Análisis de Paperbound (PS4, PC)
Uno de los secretos de muchos juegos independientes de éxito es tomar un concepto adictivo y presentarlo sin apenas adornos ni complejidad. Diversión arcade que en el fondo es lo que tanto gustaba en los 80 y principios de 90, y que hoy día es muy válido para juegos de portátil o partidas rápidas en juegos descargables. Paperbound cae en este tipo: combate multijugador puro y duro, para partidas fugaces, piques sanos y revanchas eternas. Eso es lo bueno: entretenimiento instantáneo. ¿Lo malo? Puede ser escaso para un determinado público.
Estamos ante un juego de lucha para cuatro jugadores en local. Exclusivamente en local, y ese es el primer punto negro de su propuesta, que nos parece increíble que no contemple una modalidad online siendo como es su base jugable.
A veces se echa en falta lo contrario, hay propuestas que ganarían mucho con pantalla partida, pero siempre se puede alegar problemas técnicos –si hay una gran demanda gráfica-; lo de Paperbound no tiene mucha explicación.
En este caso concreto la ausencia de juego en red hace que el juego no encuentre bien su hueco en nuestro tiempo de ocio. Hay un tipo de títulos en el catálogo de cualquier jugón que tiene sentido entre partidas a aventuras más densas, juegos que escoges casi sin pensar. Prácticamente todos hemos pensado tras superar un juego de rol "ahora voy a darle 30 minutos a este otro". Bien, pero Paperbound necesita amigos cercanos y motivados que quieran jugar cuando a ti te apetece. Por eso el multijugador online es tan obligatorio aquí: te ofrece siempre competidores. Y sin ellos, Paperbound queda en nada.
La mecánica es sencilla: acabar con el resto de usuarios con un arsenal mínimo, un tajo en las distancias cortas, el lanzamiento de tijeras como proyectil y el uso de una bomba de tinta. A todo esto se suma el control de la gravedad de tu personaje, que hace la lucha muy frenética y en cualquier dirección posible, en paredes laterales, en el techo o repartiendo mandobles durante una caída. Es una especie de versión competitiva del juego de plataformas VVVVVV, que por cierto, está como homenaje junto al personajes de Guacamelee, Monaco, Tumblestone y Cards and Castles. Hay también una serie de personajes originales basados, más o menos, en los cuentos y novelas de los diferentes escenarios de esta aventura.
No se puede negar que el control funciona bien y que dentro de sus limitadas posibilidades la jugabilidad tiene sus detalles, por ejemplo devolver bombas y tijeras con un espadazo o cruzar armas si impactan simultáneamente. Hay fases con trampas móviles, superficies letales, diseños simples, complejos, con muchas plataformas e irregulares, en definitiva, el concepto está bien exprimido en todo lo que puede dar de sí. Una mayor cantidad de armas o potenciadores daría más variedad, aunque está claro que se ha querido buscar deliberadamente un sistema sin mucha profundidad. No es que sea malo, es una opción tan válida como otra cualquiera.
Paperbound es adictivo y fácil de aprender, pero también queda en un mero prototipo de lo que podría ser con algo más de trabajo, y no hace falta repetir una vez más la ausencia de online. Para comenzar, es un lanzamiento centrado en el multijugador, sin ningún modo pensado expresamente para el jugador solitario. No hay arcade, ni historia que dé un poco de contexto a los combates, ni un tutorial con el que practicar los controles.
Incluye al menos la opción de jugar contra la inteligencia artificial en cualquiera de las opciones ocupando uno de los tres puestos libres –o los tres-, sin embargo resulta que los bots tienen un comportamiento un tanto cuestionable. La mayoría del tiempo hacen bien su trabajo, luchan entre ellos y contra ti, a veces cometen errores y otras veces juegan bien, muestran algo de personalidad, nada que reprochar en esto. Pero ocasionalmente quedan paralizados y sólo reaccionan cuando otro personaje está cerca, y esto se puede comprobar especialmente cuando quedan dos IA luchando entre sí –casi de ser los dos últimos supervivientes-. Aunque no sea un error terrible, es otro agravante para el jugador solitario, al que no recomendamos que se plantee la compra.
Si decides jugar en compañía tenemos dos opciones principales, todos contra todos o por equipos. Dependiendo de la elección hay varias modalidades, entre ellas una especie de captura de la bandera –en este caso, una pluma-. Un toque es una muerte, y eso hace que recorrer el mapa de un extremo a otro sea más complicado de lo que parece, jugar en equipos pide buena coordinación. En la diversión juega un papel importante el escenario escogido, ya que por su variedad hay pantallas más recomendadas para cada modo de juego.
No obstante, aunque hay ajustes para personalizar el combate –número de vidas, etc.- los cuatro modos –clásico versus, sovrerivivente (sic.), viva el rey y captura la pluma- saben a muy poco. Se compensa en cierta manera con la diversidad de las fases, que cambian drásticamente la forma de jugar. También, ten en cuenta, que la inteligencia artificial no tiene inconveniente en jugar del revés, mientras que para los jugadores humanos no es tan cómodo; hay fases donde esto se nota mucho.
Paperbound es por todo lo anterior un juego que empieza con buen pie, pero que no está del todo pulido. Hay una serie de errores incómodos entre los que se encuentra una mala visibilidad de nuestro personaje. Sí, el estilo de dibujos realizados a mano complica en exceso el fondo y el primer plano, y el minúsculo tamaño de cada jugador –y todas sus posibles variantes de color- hace que realmente sea difícil encontrar nuestra criatura tras una muerte. A veces, moriremos al segundo de volver por el caos de la pantalla, un caos provocado más por el estilo gráfico que por lo que sucede realmente en la partida.
Hay buena música, ninguna voz, y aunque los gráficos no nos han impresionado mucho, en parte por las implicaciones que tienen en afectar negativamente a la jugabilidad, al menos derrocha carisma. Una personalidad que no gustará a todos, por supuesto. Cada grupo de niveles, agrupados en forma de libros, trata temas de terror, Egipto, Japón y hasta El Señor de los Anillos –por tanto, una de las fases presenta al gran ojo de Sauron en el centro del mapa-. Hay pequeños toques de efectos especiales de los cuales el más llamativo son las partículas de polvo en suspensión, que en la máxima configuración, ensucian mucho la imagen y reaccionan al paso de los personajes.
Conclusiones
Un lanzamiento repetitivo y rejugable -no se trata de una contradicción- exclusivamente multijugador sin modo online en 2015 no puede ser calificado más que de incompleto. Y aunque es entretenido, mucho si se dan las circunstancias de compañeros con ganas de esta competición, no pasa de ser un juego para partidas muy cortas que se olvidan rápido.
Sin que el precio de Paperbound sea disparatado, 10 euros, para su contenido sí es elevado. Faltan más modos y un punto de brillantez de TowerFall Ascension. Limitaciones que en resumen lastran la diversión a medio y largo plazo.