Análisis de The Gardens Between (PS4, Xbox One, PS5, PC, Switch)
Uno de los géneros más favorecidos con la explosión indie son los puzles. Salvando excepciones como Portal 2, que ya tiene varios años a sus espaldas, no es muy habitual ver superproducciones –o incluso producciones medias, AA- de puzles puros. Siempre hay aventuras donde aparecen estos retos integrados en la acción o el rol, pero de no ser por los juegos independientes, los fans del género estarían bastante huérfanos.
Por suerte hoy día hay muchas opciones para disfrutar de puzles en la distribución digital de consolas, PC y móviles. The Gardens Between es el último lanzamiento que podemos destacar para quienes deseen aparcar los grandes lanzamientos de otoño, la enésima secuela o los juegos deportivos anuales. No es perfecto, pero tiene muchas papeletas para encantar a los jugadores con ganas de relajarse y pensar un poco.
The Gardens Between es una aventura casi minimalista, sin diálogos, y con una ambientación preciosa. Dos jóvenes amigos, Arina y Frendt, viajan por unas extrañas islas que parecen mezclar los recuerdos que han compartido durante los últimos tiempos. Al inicio del juego descubrimos que en estas misteriosas tierras de ensueño se puede controlar el flujo del tiempo, y deberemos colaborar con la pareja para llegar hasta el objetivo de cada isla y avanzar.
Explicar la mecánica es un poco más difícil de lo que es realmente su jugabilidad. No controlamos directamente a ninguno de los protagonistas, no es un Brothers: A Tale of Two Sons, sino que avanzamos o retrocedemos el tiempo. Estos jóvenes avanzan por un camino prefijado hasta que se encuentran con un obstáculo, objetos sobre el camino o saltos imposibles de evitar. Es entonces cuando hay que volver atrás y buscar la interacción con el entorno.
Arina y Frendt sí pueden activar ciertos artilugios que pasan cerca de ellos. La chica suele liderar la exploración y lleva una lámpara que recoge un orbe de luz, necesario para reconstruir ciertos puentes, despejar una niebla que hace de barrera y completar la fase –tienes que llegar con esa luz al portal final-. El chico en cambio suele manipular palancas que, con el tiempo detenido, desplazan objetos o criaturas.
A estas reglas básicas se sumarán obstáculos que pondrán a prueba nuestra comprensión del mundo y la posición de los objetos. Por ejemplo, en generalmente hay que trasladar el orbe pasándolo de la lámpara a unas criaturas cuadradas para que ellas, en su movimiento, logren esquivar unos pequeños agujeros negros.
Hay que admitir que si bien la mayoría de puzles están estupendamente diseñados, encontraremos pequeñas mecánicas que no están bien explicadas durante la primera vez que aparecen. Por ejemplo, en ocasiones hay que utilizar el peso de los personajes para romper un objeto, y eso es algo que descubriremos casi por casualidad. Hay pocas ocasiones de este tipo, pero cuando aparecen son un poco tramposas.
La parte positiva de The Gardens Between es que es muy ingenioso, y tras unos primeros puzles muy sencillos, quizás demasiado, el juego sabe combinar todas las mecánicas que se han ido aprendiendo por separado para dar un puzle complejo y divertido. Hay pequeños instantes en los que quedarás bloqueado, pero una vez encuentras la lógica o el orden de tus acciones, la prueba es mucho más reconfortante.
La parte negativa, que es la que realmente impide que el juego sea sobresaliente, es su duración. Cada isla de The Gardens Between se puede completar aproximadamente entre cinco y diez minutos –como siempre, depende de lo clara que tengas la resolución-, y en total hay menos de una veintena de localizaciones. Así que, si te lo propones, puede completarse de un tirón –en menos de tres horas-, y no hay mucho incentivo para la rejugada; hay otros juegos de puzles, por ejemplo, que plantean objetivos secundarios o valoraciones según el tiempo que hemos tardado en superar la fase.
Lo que tenemos por tanto es un juego brillante, con momentos de genialidad, pero que se pasa en un suspiro y nos deja con ganas de más. Nos ha recordado a Monument Valley –por la sensación que nos deja, no por las mecánicas que son completamente diferentes-, un destacado juego de puzles pero que terminaba justo cuando la dificultad empezaba a arrancar. Los mejores puzles de The Gardens Between son perfectos, sin embargo en conjunto no destapa todo su potencial.
En cuanto a los gráficos, el juego derrocha arte. Cada isla tiene su paleta de colores propia y mobiliario disperso por la montaña. En más de una ocasión tendrás la tentación de pararte un momento a ver el paisaje, sobre todo porque la relajante banda sonora, que se adapta con los cambios del tiempo, pone la guinda a la ambientación sin buscar protagonismo ni molestar a nuestro tiempo pensando en la solución al puzle. Es incluso más agradable de jugar que lo que se puede intuir por las capturas.
Conclusiones
The Gardens Between tenía a tiro de piedra convertirse en un clásico moderno del género, y no en vano su base jugable tiene similitudes con algunos de los niveles de Braid. La mezcla de personajes entrañables, la historia de nostalgia que nos cuenta con apenas unas escenas, la inteligencia de los puzles o el buen gusto audiovisual difícilmente decepcionarán a cualquiera que lo pruebe, y lo recomendamos sin miedo a equivocarnos.
Una lástima que el contenido no sea mayor o que echemos en falta un punto más de dificultad. Es cierto que a que a veces alargar una experiencia puede ser contraproducente, pero en este caso no nos habría importado una mayor cantidad de pruebas o incentivos para rejugar las fases. En cualquier caso, una grata sorpresa que sin duda merece la atención de los adictos a los puzles.
Hemos realizado este análisis en PS4 Pro con una código de descarga proporcionado por The Voxel Agents.