Análisis Werewolf: The Apocalypse - Earthblood: Hola mi amor, soy yo tu lobo (PS5, PC, Xbox One, PS4, Xbox Series X/S)
No son demasiados los títulos que están llegando en este comienzo de año, por lo que aquellos que se dejan ver tienen más posibilidades de captar la atención de los usuarios por razones evidentes. Sin embargo y por alguna razón el juego que nos ocupa, Werewolf The Apocalyse: Earthblood, no ha conseguido hacerse un hueco entre las obras más esperadas por los usuarios de las que van a aparecer en estos primeros meses… y la verdad es que, después de comprobar los resultados tras haber profundizado en la versión final de esta producción (en su entrega para PS5), no nos extraña demasiado. Y es que estamos ante un juego que desgraciadamente no ha conseguido alcanzar el potencial que debería y que, pese a tener varias ideas bastante buenas y un desarrollo muy variado, en conjunto no ha terminado de cuajar.
Como muchos de vosotros sabéis, estamos ante una conversión en formato videojuego del famoso juego de rol del mismo nombre de White Wolf Publishing. Una licencia interesante que ha ido a parar al estudio francés Cyanide, los mismos que nos han traído obras más o menos reseñables recientemente como Call of Cthulhu o Blood Bowl 3 (otra adaptación de un juego de mesa). Una producción que acapara una narrativa relativamente trabajada y en la que se dan cita un buen puñado de personajes pero que, siendo honestos, a nosotros tampoco es que nos haya parecido nada del otro mundo. Todo gira alrededor de una siniestra compañía, Endron, que viene a ser el brazo armado de Wyrm, una fuerza cósmica que solo deja tras de sí destrucción y caos. Las garras de semejante poder oscuro están causando estragos en la madre Tierra, Gaia, la cual está perdiendo la batalla claramente ante su oponente. O sea y resumiendo, que el mundo se muere y tenemos que salvarlo. Y ahí entra nuestro protagonista, Cahal, junto con su manada de hombres lobo, quienes se han propuesto acabar con dicha organización y su siniestro propósito. En fin, lo de siempre…
Un popurrí de géneros mal integrado
Una vez explicado todo esto conviene meternos en harina. En esencia, estamos ante una producción bastante ambiciosa en lo jugable. Eso es, dado que los desarrolladores han querido dotar a su creación de una jugabilidad bastante diversificada que aglutina una gran cuantía de diferentes elementos de juego. Seguramente muchos de vosotros os alegraréis al escuchar esto, por supuesto… lo que pasa es que hay un pero bastante importante.
Y es que esta aventura en tercera persona no destaca por nada en particular, dado que todos sus componentes nos han parecido demasiado básicos y no especialmente trabajados, echando por tierra parte de su capacidad para resultar entretenido a medio plazo. ¿Y de qué elementos jugables estamos hablando? Pues de bastantes.
Uno de estos aspectos es el sigilo, una de las mecánicas que más gusta integrar a sus producciones a los miembros de Cyanide. En función de cada nivel y su contexto, debemos deambular por los escenarios tratando de pasar desapercibidos. Y si algún enemigo se cruza en nuestro camino, es posible efectuar bajas sigilosas o usar otras "tácticas", como por ejemplo dar un buen uso a la ballesta. La mejor forma de avanzar en estas secciones es hacerlo en forma de lobo, dado que posee una mayor velocidad de desplazamiento y además puede colarse por pequeños huecos de los fondos. La disposición de estas fases nos ha parecido demasiado mundana, con unos enemigos que parecen autómatas y que carecen de una inteligencia artificial demasiado avanzada. Al margen de esto, también es preciso interactuar con ordenadores, cámaras y demás elementos que se dan cita en los escenarios, pudiendo emplear en cualquier momento una especie de visión detective (Penumbra Vision) que resalta los elementos importantes de los fondos. Una cualidad tan funcional como mil veces disfrutada en títulos precedentes.
Luego tenemos las peleas, momentos en los que se pone de manifiesto la naturaleza licántropa de nuestro protagonista, el cual se transforma en hombre lobo para ganar en poder ofensivo y capacidad de maniobra. Los enfrentamientos son bastante frecuentes y es posible adoptar dos stands o posturas diferentes, las cuales potencian la agilidad o la fuerza para adaptarnos a los rivales que tengamos delante. Unos adversarios no demasiado variados pero que, en algunos casos, pueden causar serios daños a nuestro Crinos si usan plata. Estas heridas causadas por este material tan preciado no se regeneran durante el transcurso de la pelea, por lo que conviene esquivarlas a toda costa. A cambio, es posible rellenar un medidor de Rabia que, una vez completado, permite al protagonista obtener las cualidades combinadas de las dos posturas de las que antes os hablábamos. A pesar de estos elementos, el problema es que estos combates nos han parecido muy convencionales y palidecen mucho en relación a los establecidos en multitud de juegos precedentes, lo cual resta bastante interés al título en su conjunto.
Por todo esto, estamos ante una obra que, sobre el papel, posee ingredientes suficientes como para conseguir enganchar a los jugadores con su propuesta. El problema es que la ejecución no ha sido lo acertada que nos hubiera gustado, ofreciendo misiones poco llamativas, peleas para nada espectaculares y un diseño general que nos ha parecido algo desfasado, como si perteneciera a una generación previa. Y algo similar sucede con su apartado visual. El aspecto del protagonista no está mal sin llegar a resultar impactante, si bien nos parece que su carisma es prácticamente nulo. Lo demás es muy normalito, desde las animaciones de los personajes a los diseños de los adversarios, poco detallados y bastante convencionales. El sonido sigue el mismo camino, con efectos que cumplen bien su función, un doblaje correcto (con matices) y una buena cuantía de melodías que amenizan los niveles sin molestar.
Un lobo poco feroz
Es una pena que una obra tan apetecible (dentro de lo que cabe) como era esta, haya acabado siendo un título de esos que pasarán sin pena ni gloria. La idea de poder convertirnos en una especie de hombres lobo salvadores del planeta y cambiar de aspecto en cualquier momento nos parece una idea interesante. Y pintaba todavía mejor cuando iba a ser introducida en una aventura en tercera persona dotada de un buen número de elementos y facetas jugables: sigilo, interacción con diversos personajes y objetos, enfrentamientos contra distintos tipos de adversarios… El principal inconveniente es que cada uno de estos elementos está muy marcado y, peor todavía, ninguno de ellos consigue brillar en ningún sentido. Un juego que no posee personalidad ni carisma ninguno y que tampoco luce un apartado audiovisual de infarto precisamente.
Hemos realizado este análisis en su versión de PS5 con un código proporcionado por Nacon.