Análisis de R.U.S.E. (PS3, Xbox 360, PC)
La estrategia se pone a prueba en consola una vez más con un acertado título de la II Guerra Mundial.
Daniel Escandell ·
Actualizado: 21:31 17/8/2020
GRÁFICOS
7.5
SONIDO
8
NOTA
8
DIVERSIÓN
8.5
JUGABILIDAD
8.5
Análisis de versiones PS3, Xbox 360 y PC.
Los campos de batalla de la II Guerra Mundial han sido recorridos innumerables veces en los videojuegos, tanto en el campo de la acción como en el de la estrategia, sin olvidarnos de juegos de combate aéreo, etc. RUSE se sitúa en el terreno de la estrategia, y, por supuesto, nos lleva de vuelta al duro conflicto mundial.
Su gran ventaja reside en que es una de las pocas propuestas de calidad que se encuentran en el mercado para consola, aunque desde luego es un sector mucho más competido en PC, donde la estrategia en tiempo real cuenta con grandísimos representantes. Eso no impide que el juego tenga algunos méritos reseñables, destacando su clara presentación y planteamiento, algo poco habitual en los títulos de este tipo que hemos podido ver en los últimos años en las consolas. Del mismo modo, su interfaz de control responde sorprendentemente bien adaptándose a los mandos, y prescindiendo del cursor.
Esto se consigue moviendo la cámara en dirección de la unidad que queremos mover, pulsamos un botón, la movemos hasta su destino, marcándolo sobre el escenario, viendo en todo momento con gran precisión dónde irán pues aparece en pantalla su representación semitransparente, por lo que se eliminan los fallos tan habituales en el paso a un mundo sin teclado y ratón de este género. En todo caso, los usuarios de PlayStation 3 deben saber que en unos pocos días podrán usar el mando PlayStation Move para el control del juego, lo que lo sitúa en una experiencia de control mucho más cercana al ratón, gracias a la función de puntero. En este caso, se selecciona la unidad a controlar con el mando y pulsamos el botón; si queremos mover a más, podemos regular el tamaño del cursor. El resto de opciones son, en líneas generales, idénticas al control con mando tradicional, ya sea en Xbox 360 o PS3, gracias al uso de los diferentes botones incluidos en este mando.
Por tanto, lo que los jugadores deben tener en cuenta es que el título solventa de una manera ingeniosa, y sin pretender imitar el uso del ratón, la presencia de los mandos de control tradicionales, por lo que no se convierte en un obstáculo en ningún momento, aunque de vez en cuando uno echa en falta algo más de precisión, sea cual sea el control empleado. Pero no es porque el sistema de control sea impreciso por sí mismo, sino porque de vez en cuando el juego es muy exigente y demanda un elevado nivel de precisión.
Una buena muestra de la exigencia de RUSE se encuentra en que ni siquiera en los primeros combates se puede ganar simplemente usando la fuerza bruta para pasar por encima, como un rodillo, sobre los enemigos. Eso simplemente no funcionará, ni tan siquiera en el más bajo de sus niveles de dificultad, lo que nos obliga siempre a tener un planteamiento estratégico no sólo en la gestión de recursos, sino también en el plano ofensivo, algo que puede parecer de perogrullo, pero que muchas veces resulta descuidado en el género.
Los niveles de dificultad tienen diferencias clave, como el hecho de que si optamos por aceptar el reto mayor no vamos a contar con refuerzos que nos salven en el último momento, y hasta la más inocente misión secundaria se puede convertir en un pequeño infierno. Esto es algo que hay que tener en cuenta, pues aunque la experiencia de juego es, en sí misma, muy similar, la gran diferencia que se deriva de los niveles de dificultad planteados hace que la experiencia de juego pueda ser muy diferente, ya sea porque nos resulta fácil y aburrido, como porque su reto propuesto es imposible. Es aconsejable optar por el nivel más bajo, al menos mientras nos hacemos con el control, pero luego los aficionados al género agradecerán la presencia de un modo realmente difícil.
Del mismo modo, las misiones muestran un buen nivel de variedad en sus planteamientos, algo que se aprecia claramente desde el principio, cuando el juego abre sus puertas ante el frente tunecino, en 1942. A lo largo de estas primeras misiones, el protagonista del juego, Joe Sheridan irá escalando en la carrera militar, que le llevará hasta ser todo un general en el frente alemán en el ocaso del conflicto. Recorremos su historia, y es una buena manera de llevar la narración y delimitar qué batallas se plasman en el juego. Es un buen enfoque, y funciona muy bien, pues aporta una narración delimitada en su alcance, que se centra en el protagonista y su entorno, y permite ofrecer una historia dentro del marco de la II Guerra Mundial, en lugar de contarnos -por enésima vez- esa guerra.
Las misiones, como decíamos, son variadas desde los primeros pasos que damos en este juego, y contamos con la ventaja de que según avanza la historia, y Sheridan tiene a más tropas bajo su mando, ganamos en variedad de unidades, recursos, bases, etc., lo que implica indirectamente que los planteamientos estratégicos se van haciendo también más complejos. El ritmo de juego, eso sí, no es precisamente vertiginoso, incluso puede resultar un tanto lento. En cierto modo, esto refleja bien la lentitud de movimientos real, pero dificulta la capacidad de reacción ante hechos inesperados, y nos obliga a estar preparados para múltiples contingencias. Por tanto, el jugador debe tener siempre una carta en su manga, y preparar la ofensiva sin descuidar las defensas, por lo que el planteamiento estratégico es completo; como decíamos antes, lanzarse en tropel con todos los recursos hacia el enemigo no dará resultado y, como en la guerra real, es un movimiento suicida.
Este ritmo algo lento es algo que no resulta extraño en la mayoría de representantes de relevancia en el género, pero resulta extraño que no se haya acelerado en su concepción consolera. No hay que pensar, sin embargo, que mientras desplegamos las tropas estamos con los brazos cruzados, o mirando el paisaje, pues tendremos que tener recursos destinados a las labores de inteligencia.
Como decíamos, es muy difícil reaccionar ante un movimiento inesperado de los enemigos, pero para eso están los espías: podemos mandarlos tras las líneas enemigas para recabar información, sin olvidarnos de interceptar y desencriptar comunicaciones enemigas, etc. Además, en cierto modo, el trabajo de inteligencia también se puede concebir como un sistema de mejoras técnicas, pues nos puede reportar mejoras como aumentar la velocidad de movimiento de las tropas, sin ir más lejos. Pero cuidado, también debemos tener en cuenta el espionaje enemigo, y buscar formas de engañarlos, como desplegar unas tropas hacia un sector, pero preparar la ofensiva real por otro.
Se trata de una interesante incorporación al conjunto jugable, sin duda alguna, pues aunque el uso del espionaje no nos dará en ningún momento la victoria, su descuido sí puede representar un humillante fracaso. Si sabemos dónde están los enemigos con precisión, y cuántos recursos hay a su disposición, nuestras decisiones serán mucho más firmes, algo esencial en un juego que poco perdona los errores, y donde incluso detalles pequeños detalles en la configuración de la tropa puede implicar que sean detectados y aniquilados, o que lleguen hasta su objetivo y nos den la victoria. Así, por ejemplo, hay que saber colocar a la infantería en sitios donde se pueda esconder, como bosques o pueblos, a la espera de que sea el momento de atacar; también hay que vigilar las comunicaciones por radio, pues podemos ser detectados por éstas.
Cuando el juego avanza, la dificultad se mantiene, porque aunque tenemos muchos más recursos y opciones para desplegar en el campo de batalla, hay más elementos a tener en cuenta. Esto implica que, aunque llegado cierto momento, podemos crear nuestras bases, también hay que establecer las líneas de suministros, y eso es un elemento más a tener en cuenta. Una vez lo tenemos controlado y asumido en nuestra rutina estratégica, lo cierto es que representan una ventaja innegable. Curiosamente, uno se da cuenta de esto más cuando empieza una nueva partida, apostando por un nivel de dificultad mayor, y descubre que superar las primeras misiones sin el recurso de las bases las convierte en algo mucho más difícil, porque ya te has acostumbrado a ellas.
Lo que no cambia en ningún momento es el ritmo lento general de RUSE, pero sí es interesante ver cómo la tensión aumenta según progresa el juego y los objetivos son más difíciles. No se trata de un juego trepidante por su ritmo, sino por el reto que llega a plantear al jugador, pero esto, claro, puede acabar jugando en contra del título y su público en consola.
Los aficionados a la estrategia en tiempo real están más habituados al PC, y quizás los usuarios que quieran probar el género en consola (pero no sean habituales al mismo, ni tengan un especial interés) se sentirán algo desencantados por su estilo pausado. Pero hay algo más a tener en cuenta: las primeras horas con el juego son engañosas, puesto que RUSE empieza muy lento, y esconde sus cartas; le cuesta mostrar sus posibilidades reales, y eso hace que las primeras horas de juego no sirvan como una muestra de lo que en realidad ofrecerá durante más de dos tercios de su extenso desarrollo. El multijugador, competitivo, nos muestra esas opciones reales de estrategia de manera mucho más directa, pero en este caso lo cierto es que resulta un tanto falto de opciones y de ritmo para convencer a los aficionados veteranos, que seguramente optarán por seguir con las partidas multijugador de su juego de estrategia de referencia.
En el campo técnico, aunque no hay problemas gráficos en forma de ralentizaciones, sí que hay una generación de polígonos muy evidente en ocasiones, lo que hace que diversos elementos e incluso el escenario puedan aparecer de repente en pantalla. No resulta espectacular, y desde luego no es uno de los juegos punteros del momento, pero consigue cumplir con sus objetivos, y se adapta bien al género sin excesivos lujos. Por su parte, el apartado sonoro resulta más sólido, sobre todo por los muy bien conseguidos efectos, más que por la banda sonora, que si bien resulta dramática y bien adaptada, queda algo por detrás de la contundencia de las explosiones, sonido de motores, etc.
Conclusiones
RUSE tiene un ritmo lento, pero no sólo en sus batallas, sino también a la hora de abrirse ante el jugador. Le cuesta ir dándonos las unidades y todas sus opciones de combate reales, por lo que la primera impresión es un tanto desoladora para los veteranos del género… pero hay que darle tiempo, dejar que la historia se nos cuente y, con ella, lleguen las novedades jugables. Sólo entonces se muestra como es: un juego retante, bien planteado, pero con unos primeros pasos que resultan torpes, algo imperdonable hoy en día, en un mercado que se mueve muy rápido, y con un colectivo de jugadores poco abierto a dar segundas oportunidades, ya sea porque el juego no convence al principio, o porque la demo no ha sido tan jugosa como esperaban. Su campaña para un jugador es muy atractiva, eso sí, aunque el multijugador competitivo no consigue calar tan bien.
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