también estaban dispuestos a correr riesgos a la hora de probar nuevos estilos de juego. Y entonces llegó Hades, hoy conocido como el roguelite por excelencia, aclamado a partes iguales por público y prensa; galardonado en los eventos más prestigiosos de la industria de los videojuegos, su éxito alcanzó cotas inimaginables para un juego independiente, lo que además lo llevó a convertirse casi de forma unánime en el mejor juego de 2020, fecha en la que llegó al mercado la versión definitiva tras haberse estrenado dos años antes en formato Early Access. Para muchos, esa fue precisamente una de las claves de su calidad: escuchar a la comunidad de aficionados para pulir poco a poco todos los detalles que no terminaban de encajar en el complejo puzle que representa cualquier roguelite.
Cinco años después llega al mercado su secuela, Hades 2, tras publicar su versión Early Access a principios del año pasado siguiendo los pasos de su hermano mayor, para regocijo de su enorme comunidad de aficionados. A juzgar por la calidad de la que hacía gala aquella versión, ya se podía intuir que la primera secuela oficial del estudio afincado en San Francisco estaba destinada a repetir el éxito de su antecesor, aunque por aquel entonces (como es lógico) todavía había aspectos que se fueron puliendo con el paso de los meses. Fue el pasado 12 de septiembre a través de un Nintendo Direct cuando sus creadores anunciaron que la versión definitiva vería la luz a finales de ese mismo mes, y que lo haría, al menos de forma temporal, exclusivamente en Switch, Switch 2 y PC. La gente enloqueció: aunque algunos rumores apuntaban a un lanzamiento inminente, pocos imaginaban que se produciría con tan poca antelación.
Si aquella noticia ya fue sorprendente, ver y probar en primera persona el resultado final es una de esas experiencias que cuesta tiempo olvidar. Lo es por muchos motivos, pero principalmente por uno: Supergiant Games se ha vuelto a superar desarrollando un título que supera a su antecesor en prácticamente todos los apartados siguiendo la clásica fórmula de "más y mejor". Una fórmula que, a priori, podría aparentar ser continuista y hasta algo cómoda, pero que en realidad supone un cambio muy notable en lo que a las sensaciones que experimentamos al jugar se refiere. Esto se debe a una combinación de factores que iremos desgranando en los siguientes párrafos, pero que os podemos adelantar desde ya: un argumento que homenajea a la mitología griega, más complejo y mejor hilado que el de Hades; un nuevo estilo de juego que cambia la forma de plantear cada uno de los innumerables runs que realizamos; un apartado artístico sublime con un rendimiento simplemente perfecto tanto en la vieja como en la nueva consola de Nintendo y, lo que es más importante: la sensación constante de descubrimiento, algo que se debe al gusto por los pequeños detalles que no dejan de sorprendernos partida tras partida.
Aunque esto no implica que sea un juego perfecto, pues existen aspectos mejorables, ni tampoco revolucionario en su forma de concebir el género, sí que lo aúpa por méritos propios al trono de los roguelite. Gran culpa de esto la tiene su nueva y fantástica protagonista, Melínoe, hermana de Zagreo y, por lo tanto, también hija de Hades, que se embarca en una aventura para desenredar el hilo del tiempo del que su némesis, el titán del tiempo Cronos, dice que es inexorable. ¿Será cierto que es imposible cambiar los designios del destino?
Una nueva protagonista, un verdadero homenaje a la mitología griega
Seguramente ya habéis imaginado cuál es la respuesta a esa pregunta: no, no lo es, o al menos nuestro cometido bajo la piel de la carismática Melínoe es demostrarlo todas las veces que sea necesario. Para ello primero tenemos que entender cuáles son las circunstancias que rodean a esta nueva heroína, una hechicera de las sombras que ha sido criada por Hécate, diosa de la brujería y de las encrucijadas (nombre que recibe la nueva base de operaciones a la que regresamos al finalizar cada run), con una sola misión: destruir al titán del tiempo, Cronos, padre de Zeus y Hades, que tras escapar de su prisión en el Tártaro pone en marcha su ansiada venganza para ocupar el trono que, según él, le pertenece por derecho. Este evento desata una serie de catastróficas desdichas que pone patas arriba el Inframundo, nuestro hogar, condenando así a sus habitantes a una vida de servidumbre y penurias.
Lograr tal hazaña no será sencillo, así que para conseguirlo Melínoe necesita toda la ayuda que sea necesaria. Por suerte, los dioses del Olimpo están de su parte y le echan un cable siempre que pueden, principalmente otorgándole todo tipo de bendiciones con las que potenciar sus habilidades, tanto de origen mágico como físico. Al igual que sucedía con Zagreo, los dioses que encontramos en cada una de las instancias de los biomas que recorremos en el Inframundo nos permiten elegir entre tres opciones. Cada uno de ellos se especializa en un aspecto determinado que nos permite, por ejemplo, correr a mayor velocidad, congelar a los enemigos o crear explosiones tras realizar los ya clásicos dashes con los que intentaremos evitar que las incesantes oleadas de enemigos acaben con nosotros. Pero más allá de la función específica de cada uno de ellos, nosotros nos quedamos con su presentación y personalidad, en la que se muestran las peculiaridades más conocidas de la mitología griega. A los ya conocidos Zeus, Poseidón, Afrodita o Hermes hay que añadir aliados familiares como Odiseo, un personaje destacado de la Ilíada y protagonista absoluto de la Odisea, a la que da nombre. Como seguramente sabréis, ambas obras fueron escritas (o al menos se atribuyen a él) por Homero, que aquí vuelve a hacer las veces de narrador omnisciente y a contar con la voz de Logan Cunningham, un colaborador habitual de Supergiant Games.
Además de los dioses y otros protagonistas que ya estaban presentes en Hades, esta secuela da una mayor importancia a nuevas figuras como los ya mentados Hécate y Cronos, así como a la indómita Némesis, que gusta de aparecer por sorpresa durante nuestras aventuras, a veces para retarnos, otras para competir por dinero y, las que menos, para darnos alguna mejora de energía o de escudo de manera desinteresada. Otros dioses como Selene y Hefesto cumplen ahora un papel muy importante a la hora de proporcionarnos habilidades únicas que permiten realizar potentes ataques especiales o incluso curas si las circunstancias así lo permiten; hay algunos más peculiares como Eris y Eco que aparecen de cuando en cuando, mientras que otros, como Hestia y Aracne, resultan muy útiles para potenciar con fuego nuestros ataques y para equiparnos con nuevos trajes (o modelitos) con los que ampliamos nuestro escudo además de lograr algunos efectos adicionales.
Todos aportan su granito de arena para tratar de ayudarnos. Muchos de los diálogos que mantenemos con ellos son realmente graciosos y nos arrancarán alguna que otra sonrisa, además de sorprender porque cambian constantemente en función de aspectos como las bendiciones que llevemos equipadas, el vestido que hayamos elegido al encontrar a Aracne o simplemente las circunstancias que atraviesa la trama en ese momento. El cariño con el que Supergiant Games ha elaborado todo este enorme imaginario es un auténtico homenaje a la mitología griega, en el que sin duda se trata de uno de los aspectos que más nos han gustado de la obra. El sentido del humor sigue siendo el protagonista, pero también viviremos situaciones algo más dramáticas, siempre con el sostén de contar con un sinfín de personajes secundarios a los que, además, podemos ir haciendo algún que otro regalo para ganarnos su afecto, lo que a veces se traduce en mejores bendiciones y otras en la obtención de objetos especiales que podemos equipar durante la partida para aprovechar sus efectos. Algunos nos otorgan una vida extra al morir, mientras que otros, por citar uno de tantos ejemplos, mejorarán el nivel de magia del que disponemos.
Porque sí, una de las grandes novedades de Hades 2 está relacionada con la magia, lo que a su vez nos lleva a centrarnos de nuevo en Melínoe, que como ya comentamos al principio de este análisis, es una hechicera de las sombras y, por lo tanto, hace uso, además de los clásicos ataques físicos, de hechizos que cambian drásticamente las sensaciones que experimentamos durante los combates.
Una nueva forma de plantear los combates
La nueva barra de magia permite realizar cargas en los dos ataques, el básico y el especial, con los que aprovechamos las habilidades especiales de las nuevas armas. La presencia de esta barra está muy ligada al cambio que se ha realizado en cuanto al dash se refiere: si en Hades este movimiento era una constante para movernos a gran velocidad por los escenarios, en su secuela esta función se ha retocado ligeramente.
Ahora no solo realizamos el clásico dash, sino que también es posible continuar corriendo manteniendo el mismo botón pulsado. En la práctica, este cambio nos lleva a un estilo de combates algo más pausado y con un ritmo ligeramente inferior al del juego original. Al menos, durante los primeros compases de juego, ya que una vez adquiramos nuevas bendiciones, especialmente las relacionadas con mejoras en cuanto a la agilidad de movimientos se refiere, las cosas se aceleran hasta el punto de que cada oleada de encuentros se convierte en un espectáculo de hechizos, golpes y esquivas que hemos de realizar con la mayor precisión posible. La esencia del combate es ahora más táctica que antes, pero al final todo depende del tipo de habilidades que vayamos desbloqueando en los biomas. En este sentido, Hades 2 permite hacer prácticamente lo que nos dé la gana para moldear a Melínoe a nuestro antojo: podemos apostar por un ataque a distancia veloz, aunque cause menos daño, o por un ataque frontal, cercano, que nos exponga a un mayor riesgo pero que se pueda equilibrar apostando por emplear objetos que nos otorguen armadura desde el comienzo del run y escogiendo siempre los corazones y los contenedores mágicos antes de entrar en una nueva estancia.
Las nuevas armas contribuyen a que este cambio en la jugabilidad sea aún más perceptible desde los primeros compases de juego, en los que desbloqueamos cuatro tipos. Aunque en fases postreras de la aventura podremos también mejorar sus prestaciones antes de adentrarnos en el Inframundo, como el daño que causan o la frecuencia de ataque, por lo general todas tienen sus propias virtudes y defectos: la lanza con la que comenzamos a jugar es tal vez la más equilibrada; las cuchillas proponen un estilo de ataque rápido y cercano, por lo que tendremos que movernos con rapidez y ser hábiles esquivando los ataques cuerpo a cuerpo, que son los que más daño causan; las varas mágicas (nuestras favoritas) están pensadas para un ataque medido a distancia, pero si no logramos mejorar la frecuencia con la que lanzan hechizos, puede que sintamos que estamos en desventaja en los combates ante jefes finales; sucede un poco lo mismo con el hacha, un arma pesada de gran potencia, perfecta para eliminar grandes grupos de enemigos de un plumazo, pero algo lenta y tosca cuando se trata de enfrentarnos ante monstruos más veloces. Hay más, pero son algo más difíciles de conseguir, por lo que dejamos que las descubráis por vuestra cuenta.
El concepto roguelite: el azar y la buena o mala suerte
A esta ecuación hay que sumarle el círculo mágico de contención que genera el hechizo que puede lanzar Melínoe, con el que frenamos por unos segundos el avance enemigo. Si lo cargamos, es posible también infligir daño, a lo que hay que añadir las opciones que ofrecen las bendiciones, como explosiones de fuego, rayos, hielo o de cualquier otro elemento con el que causemos aún más estragos a los enemigos que se encuentren dentro de él. Si combinamos todos estos elementos (magia, hechizos, nuevas armas, etcétera) y los sumamos a las nuevas bendiciones, obtenemos una fórmula parecida pero al mismo tiempo totalmente diferente a la que disfrutamos en Hades, por lo que esta secuela transmite la sensación de ser algo distinto y novedoso. También es esencial el uso de los Arcanos: cartas de habilidad que iremos desbloqueando con el paso de las horas y cuyas funciones podremos evolucionar, con las que podemos conseguir una vida extra al morir, más posibilidad de lograr ataques críticos, etcétera. Invertiremos tiempo en ellos eligiendo los que mejor se adapten a nuestro estilo de combate, dado que nos permitirán obtener importantes ventajas con las que se refuerza la impresión de estar ante un juego muy distinto al original.
No obstante, la base de la mecánica sigue siendo la misma: esto es un roguelite, así que evolucionamos repitiendo una y otra vez los mismos biomas, los mismos combates ante jefes finales, etcétera. El tiempo que tardemos en alcanzar a Cronos depende mucho de nuestra pericia, pero también del azar. En este sentido es posible que, si tenemos suerte, podamos superar un run sin apenas dificultades en dos o tres horas. Si no la tenemos, lo más probable es que tengamos que repetir una y otra vez los mismos enfrentamientos hasta que demos con una build decente que nos permita aprovechar las debilidades enemigas.
Ya sabemos que este es un elemento inherente a los roguelite, pero en nuestra experiencia hemos tenido muchas veces la sensación de que hay algunas builds descompensadas que afectan mucho al ritmo de la partida. Es verdad que al volver a las Encrucijadas, y a medida que vayamos avanzando en la aventura, encontraremos cada vez más tareas que realizar, como mezclar elementos en el caldero de Hécate, desde donde podremos desbloquear algunos aspectos que otorgan más profundidad a los runs. Uno de ellos, el de cultivar el huerto, es esencial para mejorar algunos conceptos que nos facilitarán bastante la vida con el paso de las horas. El problema no es tanto en sí que haya builds mucho más potentes que otras, algo que tiene su lógica, sino que en cada partida en la que no tenemos suerte (y creednos, esto es algo que pasa con bastante frecuencia) repetimos una y otra vez los mismos biomas de forma incansable, lo que además de afectar al ritmo, también otorga un toque muy repetitivo a ciertos momentos de la aventura. Desde las Encrucijadas, por cierto, también encontraremos una lista de objetivos a cumplir con las que obtendremos elementos como huesos, que podremos emplear como moneda de cambio para comprar materiales que luego usar en el caldero o regalos para compartir con los personajes secundarios.
Ascendiendo al Olimpo
No obstante, hay que tener en cuenta que en Hades 2 no solo bajamos al Inframundo, sino que llegados a cierto punto y una vez cumplidos determinados objetivos, también tendremos la opción de subir al Olimpo, donde encontraremos otros cuatro biomas y un buen puñado de nuevos materiales que nos servirán para terminar la colección de objetos secundarios, armas y demás. Entre una cosa y la otra, terminar el juego puede llevar fácilmente entre treinta y cuarenta horas, algo de lo que dependerá nuestra pericia en los combates y si activamos o no el Modo Dios, una opción que ya conocemos de Hades en la que nuestra defensa aumenta tras cada run. No se puede decir que con esto la partida sea un paseo por el parque, pero ayudará a los jugadores menos experimentados a paliar los momentos más exigentes. Estos suelen ser los combates ante los jefes finales, tan espectaculares como era de esperar, aunque uno en particular acaba por ser algo molesto cuando lo realizamos por vigésima vez, momento en el que ha perdido ya el efecto de sorpresa inicial.
Con todo, y obviando estos pormenores que en cierto modo tienen mucho que ver con el género en sí mismo, la variedad que aporta todo lo aquí expuesto a los combates es superior al de cualquier otro roguelite que hayamos probado. Tened en cuenta que no queremos desvelar más información de la imprescindible para evitar destripes innecesarios, por lo que basta con decir que una vez logremos derrotar a Cronos, se desbloquearán nuevas funciones con las que se otorga todavía más variedad y retos al concepto inicial. Eso sí: los biomas, por desgracia, son siempre los mismos, y aunque encontremos ahora alguno más amplio que otro y sean todos distintos entre sí, es algo que acabaremos acusando tarde o temprano. Sobre todo los que nos llevan a Cronos, que son en los que más tiempo invertiremos.
Una maravilla artística
A todo esto hay que sumar una característica que ya brilló con luz propia en Hades y que en esta secuela vuelve a ser uno de sus puntos más sólidos: un apartado gráfico magnífico, con un diseño artístico, tanto de escenarios como de personajes, que nunca nos cansamos de apreciar. No todos los biomas son igual de bonitos, pero todos cuentan con sus propias peculiaridades, especialmente los que descubrimos cuando subimos al Olimpo. Las ilustraciones de los dioses, como podréis apreciar en las capturas que hemos adjuntado al texto, son magníficas, empezando por la de la propia Melínoe. El trabajo que Supergiant Games realiza en este sentido es tan bueno que lo único que se le puede achacar es que no haya aún más variedad, dado que cada vez que salimos de los primeros biomas descubrimos escenas en las que nos podemos recrear.
Lo más importante en este sentido no es solo el apartado artístico, sino también la fluidez con la que se reproduce todo en pantalla, tanto si jugamos en portátil como si lo hacemos en una televisión, donde el espectáculo visual es aún más apabullante si cabe. No hay ninguna ralentización, ni tirones, ni tampoco molestos tiempos de carga, salvo las transiciones entre pantallas. Incluso cuando aparecen cientos de enemigos en pantalla y aprovechamos los elementos de los escenarios (tanques que explotan, chorros de agua, fuentes de vapor, etc.), el juego es capaz de mantener una tasa estable de 60 FPS en el modo portátil y de 120 a 1080p en nuestro televisor. Esto en lo que respecta a Switch 2, pero tampoco se queda atrás en la edición de Switch 1, ofreciendo también 60 FPS tanto en modo portátil como en pantalla grande.
La parte sonora sigue las pautas impuestas en Hades, con melodías con un toque de rock durante los combates más importantes y otras menos destacables mientras exploramos los biomas. Lo más llamativo en este sentido es el magnífico trabajo que se ha realizado con el doblaje de los personajes, lo que de paso nos lleva a aplaudir la estupenda labor que se ha realizado aquí con la traducción, trasladando el peculiar sentido del humor y las expresiones inglesas al español sin que se pierda un ápice de su gracia.
Conclusiones
Hades 2 es exactamente lo que debería de ser cualquier secuela que se precie: un salto cualitativo con respecto a su antecesor en todos los aspectos. No estamos ante un sacacuartos para aprovechar el tirón de su exitoso predecesor, sino ante una aventura que refina la fórmula original y hace que todo dé la impresión de ser igual, pero distinto. A la lógica mejora gráfica hay que sumarle un estilo de combate mucho más versátil y variado, así como un argumento que no deja de sorprender, tanto en lo que a la trama se refiere como en los pequeños detalles que dejan caer los personajes durante los diálogos y que van cambiando constantemente. Son estos conceptos los que hacen que un género que tiende a dar la impresión de ser repetitivo pueda brillar como lo hace aquí. La enorme cantidad de contenido, que duplica todo lo que conocimos en Hades, así como una curva de dificultad mucho mejor medida, nos dan la razón cuando hace un año empezamos a intuir que esta secuela iba camino de convertirse en un nuevo referente, como finalmente así ha sido.
Sin embargo, que la mayor parte de sus apartados sean sobresalientes no quita que haya algunos pequeños detalles de menor importancia que lastran un poco el ritmo del juego, algo que curiosamente en Hades no sucedía de una forma tan evidente. Los primeros biomas se acaban haciendo algo repetitivos debido a que muchas de las builds que vamos construyendo al pasar por ellos están algo descompensadas, lo que nos obliga a tener que repetir la misma partida una y otra vez hasta que logramos nuevos objetos secundarios o Arcanos que nos otorgan algo de ventaja al comenzar cada run. Al margen de esto, poco o nada más se puede criticar de una obra que, por todo lo demás, se convierte por méritos propios en el nuevo referente del género, así como en una compra obligatoria para todo aquel que disfrute de partidas tan divertidas como emocionantes. Y, sobre todo, adictivas. Muerte a Cronos.
Hemos analizado este juego en Switch 2 gracias a un código de descarga proporcionado por Supergiant Games.
NOTA
Puntos positivos
Puntos negativos
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