Análisis de Canis Canem Edit (PS2)
La polémica siempre ha estado unida a los videojuegos violentos, y algunos de ellos han usado con frecuencia la violencia gratuita para una mayor publicidad. Los Grand Theft Auto de Rockstar Games han sido los juegos más exitosos de los últimos años, y también los que más controversia han generado. Pero el año pasado, durante 2005, la compañía con sede en New York batió sus propios records proponiendo un juego de ser "un abusón", según se entendió desde el primer momento. Desde Jack Thompson, abogado y activista antiviolencia en videojuegos, hasta la asociación de padres de Vilagarcía de Arousa, y especialmente entidades de este último tipo, levantaron su voz contra este proyecto de Rockstar Games que generó no pocos reportajes sobre la influencia de los videojuegos en la sociedad, para luego difuminarse apaciblemente en lo que parecía ser una cancelación para evitar más acusaciones de apología del acoso escolar.
Sin embargo, aquí está. Hace unos meses el proyecto volvió a ser público, y Rockstar siguió un concienzudo y constante proceso de lavado de la imagen del juego culminado con un cambio de nombre en el mercado europeo. Bully finalmente se ha convertido en Canis Canem Edit, que en latín quiere decir "el perro se come al perro", y esto a su vez en inglés es una frase hecha. Algunos medios han evitado hablar del juego o directamente lo han puesto a parir. Nosotros lo analizamos como un juego de acción ambientado en una escuela de reformatorio. Del mismo modo que en GTA hay gangsters, asesinatos y drogas y Rockstar no pretende hacer apología de ello, este juego no es exactamente una apología del abuso escolar ni la misión será explícitamente realizarlo. Simplemente nos pone en la piel de un chaval en un reformatorio que tiene que tratar con la fauna del lugar, con los métodos que usa esa fauna, que en ocasiones incluye la humillación, pero el juego no se basa en eso del mismo modo que GTA, evocando otra polémica, no consiste en apalear prostitutas.
Como decíamos en esta introducción a medio camino entre la autojustificación y la cronología, Bully nos pone en la piel de un muchacho problemático que, a base de trastadas y expulsiones de otros colegios, acaba en la Academia Bullworth, un reformatorio muy peculiar donde tendrá que aprender a sobrevivir. El mundo del juego es similar al de un clon de GTA, pero evidentemente más pequeño y se reduce al colegio y algunos de sus alrededores. Y la "fauna" incluye los monitores, que hacen la función de policía, y cinco tribus con las que tendremos que convivir: los atletas, los pijos, los macarras, los abusones y los empollones (¿qué hacen en un reformatorio?). Todos ellos, tanto las "tribus sociales" como las diferentes figuras de autoridad con las que tendremos que tratar, están fuertemente estereotipados, especialmente el director del colegio.
La forma de organizar el juego es bastante acertada, intercalando lo que son las obligaciones de un alumno con la resolución de misiones propias de los juegos de este tipo. La diferencia de las misiones es que en vez de atracos y asesinatos ahora haremos trastadas propias de Bart Simpson. Aunque pueda parecer lo contrario a primera vista, el juego tiene un fuerte componente de historia y de cinemática, que va siguiendo las andanzas de Jimmy Hopkins, el protagonista, y sus relaciones con los diferentes personajes. Al llegar a la academia seremos un novato y una especie de diana para las collejas de los abusones, pero pronto nos hacemos amigos de Gary, otro novato, que hace las veces de guía turístico por las instalaciones de Bullworth, para luego irse a un segundo plano una vez pasadas unas cuantas misiones.
La estructura del juego, como decíamos, es acertada porque por un lado está restringida a unas horas –tenemos unos horarios, como en cualquier colegio-, pero las diferentes misiones no están ordenadas secuencialmente, salvo las primeras, y las obligaciones que nos marca el colegio son bastante flexibles. Tenemos clase dos horas al día, pero es posible hacer novillos si logramos evitar lo suficiente a los monitores. Otra limitación la marca la noche; obviamente tendremos que volver a nuestra habitación a cierta hora, pero también podremos aprovechar para escaparnos hasta las dos de la madrugada.
Las clases en sí son minijuegos muy divertidos, desde juegos musicales hasta juegos intelectuales como formar palabras con letras. A medida que superemos minijuegos iremos aprobando las seis diferentes asignaturas que hacen el paripé de "estudiar" en Canis Canem Edit. Lo bueno de esto es que a medida que vayamos completando nuestros estudios iremos desbloqueando mejoras. Mientras que algunas asignaturas, como fotografía, únicamente nos permiten la opción baladí de sacar fotos y guardarlas en la tarjeta de memoria, la asignatura de inglés nos da más opciones para relacionarnos con los compañeros, la de química nos permite fabricar artefactos y la de gimnasia aprender nuevos movimientos de pelea. Además, cuando terminemos todo, no tendremos que ir más a clase, teniendo por lo tanto más tiempo libre para las misiones.
Pero evidentemente la chicha del juego está en las misiones; como decíamos. Éstas están organizadas en capítulos, y en cada uno de ellos haremos frente a una facción en concreto, colaborando con las otras. Las misiones combinan varias cosas, desde el uso de ítems como tirachinas o petardos hasta la pelea, la exploración de escenarios, la relación con otros personajes y todo tipo de cosas que hacen de Canis Canem Edit un juego muy variado.
El sistema de juego de Canis Canes Edit, más allá de las misiones, es parecido al de los juegos estilo GTA, pero con una mayor importancia de las relaciones sociales. Al acercarnos a un personaje no solo podremos pegarle, sino también interactuar con él para, por ejemplo, pedirle disculpas si está enfadado con nosotros, humillarlo si tiene poca vida, contratarlo para que sea nuestro guardaespaldas o, en el caso de que sea una chica, besarla. A medida que vayamos ascendiendo socialmente podremos tener diferentes novias, pero acaba siendo un añadido que no influye demasiado en el juego –al igual que las novias de GTA-.
El sistema de combate es el propio de un "yo contra el barrio", aunque solamente tenemos un botón de ataque, uno para agarrar a los enemigos y otro para cubrirnos. Aunque a medida que avancemos conseguiremos nuevos ataques, las armas palian en parte esta limitación. Éstas son las propias de un chaval, como tirachinas, petardos o incluso un cañón de patatas. No hay armas blancas o de fuego, solo las destinadas a hacer trastadas y, por supuesto, nadie muere.
A nivel gráfico Canis Canem Edit ya no llama la atención considerando la pujanza de la nueva generación y lo que ha envejecido PlayStation 2, que está en su techo técnico. Sin embargo, muestra unos escenarios bastante grandes y llenos de detalle, aunque lo que más destaca es el modelado de los personajes, excelente, y su buena y variada animación. El juego se mantiene estable la mayoría del tiempo aunque en ocasiones hay ralentizaciones. En cuanto a las voces, no están dobladas al castellano, únicamente subtituladas, aunque la actuación inglesa es soberbia, en el punto exacto de hilaridad sin ser tremendamente exagerado. La banda sonora es también muy buena, y los FX muy variados.
Canis Canem Edit es un muy buen juego de acción, con una ambientación que, aunque polémica, aporta mucha originalidad por su sistema de relaciones con los diferentes bandos y las diferentes interacciones sociales rara vez disponibles en otro tipo de juegos. Por otra parte, la acción en sí está muy bien, con misiones muy variadas y divertidas, una curva de dificultad adecuada y un ajustado control. Un muy buen juego, muy completo, que esperemos no dé ideas a nadie, ni para copiar los comportamientos, ni para hacer demagogia.