Análisis Home Sweet Home, terror y sigilo tailandés (PS4)
Tradicionalmente, la mayoría de los juegos se han basado en culturas occidentales o en la japonesa, ya que, tradicionalmente, la mayoría de los desarrolladores provenían de éstas. Gracias al boom independiente, hemos podido descubrir juegos inspirados por otras culturas, algo especialmente interesante en los juegos de terror. Hoy sumamos un nuevo ejemplo, Home Sweet Home, donde los mitos tailandeses se encargarán de hacernos pasar un mal trago.
Pesadillas en primera persona
Home Sweet Home es un juego de terror, sigilo y puzles en primera persona ambientando en Tailandia, con criaturas, temáticas y situaciones inspiradas por la cultura y mitología de país. Es un juego muy sencillo en lo jugable y con un diseño muy tradicional dentro de los survival horror aunque, como decimos, está principalmente orientado a la infiltración, ya que no tenemos ningún tipo de armas para defendernos.
En esta aventura vamos a descubrir la historia de Tim, cuya esposa ha desaparecido. Al más puro Silent Hill 4: The Room, Tim está atrapado en su casa, en la que están ocurriendo fenómenos paranormales, pero, además, a través de ciertas partes de ésta puede acceder a lugares completamente diferentes donde habitan extrañas criaturas.
Así, tendremos que recorrer diferentes escenarios, buscando objetos que combinar, llaves con las que abrir puertas o averiguar códigos para acceder a ciertas zonas, todo ello evitando que los enemigos nos vean o nos alcancen. Estando totalmente indefensos, si nos alcanzan estamos muertos. Generalmente, esta idea funciona bien, ya que tenemos multitud de opciones para pasar desapercibidos, pero no siempre es así.
Algo que criticamos en el reciente Layers of Fear 2 fue el ensayo y error en la persecución contra la criatura, y hay ciertos momentos en los que Home Sweet Home comete ese error también. De hecho, el primer encuentro con un enemigo nos obliga a averiguar que tenemos que darnos media vuelta, correr, cerrar una puerta y escondernos en una taquilla en cuestión de segundos, algo muy difícil de intuir a la primera. El enemigo nos va a matar en varias ocasiones, y el juego nos va a obligar a ver la secuencia de vídeo previa al encuentro cada vez que lo haga, causando que al final el enemigo deje de dar miedo.
Esto no pasa siempre, pero sí que pasa varias veces a lo largo de la aventura, y podrías haberse evitado fácilmente. Por lo demás, la verdad es que entretiene bastante durante las cuatro horas que dura, con puzles bastante originales y una historia que, aun predecible, es interesante gracias al componente de la cultura tailandesa.
Hogar, dulce hogar
Home Sweet Home tiene bastantes ideas buenas en lo jugable, pero a veces no sabe ejecutarlas bien, y en lo audiovisual es exactamente igual. Se ve bastante bien para ser un proyecto pequeño, pero muchas veces comete errores tontos que hacen que su ambientación no sea tan buena como podría haber sido.
Uno de los fallos más fáciles de evitar es que enseña las criaturas demasiado. Muchas veces, salvo que tengas algo absolutamente terrorífico entre manos, es mejor dejar que la imaginación vuele, pero en este caso no se cortan ni un pelo a la hora de presentarte cada enemigo casi con un primer plano. Es una pena, porque, por ejemplo, el primer enemigo –una especie de colegiala zombi– podría haber sido completamente terrorífico.
Esta enemiga se pasea en silencio acechándonos, armada con un cúter, y lo único que escuchamos cuando se acerca son los clics de sacar y guardar la hoja de éste. Es una idea genial, y un ruido tan inocente como el de abrir y cerrar un cúter consigue ponerte nervioso, pero la manera en la que te enseñan el personaje consigue romper esa tensión.
Home Sweet Home puede jugarse con o sin PlayStation VR, y ambas opciones tienen sus pros y sus contras. Como podéis imaginaros, la inmersión con PlayStation VR gana muchísimo, y hay momentos en los que nos hemos llevado unos sustos gloriosos. Por otra parte, es un juego muy exigente en ciertos momentos –como la huida que explicábamos antes hacia la taquilla–, que requiere una respuesta tremendamente rápida, más difícil de conseguir con el casco y que puede causar mareos. Estamos seguros de que la implementación con PS VR ha sido algo hecho a última hora y con un poco de prisa, ya que el resultado es bastante mejorable, pero aun así creemos que merece la pena darle una oportunidad en realidad virtual.
En lo sonoro está bastante bien. Detalles como el del cúter demuestran que está muy cuidado y, aunque no siempre mantenga ese nivel, cumple sin problemas. El juego nos llega con voces en inglés y textos en castellano, aunque la traducción es… extraña. Los textos, en general, están bien traducidos, pero los subtítulos son un auténtico despropósito. No son del traductor de Google, sino algo en plan «pa qué vas a pagar por eso cuando mi primo veranea en Benidorm y él te lo hace gratis». Son subtítulos sin pies ni cabeza escritos por alguien que, objetivamente, no tiene ni idea de español.
Entretenido, aunque con margen de mejora
Home Sweet Home es un juego con muchas buenas ideas y una ejecución un tanto mejorable. Cosas como mostrarte los enemigos tan claramente y algunos momentos de ensayo y error, en los que tienes que ver una secuencia de vídeo cada vez que mueres, rompen la tensión que el resto de partes consiguen crear. Por otra parte, tiene una duración justita –unas cuatro horas– y no es demasiado rejugable, aunque sale a 29,99 euros.
Mastiff, el equipo desarrollador, afirma estar trabajando en una serie de juegos de terror, y Home Sweet Home nos parece una buena base para empezar. Una secuela en la que aprendan de sus errores y ofrezcan una mejor implementación de la realidad virtual podría ser un juego fantástico; por ahora, tenemos un título que podéis disfrutar si sois conscientes de sus carencias.
Hemos realizado este análisis en PS4 Pro con un código de descarga proporcionado por Koch Media.