Análisis de Pillars of Eternity II: Deadfire (PC)
Ya lo hemos comentado en alguna que otra ocasión, pero no podemos estar más contentos con la fantástica resurrección que ha experimentado el rol occidental de corte clásico en los últimos años, un género que estuvo prácticamente abandonado durante demasiado tiempo y que a finales de los 90 y principios de siglo nos brindó multitud de horas de pura diversión viviendo todo tipo de épicas y complejas aventuras frente al monitor de nuestro ordenador.
Ahora, gracias a estudios como inXile Entertainment, Obsidian o Larian Studios, los fans de este tipo de producciones estamos experimentando una nueva época dorada donde cada lanzamiento se convierte en un auténtico imprescindible o, en su defecto, en un título muy recomendable e interesante.
Hoy le toca el turno a Pillars of Eternity II: Deadfire, la secuela de uno de los principales responsables del resurgimiento de este tipo de juegos, por lo que eran muchas las esperanzas que teníamos depositadas en él. Y sí, ha estado a las alturas de las expectativas.
Navegando hacia la aventura
Ante todo, dejar claro que estamos ante una aventura muy clásica que busca emular lo más fielmente posible la sensación de estar jugando a un juego de rol de papel, lápiz y dados, haciendo de su narrativa uno de sus principales pilares.
Esta vez la historia es una secuela directa de su predecesor, por lo que os recomendamos jugarlo primero antes de saltar a esta segunda parte, ya que podréis importar incluso vuestra partida para que se mantengan todas las decisiones que tomasteis, algo que veréis constantemente reflejado en este nuevo periplo.
Si, a pesar de todo, preferís adentraros en este mundo directamente con Deadfire, podéis estar tranquilos, ya que el juego hace muy buen trabajo a la hora de resumirnos la historia hasta el momento para que sepamos quiénes somos y cómo hemos llegado al punto en el que comienza esta nueva odisea. De hecho, hasta podréis escoger el tipo de decisiones que os hubiese gustado tomar previamente para así orientar la narración hacia el tipo de héroe que queréis ser.
Otro gran detalle que resulta de lo más práctico, tanto para novatos como para veteranos, es la inclusión de un completísimo diccionario con el que podremos consultar todo tipo de términos que los habitantes de este universo usan con total naturalidad y que quizá no recordamos bien o no nos suenan de nada. Además, estas palabras (pueden ser expresiones en diferentes lenguas, deidades, lugares, personajes famosos, etcétera) las podemos consultar durante los propios diálogos pasando el ratón por encima de ellas, ya que aparecen resaltadas durante las mismas por si no tenemos muy claro a qué se refiere nuestro interlocutor.
Como bien sabréis si venís del título original, el universo que Obsidian ha creado tiene una profundidad inusitada, lo que demuestra el enorme mimo que se puso en su elaboración. Lo mejor de todo es que es un auténtico festín para cualquier amante de la fantasía medieval y resulta tan interesante como apasionante, por lo que en todo momento nos invita a querer avanzar y explorar para saber más sobre él. Por supuesto, esta secuela se encarga de expandir todo esto y manteniendo el mismo nivel de calidad.
Para no estropearos ninguna sorpresa, de su trama principal solo diremos que, por motivos que no vamos a detallar, un antiguo dios ha poseído una gigantesca estatua y se encuentra recorriendo el archipiélago Deadfire (Llama Extinguida en la traducción española oficial) trayendo el caos y la destrucción allá por donde pasa, lo que nos llevará a iniciar una épica persecución navegando por las islas de la región.
El argumento es de los que una vez te atrapan no te sueltan hasta que llegas al final, con multitud de personajes memorables, conversaciones genialmente escritas y multitud de giros de guion que nos pondrán constantemente entre la espada y la pared al obligarnos a tener que tomar todo tipo de difíciles decisiones con sus correspondientes consecuencias que irán dando forma a la historia.
Queremos volver a recalcar la importancia de la narrativa, ya que es un juego con una ingente cantidad de líneas de texto, por lo que nos pasaremos gran parte de nuestro periplo leyendo. No es un título para jugar con prisas, sino para pararte y paladearlo con calma, disfrutando de sus valores literarios como si nos dispusiéramos a leer un buen libro.
No en vano, hay multitud de eventos y momentos al más puro estilo de los libros "elige tu propia aventura", donde nos irán narrando y describiendo los hechos mientras tomamos decisiones, teniendo que realizar alguna que otra tirada de dados para comprobar si lo que queremos hacer resulta en éxito o fracaso, algo en lo que también influirán nuestras destrezas y estadísticas. Como veis, puro rol de papel y lápiz, con la diferencia de que aquí nuestro game master (o director de juego) es el propio programa.
Entrando ya en lo puramente jugable, Deadfire sigue muy de cerca los pasos de su predecesor, volviéndonos a proponer una aventura de rol con cámara cenital en la que manejamos a un grupo de héroes mientras visitamos todo tipo de ciudades y nos relacionamos con sus habitantes, aceptando elaboradas misiones secundarias y descubriendo complejas tramas opcionales, explorando peligrosas mazmorras repletas de trampas, ingeniosos puzles y temibles criaturas, etcétera.
El sistema de combate apenas ha sufrido cambios en lo que a mecánicas generales se refiere, pudiendo pausar la acción en cualquier momento para dar órdenes y colocar a nuestros personajes en posiciones ventajosas, ya que aquí un buen posicionamiento es clave, al igual que seguir una buena estrategia. Si simplemente os dedicáis seleccionar a todo vuestro grupo y mandarlos a atacar de frente, probablemente acabaréis dando con vuestros huesos contra el suelo de forma humillante.
Lo mejor de todo es que ahora contamos con muchas más herramientas y opciones que en la primera parte, multiplicando así exponencialmente nuestras posibilidades a la hora de diseñar estrategias y personalizar a nuestros héroes.
Por ejemplo, una de las novedades más celebradas la tenemos en la inclusión de las multiclases, de modo que nuestros personajes podrán aprender habilidades de dos clases diferentes, aunque claro, no podrán acceder a las más poderosas de ninguna de las dos y su progresión será algo más lenta. A cambio, disfrutan de una versatilidad mucho mayor.
Por otro lado, ahora nuestro límite de nivel se ha aumentado de 12 a 20, o lo que es lo mismo, muchas más habilidades y hechizos para escoger al disponer de más puntos de habilidad, enriqueciendo tanto las batallas como nuestra progresión.
Uno de nuestros mayores temores con los combates radicaba en la reducción del tamaño de nuestro grupo, pasando de seis a cinco, algo que no teníamos muy claro cómo iba a afectar al equilibrio de los enfrentamientos. Por suerte, os alegrará saber que este cambio ha sido bastante acertado, ya que nos obliga a escoger con mucho más cuidado la composición de nuestro grupo para intentar cubrir todos los roles posibles a la vez que mantenemos una buena sinergia.
Al mismo tiempo, permite centrar mejor la acción al no tener que gestionar a tantos integrantes, ayudándonos a no dispersarnos para que llevemos a cabo eficientemente las estrategias que vayamos planificando. Al final, todo esto da como resultado unas batallas más ágiles, divertidas, ricas y estratégicas que en la primera parte.
Pero las mejoras no acaban aquí, ya que la IA aliada también se ha revisado, siendo más configurable y actuando de forma más eficiente en cada situación, lo que nos ahorrará tener que dar muchas órdenes y que se produzcan situaciones tan molestas como que nuestros compañeros se queden atascados contra diversos elementos del escenario o incluso contra otros personajes. Eso sí, mucho ojo, pues la IA enemiga también ha mejorado y nos sorprenderá con tácticas realmente temibles que nos pondrán las cosas muy complicadas.
Otra de las grandes novedades de esta secuela la tenemos en la implementación de nuestro propio barco. Gracias a este navío, podremos navegar por todo el archipiélago Deadfire, abriendo de esta manera el mundo del juego y dándonos muchísima más libertad que nunca para que exploremos a nuestro gusto.
Tanto la escala como la sensación de aventura ha aumentado considerablemente gracias a esto, invitándonos constantemente a que nos desviemos del camino principal para descubrir nuevas islas y explorarlas, ya que casi siempre encontraremos algo interesante que hacer en ellas.
Por supuesto, el barco es algo que tendremos que gestionar, de modo que si queremos avanzar tendremos que mejorarlo, contratar miembros para nuestra tripulación y obtener recursos para sustentarla y que no baje la moral. La parte de gestión es bastante completa y ofrece muchas posibilidades, recordándonos en gran medida a Caed Nua, pero en versión "móvil". Como era de esperar, tampoco faltarán multitud de eventos aleatorios que nos obligarán a tener que tomar todo tipo de decisiones para evitar males mayores y mantener a nuestros marineros contentos y saludables, algo que le da mucha vidilla a nuestros viajes por el mar.
Lo que no nos ha terminado de convencer tanto son las batallas navales. Como era de esperar, nuestro barco no será el único que surque estas islas, pudiendo encontrarnos a otros navíos, tanto amistosos como neutrales y, evidentemente, hostiles.
Cuando seamos atacados (o, al contrario, iniciemos nosotros la ofensiva), la lucha se desarrollará como si de una aventura conversacional se tratara. La interfaz nos dirá en todo momento la distancia entre los barcos y la posición de cada uno, y mediante turnos, iremos seleccionando las órdenes que queremos dar a nuestra tripulación, pudiendo disparar con nuestros cañones, embestir, reposicionarnos o incluso abordar para terminar de resolver el conflicto con una batalla normal y corriente sobre las cubiertas de ambas naves.
Hay muchos factores a tener en cuenta, como procurar tener el viento a favor para no quedarnos vendidos, y aunque las primeras batallas puedan resultar curiosas, al final estos enfrentamientos se llegan a hacer demasiado largos y monótonos, convirtiéndose en una auténtica molestia que procuraremos evitar siempre que podamos.
Respecto a su apartado visual, destacar sobre todo su dirección de arte, con un diseño de escenarios y criaturas realmente sensacional, por no hablar de las ilustraciones que veremos en muchas escenas y eventos. En lo técnico vuelve a sorprender lo bien que se integran los elementos 2D (escenarios) con los tridimensionales (personajes), así como la mejora que han experimentado los modelados y los efectos gráficos cuando los hechizos y las habilidades empiezan a inundar la pantalla.
Finalmente, el sonido nos regala una fantástica banda sonora orquestal de corte épico y ambiental (según la situación) que acompaña a la perfección cada una de nuestras aventuras, contando con algunos temas realmente bellos y evocadores. No en vano, hasta se han incluido varios cánticos navales tradicionales para realzar la ambientación marítima de esta secuela.
Los efectos son muy variados y suenan con buena calidad, y el doblaje, en inglés, resulta sorprendentemente bueno. Aquí cabe señalar que ahora todos los diálogos cuentan con voces, una tarea que nos parece casi titánica considerando la abultada cantidad de conversaciones que hay. Y sí, todos los textos están debidamente traducidos al español. La traducción no se libra de algunos fallos y erratas, pero por lo general mantiene el tipo en todo momento.
Conclusiones
Pillars of Eternity II: Deadfire es una gran secuela que ofrece justo lo que se espera de ella: más y mejor, sin olvidarse de introducir interesantes novedades para no perder su frescura. Una aventura gigantesca, bien escrita, desafiante, profunda y repleta de posibilidades que os llevará más de 50 horas completar, mucho más si queréis explorarlo todo. Si te gustó su primera parte o simplemente disfrutas con la vertiente más clásica del rol occidental, aquí tenéis una compra enormemente recomendable y apetecible.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga que nos ha facilitado Plan of Attack.