Análisis de Conflict: Denied Ops (PS3, Xbox 360, PC)
Comencemos desde el principio. Venezuela es un polvorín bajo el mando del general Ramírez, un típico personaje que con mano firme arma al país con bases militares tras derrocar al anterior gobierno. Los Estados Unidos, en su papel de policías mundiales, sopesan la posibilidad de intervenir en la zona, pero Ramírez amenaza incluso con ataques nucleares cualquier intromisión exterior. Una situación delicada que requiere de operativos negados (o encubiertos), un pequeño equipo compuesto por soldados especiales no reconocidos: nosotros. O mejor dicho, la pareja protagonista que responde al nombre de Lincoln Graves y Reggie Lang, clásico dúo de compañeros que discuten ocasionalmente pero que en el fondo forman una piña de camadería, algo que también EA promociona en su título de acción Army of Two.
Cada uno de estos personajes posee algunas diferencias en cuanto a armamento, Graves el tirador está especializado en armas de largo alcance y precisión, mientras que Lang está enfocado a la fuerza bruta, de manera que las recompensas en forma de nuevas armas y accesorios tras cada misión agudizan estas diferencias. Así pues, la primera misión a modo de largo tutorial consiste en atravesar el Monasterio de Santa Cecilia y rescatar datos informáticos del enemigo que descubrirán enlaces con otros puntos del planeta conectados de alguna manera con Ramírez, y evidentemente, en ninguno se nos dará una amigable bienvenida. El orden de dirigirse a un lugar u otra localización (tan variopintas como zonas calientes en Ruanda, Rusia o Siberia, además de la citada Venezuela) es a elección del jugador, no necesariamente sigue un orden creciente de dificultad.
Al hablar del compañerismo que hace gala el juego nos referimos a ese toque estratégico que permite pasar de un personaje a otro al vuelo y en cualquier momento con una simple pulsación de botón, así como dar pequeñas ordenes (avanzar, cubrirnos las espaldas) al socio controlado por la inteligencia artificial (en el modo campaña en solitario), sencillo de realizar con un e indicando el lugar al que ir. Ambos se encontrarán normalmente bastante cerca, no solo por la gran linealidad del mapeado, también con el objetivo de salvar la vida del amigo en caso de graves daños, lo que se traduce en que mientras uno de los dos se mantenga con salud, la misión no ha fracasado. La inteligencia artificial del enemigo cumple su papel y los soldados se esconden, nos golpean si se encuentran cerca, y huyen corriendo si comprueban que pueden ser aplastados por un tanque; no encontramos defectos importantes aquí.
El armamento es diferente para cada protagonista, y fijo durante la misión. No conseguiremos nuevos "juguetes" recogiendo armas de enemigos caídos o de arsenales, solo munición en cajas a la vista o algunas escondidas tras falsas paredes; en ningún caso Conflict: Denied Ops es un juego en el que debamos atesorar cada bala o granada, puesto que disponemos de mucha; existe además un gran número de objetos inflamables esparcidos en las zonas abiertas listas para causar daños masivos entre los incautos soldados que se acerquen a bombonas de gas, barriles y contenedores de gasolina. Las recompensas o mejoras (tales como silenciadores) se dan al final del capítulo, lo cual no es un gran inconveniente, puesto que el juego ha sido pensado así y es posible solventar cualquier situación con uno u otro de los personajes, la mayoría de las ocasiones indistintamente, pero en algún momento de forma específica (como la colocación de C4).
Cuando las cosas se pongan difíciles (y se pondrán), habrá que echar mano de armamento pesado, tanto como tanques, helicópteros o cazas. Son un agradecido cambio tras varios minutos de tiroteos, y aunque esa superioridad frente a soldados enemigos está ahí, debemos vigilar la resistencia de la maquinaria, o explotará. Para los momentos en los que la situación sea inversa y debamos derribar un Hind, habrá que dar lo mejor de nuestra puntería para acertar en el piloto, la manera más sencilla de acabar de forma espectacular con el ejército rival. Finalmente, para el cuerpo a cuerpo, quedan los letales golpes físicos, mortales para los enemigos y muy dañinos para nosotros si los recibimos, por lo que en muchas ocasiones no desearemos llegar a tal extremo.
Los objetivos varían a lo largo del recorrido, con una señal en pantalla que indica los metros y la dirección del lugar, que salvo en alguna ocasión (por la ausencia de un mapa) no son demasiado complicados de alcanzar por la falta de alternativas en el recorrido. Desde robar datos de ordenadores, destruir equipos informáticos, huir del lugar o proteger a un compañero, los acontecimientos van improvisando nuestras acciones. El listado de logros (llamado así en todas las versiones, incluida PlayStation 3) recoge los conocidos retos no obligatorios que pueden ser desbloqueados en sucesivas partidas, alargando un poco el valor de repetición una vez terminada la aventura principal.
No obstante, falta por comentar uno de los apartados más interesantes del juego, el multijugador. Tanto si es a pantalla partida, red local o conexión a Internet, la cooperación entre dos jugadores en el modo campaña hace más ameno el modo principal, cuya carencia de personalidad es importante. Además dispone de competiciones en los modos por equipo, duelo o conquista que otorgan muchas horas de diversión junto con quince personas más. Difícilmente llega a ofrecer una competencia real a los pesos pesados actuales, pero no cabe duda que jugar con (o contra) un compañero humano multiplica la diversión de cualquier título.
El nivel técnico el juego es bastante modesto, sin llegar a decepcionar. A nivel de modelados, personajes y entornos poseen un número de polígonos sin grandes alardes, pero algo insuficiente para un juego de la llamada era next-gen, defecto que en las secuencias generadas por el motor del juego es acusable, especialmente por la carencia de expresividad en las caras humanas. Las secuencias creadas por ordenador tampoco son llamativas. Los escenarios abiertos, y según el lugar, muestran claroscuros a medio camino entre un juego actual y otro de lanzamiento para sistemas de última generación; nos referimos a interiores vacíos y sin demasiados detalles, ni efectos de luz atractivos que justifiquen el gran número de objetos sencillos (cajas y objetos similares) que adornan estas partes del mapa; por el contrario, los exteriores, sin llegar nunca a los niveles de juegos como Call of Duty 4: Modern Warfare, aparentan más trabajo, tanto en las pequeñas ciudades semidestruidas como algunos árboles esparcidos. Las texturas también ofrecen calidad variable (algunas aceptables, otras deficientes), y en general poseen una resolución modesta; la variedad tampoco es el punto fuerte, salvando la visible entre una misión u otra.
A nivel global tenemos por tanto un juego irregular, que desprende sensación sin pulir y falta de personalidad que la jugabilidad por sí misma tampoco ofrece. Tan solo algún detalle como las explosiones o el humo resaltan sobre el nivel general del título, pero ello suele acarrear una bajada de framerate apreciable. La destrucción e interactividad con el escenario es algo limitada pero no ausente, puesto que cuenta con un motor de físicas realistas para representar golpes en cajas y objetos siguiendo los cánones actuales de cualquier título.
El apartado donde Conflict: Denied Ops se muestra más sólido se encuentra en la ambientación sonora, no solo por el buen doblaje que disfrutamos (que nos regalará principalmente órdenes de la base, diálogos con el compañero y algunos comentarios soeces en el campo de batalla), también la excelente partitura compuesta por Richard Jacques, que en su currículum cuenta con participaciones en Headhunter, Jet Set Radio, Metropolis Street Racer y los recientes The Club y Mass Effect. Todo un sello de calidad que se suma a sonidos de tiroteos y explosiones satisfactorios.
Conclusiones
Conflict: Denied Ops no destaca prácticamente en ninguno de los apartados más importantes, y se muestra como un juego con una realización correcta pero falto de contenido. Hoy día creemos que se necesita algo más que un trasfondo bélico como disculpa para que un juego de estas características pueda convertirse en alternativa real a los diferentes títulos del género, especialmente cuando encontramos recientes lanzamientos que explotan mejor las características técnicas de las consolas o los PC, más enfocados al juego en línea o con una historia absorbente. Eso si, el carácter cooperativo asegura unas cuantas horas de diversión en compañía, tanto on-line como offline, a través de varias localizaciones ambientadas en la actualidad.
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