Análisis Bravely Default 2, un notable JRPG de corte clásico (Switch, PC)
Poco a poco, Nintendo Switch está construyendo un catálogo de JRPG envidiable. Tanto es así que a día de hoy se trata de una consola prácticamente imprescindible para los fans del género, con títulos que abarcan todas sus vertientes, desde las más clásicas y tradicionales como Octopath Traveler o Dragon Quest XI, pasando por propuestas híbridas como las dos entregas numeradas de Xenoblade Chronicles, la acción directa de Persona 5 Strikers o Ys VIII: Lacrimosa of Dana e incluso la sesuda estrategia de Fire Emblem: Three Houses y el futuro Project Triangle Strategy.
Unos pocos ejemplos de los muchos que podríamos nombrar para una consola que, además, se adapta de maravilla a las necesidades de este tipo de juego gracias a sus posibilidades portátiles. Ahora, la híbrida sigue en racha con el lanzamiento de Bravely Default 2, un juego que es mucho más de lo que aparenta y que ha conseguido convencernos con sus muchas virtudes.
Los héroes de la luz
A pesar del 2 que tiene en su nombre, esta vez el título nos lleva a un mundo completamente nuevo, con una historia creada para la ocasión y con una selección de personajes inéditos. Es decir, no tiene ningún tipo de relación ni con Bravely Default: Where the Fairy Flies ni con Bravely Second: End Layer, por lo que podéis empezar por aquí directamente aunque no hayáis jugado a sus predecesores.
Su premisa argumental no podría ser más clásica: cuatro héroes elegidos deben emprender un viaje para recuperar los cristales elementales, devolver el equilibrio al mundo y, de paso, batallar contra un cruel imperio y evitar que despierte un antiguo mal. Si bien esto es algo que ya hemos visto mil veces y las primeras horas no son nada prometedoras, tenemos que admitir que su desarrollo ha conseguido sorprendernos, tanto por lo oscuros y dramáticos que resultan los guiones de ciertos capítulos como por las auténticas locuras que hace el juego en su recta final, construyendo de paso algunos momentos muy épicos y emocionantes además de obligarnos a realizar una serie de cosas muy inesperadas para poder seguir avanzando.
Ojo, no os esperéis ninguna maravilla ni una historia que os vaya a cambiar la vida, pero cumple correctamente su función de entretener y hacernos pasar un rato ameno en compañía de unos personajes que sin llegar a enamorar, acaban cayendo bien y disfrutando de una buena dinámica de grupo.
Un sistema de combate que roza la perfección
Pero la auténtica miga de esta aventura y lo que hace que brille de verdad está en su sobresaliente base jugable, regalándonos uno de los mejores sistemas de combate y clases que hemos visto nunca en todo el género. Sabemos que puede sonar exagerado, pero creednos, hacía muchísimo tiempo que no disfrutábamos tanto batallando en un JRPG, evolucionando a nuestros personajes y diseñando nuestras propias tácticas y estrategias.
La fórmula es similar a lo que vimos en las dos entregas anteriores y nos propone unos combates por turnos clásicos que giran en torno a la gestión de los comandos Brave y Default, así como de nuestros PB. Resumiendo de una manera muy simplificada, cada vez que usemos Brave podremos realizar una acción extra en nuestro turno a cambio de un PB hasta un máximo de cuatro. Por otro lado, con Default nuestro personaje adoptará una pose defensiva para reducir daños y adquirirá un PB adicional además del que obtiene por cada turno que pasa.
Como podéis comprobar, se trata de un sistema interesantísimo que nos permite jugar con los turnos y el número de acciones que podemos realizar cada vez, lo que se traduce en unas batallas con un toque táctico fresco y muy diferenciador. Lo mejor de todo es que nuestros enemigos también pueden usar Brave y Default, obligándonos a escoger con muchísimo cuidado cuándo atacamos con todo y cuándo es mejor mantenernos a la defensiva.
Una novedad muy llamativa es que esta vez el orden de los turnos se gestiona con una barra de tiempo cuya velocidad varía dependiendo de multitud de factores, añadiendo así algo más de estrategia tanto a los combates como a nuestra preparación para los mismos con el objetivo de ser lo más rápidos que podamos y acelerar la consecución de nuestras intervenciones.
Por supuesto, todo esto se ve apoyado por un sistema de clases simplemente espectacular y con una profundidad vertiginosa, permitiéndonos subir de nivel diferentes trabajos para así adquirir nuevas técnicas, hechizos y pasivas. Cada personaje puede tener equipada una clase principal y otra secundaria. La primera es la única que recibe experiencia y define nuestras estadísticas, nuestra pericia con cada tipo de arma, nuestras habilidades de especialización y los efectos de nuestro movimiento definitivo, mientras que la segunda nos dará acceso a todos sus comandos únicos que hayamos desbloqueado (evidentemente, también podremos usar los de la primaria). Por otro lado, disponemos de una serie de huecos limitados para equipar en ellos cualquier pasiva que hayamos desbloqueado, independientemente de la clase que sea y que tengamos equipada.
Todo esto, sumado al hecho de que hay más de una veintena de trabajos completamente distintos y con infinidad de particularidades (hay algunos muy ingeniosos y creativos en el diseño de sus mecánicas), da como resultado un sistema de personalización para nuestros héroes con una cantidad de posibilidades abrumadora y tremendamente gratificante que nos permitirá desarrollar casi cualquier estrategia que se nos ocurra, por muy loca que sea.
Un desafío a la altura
Un detalle que nos ha resultado muy llamativo y que nos ha encantado de todo esto es lo bien equilibrada que está la dificultad, planteándonos constantemente un gran reto incluso en su nivel normal, lo que va en beneficio del sistema de clases y de combate, pues nos obliga a darle muchas vueltas a nuestros héroes para encontrar las estrategias más efectivas y la mejor manera para sacarles el máximo partido.
Esto alcanza su máximo esplendor en los enfrentamientos contra los jefes, de los mejores que ha dado el género en los últimos años. Todos ellos son variadísimos y muy desafiantes, con mecánicas propias y unos planteamientos muy originales que hacen que cada una de estas batallas sean algo completamente distinto. Además, hay montones de ellos, tanto obligatorios como opcionales, y estos últimos ya os vamos avisando que, especialmente en la recta final, son un auténtico infierno y requieren muchísima preparación.
Lamentablemente, no podemos terminar de decir lo mismo de los enfrentamientos contra los enemigos normales, pues la variedad existente en sus diseños es prácticamente nula y os vais a pasar todo el juego luchando contra versiones recoloreadas de las mismas 10 o 20 criaturas que hay una y otra vez, algo que resulta especialmente agotador en una aventura de 50 horas en la que tendremos que librar una ingente cantidad de combates para no quedarnos atrás en nivel, la mayoría de los cuales resolveremos de forma mecánica y automatizada una vez demos con las combinaciones de clases adecuadas. En su defensa tenemos que decir que suelen adquirir nuevas habilidades, ataques y pasivas, pero la sensación de hastío ha sido algo que hemos tenido mucho más presente de lo que nos gustaría.
De aventuras por el mundo
En lo que respecta a la exploración del mundo, este se divide principalmente en un mapamundi y multitud de mazmorras (además de las ciudades de rigor donde comerciar y aceptar misiones). El primero nos ha sorprendido por lo pequeño que resulta (ni siquiera hay vehículos para movernos por él) y por lo desaprovechado que está, mientras que los calabozos sí que nos han gustado bastante más al plantearnos unos laberintos más o menos complejos, grandes y con muchos secretos y cofres ocultos. Además, un buen número de ellos se atreven incluso a introducir mecánicas propias como suelos resbaladizos o palancas ocultas para desbloquear nuevos caminos. Tienen un diseño muy clásico que nos ha recordado enormemente al tipo de mazmorras que se solían hacer en la era de los juegos de 16 bits, por lo que cumplen su función con solvencia. Eso sí, no vamos a negar que hemos echado de menos algún puzle, algo que le habría sentado genial para romper un poco con la tónica habitual.
Otro aspecto un tanto irregular lo tenemos en las misiones opcionales. La inmensa mayoría de ellas son pura morralla de hacer de recadero sin gracia ni chicha argumental alguna que a efectos prácticos podríamos considerar como relleno del malo, aunque también hay unas pocas excepciones en las que sí se busca contarnos algo más sobre los personajes (tanto héroes como secundarios y antagonistas), nos llevan a mazmorras en las que no nos adentraremos durante la historia principal e incluso nos harán hacer frente a poderosos y temibles jefes únicos.
Un apartado audiovisual con luces y sombras
En lo que respecta a su apartado audiovisual, tenemos que destacar que se ha apostado por mantener una estética super deformed que no siempre nos ha terminado de convencer. ¿El motivo? Lo nulamente expresivos que resultan los personajes y lo poco que casa esta línea artística con lo que muchas veces se nos quiere contar, restándole impacto y dramatismo a momentos muy duros y devastadores, algo que también acaba afectando a una puesta en escena que se queda a medio camino.
Por lo demás tenemos unas texturas sorprendentemente buenas y muy detalladas, escenarios variados y un título que resulta especialmente bonito en ciudades, cuyos fondos son en realidad preciosas ilustraciones hechas a mano. Eso sí, se echa en falta una resolución algo mayor para los combates y la exploración en el mapamundi, así como un rendimiento más estable, pues hemos detectado algunos tirones puntuales.
Donde sí que no se puede poner ni una sola pega es en su banda sonora, nuevamente compuesta por Revo y de una calidad increíble. Es extensa, variadísima y nos deja con infinidad de temazos capaces de ponernos los pelos de punta y de elevar la épica de muchas situaciones hasta niveles inimaginables. Una auténtica pasada que demuestra, una vez más, lo importante que puede llegar a ser la música en un JRPG. Sumadle unos buenos efectos y un fantástico doblaje al inglés y japonés, y tendréis un apartado sonoro intachable. Evidentemente, los textos están exquisitamente traducidos al español a excepción de alguna que otra pequeña errata que se escapó en la revisión de los mismos.
Conclusiones
Bravely Default 2 es un fantástico JRPG de corte clásico que nos ha encantado por su espectacular sistema de combate, su maravilloso sistema de clases y sus desafiantes y emocionantes jefes. Como aventura adolece de algunos problemas que le impiden codearse con las vacas sagradas del género, pero la sensación que nos ha quedado al llegar a sus verdaderos títulos de créditos y culminar nuestro viaje ha sido más que satisfactoria. Y eso, al final, es lo que acaba contando.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga que nos ha facilitado Nintendo.