Análisis de Dokuro PSN (PSVITA, iPhone, PC, Switch)

Ya hemos comentado alguna que otra vez la importancia de la apariencia de un juego. Y no es que haga falta un despliegue de medios espectacular para captar la atención del jugador, sino, simplemente, ser diferente. Claro que, estando casi todo inventado, también es difícil ser capaz de innovar en algo... pero al menos hay que intentarlo. Con una obvia mirada al pasado, y sobre todo, con una propuesta cargada de sentimiento, nos llega Dokuro, un título en el que las plataformas y los puzles se dan la mano –y casi un abrazo– para recrear una de esas experiencias que no están pensadas para todo el mundo.

Os adelantamos desde el primer momento que Dokuro está pensado para aquellos que disfrutan con los desafíos, y en parte también, para los que añoran los 16 bits. Dokuro no es el juego que simplemente cuenta una historia bonita con gráficos cuquis para entretener al personal; en absoluto.

Detrás de esos gráficos timburtonescos, con ese toque de tiza y/o lápices de cera que recuerda en cierto modo a juegos como Yoshi’s Island y que muchos considerarán infantilón, se oculta un juego que sólo los niños más hábiles del planeta –3 ó 4– podrán completar sin ayuda, y que requerirá toda nuestra pericia mental y manual para conseguir completar los 150 niveles que propone.

La princesa está en este castillo

Pero vayamos por partes. ¿Qué hace un esqueleto rescatando a una princesa? La historia de Dokuro –que no es muy profunda, pero tampoco os queremos contar muchos detalles– comienza cuando un pequeño esqueleto, una pieza más en el ejército del Señor Oscuro, ve cómo éste llega a casa con una princesa secuestrada a la que piensa obligar a contraer matrimonio con él. Dokuro se emociona con la situación de la princesa y decide liberarla del castillo. No será una tarea fácil, pero ésta será nuestra misión. Nosotros controlaremos a este esqueleto, mientras facilitamos a la princesa su progresar. De hecho, la princesa no hará esfuerzo alguno por sortear obstáculos, y será nuestra misión que ante ella descanse un camino casi de rosas.

Desde prácticamente el principio del juego, Dokuro puede transformarse en un príncipe (vestido de color) azul, con distintas habilidades a las del esqueleto. Mientras que la forma más huesuda puede utilizar el doble salto, la más carnal ataca más fuerte y puede coger a la princesa en brazos, aunque la magia de la poción que permite esta transformación es temporal, y tendremos que calcular sabiamente nuestros movimientos. A todo esto, tenemos que añadirle distintos tipos de tiza, que permiten dibujar en pantalla para, por ejemplo, conectar objetos que nos ayuden a solucionar los puzles.

Actividad para nuestras neuronas

Un punto y aparte para ir procesando todo lo que hemos leído. Porque aparte de eso, tendremos que tener en cuenta todo tipo de palancas, botones, enemigos y plataformas que harán que no sea nada fácil aplanar el camino hacia la libertad. Lo volvemos a repetir: Dokuro es difícil, y muchas veces pasaremos más tiempo pensando cómo resolver un puzle que solucionándolo. Al igual que difícil, este título es adictivo, ya que su planteamiento es en general rápido y sin cortes. Tras terminar una misión –algo identificado por la princesa recogiendo una flor– pasamos directamente a la siguiente, sin cortes en la pantalla y sin tiempos de carga.

Las misiones varían en duración, principalmente, a causa de la dificultad. Las primeras serán fáciles de sortear en apenas unos segundos, mientras que según progresa el juego iremos invirtiendo más y más tiempo frente a la pantalla. El juego muestra una curva de dificultad muy bien ajustada, si bien a veces encontramos pequeños desequilibrios en ésta (o quizá fueron momentos de inspiración divina, quién sabe), en general es fácil aprender las nuevas posibilidades que vamos descubriendo poco a poco. Destacar que el juego ha sido traducido al castellano, aunque los tutoriales son tan visuales que no necesitan palabras para ser descritos.

Otro punto fuerte a favor del juego es su duración. Aunque su precio de 14,99 euros pueda parece excesivo, recordamos que es un juego que ha salido de manera física en Japón, y que guarda muchas horas de diversión –y estrés– en su interior. Como juego "físico", aunque nos llegue en formato digital, también ofrece todo el lote de trofeos, incluyendo el de platino. Por si superar todas sus complejas misiones os parece poco, Dokuro también cuenta con unas monedas coleccionables, ocultas tras barreras únicamente franqueables por nuestro ingenio y habilidad.

Sensaciones del pasado

Otro de los elementos que requerirá estas cualidades serán los jefes finales. Ya hemos mencionado que es un juego que recuerda a la época de los 16 bits, y no sólo lo hace por su planteamiento de desarrollo lateral bidimensional y su toque plataformero, sino también por sus jefes finales, normalmente de "gran" tamaño, aunque sin excesos. Esos momentos de incertidumbre en los que intentábamos salvar el pellejo hasta conseguir encontrar la rutina de ataque del jefe están igualmente presente en Dokuro –salvo lo del pellejo, claro, que salvo en su forma de príncipe, Dokuro no tiene mucho–, con la dificultad añadida de sus distintas posibilidades. Sin duda, estas batallas son el complemento ideal a los complejos puzles, que nos dan un pseudorespiro puntualmente.

Artísticamente, poco más podemos decir. Vosotros mismos podéis ver en las pantallas que acompañan al texto cómo luce el juego. Obviamente no es un prodigio técnico, pero derrocha carisma, y eso es algo que muchos prodigios técnicos no se pueden permitir afirmar. Tanto las animaciones como el diseño de los personajes protagonistas y de los enemigos son consistentes y variados, y las pequeñas secuencias de la historia ponen el remate al aspecto visual que, si bien no podemos negar que es simplista, acompaña con excelencia la aventura de Dokuro.

Pequeños detalles por pulir

El aspecto sonoro, por desgracia, no es tan destacable. Cuenta con efectos y melodías muy adecuadas, pero la banda sonora acabará por hacernos perder los nervios. Aun estando bien compuestas, las melodías que acompañan a la acción se hacen demasiado repetitivas, y cuando estemos intentando superar un puzle complejo, intentando pensar qué hacer frente a la pantalla, volver a escuchar una y otra vez la misma nota no nos será de ninguna ayuda. Queremos dejar bien claro que la composición de la banda sonora es buena, pero su excesiva repetición nos hace echar de menos algunos temas más.

Durante la resolución de puzles, los controles físicos responden de manera notable, rápidos y correctos en todo momento. Los táctiles, por su parte, nos transmiten buenas sensaciones, pero en algunas situaciones parecen ser un poco más exigentes de lo que nos gustaría. A la hora de "dibujar con tiza" –deslizando el dedo sobre la pantalla– para, por ejemplo, unir dos elementos, vemos cómo a veces nos pide una precisión casi absoluta, mientras que otras funciona de manera algo más permisiva. Como apuntamos, no se trata de una constante, sino de algo que hemos experimentado en casos concretos, y que si bien no ha entorpecido la resolución de puzles en términos generales, creemos que ha de ser comentado.

La inteligencia artificial también nos puede jugar algunas malas pasadas, aunque hasta cierto punto esto es algo intencionado. La princesa nunca dejará de andar salvo que encuentre un obstáculo a su paso. No trepará muros, saltará cajas ni se dejará caer a un nivel más bajo. Esto hará que a veces vaya directa y alegremente directa a una pared de pinchos sin importarle lo más mínimo. Esto nos desesperará más de una vez, aunque entre gritos de la índole de "¡pero esta tía es tonta!" acabaremos recordando que el puzle está pensado para ser resuelto así. Otras veces dependemos de la inteligencia artificial de un enemigo para progresar, y en estas ocasiones sí que podemos sentirnos más frustrados, pero tal y como podéis leer tan sólo unas líneas más arriba, nos parecen más pequeños detalles por pulir que errores graves que estropeen la experiencia.

Nos morimos por tus huesos

Dokuro es una gran sorpresa para quienes no lo conozcan, un título que detrás de un atractivo aspecto visual oculta un juego que combina casi a la perfección plataformas y puzles. Tomando como base los clásicos de las dos dimensiones, este título nos ofrece una experiencia difícil, larga y muy interesante, en la que tendremos que estrujarnos los sesos a conciencia para conseguir rescatar a la princesa. Dokuro es un juego muy personal, y que además nos transmite la sensación de estar hecho con mucho cuidado y cariño. Si quieres un juego con el que pasar un buen puñado de horas frente a PlayStation Vita, adictivo y bien adaptado a la jugabilidad portátil, ve a por él inmediatamente. Eso sí, si eres de esos jugadores que prefieren las experiencias más sencillas y de pensar poco, huye.