Análisis de Project Zero 3 (PS2)
La emblemática saga de terror de Tecmo, Project Zero, llega a su tercera entrega en nuestro continente con una aventura que ha heredado sin reparos la tónica marcada por sus dos anteriores entregas, una historia sorprendente y llena de misterios en la que Rei Kurosawa, una joven fotógrafa, está todavía intentando superar la muerte de su prometido en un accidente de tráfico y al que, sin embargo, ha visto recientemente.
Esta imagen de Yuu, su difunta pareja, se plasma en una casa supuestamente encantada a la que la reportera había sido enviada para realizar un trabajo. Esto trastornará a Rei, modificando su percepción de la realidad, viendo, así, fantasmas por todos lados en un estado de semiconsciencia alterada.
En esos sueños busca a Rei, pero la merodea un fantasma femenino, lleno de tatuajes azules. Cuando encuentra, en su pesadilla, a Yuu, éste despierta de un sueño aparente entre estertores, pues es éste un sueño resultado de una maldición derivada de los oscuros rituales de sacrificios que tuvieron lugar en esa zona.
Rei no tendrá más solución que buscar la respuesta a estos sueños, antes de acabar atrapada por ellos. Confusa, oscura y misteriosa; así es la trama de la tercera encarnación de una saga que ha sabido forjarse un espíritu propio gracias a su ambientación y desarrollo del guión a través de unas historias llenas de tensión y situaciones aparentemente inconexas que van confluyendo de manera inexorable hacia una resolución que, llegado el momento, se antoja –no podía ser de otro modo- como inevitable.
Ya desde un primer momento veremos cómo las sensaciones que transmite el juego son mucho más firmes y consistentes que las proporcionadas por la segunda entrega, gracias a una narración más cuidada y compleja, aunque sin caer en la confusión. Así es como la trama se irá desgranando en pequeñas subtramas que tendremos que ir descubriendo según progresemos, aunque no todas serán de igual importancia, claro está. Del mismo modo, ya en los primeros momentos del juego se nos plantearán dudas e intrigas difíciles de entender y resolver, pero poco a poco vamos recibiendo pistas que nos acercarán a la verdad.
Luego, según avancemos en el juego, comprobaremos más allá de toda duda cómo esas primeras sensaciones se van tornando más sólidas, con una clara orientación hacia lo misterioso que, eso sí, no se toma como un cambio de rumbo en detrimento de la atmósfera tenebrosa o los sustos, sino todo lo contrario: todos estos elementos se van combinando con gran acierto, conformando la personalidad del juego, sabiendo poner el acento en un rasgo o en otro según es necesario, notándose no sólo la experiencia de los diseñadores, sino sobre todo una muy buena y firme dirección sobre el ritmo y camino que el título debía seguir.
El juego nos propone controlar a tres personajes, siendo la principal Rei. Los otros personajes serán Kei Amakura, amigo del fallecido Yuu, y Miku Hinasaki, que regresa para esta entrega (y de la que no diremos más; los seguidores de la saga ya la conocen, y los que decidan probar por primera vez con éste, descubrirán su pasado cuando llegue el momento). Cada uno de ellos presentará habilidades diferentes, como los poderes espirituales de Miku o la mayor fuerza de Kei. Esto condiciona el desarrollo del juego, siendo una apuesta de variedad que se nos antoja bien llevada al aportar un buen grado de variedad al título.
Y es que, como es habitual, nos hemos encontrado con varios puzles muy interesantes, en la línea de los que ya había presentado anteriormente la saga, que se ven potenciados por las posibilidades que se abren al contar con tres protagonistas tan diferenciados entre sí. Estos elementos de puzle se combinan acertadamente con los momentos de acción más intensa, aunque hay que reconocer que lo realmente destacable es el mundo paralelo que ha introducido Tecmo.
Y es que una de las mayores novedades del juego radica en las interrelaciones entre dos planos de la realidad, con puzles que implican interactuar con ambas dimensiones. Podemos entender la dicotomía como un mundo real y otro proyectado en una pesadilla, pero en cualquier caso es algo que, aunque ya hemos visto en otros títulos, le aporta un interesante desarrollo a Project Zero III, más aun dentro del género, con un buen resultado tanto a nivel jugable como estético.
Un elemento tan esencial como la cámara regresa a esta entrega, sirviendo, como es tradicional, para eliminar a los fantasmas. Recordemos que el poder de la cámara fotográfica varía en función de la calidad de la película que tenga, así que será importante conseguir buenos carretes, pero también saber dosificarlos. Del mismo modo, su efectividad varía también en función del personaje que estemos utilizando, pero es algo que iremos descubriendo poco a poco, según vayamos jugando y el propio título nos vaya exponiendo todas estas sutilezas a través de un sistema de introducción en la mecánica de juego suave, poco árido, y desde luego muy necesario. Habrá que tener en cuenta, eso sí, las opciones de mejora de la cámara, pues cuanto mejor sea la fotografía que hagamos del fantasma, más daño le haremos, de tal modo que se multiplican, así, los factores a tener en cuenta, ampliando la profundidad de juego.
Project Zero III nos ofrece unos gráficos continuistas con respecto a la anterior entrega, que ya eran de por sí de gran calidad. Los escenarios aportan una ambientación muy conseguida al juego, con toques perturbadores como las salpicaduras de sangre, o los efectos color sepia en determinados momentos. Asimismo, los diseños de los fantasmas que ahora son bastante acertados, con una buena variedad y patrones de ataque atractivos; hay, cómo no, altibajos a lo largo de la aventura, no sólo en cuanto a los enemigos sino también en cuanto a algunos escenarios, pero en líneas generales se mantienen en una calidad más que notable, con un acertado diseño de la producción.
Algunas animaciones, sin embargo, son en líneas generales un poco toscas, representando su principal defecto a nivel gráfico. Con todo, nos ofrece un atractivo acabado visual en su conjunto, que destaca tanto a nivel artístico como técnico, pese a los pequeños errores de este apartado, de manera similar a lo que sucede con la música y efectos ambientales. Lo cierto es que todo el apartado audiovisual de Project Zero III se combina para crear una atmósfera sólida y absorbente como pocas veces ha ofrecido el género, siendo quizás una de sus principales virtudes frente a otros competidores.