Análisis de Journey (PS4, PC)
Journey para PlayStation 4 se ha hecho esperar más de la cuenta. Mencionado por primera vez en 2013 para ser desmentido, luego rumoreado y finalmente anunciado de manera oficial, nos llega ahora bajo la categoría cross-buy. Este tipo de juegos no dejan de ser remasterizaciones de juegos descargables, pero con la ventaja de no tener ningún coste para los poseedores del original; bueno para los primeros compradores, y bueno para quien, por alguna razón, se lo perdió.
Estamos ante una versión idéntica a la original exceptuando los apartados técnicos, los imprescindibles en estos casos. Os recomendamos leer nuestra opinión de 2012 donde explicamos porqué nos pareció una experiencia inolvidable, a sabiendas de lo polémico que es su planteamiento. De hecho, sus detractores critican la falta de aspectos jugables, competitivos y tradicionales: no es un juego de puzles, no hay retos mentales o de habilidad. Journey pueden ser tres horas de viaje fantástico o el exponente del hipsterismo independiente, y quizás no sean definiciones excluyentes. Juégalo y da tu veredicto, difícilmente te decepcionará.
Un viaje relajante
En Journey exploramos unas tierras desérticas de una antigua civilización. Nuestro objetivo es avanzar hasta una montaña que se vislumbra en el horizonte y descubrir los misterios que guardan las ruinas, cuevas y otros lugares que evitaremos mencionar para aquellos que todavía no han dado su primer paso. La pregunta más repetida es ¿cómo se juega? ¿Qué hay que hacer? Nuestro encapuchado personaje tiene apenas un movimiento para flotar y saltar unos breves instantes en el aire, indicados en el tamaño de su bufanda. La prenda de ropa se extiende más y más según recogemos unos símbolos del escenario –unos visibles y algunos un poco ocultos-, pero siguiendo la filosofía de evitar casi cualquier momento estresante, no es un coleccionable vital.
En algunos tramos se trata de nada más –y nada menos- que de disfrutar del paisaje o de la parte zen, la fluidez del control que ya exploró flOwer. En otras secciones hay que activar algún tipo de interruptor que abre nuestro camino interactuando con objetos del escenario. No hay muertes, y el juego se puede superar en algo menos de tres horas, una sesión de juego que recomendamos hacerla de un tirón.
Journey se convirtió en un éxito de críticas y casi más sorprendente, de ventas. Para este juego, thatgamecompany apostó por algo más ambicioso que el juego protagonizado por un pétalo al añadir, además de una pequeña historia que se narra con pequeñas secuencias de tapices, una función online un tanto curiosa –de lo más original en el uso del multijugador desde la saga Souls de FromSoftware-.
La gracia de jugar con la consola conectada a Internet es que cerca del inicio, una vez superada la parte de tutorial, es fácil que nos encontremos con otro usuario. También mudo, a excepción de un grito o canto que se puede utilizar para llamar la atención, e igual de despistado que nosotros. Aunque el juego es perfectamente superable en solitario, porque no hay ningún puzle de cooperación, lo anormal de Journey es que empareje a dos desconocidos aleatoriamente que terminan por acompañarse –pese a que no es necesario-, caminando a la misma velocidad, esperando si hace falta o señalando puntos interesantes del lugar. Para tu primera partida juégalo así, y quizás tengas la suerte de encontrar a otro novato.
Journey no sería lo que es si todas sus piezas no encajasen tan bien, incluyendo un personalísimo estilo artístico y la premiada música de Austin Wintory, que todavía se mantiene como su obra más sobresaliente dentro de un historial brillante -The Banner Saga, Monaco: What's Yours Is Mine o The Order: 1886 junto a Jason Graves, por citar sólo las más conocidas-. A excepción de un recopilatorio de Guitar Hero III, fue la banda sonora de un videojuego que más alto llegó en ventas de discos, y el primer juego en obtener un Grammy por este apartado.
Su paso a PlayStation 4 trae las habituales dos mejoras de una remasterización: resolución y tasa de imágenes por segundo. Los 1080p destacan sobre todo la textura de la arena, que realmente es la única con un aspecto detallado –el resto, es de colores más planos-. La calidad de imagen ayuda a realzar la sensación de pintura en movimiento del original, ya que desaparecen dientes de sierra y los objetos a la lejanía son más nítidos. Las 60 imágenes por segundo se aprecien más en las escenas de gran velocidad, que hay algunas muy espectaculares; no obstante la mayor parte del tiempo es un juego de ritmo lento donde esta mejora no destaca tanto.
De tratarse de una remasterización pura y dura penalizaríamos en la nota final la falta de contenido nuevo. Carece de extras –documental, galería de arte- o incluso de trofeos diferentes. Decíamos al principio que este caso es diferente a las colecciones HD: es cross-buy, y no necesitamos valorar de nuevo el valor por pagar una segunda ocasión.
Conclusiones
No podemos negar que todo lo que rodea a este título de thatgamecompany gira sobre la subjetividad y no tanto de analizar el diseño de niveles, su control, la profundidad de acciones o las horas frente a la pantalla. Journey tiene otras pretensiones y, como concluimos en el primer análisis, es bueno que se exploren nuevas ideas alejadas de la corriente comercial. Hay suficiente catálogo para contentar a todos los jugadores.
La conversión es buena, y todavía más espectacular en pantalla grande, si bien no se trata de un juego puntero en lo técnico que necesitase retoques visuales para sorprender. Por eso nos pareció un juego redondo. Si conectas con él, cumple sus objetivos como sólo los clásicos logran. Y los jugadores seguirán recordando dentro de una década el descenso por la colina con la puesta de sol, sus momentos más tétricos y el emocionante final. No hay mejor vara de medir y más fiable que el paso del tiempo, y Journey supera la prueba de manera envidiable.