Análisis de Need for Speed (PS4, Xbox One)
Hablar de juegos de mundo abierto sin hablar de Criterion es poco menos que imposible. El estudio británico que firmó una de las mejores sagas de conducción arcade de todos los tiempos –con un inolvidable Burnout 3: Takedown– remató esta serie con Burnout Paradise, llevando la conducción al mundo abierto. Quizás esta entrega hizo que se perdiera parte de ese frenesí constante que nos ofrecían las entregas originales, pero no cabe duda de que sentaron las bases del futuro de los juegos de conducción.
Ha llovido mucho desde entonces, y Electronic Arts ha dejado a Criterion como un estudio menor a cargo de un proyecto de deportes extremos sobre el que apenas se conocen detalles. Su lugar lo toma ahora Ghost Games, encargados de mantener parte del espíritu de Burnout Paradise vivo bajo la marca Need for Speed. Hoy os vamos a hablar de su última entrega, llamada simplemente Need for Speed, que retorna a las carreras underground y el tuning.
Domina la calle
Need for Speed es un juego de carreras de mundo abierto en el que volvemos a meternos en el mundo de las carreras ilegales nocturnas. La historia, ya os lo podéis imaginar, no puede ser más típica. Somos un el típico chaval un pelín pringado que es bueno al volante, y nuestros contactos en el mundo de la noche nos van guiando por este mundillo para que nos vayamos enfrentando a los mejores corredores y nos convirtamos en el amo del cotarro.
Si habéis jugado a alguno de los últimos Need for Speed o el mencionado Burnout Paradise, ya sabéis lo que os espera aquí. Repartidas por el mapa –razonablemente amplio, más que correcto para este título– encontraremos una serie de pruebas, primarias y secundarias, que nos irán permitiendo conseguir experiencia y dinero para subir de nivel, comprar nuevos coches o tunear los nuestros. Obviamente, las primarias nos ayudan a avanzar en la historia, y las secundarias son adicionales para conseguir el cien por cien o más experiencia y dinero. Dicho sea de paso, también hay coleccionables (fotos, piezas) que ayudan a animarnos a explorar.
Las misiones no son particularmente originales, y la mayoría se limitan a carreras y contrarrelojes contra uno o más corredores. También tienen gran presencia las pruebas de derrape, mecánica que es una de las bases jugables. Derrapar es imprescindible para competir en Need for Speed, y nos llevará un tiempo acostumbrarnos a ello. El control de los coches es muy arcade, y acaba siendo bastante exigente en las últimas pruebas. Además, está muy bien diferenciado entre los diferentes vehículos.
En cualquier caso, no quiere convertirse en uno de esos juegos difíciles de dominar, sino más bien que quiere ofrecer el desafío necesario para que sintamos que hay progresión y satisfacernos con la victoria. De hecho, no tiene ni cambio de marcha manual, así que si estáis acostumbrados a este sistema de control vais a echarlo bastante de menos. Lo mismo sucede con la cámara interior. Tenemos una en el capó y una en el frontal del coche desde la que sólo se ve la carretera, pero el resto, más o menos lejanas, son sólo externas, y no hay ninguna de cabina o habitáculo.
Ahora que mencionamos la carretera, algo curioso es que el ambiente nocturno casi perenne tiene su explicación: darnos carreteras vacías y amplias donde conducir "tranquilamente". En Need for Speed no vamos a encontrarnos con decenas de coches complicándonos la circulación. Sí, hay vehículos por la carretera, pero no demasiados. En general, sospechamos que Ghost Games quería conseguir la sensación de carreras callejeras sin agobiar al corredor con tráfico excesivo.
Need for Speed también ha generado cierta polémica por necesitar estar siempre conectado a internet. La verdad es que, con el juego por delante, no terminamos de entender por qué. Sí, hay otros corredores a los que podemos desafiar si nos cruzamos con ellos por el mapa, opciones, estadísticas y demás, pero nada que de verdad justifique el estar conectados cuando sólo queremos hacer misiones del modo historia. De un modo u otro, si vais a jugar online, os animamos a hacerlo con amigos. De otra manera puede ser tedioso y aburrido gracias a un sistema demasiado exigente para buscar partidas.
Su principal carencia, probablemente, es la falta de innovación. Creemos que no hay nada que no hayamos visto antes en otro juego de la saga, y si nos hemos jugado los últimos, apenas notaremos que varía la ambientación y la integración de las modificaciones. Como ya decimos, con una fórmula tan agotada, estaría bien que al menos el juego introdujese novedades notables para mantenerlo fresco, pero éstas brillan por su ausencia. Y de hecho algunos elementos del juego parecen incluidos sin convicción, como una policía absurdamente fácil de eludir, que no aporta nada interesante.
El ‘tuning’, como nunca antes
Los amantes del tuning son los que van a disfrutar más con Need for Speed. La cantidad de posibilidades que guarda este título es enorme, y tenemos la oportunidad de modificar prácticamente cualquier parte del exterior de nuestro vehículo, así como muchas partes mecánicas no visibles, que afectan al rendimiento del vehículo. Y sí, una de ellas es el óxido nitroso, muy útil para arañar segundos y posiciones, aunque lejos de ser el "cohete" que hemos visto en otros juegos.
En lo que respecta a la carrocería, es posible editarla prácticamente en su totalidad. No sólo podemos comprar nuevas piezas para alterar la apariencia del vehículo, sino que además es posible modificar algunas de ellas. Por ejemplo, en el caso de las llantas, podemos editar el color y el tamaño de éstas, e incluso podemos tener un modelo y/o unos colores en las llantas delanteras y otro las traseras.
Sobra decir que podemos elegir la pintura, combinar diferentes estilos y colores y multitud de pegatinas. En lo que respecta a la pintura como tal, que se aplica a más piezas, podemos seleccionar el color, el brillo y lo metálica que queremos que sea, haciendo casi imposible que no encontremos el tono que estamos buscando.
Por si esto fuera poco, podemos modificar otros aspectos como la tracción –algo muy importante para que el derrape esté a nuestro gusto–, el ancho de la carrocería, la separación entre las ruedas y su inclinación, la altura de nuestro coche con respecto al suelo –tanto por la parte delantera como por la trasera– y otros muchos pequeños detalles para hacer que cada coche sea verdaderamente nuestro.
Además, estos ajustes hacen que varíe cómo enfocamos el juego. Ya decíamos antes que derrapar es imprescindible, pero si preferimos una conducción más controlada, también podemos hacerlo, cambiando prácticamente por completo la jugabilidad. Aparte, es interesante tener varios vehículos con varias configuraciones, ya que en función de nuestro estilo de juego conseguiremos puntos en una u otra categoría (velocidad, estilo, tuneado, equipo, forajido), y que si bien a grandes rasgos acaba siendo un tanto secundario, para según qué misiones está bien tenerlo en cuenta.
La selección de coches es muy buena, y tenemos 51 modelos diferentes que van desde auténticos clásicos más propios de chatarrerías que de talleres de tuning a espectaculares superdeportivos. Todos tienen su propia personalidad, y con tantas opciones, incluso de los coches menos prometedores podemos hacer máquinas dignas de competir en este mundillo. Y os recordamos que no todas las mejoras son estéticas, por lo que con un buen interior la carrocería puede ser lo de menos.
La búsqueda del fotorrealismo
El motor Frostbite sigue sorprendiendo, y nos ofrece un juego que en algunos momentos llega a ser sencillamente fotorrealista. Es cierto que se escuda en lo "espectacular" –siempre es de noche, o casi de noche, y con el asfalto mojado–, pero los resultados hablan por sí solos. Por momentos puede pecar un poco de genérico, pero creemos que la mayoría de las veces es un título que sorprende en lo gráfico, con muy buenos detalles y daños en los vehículos, y aun funcionando a 30 imágenes por segundo -con algunas caídas puntuales-, la respuesta de los controles es muy buena.
Eso sí, nos vuelve a chocar que no haya un modo foto propiamente dicho. La gente subiría fotos espectaculares a las redes sociales y EA tendría publicidad gratuita, pero no. Podemos capturar pantallas con el R3, pero no hacer fotos modificando parámetros o la cámara. Esto nos parece una pena, porque no sólo nos permitiría disfrutar con mayor acierto de lo que los chicos de Ghost Games han conseguido en lo visual, sino que además alargaría la vida útil a un juego que nos llega algo escaso de contenidos para el tipo de título que es.
En cualquier caso, los gráficos se entremezclan con secuencias de vídeo real que vemos desde una perspectiva en primera persona, que, junto a las llamadas telefónicas, nos van contando la historia. Se trata de una historia tipiquísima, y encima bastante poco creíble, con un ambiente extremadamente "buenrollero", chicos supersanos y una rivalidad bastante amigable. Eso sí, la integración del juego y las secuencias de vídeo real nos parece acertada, y a veces se integran los coches virtuales con las imágenes reales de tal manera que hasta cuesta distinguirlo.
En lo sonoro, acompaña una banda sonora con mucha electrónica que se adapta a la perfección al ambiente de las carreras, y además, cuyo volumen se ajusta de manera dinámica a lo que acontece en pantalla. Si vamos a toda velocidad la música sonará más alta que si nos paramos, y esto nos ayuda a meternos en situación, y le da más emoción a las carreras. De hecho, muchas veces incluso nos motiva cuando simplemente vamos de un punto a otro.
Need for Speed nos llega completamente en castellano. Por supuesto, hay que agradecer el esfuerzo a Electronic Arts, aunque como suele ser habitual, adaptar a otro idioma este típico ambiente underground siempre lo hace sonar un tanto forzado. En cualquier caso, hay que aplaudir la inclusión de voces en castellano, y más cuando, gracias a ellas, podremos conducir tranquilamente sin tener que leer subtítulo, escuchando todo en nuestro idioma.
Sin novedades notables, pero entretenido de principio a fin
Need for Speed es un juego de contrastes. Es divertido de principio a fin, aunque quizás también porque nos llega un poco escaso de contenidos, y es más fácil de completar antes de que nos aburramos. Es también un título que no introduce novedades notables, pero sí recupera algunas características de entregas anteriores que pueden llegar a sentirse nuevas. Por supuesto, si estás cansado de la fórmula de Burnout Paradise, lo ideal es que te mantengas alejado de este título. Si, por el contrario, aún sigues disfrutando de los juegos de coches en mundo abierto, Need for Speed se merece una oportunidad. Y si ya, además, disfrutas del tuning, no puedes perdértelo.