Análisis Ancestors The Humankind Odyssey, los monos ahora en consola (PS4, Xbox One)
Ancestors: The Humankind Odyssey es uno de los juegos más originales que se han publicado este 2019. La ópera prima de Panache Digital, el nuevo estudio de Patrice Désilets, propone una aventura de supervivencia no lineal donde los jugadores tienen como objetivo hacer evolucionar su clan de monos a lo largo de múltiples generaciones, haciendo que obtengan poco a poco algunas de las habilidades que nos hicieron transformarnos en humanos y explorando cada vez más territorio del vasto continente africano.
La versión de PC, lanzada en agosto en exclusiva temporal para Epic Game Store y en cuyo análisis detallamos todos los pormenores del juego, no era ni mucho menos un mal título, pero sí era uno con algún fallo de diseño y sin lugar a duda con aspectos que denotaban que no le habría venido mal algún tiempo más en el horno para pulir ciertas aristas. La edición de consola (hemos probado Ancestors en Xbox One X) soluciona varios puntos frustrantes de la versión de compatibles, pero ni arregla todo lo problemático ni saca todo el jugo de las consolas intergeneracionales.
Tutoriales que contradicen el mantra de diseño del juego
Esta odisea por la evolución de la humanidad es un juego de sistemas. No hay un guion que vaya marcando los pasos del jugador ni cinemáticas que dividan actos argumentales. La narrativa es emergente, es decir, son las distintas mecánicas del juego las que producen los acontecimientos que vivirá quien se aventure en el África de hace 10 millones de años. Esas mecánicas van desde el reconocimiento paulatino del entorno, y los alimentos, herramientas y objetos que lo llenan; hasta un sistema evolutivo que hereda elementos del RPG: conforme interactuemos con lo que nos rodea, probemos nuevos alimentos y conozcamos otras especies podremos mejorar nuestros sentidos, metabolismo e inteligencia, para después trasladar lo aprendido a las próximas generaciones teniendo hijos, y en último término, evolucionar como especie; pasando por el enfrentamiento con otros animales que plagan las junglas y sabanas africanas, el reclutamiento de homínidos sin clan y la construcción, por decir algunas.
Aprender cómo funcionan todos estos sistemas es tan duro como satisfactorio. La versión de PC no te explica ni siquiera elementos que son básicos para la experiencia, pero todo ello tenía un por qué: te sorprendía y te hacía sentir inteligente cada vez que ocurría uno de esos momentos eureka, ya sea cuando por fin averiguabas el funcionamiento del sistema de talentos y evolución o cuando descubrías que con una piedra y un palo podías crear una lanza; el jugador aprendía a la vez que el grupo de monos que controlaba. Aunque hay quien puede argumentar que esto era una bonita casualidad generada por un error de diseño, eso no quita que la reacción que generaba en el jugador aplicado fuera esa (al igual que en el jugador menos paciente podía causar el abandono del juego), pero es que desde Panache han dicho alguna que otra vez que la intención siempre fue retar al jugador, ponerlo ante situaciones duras.
Por eso nos parece contradictoria la excesiva tutoría a la que se somete al jugador en la versión de consolas. Durante las primeras horas de juego no dejan de aparecer carteles que explican desde el funcionamiento de los indicadores de energía, resistencia y vitalidad hasta la interacción con otros simios. Al entrar por primera vez en el menú de evolución se detalla su uso con pelos y señales. Además, se ha introducido un sistema de misiones que te va guiando por la experiencia la primera vez que juegas, dándote órdenes que siempre puedes recordar pulsando la cruceta: que si construir un lecho, que si ahuyentar a un animal, que si conseguir una pareja y parir… Es evidente que muchos jugadores recibirán con los brazos abiertos el ritmo impuesto de aprendizaje, pero es innegable que esa satisfacción de aprender por uno mismo se pierde.
Mejoras técnicas que hacen más fácil hacer el mono
No nos vamos a quejar de todos los cambios ni mucho menos. Hay ciertos tutoriales que sí nos parecen totalmente necesarios porque su ausencia daba una opacidad exagerada al juego, y además se ha incluido varias mejoras de esas que llamamos "de calidad de vida": ahora podemos saltar las escenas cinemáticas; antes pasábamos varios minutos mirando atónitos el mismo vídeo una y otra vez cuando teníamos que procrear varias veces seguidas. La interfaz, que sigue pudiendo desactivarse para tener una experiencia más realista, también se ha mejorado en ciertos detalles, como permitir saber si el mono que estás mirando es tu pareja sin necesidad de entrar a un menú.
En cuanto a lo técnico, el resultado es casi impecable teniendo en cuenta la base con la que contábamos, pero también es una oportunidad desaprovechada. Ancestors genera momentos repletos de adrenalina cuando nos desplazamos saltando entre las copas de los árboles, escalando montañas con un sistema similar al de The Legend of Zelda: Breath of the Wild y dejándonos caer al vacío a velocidades de infarto para agarrarnos en el último momento de una rama para balancearnos hasta un tronco. Todo eso luce genial a resolución 4K y 60 fotogramas por segundo, siempre teniendo en cuenta que, como en la versión de PC, ciertas texturas no están demasiado detallas y las animaciones de los animales salvajes son algo torpes.
Precisamente esas animaciones son una de las cosas que nos hubiera gustado ver mejoradas (aunque sí hay nuevas cinemáticas cuando un animal acaba con uno de nuestros simios), al igual que los habituales problemas de cámara: es complicado saber dónde saltar cuando la cámara está demasiado pegada a nuestro mono, una enredadera translúcida nos tapa la visión y bajo nuestros pies hay un abismo que nos depara la muerte. Pero lo que más incomprensible nos parece es que, al menos en Xbox One X, el juego no tenga HDR. A pesar de que no es juego punto en lo técnico, en las varias decenas de horas que jugamos en PC nos dejó boquiabiertos con ciertos paisajes y efectos lumínicos producidos por la luz natural, algo que esperábamos que nos sorprendiera más aún gracias a un HDR que, lamentablemente, no existe.
Ancestors: The Humankind Odyssey sigue siendo en consolas un juego imperfecto, pero también uno tremendamente original, único y duro. Un título que pide mucho del jugador y que no siempre recompensa adecuadamente, pero que cuando lo hace es tremendamente satisfactorio. La obra de Panache Digital es uno de esos títulos arriesgados de presupuesto medio que habían desaparecido durante los últimos años, y pese a sus defectos, su simple existencia es algo positivo.
Hemos realizado este análisis con un código para Xbox One ofrecido por Private Division.