Análisis de Omega Quintet (PS4, PC)
La cantidad de producciones japonesas en PlayStation 4 todavía no es muy numerosa, pero si comparamos con los datos de su predecesora el balance es positivo. Y no sólo las grandes editoras niponas, todos esos equipos pequeños -Compile Heart, Atlus, NIS- que dan cuerpo a un catálogo se han apuntado rápido al carro de la generación actual. Cierto, hay mucho lanzamiento que claramente pertenecía a PS3 reconvertido a la nueva plataforma, y Omega Quintet es uno de ellos. ¿O no? También puede que sea simple estrategia de Idea Factory para desarrollar productos poco costosos acordes con las expectativas de ventas.
Sea como fuere, Omega Quintet es un título para PS4, pese a que prácticamente todo en él recuerda a la pasada generación y el sistema de juego es el habitual al que nos tiene acostumbrado este estudio, sean Hyperdimension Neptunia o Fairy Fencer F. La diferencia está en que se trata de una historia completamente nueva y pertenece a la categoría Galapagos RPG; no se aleja mucho sin embargo del estilo conocido, esto es, un elenco casi totalmente compuesto de protagonistas en faldita corta, momentos picantes y humor surrealista.
El argumento nos cuenta una terrible amenaza para la humanidad con la aparición de unos monstruos. Está lejos de ser una historia oscura, muy al contrario, quienes mejor pueden enfrentarse a este peligro son las Verse Maiden, unas chicas con poderes mágicos y musicales.
El público adora a estas chicas que causan el mismo furor que AKB48 en la vida real, pero recuerda, las Verse también salvan nuestro mundo. Una joven con este poder formará su propio grupo idol, resolviendo así misiones a golpe de ritmos pegadizos.
A diferencia de Neptunia, donde las chicas representaban a las principales consolas, Omega Quintet toca el tema de las idol, los grupos de cantantes tan populares en Asia. En Occidente al menos nos parece que la historia de Neptunia tenía más interés por toda la parte de parodia de la industria, mientras que el juego que nos ocupa también tiene sus burlas a este mundillo, pero sencillamente son más difíciles de entender.
En la jugabilidad no difiere demasiado de otras aventuras roleras de Compile Heart. Esto supone sencillas mazmorras donde encontramos algunos objetos útiles por su recorrido y combates por turnos que, en este caso, no es un calco de Neptunia. A diferencia de esa serie que actualmente se decanta más por libertad de movimientos dentro de un área limitada, Omega Quintet utiliza un sistema más tradicional de personajes frente a frente, no sin ciertos cambios que le dan una profundidad mayor que otros JRPG.
Por ejemplo, hay una cantidad respetable de armas y cada una tiene su rango de acción que afecta a su efectividad. Un indicador de turnos –que Final Fantasy X estandarizó- indica la posición de nuestras chicas; a ataques o magias más fuertes, un mayor retraso. No siempre interesa utilizar toda la fuerza bruta, porque ajustando los turnos de las cinco chicas de manera consecutiva se activa la opción de armonía, ataques de varias Verse donde luego se pueden añadir habilidades para una mayor devastación. El espíritu de grupo popero convierte la colaboración en una táctica muy importante, de modo que habilidades individuales pueden fusionarse en otra si se dan las circunstancias concretas.
Los enemigos tienen una especie de escudo o resistencia que una vez roto temporalmente reciben más daño, lo que cambia nuestro orden de prioridad para ser más efectivos. Inspirado por Final Fantasy XIII, podemos colocar varios comandos en cadena –con una interfaz que recuerda sospechosamente al juego de Square Enix- y usar apoyo del manager Takt, el protagonista masculino que si bien no participa activamente puede realizar acciones de defensa o de cara a la estrategia, retrasar la posición de los enemigos.
Desde el inicio descubrimos que los combates de estas chicas se retransmiten en esas grandes pantallas urbanas que tanto gustan en las capitales más modernas. La partida –recibir golpes, dañar al enemigo, etc- afecta a las emociones de la audiencia –el medidor Voltage- y esto a su vez afecta al transcurso de la batalla con ventajas tipo obtener más experiencia.
Los desarrolladores han introducido un sistema de rotura de ropa -¡vaya por Dios!- que emociona al público con resultados positivos, o negativos si esta exposición es demasiado prolongada. Esta cuestión de ropa rasgada tiene como principal propósito el que estás imaginando, ver bragas, pero al menos está integrado de manera creíble para esta temática, más o menos. Se puede añadir efectos especiales a la ropa y a cada equipamiento va asociado el valor de resistencia que se desgasta con la lucha. La degradación total destroza por completo la tela, dejando en paños menores a las protagonistas.
No sería un juego de grupos musicales sin concierto, o modo concierto. Al entrar en esta fase del combate la audiencia nos realizará peticiones de todo tipo relacionadas con la partida, en general de derrotar a un enemigo o usar un ítem concreto. Ignorar o fallar los encargos no penaliza, pero cumplirlo mejorará aún más el indicador Voltage.
Hay muchos otros parámetros del combate, como los Flash Effect o el bonus Overkill. Aunque Omega Quintet no aporta demasiado novedoso al trilladísimo género del rol, sí está bastante trabajado si lo comparamos con otros RPG del mismo presupuesto. Lo que puede jugar en su contra quizás sea ese toque humorístico/pervertido que no gustará a los jugones más tradicionales, mientras el usuario de Neptunia se sentirá como pez en el agua con este tono erotico-festivo.
Los escenarios a visitar ofrecen el catálogo típico y tópico de Idea Factory: bosques, ciudades futuristas, ruinas, cuevas, fábricas… Lástima que el juego no sea más ambicioso en el diseño de la exploración, y no pedimos intrincados escenarios al nivel de Bloodborne, simplemente algo menos genérico y frío. Eso sí, además de los pequeños saltos, esta vez podemos cambiar de personaje principal para aprovechar diferentes habilidades en el recorrido: localizar ítems ocultos, abrir camino, apertura de puertas o pasar inadvertidamente entre los monstruos. Mencionar que los desarrolladores han introducido un gag menos gracioso de lo que pensaron: si inclinas la cámara un poco, las chicas querrán tapar las vergüenzas que las faldas apenas cubre; a la tercera vez que sucede por accidente empezará a cansar.
El problema de Omega Quintet es similar al del resto de producción de Compile Heart/Idea Factory: aunque el sistema de combate sea decente, o como es el caso, un poco por encima de la media, el resto de apartados no da la talla. La parte de novela visual es muy extensa, y a menos que adores estos personajes estereotipados –cada una con personalidad muy marcada-, te costará seguir los acontecimientos. Los textos nos llegan en inglés –doblaje inglés y japonés-, y usa los típicos retratos ligerísimamente animados, principalmente para dar volumen a los pechos. Esperábamos esta manera de narrar la historia, pero no por ello es menos mejorable.
Por otra parte las mazmorras son tan anodinas y repetitivas como las de Neptunia, un mero trámite de ir del punto A al B que no entretiene mucho. Los jugadores incondicionales de esta desarrolladora estarán acostumbrados a esta mecánica que no parece evolucionar con el paso de los años. Cambian los combates, jugamos incluso a diferentes sagas, pero el estudio tiene una única manera de hacer sus JRPG: o los tomas o los dejas.
Hay algo bueno que decir de los gráficos de Omega Quintet, y es que por fin un juego de rol de esta desarrolladora corre bien en consola. Las revisiones para PS Vita de la saga Hyperdimension Neptunia habían pulido la atroz tasa de imágenes por segundo de los primeros en PlayStation 3, aún sin aprovechar la portátil. No es que Omega Quintet lo haga, porque en comparación, estamos en las mismas: son modelados y texturas dignas de hace una década, pero al menos es fluido y no molesta tanto. Apenas hay algún efecto novedoso respecto a PS3 como abusar más del desenfoque de campo y que la mayor definición sienta bien al cel shading.
Siendo un tema importante para la ambientación, la música es buena a menos que detestes el pop japonés. La creación opcional de vídeos musicales está muy cuidada para a ser un extra dentro de un juego de rol. De hecho, hasta es más flexible y entretenido que Hyperdimension Neptunia: Producing Perfection, el spin off de PS Vita que quedó lejos de lo que deseábamos –Persona 4 Dancing All the Night parece apuntar muchas mejores maneras-.
Conclusiones
Es bueno ver que el rol japonés se apunta a la actual generación de manera más temprana que en la pasada, y que hay espacio todavía en el mercado para todo lo que no sea Final Fantasy o Kingdom Hearts. ¿La calidad? Ese es otro tema, y Omega Quintet es una coctelera de ideas buenas y realización regular a la que Compile Heart nos tiene acostumbrados.
Por el momento ni con el salto de plataforma parece que haya indicios de cambio, de buscar una mayor ambición. Compile Heart está cómoda con su fórmula y por el momento toman el camino más conservador. En definitiva, un Neptunia disfrazado bajo ritmos musicales que no consigue tener identidad propia ni el carisma de las diosas consoleras, demasiado centrado en satisfacer a los fans y no en adaptarse para atraer a nuevos.