Análisis de Never Alone (PC, Wii U, PS3, Switch, PS4, Xbox One)
Los títulos independientes además de servir para recuperar géneros abandonados o formas de hacer los juegos que ya no vemos habitualmente en las estanterías de las tiendas, también sirven para tratar temas que no tienen cabida en las grandes producciones. El maltrato infantil y el alcoholismo en Papo & Yo, la enfermedad de Alzheimer en Ether One, el horror de la guerra vivido desde el punto de vista de la población civil en el reciente This War of Mine, y otros muchos ejemplos. Y no solo sirven tocar temas polémicos o comprometidos, también pueden servir para explicarnos hechos históricos o hablarnos de culturas de manera entretenida.
Es una de las cosas que más nos gustó de Valiant Hearts: The Great War hace unos meses, la aventura de Ubisoft que conmemoraba el 100 aniversario del estallido de la Primera Guerra Mundial, y ahora nos llega Never Alone, que tratando un tema bien diferente, nos ha parecido igual de didáctico, mezclando muy bien entretenimiento con conocimiento, con un claro enfoque divulgador. Un modesto juego de plataformas en 2D desarrollado por Upper One Games, un pequeño equipo de doce personas de Seattle que ha colaborado con la comunidad nativa de Alaska para ofrecernos una aventura que se adentra en el folklore tradicional del pueblo Iñupiaq del Ártico, los nativos de Alaska, para contarnos sus valores y tradiciones.
En esta fría y blanca ambientación se nos cuenta la historia de Kunuuksaayuka, una ventisca interminable que amenazó la supervivencia del pueblo Iñupiaq, y de cómo la pequeña Nuna y un precioso zorro blanco se enfrentaron a la adversidad e intentaron salvar a los suyos. Estamos ante el clásico plataformas en dos dimensiones salpicado con algunos puzles, como tantos que salen al cabo del año, uno de los géneros favoritos de la escena independiente.
Solo que aquí con una cuidada dirección artística, bien plasmada gracias a unos gráficos muy bonitos, y una loable labor divulgadora para hablarnos de los nativos de Alaska. De todas sus costumbres, leyendas y tradiciones, y de cómo han podido sobrevivir durante cientos de años pese a las condiciones adversas del entorno en donde viven, gracias a su espíritu de comunidad y respeto por la naturaleza.
La aventura va combinando momentos puros de plataformas, incluso varios de esos en los que somos perseguidos y no tenemos tiempo para pensar, teniendo que actuar con rapidez, a otros más pausados y con algunos puzles muy sencillos, de mover alguna caja o usar los extraños poderes del zorro blanco, que puede materializar a los espíritus de la naturaleza que nos rodean. Los controles son muy simples, podemos saltar, interactuar con el entorno por ejemplo para arrastrar objetos o lanzar cuerdas, y como mayor elemento original podemos quedarnos agazapados en el suelo, para no ser arrastrados por las continuas ventiscas que recorren Alaska, y que pueden arrastrarnos al vacío.
Los peligros son muchos, desde acantilados y las frías aguas árticas hasta osos polares o un hombre oscuro y peligroso que quiere acabar con nosotros, y al avanzar en la aventura conseguimos alguna ayuda extra, como la boleadora, un arma o instrumento que podemos lanzar a distancia, y que nos sirve para golpear diversas estructuras de hielo. Hay alguna sorpresilla más en el tramo final que no vamos a desvelar, pero tampoco da tiempo a mucho más, ya que la aventura dura unas tres horas, y esto jugando con calma. Es un juego muy fácil en casi todo momento, menos en el tramo final, donde la dificultad sube unos escalones y cuando queda en evidencia el control, que si bien no es malo, es un poco impreciso.
Uno de los puntos fuertes de esta aventura es que se puede jugar entre dos jugadores de manera local, uno controlando al zorro y otro a la niña, y si jugamos solos pulsando un botón alternamos su control, teniendo que colaborar para superar diversas situaciones. El problema es que en las fases de plataformas más frenéticas al segundo personaje lo controla la CPU, cometiendo errores estúpidos que nos hacen repetir situaciones, ya que si el zorro o la niña mueren, se acaba la partida al instante. Esto no es un gran problema, hay multitud de puntos de control y muy cercanos entre sí, pero resulta un poco frustrante y sobre todo afea el resultado. En una aventura si nos acompaña un segundo personaje, este nunca debe ser una carga y fallar más que nosotros mismos.
Lo que más nos ha gustado, además de su encantador aspecto gráfico y el cuidado diseño de la niña y el zorro, son los documentos que vamos desbloqueando según avanzamos, pequeños vídeos de imagen real narrados por ancianos y jóvenes nativos de Alaska, en los que nos explican diversos aspectos de la cultura del pueblo Iñupiaq, de manera didáctica y amena, bien realizados, y que apetece siempre verlos. 24 vídeos muy interesantes que no es demasiado complicado encontrar, y una vez nos hayamos pasado el juego y desbloqueado estos vídeos –lo que conseguiremos en poco más de tres horas-, nada más nos queda por hacer en Never Alone, si acaso rejugarlo junto a un amigo o familiar.
Con encanto, aunque poco memorable
Nos encantan las intenciones de Never Alone, no conocíamos con tanto detalle los valores y tradiciones del pueblo nativo de Alaska y nos ha parecido muy interesante y entretenida la manera en la que nos lo han contado. Aunque solo las buenas intenciones y el cariño no bastan para hacer un gran juego, y estamos ante un plataformas en 2D más, que no destaca en ningún aspecto jugable. Facilón, corto, con control un poco impreciso y problemas en la IA del personaje que nos acompaña, al final lo mejor es su ambientación, su bonita dirección artística y su labor divulgativa, pero si lo que buscáis principalmente es un gran plataformas, hay muchas opciones mejores, lo que no quita que con Never Alone pasareis un buen rato entretenidos.