Análisis de WRC7 (PS4, PC, Xbox One)
El mundo de la velocidad vive una segunda juventud, lo cual nos alegra mucho. Con Project Cars 2, GT Sport y Forza MotorSport 7 a la vuelta de la esquina, WRC7 tiene varios días para tratar de ganar el favor del público antes de la llegada de dichos pesos pesados del género (cada uno en su estilo).
La nueva propuesta de Kylotonn, los desarrolladores, presenta como principal atractivo el hecho de ser el único título oficial existente basado en el Mundial de Rallies, un gancho bastante apetecible para los seguidores de esta gran disciplina que nos proporciona el mundo del motor.
¿Es suficiente como para convertirse en uno de los grandes del género? Pues por desgracia no, si bien sí que es cierto que esta nueva entrega supone un paso hacia delante para la serie, la cual no terminó de dejarnos un buen sabor de boca en su edición anterior.
Competición algo escasa
En el plano jugable, el título posee de todo, desde aspectos bastante conseguidos a otros que han mejorado en relación a lo experimentado en la pasada entrega y, también, los hay que siguen sin ser lo que esperamos de un título de esta índole. Un resultado un tanto irregular pero que, insistimos, supone un salto cualitativo para la serie, aunque no sea demasiado grande.
Uno de los elementos que se han visto ligeramente mejorados tiene que ver con las sensaciones que nos transmite el título al volante de los coches. En esta ocasión la experiencia de pilotaje es más gratificante en todos los sentidos y, a diferencia de lo sucedido antaño, se nota bastante el contraste cuando pilotamos sobre distintas superficies como asfalto, tierra o nieve, por ejemplo. Es cierto que sigue sin ser perfecta y que comparado con lo que nos ofrece el actual referente del género, el gran DiRT Rally, queda bastante por detrás, pero el avance es evidente.
Esta mejora también ha sido secundada por un sistema de físicas bastante más pulido y realista… aunque a pesar de los esfuerzos realizados por los desarrolladores, no es perfecto. Es cierto que cuando el coche se mantiene en pista transmite cierta sensación de peso, pero esto se va al traste cuando nos salimos de pista o nos topamos, aunque sea ligeramente, con alguno de los elementos que forman parte de los escenarios como piedras o vegetación.
A nosotros nos ha llegado a ocurrir cortar por una curva que albergaba alguna piedra de por medio para, de manera increíble, comprobar justo después cómo nuestro vehículo sufría un accidente en el que daba varias vueltas sobre su eje longitudinal. Un comportamiento de todo menos fehaciente que, en este tipo de títulos, le pasa bastante factura dado que le resta mucho realismo.
En cambio, uno de los factores más llamativos de todos los que posee el juego recae precisamente en la cantidad de vehículos que es posible pilotar. Ya sean del grupo perteneciente a los WRC como a WRC Junior o WRC2, es posible conducir decenas de coches reales pertenecientes a equipos oficiales (55 en total) de Ford, Hyundai, Toyota y muchos otros más.
Esta amplia gama de coches queda complementada debidamente por los 13 rallies oficiales en los que es posible participar, desde el que tiene lugar en Méjico al Rally de Portugal, Cataluña, Finlandia y muchos otros más. Además todos ellos cuentan con una amplia gama de recorridos (más de media centena) y eventos diferentes que tienen lugar a diferentes horas del día y, también, bajo condiciones climáticas fijas pero variadas como lluvia, nieve, seco, etc. Una variedad que se convierte en una de las virtudes principales de esta obra editada por BigBen y que alcanza su culmen con las Etapas Épicas, más largas de lo normal y que suponen un desafío para cualquier tipo de jugador, sobre todo si jugamos en un nivel de dificultad exigente y en plan simulación.
Como suele ocurrir en este tipo de juegos, podemos graduar la dificultad del título y su orientación (más arcade o más simulador) desde las opciones. Y en función de nuestra elección cambia bastante la forma en la que afrontamos cada una de las pruebas, dado que como los coches sufren daños en su estructura, si jugamos en plan simulación total nos costará Dios y ayuda llegar a la línea de meta en cada evento sin destrozar parte de nuestro coche. Un título muy flexible en este apartado que garantiza que pueda ser disfrutado por un amplio número de jugadores.
Lo que no convence tanto son los modos de juego, más que nada porque ni son especialmente originales, lo contrario más bien, ni porque destaquen precisamente por su diversidad ni cuantía. El modo Cerrera es lo que podemos esperar de este tipo de modalidades, aunque ya os avisamos que en este caso carece de la profundidad e interés experimentados en otros juegos de velocidad más recientes como F1 2017, por ejemplo. Esta opción está acompañada de un buen modo a pantalla dividida para dos jugadores, otro online para ocho participantes, los retos eSports de turno… y poco más que llame la atención. Una oferta suficiente pero que se queda sólo en eso, sin mayores alardes.
Algo similar sucede con su presencia gráfica. Durante cada carrera el título ofrece bastante solidez en la creación y renderizado de los escenarios y, sin ser los más bonitos ni detallados que hemos visto nunca, mantienen un nivel aceptable. El modelado de los vehículos no está mal tampoco y la fluidez a la que se desarrollan las pruebas es destacable, pero también nos encontramos con aspectos menos conseguidos.
La perspectiva que nos permite jugar desde el interior del coche, por ejemplo, está de todo menos conseguida y de hecho dista mucho de lo que nos ofrecen la inmensa mayoría de juegos similares: carece de realismo y detalle. Tampoco destaca el sonido que emiten los vehículos y, sin ser malos, parecen un poco "flojos". Y en cuanto a las notas que nos va aportando nuestro copiloto, se agradece el hecho de que hayan sido dobladas a nuestro idioma (como todo el juego), pero a veces falla su sincronización con lo que sucede en carrera.
Luces y sombras
La nueva entrega de la clásica saga WRC nos ofrece una amplia cantidad de vehículos que podemos pilotar, los trazados oficiales que forman parte del Mundial de Rallies y toda la parafernalia oficial de dicha competición. El problema es que, a pesar de la evolución que ha experimentado su apartado técnico y jugable, sigue estando lejos de lo que nos deparan otros juegos similares. Es un título más que decente, pero todavía tiene bastante margen de mejora.
Hemos realizado este análisis en su versión de PS4 con un código proporcionado por Big Ben Interactive.