Análisis de Maximo: Ghosts to Glory (PS2)
Y el asignarle al recién formado grupo de desarrollo americano de Capcom este importante proyecto ha sido una apuesta arriesgada por parte de Capcom Japón. Después de todo, si por algo es famosa Capsule Computers es por sobreexplotar sus sagas, pero sin dejar que pierdan la calidad que las ha hecho famosas. Capcom Digital Studios ha salido más que airosa de su debut al conseguir recrear la esencia de la saga clásica en las tres dimensiones de Maximo, cosa que como sabéis no ha podido lograrse con otros clásicos como Castlevania.
Según avancemos en Maximo adquiriremos poderes; podremos elegir cuales de ellos conservar (empezaremos pudiendo mantener 3, y una más por cada mundo que pasemos). Hay una buena cantidad de ellos, desde golpes extra para la espada hasta buscadores de tesoros, pasando por lanzar bolas de fuego, el toque de la muerte, una barra más de armadura o que nuestro escudo pueda lanzarse, desatar torbellinos o atraer objetos como si de un imán se tratase.
Algunos de estos poderes requieren que la espada esté encantada con algun elemento (hielo, fuego, luz...etc). Esto le da mucha frescura al juego y hace que podamos resolver una situación de muchas maneras dependiendo de que poderes tengamos.
Otra de la cosas curiosas que nos encontraremos en Maximo es que todo tendrá un precio. Para salvar las partidas tendremos que pagar 100 monedas de las que recogeremos por los escenarios, y para continuar cuando hayan acabado con todas nuestras vidas tendremos que negociar con la muerte pagándole con medallones, que recogeremos en los niveles tras encontrar 50 hadas. También, en medio de los niveles, nos encontraremos con minitiendas donde comprar vidas, armaduras, pociones e incluso nuevos modelos de calzoncillos..
Ahora cofres, armaduras doradas, zombies que surgen de la putrefacta tierra, sarcófagos, esqueletos andantes, cuervos (en los Ghouls eran buitres) y decenas más de maléficas criaturas desfilarán ante nuestra pantalla en unas perfectas tres dimensiones. Los escenarios tampoco se quedan atrás; al mítico homenaje del cementerio de la primera fase se unen otras fases posteriores muy variadas y en escenarios totalmente contrapuestos como son una selva tropical llena de densa vegetación y cenagosos pantanos, un helado escenario polar (con barcos piratas incluidos) o uno que parece sacado del propio infierno. Estos mapeados son extensos, están lleno de todo tipo de elementos como rocas, arbustos, árboles, estatuas, templos, puentes, muchos de cuales se derrumbarán o alteraran a nuestro paso. La cámara trasera que sigue la acción suele funcionar bien aunque eso no quita que en algunas ocasiones nos dé algún que otro problemilla al colocarse en un ángulo que no nos deje contemplar bien por donde nos vienen los enemigos o el calcular bien un determinado salto (ya sabéis que esto es uno de los caballos de batalla de los juegos 3D).
Por otro lado, las texturas que recubren cada fase son realmente muy buenas y lucen una variedad impresionante aunque en algunos momentos se abuse de fondos 2D como es en el caso de las fases selváticas donde para simular los fondos de vegetación de planten unas paredes bitmap muy descaradas. El otro punto fuerte del juego son, como ya viene siendo habitual en la máquina de Sony, los efectos de luces y partículas. En eso ya sabemos que Playstation 2 es un auténtico monstruo: decenas de transparencias, neblinas para el suelo o verdosos vapores que emergen de oscuras masas de agua dotan al juego de una atmósfera tenebrosa sublime y que resulta ideal para este juego. Los efectillos de luces también resaltan como el de antorchas, las diversas magias para nuestra espada o unos monolitos que escupen calaveras púrpuras por citar algunos ejemplos. Hasta los ya clásicos jaggies de muchos juegos de la 128 bits de Sony, pasan casi desapercibidos en este juego lo que denota el gran trabajo realizado por los chicos de Capcom Digital Studios. Por último, la animación del protagonista y del resto de personajes es muy fluída al igual que todo el entorno que va a 60 fps constantes, bueno, 50 fps en la versión PAL.
Un pequeño comentario referente a esto último; pese a que la versión Pal es muy decentita, incluyéndose overscan y todo y casi no hemos notado diferencia de fluidez respecto a la NTSC, Capcom sigue en sus trece de no incluir selector 50/60 Hz en sus títulos...y por lo que parece, esto va para largo. Por cierto, ¿se molestan en doblar y traducir el juego al idioma de Cervantes, cosa muy de agradecer, pero no incluyen un sencillo selector de Hz? Qué cosas...
Tan fiel es a los arcades clásicos que también ha heredado esa endiablada dificultad de muchos de estos juegos de la era 8-16 bits... sin ir mas lejos, la saga Ghouls & Ghosts. Y es que Maximo es dificilillo, sobretodo en las últimas fases donde ya andaremos escasos de vidas y de medallones para comprar más continúes, pero esta condenada dificultad (que en algunos momentos, reconozcámoslo, puede llegar a desesperar) no hay que tomarla como un defecto del juego en sí sino como un reto que alarga la vida del juego y sobretodo, al menos desde nuestro punto de vista, aumenta aún mas la adicción de Maximo hasta límites insospechados. Y eso sin contar el auténtico Reto, con mayúsculas, que supone conseguir el 100% en todas, toditas, todas las subfases del juego. Por tanto, podemos poner a modo de resumen una indisoluble ecuación que está empíricamente comprobada: Control Sencillo + Dificultad enganchante + decenas de fases infestadas de secretos, items, enemigos = Arcade Total de larga duración. Justo eso es Maximo.
¿Y quién mejor para eso que la todopoderosa Capsule Computers? autora de decenas de arcades ya míticos en las coin-ops como Black Tiger, Final Fight, Commando, King of Dragons o cómo no, una saga que nació a mediados de los 80 (1985 para ser exactos) conocida como Makaimura/Ghosts and Globins y que fue versionado para la casi totalidad de sistemas existentes de la época y posteriores. A Ghosts and Globins le siguió tres años después una secuela de lujo llamada Daimakaimura/Ghouls and Ghosts (con mención especial para la versión Super Grafx) y una revisión en exclusiva para Snes llamada Super Ghouls and Ghosts. Todos ellos constituyen auténticos clásicos del mundillo. Hoy en día, con la enorme potencia de las máquinas de 128 bits, sinceramente, ¿quién no ha pensado o se ha intentado imaginar alguna vez en cómo sería un Ghouls & Ghosts en 3D? Pues bien Maximo, aunque (y que quede bien claro) no es la auténtica secuela 3D de esta mítica saga –cosa que ya han dicho sus creadores por activa y por pasiva- si que rinde un cariñoso y más que digno homenaje a esta saga rescatando muchos de sus elementos y características. Maximo solo pretende eso. Es sólo eso... un brillante arcade "Old School" con ligeros toques plataformeros de adictiva mecánica y sencillo desarrollo, vamos "casi nada" en estos tiempos que corren...
Jose Miguel Rubio
"Capcom ha regenerado completamente la saga clásica y ha creado un hit para PlayStation 2 que tendrá secuela, como se confirmó hace unos días. Maximo tiene un genial sistema de juego y aunque utiliza una dinámica muy simple –saltar y atacar- no llega a cansar por la cantidad de items y situaciones diferentes con las que nos encontraremos.
La magia del original se ha mantenido y junto con el toque humorístico que tiene todo el juego (Maximo estará gran parte de la aventura en calzoncillos) se han incluido unos personajes secundarios muy simpáticos y una historia tipicona pero divertida. Muy bueno a nivel técnico y muy divertido, Maximo es un juego muy recomendado para todos los usuarios de PS2."
Y sobre todo, Maximo es un retorno a un estilo de juego clásico de otras épocas que con la extensión del mercado se ha ido perdiendo. Maximo no es un juego imposible, pero sí es más difícil que el juego normal del género ideado para que "estés a punto de morir, pero al final no". El estilo clásico de Maximo hace que muchas veces nos juguemos una vida en un salto, que si se nos acaban los continúes perdamos de verdad y que vuelvan los jefes finales a los que hay que pillarles el truquillo. No sé si se me entiende o no.
Pablo Grandío