Análisis de Furi (PS4, Switch, Xbox One, PS5, PC)

2016 está resultando ser un año de lo más interesante para el sector independiente y en su primera mitad hemos podido disfrutar de títulos tan buenos como Firewatch, Hyper Light Drifter, The Witness, Superhot, Darkest Dungeon o el recientísimo Inside, por mencionar tan solo unos pocos ejemplos de las alegrías que nos están dando los estudios indies. Lo mejor es que todo parece indicar que esta buena racha va a continuar durante los próximos seis meses, tal y como demuestra Furi, la nueva obra de The Game Bakers, un desafiante juego de acción con mucho estilo y personalidad que ha conseguido engancharnos de principio a fin y poner a prueba nuestros reflejos y habilidad con el mando.

La práctica hace al maestro

Para quienes nunca hayáis oído hablar de esta aventura, decir que estamos ante una especie de twin stick shooter centrado única y exclusivamente en derrotar jefes. Es decir, no hay niveles como tal, simplemente batallas contra poderosos enemigos dispuestos a acabar con nosotros sin ningún tipo de miramiento en largos y emocionantes combates.

Para ello, dispondremos de una serie de habilidades muy básicas que nos permitirán esquivar realizando un pequeño impulso hacia la dirección que indiquemos con el stick, disparar con una pistola y atacar con una katana, la cual también podremos usar para bloquear las ofensivas de nuestros rivales (una acción imprescindible y que además nos permitirá curarnos). Además, todos los tipos de ataque pueden cargarse para aumentar su potencia, así como la esquiva.

Y esto es todo, ya que aquí no hay complejos combos que aprender o técnicas que vayamos desbloqueando a lo largo del juego. Lo que tenemos al principio es lo mismo que tendremos al final, ya que el estudio no quiere que haya nada que nos pueda distraer de lo que ocurra en pantalla, por lo que todo dependerá de nuestra velocidad de reacción, reflejos y capacidad para saber cuándo poner en práctica cada una de nuestras posibilidades.

Un detalle que nos ha gustado mucho es que casi todos los combates (evidentemente hay excepciones) suelen dividirse en dos tipos distintos de fases. Por un lado tenemos las que son puramente twin stick shooter, con cámara aérea y pudiendo movernos por el escenario con total libertad a la vez que disparamos, bloqueamos, esquivamos y pegamos espadazos cuando corresponda, mientras que por el otro tendremos que superar ciertos momentos en los que nos encierran en una especie de círculo imaginario (sus límites son visibles), la cámara se acerca para situarse tras nosotros y perdemos la capacidad de disparar, dando pie a frenéticos duelos cuerpo a cuerpo.

En cuanto al desarrollo de la acción, esta sucede a gran velocidad, obligándonos a estar siempre en movimiento y asistiendo a un auténtico espectáculo de intercambio de golpes, proyectiles y esquivas constantes que no admiten el más mínimo despiste por nuestra parte. De hecho, el juego es tan exigente con los tiempos en los que pulsamos los botones y requiere tal precisión, que os recomendamos encarecidamente que juguéis con una televisión o un monitor con el menor input lag posible, ya que esos milisegundos de más que ganaréis pueden llegar a resultar decisivos.

Al tratarse de un juego centrado solo en jefes finales, todos ellos han sido muy cuidados para que nos ofrezcan batallas variadísimas, largas y repletas de fases distintas. De hecho, los que menos aguantan solo tienen cuatro diferentes, mientras que otros llegan a tener entre siete y ocho (contando también "sub-fases"), por lo que tendremos que adaptarnos constantemente a ellos y aprendernos muy bien sus patrones para saber reaccionar adecuadamente a sus ofensivas.

Eso sí, todos tienen en común una gran dificultad. Son exigentes, requieren paciencia y mucha concentración, pero nunca llegan a sentirse como un reto imposible, hasta el punto de que sentiremos que cada muerte es únicamente por nuestra culpa. Lo bueno es que al tratarse de un juego totalmente justo con el jugador, los progresos que hagamos serán siempre gracias a nuestra habilidad, dando como resultado una genial sensación de satisfacción cuando los derrotamos e incluso cuando uno de ellos se nos resiste y vemos cómo tras cada intento llegamos más y más lejos.

Como ya decimos, hay combates de todo tipo, aunque podéis dar por seguro que en la mayoría de ellos vais a ver proyectiles por toda la pantalla, con momentos dignos de un shoot 'em up bullet-hell capaces de sacar de quicio a los menos pacientes. Lo malo es que a pesar de lo variadas que son las batallas, al final siempre tendremos la sensación de estar repitiendo los mismos patrones, ya que casi siempre estaremos esquivando proyectiles y realizando paradas, algo que quizás se podría haber evitado incluyendo alguna que otra habilidad extra que diera algo más de juego a sus desarrolladores para diseñar los enfrentamientos.

Un detalle que nos ha resultado tremendamente interesante y que creemos que es un gran acierto es el funcionamiento de las barras de vida. En nuestro caso siempre tendremos tres medidores de salud mientras que los de nuestros enemigos son variables. Si perdemos una, el jefe se curará su actual barra de vida y reiniciará la fase en la que estuviera desde el principio (cada uno de sus medidores representa una fase distinta), mientras que si es él el que pierde una de sus porciones, nosotros nos curaremos al máximo y ganaremos un medidor extra (el límite siempre será de tres). De este modo nos obligan a aprendernos todas y cada una de las fases por igual, ya que si no somos capaces de superarlas sin que nos bajen una barra completa no podremos seguir progresando en la pelea.

Dadas las características del juego, su duración es muy variable, ya que todo depende de lo que tardéis en derrotar a cada uno de estos poderosos rivales. Cada batalla al completo dura cerca de 10 minutos, aunque considerando que si morís en una os tocará empezar la pelea desde el principio, a poco que necesitéis de varios intentos se os puede ir perfectamente a la media hora o incluso la hora si se os atragantase alguno más de la cuenta. En nuestro caso, casi todos ellos han caído al segundo o tercer intento, aunque dos de ellos nos tuvieron muriendo durante numerosas veces, por lo que tardamos unas seis horas en completarlo en su dificultad por defecto, la recomendada por el propio estudio (existe una más fácil, pero así el juego es más corto, sus combates pierden mucho interés y ni siquiera podremos desbloquear logros ni modos o dificultades extras).

Gráficamente estamos ante un juego muy llamativo gracias a su dirección artística, con un buen diseño de personajes obra de Takashi Okazaki, el creador de Afro Samurai, y unos escenarios de ciencia ficción muy inspiradores y variados. A nivel técnico nos hemos encontrado con algunos problemas de tearing, pequeños bugs y una tasa de imágenes por segundo que sufre en los momentos más exigentes (al menos, en PS4, que es la versión que hemos jugado), aunque la cantidad de elementos que llega a poner en pantalla es digna de mención. Las animaciones también están muy elaboradas y son realmente fluidas.

Finalmente, el sonido nos regala una potente banda sonora electrónica en la que han participado grupos como Carpenter Brut, Danger, The Toxic Avenger, Lorn, Scattle, Waveshaper o Kn1ght, consiguiendo aportar ese toque extra de frenetismo e intensidad que tan bien le sientan a las batallas que viviremos. Además, estas se van adaptando de forma dinámica a los que sucede y a los cambios de fase. Los efectos gozan de un buen nivel y se incluye la opción de seleccionar el idioma del doblaje, incluyendo inglés y japonés, ambos de gran nivel. Los textos están traducidos al español, aunque con más errores de lo que nos gustaría.

Conclusiones

Furi ha resultado ser una sorpresa de lo más agradable. Un juego frenético y desafiante en el que nuestra habilidad prima ante todo lo demás. Y todo ello arropado por un apartado artístico con mucha personalidad y una banda sonora espectacular. Si bien a veces nos deja con la sensación de estar haciendo siempre lo mismo, lo cierto es que cada batalla se disfruta enormemente y consigue picarnos para que lo intentemos una y otra vez hasta que veamos a nuestros enemigos hincar la rodilla en el suelo, recompensando nuestros esfuerzos con una sensación de satisfacción que solo los mejores son capaces de transmitir. Si su nivel de exigencia no os asusta y sois de los que disfrutáis de un buen reto, aquí tenéis un juego a tener muy en cuenta.

Hemos realizado este artículo con una copia digital de la versión final de PS4 que nos ha proporcionado The Game Bakers.