Análisis de DiRT 3 (PS3, PC, Xbox 360)

Codemasters hizo durante años el mejor juego de rallies del mercado, Colin McRae Rally, pero en esta generación decidió darle un giro de tuerca para intentar que abarcase no solo las pruebas del mundial de rallies, cronometradas, sino también otras disciplinas de deportes offroad o todocamino, más o menos extremos, para intentar ofrecer un juego más variado y con una personalidad marcada. Tanto Colin McRae Dirt como su segunda parte cumplieron con creces ese objetivo, y esta tercera parte, ya sin el nombre del fallecido piloto escocés, vuelve a mejorar la experiencia e intenta innovar ofreciéndonos más tipos de carreras, e incluyendo las gymkhanas como gran novedad.

DiRT 3 es parecido a la segunda parte, especialmente en los primeros compases, pero poco a poco, a medida que avanzamos, va mostrando los nuevos tipos de carrera que contribuyen a darle más variedad al juego aunque, eso sí, puede que no gusten a todos. Por supuesto, se mantienen las carreras cronometradas, tanto en su variedad de coches de rally como en los coches trailblazer, y las carreras rallycross, en las que competimos con otros siete coches durante varias vueltas. Hay también retos de derrapes, que exigen mostrar nuestra maestría al volante de nuestro coche, pero las nuevas pruebas de Gymkhana le dan una vuelta más a esta idea y convierten a DiRT 3 en un juego muy variado, donde en unas pruebas tendremos que ser los más rápidos, y en otras simplemente los más hábiles.

Presentadas por el famoso Ken Block, cuyas habilidades podéis comprobar en Youtube, las pruebas de Gymkhana comienzan con un tutorial donde nos irán familiarizando con diferentes trucos: trompos (dar vueltas alrededor de un mismo punto), donuts (dar vueltas alrededor de un poste), saltos, choques (contra obstáculos puestos en el circuito) y derrapes. Tras un tutorial familiarizándonos con estas acrobacias -realmente, solo los donuts y los trompos requieren aprendizaje-, el juego comenzará a plantearnos diferentes pruebas de Gymkhana con mecánicas distintas a lo que esperamos de un juego de coches.

Los campeonatos de Gymkhana nos piden conseguir la máxima puntuación posible ante un público que recompensará la variedad de piruetas que hagamos, y lo bien que las enlacemos entre sí. Además de una bonificación por lo que realicemos, el juego tiene una especie de "medidor de combo" que irá aumentando si enlazamos bien nuestros trucos, y que bajará si chocamos o bien si el público considera que no paramos de repetirnos. Estas pruebas son un verdadero reto, ya que nuestros rivales no son precisamente mancos, y tendremos que intentar conseguir la mayor cantidad de puntos en un tiempo limitado. Esta es la prueba "reina", por así decirlo, de la Gymkhana, pero nos encontraremos con otros retos como el realizar un circuito, con sus correspondientes trucos, en un tiempo limitado -ya sin rivales-, o los "Speed Run", pasar por una serie de puntos de control de un circuito en el menor tiempo posible.

La clave de estas nuevas pruebas es que estas exigencias de piruetas cambian considerablemente la forma de jugar. Para sorpresa de muchos, se puede ser un hacha corriendo contra el crono entre las arenas del desierto, pero pasar verdaderas dificultades intentando realizar un "Speed Run", o quedando de primero en una exhibición de Gymkhana. Sin cambiar el control del juego, Codemasters se ha sacado de la manga un sistema de trucos y piruetas que cuesta dominar, y que recompensan la habilidad del jugador con el coche en los "espacios pequeños", castigando esa inercia en los jugadores de acelerar al máximo, por defecto, cuando no hay curvas en el horizonte.

La Gymkhana le da al juego más variedad y un reto fresco y diferente pero, claro está, puede no gustar a aquellos que solo estén buscando las carreras de Dirt 2 y similares, y no les guste la idea de la Gymkhana o, al menos, no les convenza una vez probada. Estas partes constituyen alrededor de una cuarta parte del juego, y no se han metido a la fuerza. Para avanzar y conseguir más carreras y coches tendremos que superar algunas, pero no todas, por lo que aquellos a los que no les haga mucha gracia puede que todavía pasen un buen rato con el resto de carreras de DiRT.

Éstas son más o menos como en DiRT 2, pero se ha mejorado un poco el control y se ha incluido como ayuda una línea de trazada ideal, al estilo de juegos como Forza Motorsport o el propio Formula 1 de Codemasters. Esta línea es interactiva y cambia de color dependiendo de que necesitemos frenar o acelerar, aunque hay que decir que a veces es demasiado optimista, y en carreras de rally casi siempre está en verde, pasando por alto algo llamado "estabilidad del coche" que resulta bastante importante para evitar que nuestro bólido no acabe medio volcado en una acequia de Finlandia. Vuelve la opción de rebobinar, un invento de Codemasters que tan bien ha funcionado en los últimos juegos de la compañía, y que en DiRT 3 vuelve a mostrar su utilidad, tanto en las carreras como en las Gymkhanas. El juego, además, nos recompensa por usar cuantas menos veces esta opción.

Si bien no se han añadido más tipos de carreras (cronometradas de rally y trailblazers, y competitivas de rallycross y uno contra uno, respectivamente), lo que sí se ha hecho respecto a la segunda parte es incluir nuevos entornos, destacando las carreras en escenarios nevados, y las pruebas que disputaremos en la icónica ciudad de Montecarlo, donde las carreras tipo rally adquieren una dificultad mayor gracias a las curvas cerradas del principado. El juego vuelve a permitirnos elegir un nivel de dificultad que se adapte a nuestras habilidades, pudiendo además configurar manualmente las ayudas, así como la configuración del coche antes de cada prueba.

Los coches también tienen añadidos interesantes. Están divididos en varias categorías, y dentro de éstas lo están por épocas. Algunas carreras permiten que elijamos antes con qué coche de qué época competir, haciendo que nuestros rivales sean también coches de los 80 o los 90, por poner un ejemplo. A medida que nuestra reputación crezca, es decir, que ganemos carreras, cumplamos objetivos (entra por la meta a cierta velocidad, por ejemplo) y lo hagamos además sin rebobinar, más equipos se interesarán por nosotros, con lo que sus coches se abrirán y podremos elegirlos para las pruebas de su categoría. Hay algunos coches emblemáticos como el Audi Sports quattro Rallye o el Lancia Delta S4, y muchas sorpresas que desbloquear a medida que nuestro caché como piloto vaya subiendo.

Algunos de estos coches, eso sí, estarán reservados para los que cuenten con un "pase VIP", el código que nos dan al comprar el juego de primera mano en una tienda, que nos permitirá no solo acceder a algunos de estos bólidos, sino también compartir nuestras repeticiones en Youtube y, lo que es más importante, jugar online. Sin el código no podremos competir en la red y estaremos limitados al competente y divertido modo a pantalla partida para dos jugadores.

A nivel gráfico decíamos en las impresiones del juego publicadas hace unos días que el juego nos había llamado mucho la atención y, una vez con la versión final en nuestras manos, esa opinión se mantiene, pero matizada. Los coches tienen un gran modelado y sistema de destrucción, y algunos escenarios brillan, pero otros se quedan un poco atrás, y detalles adicionales como el público o los asistentes antes de la salida de un rally cronometrado hacen que el juego pierda enteros. Aun así, progresa respecto a DiRT 2 y se mueve fenomenal.

En cuanto al apartado sonoro, además de unos excelentes efectos de sonido para el motor de los coches, las colisiones y demás ruidos de la competición, cuenta con un doblaje al castellano muy bien realizado, en la línea de todo lo que ofrece Codemasters. El juego vuelve a llevarnos en volandas por el modo Carrera, con diálogos de agentes, publicistas y el propio Ken Block, y se mantiene la gran calidad de DiRT 2 (podemos elegir un nombre de pila para que la voz de la chica nos llame así, entre una gran variedad). Hay que decir que aquellos a los que les pareció que estuvo de más el "mareo" por la caravana de DiRT 2 estarán contentos al ver que los menús de DiRT 3 se han simplificado bastante, aunque ciertos diálogos no podrán saltarse.

DiRT 3 vuelve a ser un gran juego de carreras offroad o todocamino, con un control a caballo entre el arcade y la simulación que el usuario puede adaptar a su gusto, y una gran variedad de pruebas en las que competir en su duradero modo principal. Mejorando el control, los gráficos y las ayudas, su gran novedad son las Gymkhanas, que pueden gustar a algunos pero echar para atrás a otros. Requieren paciencia al principio y pueden llegar a ser muy divertidas para aquéllos que no solo quieran correr al modo tradicional. Una muy buena secuela de una saga con una marcada personalidad que sigue siendo el mejor exponente de su particular vertiente.