Análisis de Yakuza: Dead Souls (PS3)
Es fácil aventurar y adivinar los pensamientos que se arremolinarán en vuestras cabezas al comenzar la lectura del artículo, o al ver la extraña mezcla que nos plantea SEGA. "¿Más zombis?" Sí, más zombis. "¿Era necesario entrelazar una saga que funciona tan bien (como Yakuza) con un elemento de la cultura o el mainstream tan sobreexplotado en los últimos años como los zombis?" Bueno, no sabemos si era necesario o no (no obstante, vivimos en una época donde la originalidad en el mundo del videojuego brilla por su ausencia), pero lo cierto era que, a priori, la idea nos parecía lo suficientemente atractiva como para darle una oportunidad. Todos conocemos y alabamos la serie de SEGA, Yakuza. En pocos años, y en apenas dos generaciones, han sabido asentar una saga coherente, firme y llena de detalles para los aficionados. Toshihiro Nagoshi, conocido productor y desarrollador nipón, ha dado a luz una serie de títulos consistentes y baluartes de las cualidades orientales a la hora de crear y presentar juegos aptos para todo tipo de audiencias, pero sin olvidar sus orígenes japoneses.
La grandeza de Yakuza, siempre ha sido esa. Ha sabido capear el temporal del dominio occidental en el panorama del videojuego (algo, que en menor o mayor medida, ha venido por una falta de ímpetu japonés a la hora de enfrentarse a las consolas de la presente generación), y nos ha regalado, a lo largo de los años, diversos títulos de consabida y contrastada calidad. De hecho, el último de ellos, el interesante Binary Domain, partía de la base de ofrecer un juego de acción futurista de corte occidental aderezado con las típicas directrices artísticas y argumentales orientales. Y lo cierto es, que pese a sus pocas pegas, funcionó.
Ahora, Nagoshi y SEGA (con cierto retraso respecto al lanzamiento japonés) nos vuelven a sorprender con otra de estas recetas extrañas a simple vista: Yakuza: Dead Souls. ¿Qué puede salir de un juego que mezcla al crimen organizado japonés con los no muertos? Pues si nos centráramos únicamente en su base o idea original, sin lugar a duda, algo interesante. Pero desgraciadamente, la falta de ambición y las pocas novedades con respecto a otros títulos de la saga, nos lastran un videojuego que podría haber sido mucho más de lo que finalmente ha acabado siendo.
Zombis en Japón
Yakuza: Dead Souls parte de la fórmula habitual de la serie de SEGA. De hecho, toma la misma localización vista en otras entregas de la saga, centrándonos de nuevo, en los alrededores del distrito Kamurocho (inspirado en el barrio de Shinjuku, en Tokio), un lugar plagado de locales de alterne, clubs de copas y de negocios de la más variada y dudosa índole. Muchas de las calles, locales y zonas visitadas y recreadas en secuelas anteriores, volverán a estar presentes, aunque de una forma muy distinta. Y es que, este Yakuza, no es un Yakuza habitual. Nada más arrancar el juego, veremos con un "paciente cero" infectado con alguna extraña enfermedad, comienza a llevar la plaga de muertos vivientes allá por donde pasa, extendiéndose a una velocidad alarmante.
Cabe destacar, para los más puristas del género, que en esta ocasión el enemigo caminará (y nunca mejor dicho) a medio caballo entre los infectados de películas como "28 Días Después" y los zombis más clásicos de George Romero, encontrándonos con criaturas y especies mutantes más propias de "Resident Evil" y su saga, que de otros juegos o films de corte más realista. Una vez el caos se ha apoderado del pequeño distrito nipón, el gobierno y los militares decidirán actuar para contener la infección, sellando las posibles salidas y estableciendo unos férreos controles de cuarentena en las zonas calientes de Kamurocho, a la vez que se levantan unos enormes muros de metal para sellar y evitar cualquier posible y eventual fuga. Esta excusa argumental, servirá enormemente para plantear la, a la postre, encorsetada jugabilidad del título, en el que nos moveremos de un lugar a otro, realizando misiones concretas, mientras evitamos el asedio de los incesantes zombis (o infectados, si así lo preferís).
La historia de Yakuza: Dead Souls propiamente dicha, seguirá los patrones habituales de los juegos de Nagoshi, desvelándose poco a poco una trama de intrigas, conspiraciones y traiciones, que pivotarán en los típicos giros de guión tan deseados y reclamados por el público japonés. La mezcla agradará a unos y enfadará a otros (es impresionante como pasaremos de ir de copas o jugar a las típicas máquinas recreativos por diferentes locales nocturnos a machacar zombis en las calles en unos pocos segundos), pero lo cierto, es que sigue los patrones de una saga ya asentada, y ahí poco o nada se puede decir. De hecho, y si se nos permite de nuevo el símil cinéfilo, diremos que si habéis visto la inefable "La tierra de los muertos vivientes", no tardaréis casi nada en encontrar el innegable parecido.
Yakuza: Dead Souls nos pondrá a los mandos de cuatro de los personajes más recordados y queridos de esta popular serie de juegos: Kazuma Kiryu, Shun Akiyama, Goro Majima y Ryuji Goda. Cada uno, aparte de ofrecer su propia personalidad y actitud a la hora de enfrentarse a los infectados por la plaga, atesorará una serie de habilidades y movimientos de combate únicos, así como un arma especial por defecto, que nos ayudará en las diversas situaciones a las que tendremos que hacer frente.
El sistema de mejora y progresión de cara personaje es digno de alabar, permitiéndonos invertir la experiencia obtenida matando zombis en la evolución de nuestro avatar virtual. Estas habilidades podrán ser más básicas o especiales y específicas, e irán desde una fiabilidad casi sobrehumana a la hora de disparar en la cabeza a todo lo que se mueva por la pantalla, a la posibilidad de cargar más armas y objetos en nuestro inventario, o ser más resistentes a los ataques físicos. Como todo buen árbol de progresión, destacar que habrá algunas habilidades especiales que se irán desbloqueando conforme invirtamos puntos o "souls points" en las versiones más básicas, teniendo así la posibilidad de acceder a otras variedades más potentes conforme avancemos en el juego.
En la teoría, esto nos da una interesante posibilidad jugable, ya que en función del rol y el personaje que tengamos que encarnar, jugaremos de una forma u otra. Desgraciadamente, en la práctica, Yakuza: Dead Souls es un título extremadamente limitado en lo jugable. No es que eso sea malo, pero es que Yakuza: Dead Souls, aunque enmascarado en una falsa libertad de elección y devaneo por los escenarios, nos presenta un juego de disparos demasiado desenfadado y muy poco inspirado. Aquí, en lugar de tirar del contacto físico o el combate cuerpo a cuerpo de algunas de las entregas anteriores, pasaremos gran parte del título disparando a diestro y siniestro contra zombis de toda clase y condición con un arsenal armamentístico bastante extenso, en el que destacarán, lanzacohetes, subfusiles de asalto, recortadas o las típicas pistolas dobles a dos manos que tanto gustan al público oriental.
Elegir entre ellas será sencillo, siempre desde la cruceta digital, teniendo el arma adecuada a cada situación al alcance de nuestra mano. Así, y mientras nos movemos por las partes del distrito infestadas de no muertos, estaremos soltando plomo sin miramiento alguno, en parte debido por la poca sensación de peligro imperante en el juego, y a la vez, por el poco acertado sistema de autoapuntado, que nos podrá las cosas excesivamente fáciles si somos algo diestros en juegos de corte arcade. Como consecuencia, y tras las primeras horas de partida y habiendo acumulado encontronazos con nuestros reiterativos enemigos faltos de vida, acabaremos algo hastiados del sistema, que no nos proporciona ningún reto más allá del de acumular experiencia.
Es cierto, no obstante, que de vez en cuando, nos veremos rodeados de verdaderas masas de zombis, añadiéndole algo de tensión al desarrollo de la partida, pero serán momentos muy puntuales, a los que se añadirán, por ejemplo, los encontronazos con los habituales jefes de fin de nivel. Y es que por su parte, la variedad de enemigos, sí parece compensada para un título de estas características. Tendremos algunos zombis excesivamente ágiles, algunas pérfidas féminas que avisarán con sus llantos y gritos a los demás no muertos y a las habituales criaturas de tamaño y fuerza descomunal, que nos obligarán a retroceder o entablar nuevas estrategias en base a armas más poderosas y de mayor calibre. Como resultado, Yakuza: Dead Souls parece un título bastante descuidado en lo que debería haber prestado más atención: su sistema de juego y combate.
Sin comerlo ni beberlo, y mientras nos encomiendan las habituales misiones, estaremos continuamente pulsando el mismo botón (R1) para disparar casi sin mirar o prestar atención, utilizando los mismos elementos básicos del escenario para aumentar nuestras masacres, y deambularemos una y otra vez por los mismos sitios para acumular experiencia con la que desbloquear algunas (pocas, eso sí) habilidades para nuestros diferentes personajes. ¿Los ataques especiales o los disparos precisos? Bueno, serán bastante comunes, ya que será fácil rellenar las barras necesarias para realizarlos, y dado que estaremos continuamente rodeados de elementos como barriles inflamables y derivados, su uso también se volverá común y reiterativo. La cámara, encima, no nos ayudará demasiado, y nos obligará en más de una ocasión a adoptar una serie de ángulos automáticos poco o nada recomendables, algo que en un juego donde podemos acabar rodeados de zombis, no nos parece demasiado bueno.
Por lo demás, Yakuza: Dead Souls, es un Yakuza al uso en muchísimos de sus mecánicas jugables (para bien y para mal). Dejando el factor zombi, y su sistema jugable (muy influenciado por algunos títulos recientes como Dead Rising), en el juego de SEGA seguiremos entrando y saliendo de un lugar a otro (siempre guiados de forma lineal) realizando los consabidos favores y misiones ("Compra esto y llévalo a tal sitio" o "Búscame tal objeto en la parte infestada y dile a X que puede venir a recogerlo"), avanzando en la historia capítulo a capítulo, y desplazándonos a lo largo y ancho del distrito de Kamurocho. Siguiendo el hilo de los desplazamientos, también queremos hacer hincapié en los reiterados y molestos tiempos de carga. Una lastra que aniquilan y hunden todavía más, el flojo sistema de juego del que hace gala este particular Yakuza.
Un aspecto lúgubre
Yakuza: Dead Souls mantiene el tipo a nivel visual. Su ambientación gráfica es poco menos que excelente, y los más veteranos de la saga, disfrutarán viendo una nueva perspectiva artística del emblemático distrito de la franquicia. Así, y como es lógico dado el caos desatado, encontraremos edificios derruidos y en llamas, locales y tiendas asaltadas, basura por doquier, barricadas y algún que otro vehículo volcado. Los personajes nos siguen pareciendo interesantes, con unos más que decentes modelados y haciendo gala de una labor de texturación interesante. El resultado parece no haber cambiado mucho desde Yakuza 4, pero es perdonable dado el carácter general del título como entrega apócrifa de la obra de SEGA. Los enemigos, por su parte, quizás pecan de ser repetitivos en cuanto a diseño (acabaremos matando al mismo zombi una y otra vez), pero dado el volumen de los mismos en pantalla, podemos obviarlo. Si el apartado gráfico es (con sus pegas) decente gracias a su buen diseño artístico (una constante en casi todas las entregas) y a sus buenas y bien rodadas y planificadas cinemáticas, el sonoro no puede decir lo mismo.
El doblaje (en japonés) es más que interesante, pero la sincronización deja muchísimo que desear, dándonos ciertos momentos francamente ridículos. Por si fuera poco, y dejando a un lado la inexistente traducción a nuestro idioma (no, ni siquiera los subtítulos), decir que la ambientación sonora, así como sus efectos (disparos, quejidos, explosiones), son bastante mediocres, aportando poco o nada a un juego que parece acumular descuidos en elementos demasiado básicos como para ser fortuitos.
Conclusiones finales
SEGA nos ofrece una interesante vuelta de tuerca a la serie de juegos, pero su desastrosa planificación jugable, y su falta de ambición y originalidad a la hora de tratar con un elemento tan importante y esencial para el título como los zombis, consiguen echar a pique cualquier atisbo de originalidad o buen hacer. Desgraciadamente, en Yakuza: Dead Souls, pasaremos demasiado tiempo disparando y matando sin ningún tipo de motivación o añadido extra, obligando al jugador a repetir un esquema tan tedioso como fuera de lugar en un juego que, a priori, pretende ser divertido. Sus mecánicas se han quedado obsoletas y oxidadas, y eso, a la larga, puede traer más de un quebradero de cabeza. Yakuza: Dead Souls es un título enfocado, única y exclusivamente, a los fanáticos más acérrimos de la saga.