Análisis de Avatar (PS3, PSP, PC, PS2, NDS, Xbox 360)
Na’vi o humano, la acción está asegurada en el juego basado en el próximo éxito de James Cameron.
Daniel Escandell ·
Actualizado: 21:31 17/8/2020
GRÁFICOS
9
SONIDO
9
NOTA
8.5
DIVERSIÓN
8
JUGABILIDAD
8
Análisis de versiones PS3, PSP, PC, PS2, NDS y Xbox 360.
Otros análisis: Wii
James Cameron regresa al cine y a los videojuegos con Avatar, una película de animación que promete ser uno de los taquillazos del año, como no podía ser de otro modo viniendo de la vertiente más palomitera del director y, por supuesto, llega dispuesta a poner un pie en los videojuegos que sea de calidad.
Se enfrenta, por tanto, a uno de los prejuicios más veteranos y justificados de esta industria: los juegos basados en otras marcas (y, en especial, películas y series de televisión) tienen una tendencia casi irrebatible a ser nefastos, o algo peor. Pocos son los juegos que, basándose en películas, han logrado ofrecer algo más que ser un clon sinsustancia del éxito jugable del momento, fuera un plataformas o un juego de disparos. Es como si la marca que los respalda fuese suficiente como para no tener que hacer nada más y conseguir unos buenos ingresos… algo que sus ventas han mostrado en muchas ocasiones.
Avatar llega respaldado por una compañía de envergadura, Ubisoft, pero ya sabemos también que tener un importante sello importa tan poco como el título de la película, y un buen puñado de sus ventas están aseguradas para quienes queden encandilados por la película. ¿Y los demás, debemos prestarle atención? La sorprendente respuesta es que sí.
La adaptación a los videojuegos de Avatar va mucho más allá que ofrecer un envoltorio bonito para que las fotos luzcan bien en la caja, y nos confesamos sorprendidos por la calidad general que se ha alcanzado en esta producción. A nivel técnico, os recordamos que los afortunados poseedores de uno de esos -todavía hoy- costosos paneles con tecnología de 200Hz y una conexión HDMI podrán disfrutar este título en imagen estereoscópica, emulando el efecto tridimensional que se está poniendo tan de moda -otra vez, aunque ahora sin gafas de celofán horterísimas- en los cines. La vanguardia tecnológica es siempre un atractivo interesante, pero también insuficiente, si no se ve respaldada por un concepto jugable interesante, y un buen desarrollo: a nadie le interesa pagar por una demo técnica (alguna excepción hay) que no da diversión.
Avatar, sin embargo, no es un juego original. Como sucede con tantas otras adaptaciones apuesta por un sistema jugable consolidado, con pocos riesgos, y muy a la moda. En esta ocasión, lo que toca es la acción en tercera persona, que, sin duda alguna, es junto a la acción en primera persona la gran estrella de la generación que nos ocupa. God of War, Lost Planet, Gears of War,… la lista de juegos de este tipo con múltiples variaciones es enorme, y sigue creciendo año tras año.
Muchos apenas aportan alguna novedad; la mayoría, carecen de interés, y unos pocos no sólo funcionan bien, sino que añaden un elemento personal, distintivo, a su esencia. Avatar no aporta algo que sea realmente distintivo, aunque es muy interesante su planteamiento al ofrecernos modos de combate diferentes según la especie que controlemos (el humano o el nativo avatárico); lo importante es que la ejecución es francamente buena.
Los primeros pasos con Avatar resultan un tanto lentos para el jugador aficionado: le cuesta entrar en materia, en la medida en que se tarda bastante más tiempo del deseado en introducir todos sus conceptos al jugador y darle la libertad necesaria para afrontar los retos con libertad, llevándolo excesivamente de la mano. Entendemos que esto se debe al deseo de presentar todas esas opciones de manera muy pautada al jugador novato, que se sienta atraído por el videojuego pero no sea un jugador habitual y que, por tanto, necesita una introducción más suave a todos sus elementos. Los habituales a la acción y aventura en tercera persona deberán perdonarle esto al juego, pero hay que admitirle algunas ventajas: la narrativa del juego está bien elaborada, su mundo es complejo, y todo este proceso se aprovecha para presentárselo al jugador, por lo que al menos no se tiene una sensación tan marcada de estar perdiendo el tiempo. Además, la historia complementa a la de la película (no nos ofrece seguir la cinta paso a paso), por lo que el guión, si bien no es brillante, sí resulta entretenido.
Cuando por fin entramos en materia de verdad, lo que nos encontramos es un juego con muchísima acción en el que armamento, vehículos y exploración se dan la mano, con unos escenarios razonablemente extensos en los que vamos descubriendo un planeta lleno de vida, pero, con ésta, importantes peligros: criaturas salvajes, enormes, e incluso algunas plantas (o eso parecen) pueden representar un peligro potencial de destacada importancia. Como humano, contamos con un arsenal tan estereotipado como competente para estas tareas, garantizando un estilo de juego tradicional con muchos tiroteos.
¿Pero qué pasa cuando eres un nativo, un Na’vi? El na’vi que encarnamos es un avatar, esto es, un humano que ocupa un cuerpo de uno de estos seres, para, en principio, infiltrarse entre ellos y demás. Puesto que dar muchos más detalles podría arruinar el argumento principal del juego y la película, nos quedaremos en esto, en cuanto a narrativa. Este pueblo es primitivo, y por tanto sus armas también lo son, pero su superioridad física, necesaria para vivir en un entorno tan hostil como el planeta en el que se desarrolla la acción, era de esperar.
Pasamos a usar arcos y flechas, y el combate cuerpo a cuerpo se vuelve predominante y, por tanto, eso nos obliga a adoptar un estilo de juego diferente. El na’vi que manejamos, además, puede usar camuflaje óptico (dispositivo disponible también para humanos) por lo que sus posibilidades de acercarse a los invasores humanos son superiores, para luego dar buena cuenta de ellos con nuestra maza, o cualquiera de las otras armas con las que contaremos, pero predominantemente cuerpo a cuerpo.
Salvando las distancias, si el humano viene a ser un Gears of War, el na’vi está más cerca de un God of War (eso sí, sin combos ni parafernalias). Además, el uso de los recursos de la naturaleza le abre muchas puertas al, en principio, limitado na’vi, y volar (y, por tanto, el combate aéreo) estará a la orden del día. Por tanto, en realidad no hay tantísimas diferencias entre unos y otros: como humano pilotamos uno de los aviones-helicóptero del juego, y como na’vi domamos un bicho volador. Y lo mismo se aplica a muchos aspectos del juego.
La diferencia no es sólo visual, pero tampoco muy profunda en realidad; por eso decíamos antes que Avatar no llega a ser realmente distinto en su planteamiento. Como humano también hay otras partes divertidas, como montarnos en unos pequeños mechas de gran potencia física, los AMP Suit, por lo que la diversión está asegurada en ambos frentes. Las misiones, por suerte, resultan lo suficientemente variadas, y los objetivos secundarios que van surgiendo ayudan a que haya algo de salsa adicional en el desarrollo de las mismas, por lo que el juego también cumple bien este campo.
Asimismo, los jugadores pueden dedicarle un buen tiempo adicional a desarrollar el personaje con los puntos de experiencia que se van sumando. El sistema es muy sencillo, no pretende ser un juego de rol profundo en ningún momento, pero es un elemento importante para añadir ese algo más a un juego de acción que cada vez demandan más jugadores. Igualmente, se incluye un minijuego que nos recuerda en buena medida al clásico Risk, con un planteamiento estratégico, de tablero, en el que debemos desplegar a nuestras tropas sobre el mismo para progresar y dominar la zona, hasta conquistar el territorio enemigo. Lo recomendable es dedicarle tiempo, pues los progresos que se logran aquí implican más puntos de experiencia y recompensas adicionales, por lo que vale la pena invertir tiempo en esta vertiente del juego.
El multijugador resulta interesante, con amplias opciones de personalización en el bando humano y en el na’vi. A los lanzallamas y metralletas habituales, los humanos cuentan con la opción de personalizarse escogiendo el camuflaje óptico, las armas sónicas, o incluso la opción de invocar un ataque aéreo; los na’vi, por su parte, también pueden escoger armas e igualmente volverse invisibles, o correr a gran velocidad, etc.
Son dos facciones diferentes que abren posibilidades de juego diferenciadas y que funciona muy bien en su multijugador, con los modos habituales hoy en día: captura de bandera, lucha por equipos, rey de la colina... y el modo Final Battle, en el que deben destruirse objetivos concretos. Le falta algo de chispa y originalidad en este sentido, así como profundidad derivada de integrar un extenso sistema de niveles, o mapas con posibilidades estratégicas más complejas, pero desde luego es un buen complemento a un modo para un jugador bien realizado.
A nivel gráfico, aunque Avatar luce estupendo en la pantalla, lo cierto es que se dan leves ralentizaciones en los momentos más intensos a nivel visual. No afectan a la jugabilidad, pero los jugadores más atentos a este tipo de defectos se darán cuenta tarde o temprano. Eso sí, no podemos llegar a hablar de fuertes tirones, ni saltos bruscos en la animación, pero la cantidad de imágenes por segundo decididamente se resiente un poco aquí y allá. El espectáculo visual es digno de mención, pero irá por gustos saber si compensa o no; desde luego, no es un juego de carreras, donde la suavidad es necesaria, pero sí es cierto que en combate se agradece siempre que las cosas vayan suaves. Artísticamente, ha capturado la esencia de la película y logra recrear toda su ambientación y universo, por lo que poco más se puede decir: su calidad está fuera de duda.
La música logra transmitir con eficacia el carácter salvaje, tribal, del planeta Pandora, así como la emoción de los momentos tensos de la historia, el misterio de algunos pasajes... suena bien, acompaña en todo momento, y sigue los compases marcados por la película, de manera que la atmósfera que se logra es, justamente, la que espera el público. Además, las voces están en perfecto castellano, con buenas interpretaciones para la ocasión, acompañados, asimismo, de subtítulos, por lo que nadie debería tener problemas.
Conclusiones
Avatar logra algo poco habitual: que un juego basado en una película no nos plante una mueca de disgusto. Es más, en realidad nos encontramos con un título interesante y muy competente en su planteamiento, ofreciendo una buena propuesta de acción en tercera persona que destaca por la atmósfera y su buen planteamiento. Sea como humano o como na’vi, su fórmula funciona, y lo hace bien, llevándonos –pese a su lento comienzo- por una aventura de acción que captura al jugador, convirtiendo a este videojuego en una buena opción tanto para quienes disfruten con el cine de Cameron como para quienes estén buscando un nuevo juego de acción que llevarse al mando.
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