Análisis de Guacamelee! PSN (PS3, PSVITA)
Hay que empezar a tomar muy en serio a DrinkBox Studios. Tales From Space: Mutant Blobs fue un buen juego de plataformas y puzles con una brillante secuela, Tales from Space: Mutant Blobs Attack, que aprovechaba las funciones de PS Vita de una manera muy natural. Guacamelee! no desmerece para nada la calidad de sus anteriores trabajos, cambia de género, pero la calidad es la misma e incluso mayor.
En esta ocasión los puzles dejan paso a la acción, y la linealidad por la exploración. Guacamelee! pertenece, y a mucha honra, a los Metroidvania. Los juegos de esta categoría que deben su nombre a las sagas Metroid y Castlevania comparten mapas amplios –en horizontal y vertical- y un desarrollo que no es el habitual en los juegos 2D –avanzar de izquierda a derecha- puesto que en no pocos momentos debemos retroceder para abrir un camino antes inaccesible gracias a un nuevo poder conseguido.
Este es un pequeño resumen de las características que definen a los Metroidvania, y con Guacamelee! DrinkBox ha ido incluso más allá del estándar mínimo incluyendo misiones secundarias y un modo para dos jugadores con una sólida base de acción. Pero comencemos por el principio.
El protagonista de esta historia es el fortachón Juan, un mexicano que vive tranquilamente en Pueblucho –nombre literal-. Tras un incidente en el Día de los muertos –en la cultura mexicana la muerte no es un tabú como en otros países- regresan de ultratumba Carlos Calaca y sus secuaces para secuestrar a una amiga de Juan. El héroe en este momento es derrotado y muere, pero en el mundo de los muertos consigue una máscara de luchador que le otorga el poder necesario para comenzar la venganza y recuperar a la chica. En su camino encontrará multitud de personajes, algunos con problemas que querrán que resolvamos, y centenares de esqueletos dispuestos a frenarnos.
El juego está traducido y tiene un tono gracioso con todos los tópicos habituales de México, tratados no de forma despectiva ni como burla, sólo de manera caricaturesca. Y es que todo en Guacamelee! recuerda a dibujos animados ochenteros, desde las animaciones y los gráficos a los absurdos diálogos entre Juan y los villanos. Drinkbox no se ha olvidado de los gags en segundo plano que pudimos encontrar en Tales from Space –en forma de pósters-, y aquí se hacen unos cuantos guiños a videojuegos, como Mario Bros., e incluso al famoso meme "me gusta" ataviado con un sombrero mexicano.
El grueso de la jugabilidad se reparte al 50% entre combate y plataformas. El primero es sorprendentemente profundo y adictivo. Inicialmente sólo contamos con un botón de ataque, por lo que irremediablemente la primera impresión es que estamos ante un sistema aún más simple que el de un Final Fight; nada más lejos de la realidad. A medida que avanzamos las posibilidades de Juan aumentan gracias a la consecución de nuevos poderes y habilidades. Aplastamientos, un gancho de derecha que eleva a los rivales por el aire, cabezazos y combos aéreos que podemos combinar de manera creativa con el único límite de no consumir una barra –dividida en secciones- que indica la cantidad de movimientos especiales que podemos realizar; se rellena en pocos segundos así que tampoco es una gran restricción.
Uno de los movimientos más básicos y efectivos es el lanzamiento, que se activa al golpear repetidas veces a un enemigo. En cuanto está débil, y eso no quiere decir que aparezca la animación de mareado o que baje su guardia, aparece sobre él un botón que nos indica que podemos lanzarlo por los aires en la dirección que deseemos, pudiendo "jugar a los bolos" contra otros rivales y así encadenar combos, respirar más tranquilos cuando nos asaltan cuatro o más enemigos, y aprovechar este improvisado proyectil contra esqueletos que se encuentran lejos de nuestro alcance. Quizás no parezca un elemento importante de la jugabilidad, pero realmente es muy divertido y hace el ritmo de los combates muy rápido y fluido. Ayuda enormemente que sea un juego de dificultad media-alta, con oponentes ágiles y algunos con ataques muy dañinos –unas piñatas explosivas que te hieren cuando explotan, estés donde estés en la pantalla- porque en ningún momento subestima al jugador.
No hay una gran variedad de rivales en cuanto a diseño, pero sí en cuanto a estrategias: cuerpo a cuerpo, aéreos, con ataques a larga distancia, gigantes, armadillos rodantes, plantas subterráneas, cactus, etcétera. La intensidad de las partidas tiene una curva de aprendizaje cómoda y constante, y hasta pasadas unas horas no descubriremos todo lo que puede dar de sí un combate masivo en el que se juntan varias clases diferentes atacando a la vez. Para complicar la situación, a partir de cierto momento aparecerán nuevas normas con motivo de las habilidades adquiridas que cambian el desarrollo. Una de ellas son los escudos de energía –convenientemente diferenciados de color- que rodean a algunos rivales y que sólo pueden ser destruidos con un ataque correspondiente: por ejemplo, el aura roja nos indica que antes de pasar a la acción hay que realizar un uppercut. Como imaginas, si se juntan varios en pantalla cada uno con su propia protección no sólo hay que ser ágil de vista y reflejos para identificar cada protección, también hay que evitar el daño de los oponentes que son, en ese momento, invencibles.
Por cuestiones de la historia, Juan podrá alternar el mundo de los vivos y de los muertos, primero sólo tocando unos portales y luego a su antojo. Esto tiene implicaciones en la parte de las plataformas, pero en cuanto al combate, significa que en pantalla podemos tener a enemigos en diferentes planos y sólo podemos golpear si nos colocamos en el suyo –ellos, en cambio, son fantasmas que nos pueden dañar aunque sólo veamos su silueta-. Como vemos, todo junto y revuelto a medida que avanzamos en la historia hace que cada enfrentamiento tenga algún nuevo peligro y cada vez requiera más precisión. Es muy divertido y exigente.
La otra parte central de la jugabilidad la cubren las plataformas y la exploración. Las habilidades que comentamos para el combate –puñetazos, gancho, cabezazo, etc.- se utilizan para destruir bloques de colores. Si en tu camino encuentras –y lo harás- un bloque azul pero no sabes que significa, memoriza su localización porque en un futuro podrás pasar por ahí, sea como parte de la historia o para conseguir suculentos tesoros en dinero o mejoras. El dinero se utiliza para adquirir, en la tienda que encontramos cada cierto tiempo, porciones de símbolos que al formar la figura completa –con tres- nos proporcionan más vida o más secciones de habilidades. Estos objetos también se pueden encontrar en los citados cofres, por lo que explorar lugares ya visitados tiene recompensa. Ah, y vigila los lugares estrechos, cuando adquieras una transformación animal podrás pasar por sitios inaccesibles en tu estado normal.
La parte de las plataformas es, como el combate, de dificultad creciente –y diríamos que aún más difícil que la parte de la lucha-. Los primeros pasos no parecen complejos, hasta que llegan partes endiabladas de precisión al más puro estilo Super Meat Boy y Mega Man. No hay puzles propiamente dichos pero sí que deberemos encontrar la forma de superar plataformas con el cambio de plano de mundo, los saltos dobles e incluso el uppercut –que sirve para ascender-. Un ejemplo práctico: debes subir por una pared estrecha rebotando y, en el aire, pulsar el botón para que una de las paredes desaparezca, atravesar esa superficie que antes era sólida, volver a la realidad anterior y caer sobre otra superficie que mágicamente aparece en ese mundo.
Las superficies que sólo están en uno de los dos mundos poseen un brillo para que sean fácilmente identificables, de ahí que realmente no hay puzles de pensar. Lo que sí podemos decir es que hay tramos complicadillos, de repetir una, diez y cincuenta veces si hace falta hasta realizar los saltos de manera memorizada –el juego es muy permisivo con la caída en fosos, siempre y cuando no haya sierras que causan la muerte instantánea-. Por suerte los puntos de control y guardado son generosos, así que el juego sabe encontrarse dentro de la adicción sin cruzar la línea a la frustración.
Sin duda, un juego sobresaliente y refrescante, que aún tiene un par de sorpresas más. Una es que al adquirir el juego recibimos la versión PlayStation 3 y la de PS Vita, con opción de guardado en la nube y juego cruzado –en local-. No hay diferencias entre una y otra versión, salvando la resolución y que hay un movimiento que se realiza tocando la pantalla. No ha sido un juego creado para utilizar las funciones de Vita y no están metidas con calzador. La otra opción es el juego cooperativo, lamentablemente sólo en local –en PlayStation 3-, aunque Guacamelee! ha sido pensado principalmente para un jugador y si esa es tu manera de jugarlo no tendrás ningún problema, lo disfrutarás al máximo. Considera el cooperativo como un extra, no como la forma de jugar obligatoria.
La duración varía entre las seis y las ocho horas –tiene dos finales y un modo difícil una vez terminas el normal-, dependiendo un poco de la exploración que hayas realizado o las misiones secundarias cumplidas. No es un juego corto, ni un juego largo. Llegar al final incluso podría llevar más tiempo que la campaña de ciertas superproducciones. En cualquier caso, no se trata de medir la diversión por las horas frente a la pantalla, Guacamelee! es una joya descargable que funciona a la perfección en su sistema de combate y las plataformas.
Para Tales from Space DrinkBox se inspiró en el cine retro de serie B, creando un marco de televisión antigua y texturas para ensuciar la imagen. Para la aventura de Juan el parecido lo encontramos más en las series de dibujos animados de los 80 y 90, con unos preciosos escenarios –siempre con dos versiones, la del mundo de los vivos y la de los muertos- y animaciones caricaturescas. El grado de detalle –la luz y los rayos solares están muy bien recreados- hace que no podamos decir peyorativamente que estamos ante "un juego Flash". Del apartado artístico sólo podemos encontrar una pega, el efecto burbuja en el escudo de los enemigos protegidos rompe un poco con la estética general. Por lo demás, es un juego bonito en capturas y aún más en movimiento.
La banda sonora es otro punto fuerte de Guacamelee! gracias a la música de ritmo mexicano. Es sobresaliente y dinámica, en cuanto a que al pasar de una dimensión a otra cambia sin que apenas nos demos cuenta de la transición. No hay voces, pero tampoco se echan en falta.
Conclusiones
El precio de lanzamiento –que incluye las dos versiones- es de 12.99 euros, que dentro de la distribución digital no es de los más baratos. No importa, está justificado. Y si dispones de las dos consolas es una compra obligada. Este es otro ejemplo más de cómo llevar ideas de sagas clásicas a una evolución jugable y a su vez introducir una personalidad propia para que el resultado sea algo original. Guacamelee! es un plato a ratos picante y duro, pero no podrás dejarlo a medio terminar.
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