Análisis de Atelier Firis: The Alchemist and the Mysterious Journey (PS4, PSVITA, PC)
Quizás Atelier Firis: The Alchemist and the Mysterious Journey no sea la entrega más redonda de la saga, ni tenga los secundarios más memorables, pero hacía falta cambiase algunas características de su desarrollo. No tanto por convertir a esta serie de rol en lo que no es –precisamente uno de sus atractivos es que siempre sabes qué vas a encontrar- sino para refrescar la fórmula a los fans interesados en cada lanzamiento de Atelier. Y con Firis ya tenemos 18 capítulos principales.
Firis es el segundo de los juegos ambientado en el mundo de Mysterious, lo que significa que tiene relación directa con Atelier Sophie: The Alchemist of the Mysterious Book –si bien también aparecerán personajes de anteriores Atelier, Sophie y Plachta son más que un cameo-. Nuestra protagonista en esta ocasión no es típica joven apasionada a alquimia, no al menos cuando la conocemos. A diferencia de otras chicas más preocupadas por ser la mejor creando pócimas para ayudar a sus amigos o salvar su taller, Firis Mistlud tiene un deseo más terrenal: conocer mundo.
El problema que impide iniciar su andadura por tierras desconocidas es que sus padres son totalmente contrarios a esta idea. Firis vive en un pueblo dentro de una montaña, en una gran cueva, que se dedica principalmente de la minería, y por alguna razón la protagonista tiene una habilidad única para encontrar minerales. Además la puerta se encuentra bloqueada e impide la entrada o salida personas del lugar –excepto aquellos con permiso-. Con resignación, Firis ve su futuro bajo las rocas.
Esto cambiará el día que Sophie se cruza en su camino. La alquimia es su salvación para demostrar que es útil en los problemas cotidianos -curar heridas, crear bombas- y con herramientas así podría enfrentarse a cualquier peligro. Firis conseguirá que Sophie se convierta en su maestra en estas artes, pero el permiso para salir al exterior del pueblo tiene una condición: deberá pasar un examen de alquimista que se celebra en un año o de lo contrario volverá al pueblo. Por suerte Firis no emprenderá esta aventura en solitario, su hermana mayor -que resulta ser una cazadora- se encargará de proteger a la protagonista.
Una vez comprendemos que esta aventura será de todo menos un viaje de placer, nuestro objetivo general es conseguir unas cartas de recomendación para participar en el examen y superarlo. Como se puede deducir por esta historia, vuelven los calendarios y tiempos restringidos para cumplir las tareas, algo que se había relajado en los últimos Atelier. Realmente no es un aspecto ni positivo ni negativo, y se entiende que la limitación sea parte de la estrategia para estudiar con más cuidado las decisiones que debamos tomar. Sí, recolectar, combinar o luchar adelanta el reloj, y debes mantener un equilibrio entre las misiones principales y la exploración.
La presión por el tiempo tampoco es demasiado angustiosa, al estilo Atelier tiene tiempo de sobra para cumplir lo exigido y realizar muchas otras tareas. De todas formas, la segunda mitad del juego –una vez superada la prueba- elimina esta limitación y podemos volver a las misiones opcionales o descubrir nuevos peligros; en cierta forma Gust intenta contentar a los aficionados clásicos y modernos en un mismo Atelier, y por cuestiones de argumento tiene sentido.
La alquimia vuelve a ser una parte fundamental para resolver encargos o crear ítems que utilizaremos en los combates. Lo primero es tener una receta, y se puede obtener progresando por la historia o mediante diversos eventos e ideas fugaces, ya sea al encontrar un ingrediente o al hablar con un personaje que conoce una medicina natural.
Similar, pero no igual que el último juego, hay que combinar una serie de recursos y colocarlos en una rejilla con bonus que pueden ser sumados para mejorar los efectos de la poción. Existen unas reglas específicas que aportan beneficios, como usar un tipo de ingrediente concreto sobre una marca de color. Al final participan muchas variables en la fórmula, empezando por la calidad de los ingredientes utilizados o la experiencia creando esa receta. En la mayoría de ocasiones tampoco será necesario buscar la perfección, así que no hace falta obsesionarse por este sistema.
Y por supuesto tenemos el combate, que vuelve a ser un elemento bastante prescindible y poco destacable. El punto positivo de la saga es que se mantiene fiel a los combates por turnos y no hace experimentos con acción o movimiento libre, lo que agradecerán los puristas. Sólo modifica algunas normas, y en este caso se caen los elementos estratégicos de adoptar posiciones ofensivas o defensivas vistos en Sophie. Pero es una lástima que Gust introduzca estas batallas casi por obligación, sin aportar mucho más al conjunto.
Entre las particularidades de la lucha tenemos un sistema basado en una barra que se recarga con los ataques. Si los aliados disponen de turnos consecutivos se consiguen ataques combinados e incluso un Chain Strike con ataques especiales, pero el marcador acumulado desciende al utilizar un movimiento de protección sobre Firis. Además, el momento del día o clima influye en los efectos de ítems, habilidades o acciones de monstruos, y los personajes equipan un arma secundaria que puede ser de otro tipo a su principal, útil porque hay criaturas a las que conviene utilizar más una espada, una lanza o arma de fuego. No son malos combates, pero tampoco es el punto fuerte.
La mayor novedad de Atelier Firis la encontramos en la exploración, que se aleja de los pasillos de Atelier en favor de áreas más extensas. No hablamos de un complejo mundo abierto como tal, sino de escenarios amplios, similares a los campos en un Tales of Xillia. El simple cambio de mostrar áreas de este tipo sin las cargas intermedias de pasados Atelier ya es un paso importante para la saga, e imprescindible en un juego que aspira a tener auténtica sensación de viaje y no de recorrer salas pequeñas interconectadas.
Ahora por ejemplo en las zonas donde hay que caminar mucho –resolviendo las misiones y buscando material- se puede utilizar un acceso directo desde el mapa que nos lleva en un instante a otro punto de esta zona. Por supuesto hay un coste de tiempo en el reloj del juego, pero en cuanto a la experiencia es muy satisfactorio. Y por cierto, llevamos una especie de tienda de campaña con nuestro taller que se coloca en puntos del escenario, lo que significa que siempre tendrás a mano tu caldero para practicar la alquimia sin necesidad de regresar a una ciudad.
Estos mapas ofrecen diversos ambientes y el cambio de hora hace mucho más creíble su ambientación. Hay misiones y personajes que sólo aparecerán en un determinado periodo o en condiciones climáticas, o puntos de extracción sólo aparecen de noche. Además seremos capaces de sortear algunos obstáculos gracias a nuestras mezclas, como aquella que nos permite crear un sol artificial para derretir la nieve de la montaña y descubrir nuevas rutas. Atelier Firis sin duda tiene sus limitaciones y en el fondo la mecánica tampoco varía mucho –es un Atelier, eso no ha cambiado-, pero después de este juego será difícil volver a uno de sus predecesores de recorrido más restringido.
La exploración también nos fuerza a tomar descansos de vez en cuando con un marcador de puntos que se agota según caminamos; un valor bajo reduce la recolección de material y hasta provocará el agotamiento en Firis, obligándonos a perder más tiempo del que pensábamos ahorrar por retrasar el descanso.
No es que Atelier Firis consiga el mismo efecto de camaradería de Final Fantasy XV –principalmente porque el tono de Atelier es muy superficial en sus temas-, pero nos ha gustado la personalidad de una entrega un poco más ambiciosa a la que debemos reconocer que trata de arriesgar, aunque sea mínimamente. Esta libertad de decisiones facilita que la partida entre dos jugadores pueda ser muy diferente, -hay más de tres cartas de recomendación para conseguir-, mejorando también la rejugabilidad si es que decides dar una nueva pasada.
Gráficamente el juego vuelve a destacar por su apartado artístico y diseño de personajes. Es una pena que Atelier no pueda demostrar todo el estilo y arte por un motor gráfico que no avanza demasiado con cada secuela y generación de consolas, pese a que Atelier Firis pretenda dar algunos pasos hacia delante respecto a Sophie en cuanto a detalle y amplitud de mapas o un cambio horario mejor ejecutado. Sin embargo, es un poco molesto ver que todavía hay aparición de objetos lejanos –o sombras-, y algún otro defecto gráfico con un apartado tan modesto.
Algunos de los fallos visuales de la saga se mantienen. Ya en el análisis de Sophie señalamos que al pulsar ligeramente la palanca de movimiento la protagonista no adapta la animación a la velocidad, lo que da una impresión de resbalar; en Firis se mantiene intacto. Tampoco suele haber mucha coherencia entre las limitaciones físicas y los objetos de decoración, algo que produce situaciones un poco absurdas con muros invisibles –un objeto pequeño o muros de rocas a los que no te puedes acercar, pequeños desniveles infranqueables…-. A veces Atelier nos recuerda a la generación 128 bits y no necesariamente en cuestión de de texturas o modelados.
La banda sonora mantiene el buen nivel –y personalidad- de la serie, con temas alegres y de gran calidad. Nos llega con voces en inglés y japonés, además de textos en inglés. El idioma de relativamente importante, no sólo para disfrutar de la historia que se da por descontado, sino para comprender los encargos y qué se necesita en cada momento. Lo mismo que en anteriores Atelier, en definitiva.
Conclusiones
Atelier Firis: The Alchemist and the Mysterious Journey supone una ligera reinterpretación del mundo de Atelier, aunque esté lejos de ser revolucionario. La base es la misma que los aficionados conocen: resolver misiones mediante recolección de objetos, combates que pasan rápidamente a un segundo plano y exploración de un mundo del que Firis desconoce todo.
Para una saga con ritmo anual y muy inmovilista, Firis trae los mayores avances en muchos años, y sólo por eso ya merece la pena que sus fans le den una oportunidad. Además de un estupendo RPG dentro del catálogo de Gust, marca una nueva dirección para el futuro de Atelier.
Hemos realizado este análisis en su versión de PS4 con un código de descarga que nos ha proporcionado Kocht Media.