Análisis de The Longest Five Minutes (Switch, PSVITA, PC)
Los JRPG están viviendo un momento magnifico después de una era no demasiado propicia. Cada vez son más los títulos de este estilo que aparecen para los distintos formatos de juego, como The Longest Five Minutes, una obra de Nippon Ichi Software para PC, PS Vita y Switch.
Últimamente hemos podido jugar a aventuras de este estilo de todo tipo, pero os aseguramos que ninguna de ellas se parece en demasía a la que nos propone la que nos ocupa, al menos en ciertos aspectos.
Precisamente su plausible apuesta por la innovación se convierte en una de sus mejores cualidades, si bien dicha originalidad no termina de esconder algunos inconvenientes jugables que también arrastra.
Memorias del pasado
El guion es uno de sus puntos más llamativos y originales, un aspecto que a muchos de vosotros seguramente os "obligue" a llegar hasta el capítulo final de la aventura… siempre y cuando os manejéis bien con el inglés. Todos los textos que aparecen a lo largo del juego están en dicho idioma y, además, no son precisamente escasos. Chorreones de textos se acumulan en cada conversación que mantenemos con las decenas de personajes que se dan cita en The Longest Five Minutes, diálogos que es necesario comprender para enterarnos de la trama y de cada tarea que tenemos que efectuar en cada momento.
El argumento nos lleva de inicio hasta la batalla final que, supuestamente, cuatro personajes están librando contra el temible Demon King. Pero durante la misma se da un inconveniente fundamental: el protagonista principal llamado oportunamente Flash Back, pierde la memoria. Justamente este problema es sobre el que gira toda la historia, la cual en lugar de avanzar hacia adelante lo que nos va proponiendo es ir viajando a las profundidades de la memoria de nuestro personaje para que vaya recordando a sus compañeros, sus ataques especiales, etc. Una trama muy simpaticona y cargada de humor que nos ha gustado bastante, siendo una de las cualidades principales del título.
Otra de las particularidades del juego tiene que ver con su desarrollo. En lugar de estar ante una aventura en la que vamos progresando de manera tradicional, en este caso dicho viaje queda acotado en diferentes capítulos (unos 40) que se corresponden con recuerdos muy concretos del protagonista. En cada uno de estos episodios de una duración más o menos limitada debemos realizar una serie de tareas principales y secundarias, disfrutando de una fórmula de juego muy clásica que recuerda en gran medida a lo que vivimos hace décadas en este tipo de producciones destinadas a las máquinas de 8 bits.
¿Qué tareas es necesario llevar a cabo? Pues las habituales en este tipo de propuestas. Al margen de las citadas conversaciones con decenas de personajes, muy frecuentes y quizá más extensas de lo que a muchos les gustaría y que llegan a entorpecer en ocasiones la dinámica de juego, también es necesario explorar múltiples escenarios. Casinos, aldeas, bosques, estaciones de tren y demás localizaciones están esperándonos, pudiendo ir de unas a otras a través de un mapamundi.
Y mientras investigamos cada rincón de los fondos, es necesario ir peleando contra monstruos de diversa índole. Las batallas son muy simples en su concepción y desarrollo (puede que demasiado para muchos usuarios), combates que tienen lugar por turnos y que tienen un carácter aleatorio.
Dicho sistema de batallas no es precisamente ni el más original ni, menos todavía, el más complejo que hemos experimentado nunca. Por eso los enfrentamientos parecen más una excusa para ir mejorando las habilidades de los personajes y aumentando su nivel de experiencia que otra cosa, siendo uno de los aspectos más flojos del juego. Y debido a esto y al género al que pertenece esta aventura, le resta bastante interés a medio plazo. Una verdadera lástima, porque de haberse cuidado un poco más o, por lo menos, de haber introducido alguna variable más a los mismos estaríamos hablando de un título bastante más absorbente.
Además técnicamente, sin ser gran cosa, tiene mucho encanto… al menos para los más nostálgicos. La estética 8 bits está perfectamente recreada, la variedad de entornos que es posible recorrer no está nada mal (aunque en ocasiones se muestran algo vacíos) y la recreación de los personajes es acertada. Un buen acabado visual dentro de su simpleza que está acompañado por una banda sonora notable que posee algún que otro tema magnífico, mientras que los efectos son escasos y no especialmente bien plasmados.
Entretenido, pero…
No podemos esconder los sentimientos contrapuestos que nos ha dejado esta obra de Nippon Ichi. Por un lado, su original argumento, gran sentido del humor y su apuesta por la estética de 8 bits nos han gustado mucho. Pero no podemos negar lo simples que resultan los combates por turnos, algo fundamental en estos títulos, así como el hecho de que se abusa en demasía de las conversaciones… que además están totalmente en inglés. Un buen JRPG que podría haber sido mejor todavía.
Hemos realizado este análisis en su versión de Nintendo Switch con un código enviado por NIS America.