Análisis Wolfenstein: Youngblood, acción salvaje y cooperativa (PC, PS4, Xbox One, Switch)
Es habitual que los juegos de MachineGames y Arkane Studios reciban una gran expansión, pero no es habitual que ambas compañías colaboren para crear un nuevo título. Pero para todo hay una primera vez, y es así como recibimos Wolfenstein: Youngblood, sangre nueva para la saga, que viene a ofrecernos una propuesta más abierta de lo habitual y, además, con un importante añadido: el cooperativo a través de internet.
Videoanálisis
La guerra nunca cambia
Wolfenstein: Youngblood es una mezcla entre las dos sagas más populares de sus creadores, Wolfenstein y Dishonored. A nivel jugable, nos encontramos los tiroteos de MachineGames, mientras que el diseño de escenario y la progresión está claramente marcada por Arkane. Con esta base, la cosa no podría pintar mejor, pero por desgracia a nivel de diseño de misiones se han quedado en tierra de nadie.
Cuando estamos pegando tiros, Wolfenstein: Youngblood es una delicia. El gunplay sigue siendo un gustazo, y sobre todo el cooperativo. Nosotros hemos analizado el juego en difícil (y hay todavía dos niveles de dificultad más altos), y nos ha obligado a enfrentarnos a los enemigos con cabeza, realizar estrategias y probar diferentes armas y acercamientos. Es algo que, creemos, puede perderse en niveles más bajos de dificultad, en los que los enemigos son mucho menos resistentes.
Si queremos jugar solos, nuestra hermana nos acompañará controlada por la inteligencia artificial. Normalmente cumple con su cometido, pero es más reactiva que proactiva. Hace un poco lo que hacemos nosotros, lo que, en general, funciona. No tenemos muchas quejas al respecto, más allá de que a veces espera para curarnos hasta el último segundo, algo que parece haber cambiado con el último parche. Obviamente, como más se disfruta es con amigos.
En esta entrega se introducen niveles para los protagonistas y enemigos, en la línea de... bueno, prácticamente cualquier juego de disparos hoy en día, pudiendo mejorar conseguir nuevas habilidades o mejorar a nuestras heroínas y sus armas. Ese puntito rolero le sienta bastante bien, en realidad, ya que al tener un desarrollo más o menos abierto –podemos hacer las misiones en cualquier orden– permite que la dificultad la marque el nivel de los enemigos. Por ejemplo, hay una serie de misiones claves protagonizadas por tres hermanos, y la entrada a éstas siempre está protegida por enemigos de mayor nivel.
Hay una notable variedad de enemigos, la mayoría ya conocidos, aunque no nos ha terminado de convencer la implementación de los enemigos tanque o blindados, esos que, básicamente, necesitan una enorme cantidad de disparos para morir. Hay muchísimos, y creemos que no terminan de encajar, pero tampoco son un problema grave.
El diseño de escenarios es sencillamente fantástico, y se nota claramente la mano de Arkane. Tenemos siempre multitud de opciones para movernos por ellos, y están repletos de secretos y coleccionables. Eso sí, los escenarios son zonas más o menos abiertas sin conexión real entre ellos, lo que nos obliga a viajar a ciertos puntos, generalmente bocas de metro, desde los que viajar.
Decisiones difíciles de entender y un parche salvador
En general, Wolfenstein: Youngblood es muy divertido y funciona bien, pero eso no quita que estemos constantemente con la sensación de que podría haber sido un juego mucho mejor de no ser por unas decisiones que, a nivel personal, nos resultan bastante difíciles de entender.
Lo primero y más obvio es el diseño de misiones. Hay algunas misiones que apuestan por un diseño más tradicional, en el que vamos avanzando de cara a un objetivo. Nos han parecido las mejores del juego, muy entretenidas. Pero muchas nos obligan a ir de una zona a otra, lo que implica interminables paseos con, encima, extensos tiempos de carga entre ellas. No hay ninguna razón por la que esa misión no pueda transcurrir en una misma zona, agilizando el proceso y evitando recorrer una y otra vez las mismas áreas.
Para acentuar más este problema, tenemos un sistema de puntos de control totalmente inexistente, que nos obliga a empezar las misiones desde el principio si perdemos todas las vidas, compartidas entre ambas hermanas. Al final, esto nos incita a correr de un objetivo a otro esquivando a los enemigos porque, después de limpiar una zona 20 veces, empieza a hacerse tedioso. Está claro que, como muchos jugadores miden la calidad del juego en la relación horas de contenido/precio, han hecho todo lo posible para estirarlo. Wolfenstein: Youngblood nos da unas 10 horas si vamos a por la historia principal, pero hacerlo todo al 100% las duplicará o triplicará, en función de la dificultad.
Al menos, el último parche realiza cambios en cosas que habíamos encontrado muy molestas, como que si hay un enemigo «cerca» no podemos usar el mapa para viajar a la siguiente zona y continuar la misión. Hemos tenido casos –como el del directo que hicimos en YouTube– en los que hemos tenido que dar vueltas por un mapa literalmente vacío hasta que el juego decidió que ya podíamos irnos, por lo que ver cambios en este frente se agradece bastante.
Por último, se nos hace evidente que el juego fue diseñado para un jugador y luego se implementó el cooperativo. No hay ninguna mecánica real que aproveche a los dos personajes, más allá de ciertas puertas o cajas que requieren a ambas hermanas para abrirlas, y que son más barreras que otra cosa.
Un distópico mundo nazi
Wolfenstein: Youngblood nos lleva hasta los años 80, donde recorremos las calles de París conquistadas por el régimen nazi para buscar a nuestro padre, el mítico B. J. Blazkowicz. La historia cumple sin más, recurriendo a su función de conectar las diferentes partes jugables, sin mucha más ambición. Artísticamente, por el contrario, estamos antes un título fantástico, que fusiona la personalidad de ambos estudios y al que no le podemos poner pega alguna. Quizás echamos en falta algo más de variedad, pero siendo un título de presupuesto medio no se le puede exigir mucho más.
Hemos podido analizarlo en Xbox One X, además de probarlo en Switch. En Xbox One X se ve genial. Nos ofrece dos modos, uno que prioriza la resolución y otro que prioriza la tasa de imágenes por segundo. Para un juego de este estilo, y más recurriendo a una resolución dinámica, creemos que las 60 imágenes por segundo estables es lo mejor. En cualquier caso, se ve genial, con momentos muy espectaculares, entornos complejos y personajes muy detallados.
Como decimos, también hemos jugado en Switch, y el resultado es correcto. Es loable que un juego de tamaña escala funcione en la híbrida de Nintendo, pero la resolución y la tasa de imágenes por segundo no están a la altura. Con el parche 1.1 mejoran las cosas bastante, y aunque sigue habiendo caídas en el framerate, no son tan constantes. Se puede jugar sin problema, pero salvo que la portabilidad sea un requisito, os recomendaríamos otras versiones.
En lo sonoro tenemos un apartado muy correcto, con música que, aunque pasa desapercibida en muchas ocasiones, realiza un trabajo notable. De hecho, había un bug que hacía que desapareciese en momentos muy contados, y se echaba muchísimo de menos. Como es habitual, nos llega traducido y doblado al castellano.
Demasiados nazis para una sola heroína
Wolfenstein: Youngblood es un juego muy divertido en cooperativo, y aun con sus problemas nos lo hemos pasado genial. Somos muy fans de MachineGames y de Arkane, y quizás por eso teníamos mayores expectativas. Nos hemos quedado con la sensación constante de que podría haber sido un título sobresaliente de no ser por unas decisiones un tanto discutibles y, seguramente, un presupuesto un tanto reducido.
Es una pena que el diseño de muchas misiones sea nefasto, algo que la falta de puntos de control no hace más que acentuar, porque la jugabilidad y el diseño de escenarios son fantásticos. Si os compráis la edición Deluxe del juego –unos 40 euros, diez más que la normal– tenéis acceso al Buddy Pass para que cualquier amigo pueda jugar gratis con vosotros sin tener el juego, y creemos que, por 20 euros como máximo por cabeza, bien merece la pena darle una oportunidad.
Hemos realizado este análisis en Xbox One X con un código de descarga proporcionado por Bethesda. También hemos probado la versión de Switch.