Análisis de Ethan: Meteor Hunter PSN (PS3, Switch, Xbox One, PC)
Con los juegos de plataformas hemos pasado de estar ante un género prácticamente muerto hace 5 o 6 años, a la situación actual en la que se puede decir que está sobreexplotado, gracias a la eclosión de la escena independiente, que ha encontrado en este tipo de juegos una mina para exponer nuevas propuestas e ideas. Con el paso de los años y el éxito arrollador de plataformas digitales de descarga como Steam, Xbox Live y PlayStation Network, el mercado indie cada vez está más competido, y es más difícil destacar, algo que hace 3 o 4 años era relativamente sencillo a poco que se lanzará una propuesta con un mínimo de calidad u originalidad.
Esto está provocando que muchos juegos independientes bastante correctos o incluso notables aparecidos en los últimos tiempos estén pasando completamente desapercibidos, cuando hace un tiempo hubieran sido acogidos calurosamente por crítica y público.
Algo así es lo que le pasa a Ethan: Meteor Hunter, un juego sencillamente correcto que mezcla por igual plataformas y puzles, pero que no consigue destacar en nada; ni su propuesta jugable es demasiado original, ni su estilo artístico o calidad gráfica llaman la atención, y pese a ser entretenido, está prácticamente abocado al olvido.
Ethan: Meteor Hunter está protagonizado por un ratón que una noche mientras discute salvajemente con un vecino recibe por accidente el extraordinario poder de un meteorito, que a partir de ese momento le otorga el poder de telequinesis, permitiéndole detener el tiempo y mover objetos a su antojo. Crecido tras recibir semejante poder, se propone reunir todo los pedazos de ese mágico meteorito, para lo que tendrá que recorrer tres mundos divididos en 17 niveles cada uno.
La jugabilidad es muy sencilla, nos movemos, saltamos, nos deslizarnos por rampas pulsando hacia abajo para alcanzar más velocidad y saltar más lejos, podemos mover algunos objetos arrastrándolos, y la sal y la pimienta la ponen unos ítems que recogemos que nos otorgan "pausas", lo que nos permite detener el tiempo y mover ciertos objetos con un cursor. Los podemos girar y colocar en la posición que queramos, aunque siempre dentro de un área que nos determina el juego mediante unas líneas discontinuas.
Aunque en un principio parece un juego de plataformas con algunos puzles, en cuanto avancemos un poco más en la aventura descubriremos que más bien es un juego de puzles con plataformas. Esto no quiere decir que no haya abundantes saltos, que los hay, con algunas secciones bastante complicadas, cuyo control un tanto impreciso tampoco ayuda demasiado, pero los momentos realmente difíciles y que nos harán comernos la cabeza los ponen los puzles, muy complicados en ocasiones.
Es aquí donde encontramos uno de los primeros fallos de la jugabilidad. En PC podemos jugar con teclado y ratón o con mando, en PS3 obviamente solo con mando, y cualquiera de las dos opciones cojea de una pata. Si jugamos con el teclado evidentemente las secciones de plataformas no se superan tan bien como si lo hacemos con un mando, y de hecho el propio juego antes de la pantalla de título, nos recomiendo jugar con un mando. Pero si jugamos con un pad, las numerosas escenas de puzles en las que tenemos que mover objetos, se hacen a veces un tanto tediosas, al exigirnos ser muy precisos colocando las piezas, algo que no es un problema en las primeras pantallas, pero sí a partir del segundo mundo, con puzles que exigen soluciones milimétricas. Perderemos mucho tiempo intentando colocar piezas en su lugar idóneo, ya que como podéis imaginar, con un stick no se tiene la misma precisión que con el ratón, de hecho por momentos hemos llegado a jugar usando tanto el mando como el ratón, dependiendo de la situación.
Aparte de este problema con el control, las situaciones y los puzles que nos plantean no están nada mal, algunas bastante ingeniosas, aunque a veces con unos picos de dificultad un poco exagerados y mal medidos, para después pasar a tramos mucho más sencillos en comparación. La muerte no se penaliza, no hay vidas, tampoco enemigos, y vamos llegando a sucesivos puntos de control tras los que se nos plantea una situación, de plataformas, puzles o que mezcla ambas dinámicas, para una vez superada llegar a un nuevo punto de control, así hasta completar la fase.
Con el paso de los niveles se van incorporando nuevas mecánicas, pero que nunca llegan a cambiar demasiado la base de la fórmula, y lo que hacen es proponer puzles cada vez más complejos y enrevesados, que además solo permiten una solución posible, al contrario que las grandes obras del género, que al menos son capaces de crear la ilusión en el jugador de que hay muchas maneras de superar una misma situación –Portal, Braid, como algunos ejemplos-.
Las fases además del reto que supone de por sí superarlas, bastante complicadas a partir del segundo mundo, tienen objetivos secundarios, como recoger todos los fragmentos de meteorito, conseguir el mejor tiempo posible, no usar más de un número concreto de pausas, o encontrar ciertos secretos, por lo que si queremos sacarle todo el jugo, tenemos un juego razonablemente largo. Además de las fases habituales con puzles y plataformas, tenemos otras en las que vamos montados en un pogo que salta automáticamente y solo podemos movernos, jefes finales al terminar cada mundo, e incluso unas fases de disparos montados en una nave, al estilo de las de Rayman Origins, y al igual que en aquel, no demasiado inspiradas. Pequeños intentos de aportar variedad al conjunto, pero que no lo consiguen.
Y en lo que se refiere a gráficos, ni el apartado artístico ni el técnico ayudan demasiado. Tenemos un diseño artístico anodino, soso, que no dice nada a simple vista y que acaba resultando monótono, ya que solo hay tres ambientaciones distintas para los 51 niveles, una para cada mundo, lo que se hace pesado, causando una sensación de que estamos recorriendo los mismos lugares una y otra vez. Y la música ayuda menos todavía, muy olvidable, te empuja a ponerte un disco o la radio para estar entretenido antes que escuchar unas melodías tan poco inspiradas, siendo un género este, el de los plataformas, en el que siempre se agradece música pegadiza y simpática.
Otra correcta aventura con plataformas y puzles
Si te gustan este tipo de juegos, y además especialmente los que cuentan con una dificultad por encima de la media, puede que disfrutes bastante Ethan: Meteor Hunter, sabiendo que son más protagonistas los puzles que las plataformas, y que no es un juego especialmente pulido o inspirado. A pesar de haber situaciones bastante ingeniosas, ni como plataformas el control es muy preciso, ni como juego de puzles, al estar constantemente moviendo un cursor, está bien resuelto con un mando, quedando un poco cojo en ambas facetas. Su olvidable apartado audiovisual tampoco ayuda demasiado, y en definitiva estamos ante una aventura simplemente correcta, que no consigue destacar en ningún aspecto. Podéis haceros con él desde la página web del estudio por 7,50 euros, un precio bastante bueno para lo que ofrece, o en PlayStation Network por 9,99 euros aunque solo para PlayStation 3, una pena ya que su propuesta se hubiera adaptado como un guante a las posibilidades de PlayStation Vita.