Análisis de Life Goes On (PC, Switch)

¿Qué espacio o nicho para la originalidad hay en las plataformas digitales como Steam y los juegos que se van lanzando para PC y Mac? Pues a tenor de los originales lanzamientos y desarrollos en ambas plataformas, y a la tenacidad y valor de los programadores de la gran mayoría de títulos indies, la verdad es que sí, todavía quedan cientos de juegos por descubrir, probar y jugar. Life Goes On es un título pequeño, poco ambicioso, pero no carente de enjundia y contenido, y con una jugabilidad tan simple y divertida, como mordaz y cínica, que nos tendrá enviando caballeros a un destino poco honroso y controvertido.

Una gesta efímera: el duro camino del caballero

Si sois apasionados por la historia medieval, sabréis lo difícil que era destacar con gestas en un convulso mundo lleno de caballeros errantes, dinastías, familias e intereses religiosos superiores. Pasar a la posteridad era cuestión de tesón, fuerza y de muchas veces, estar en el momento oportuno y en el bando correcto. Life Goes On es una suerte de oda a ese tipo de estilo de vida, si bien no tendremos que luchar en justas de caballos ni participar en cruzadas o asedios. Nuestra misión será si cabe mucho más prosaica y simple: recuperar un cáliz mágico por el que nuestros caballeros son capaces de perder la vida. Y es ahí donde entra en juego la mecánica de Life Goes On, que no es otra que la de un juego de rompecabezas simple, donde el ensayo y el error, entran en liza una y otra vez, y donde cada nivel se puede solucionar con intención… Y cabeza fría.

En Life Goes On capitanearemos a una ristra de caballeros -con nombres y apellidos, algo que nos hará pensar que tienen una suerte de trasfondo y vida tras ellos-, que darán su propia existencia por recuperar el preciado y divino tesoro con forma de copón dorado. Life Goes On puede tomarse como una especie de Lemmings con más mala baba y desde una perspectiva más grotesca, ya que veremos cómo nuestros fieles compañeros de armas van cayendo uno tras otro en trampas, malas decisiones o problemáticos puzles. Nos costará evitar una sonora y nerviosa carcajada cuando tengamos que ir invocando a más y más caballeros para alcanzar el grial, apilándose los cadáveres de los caídos en los fosos, paredes y rincones de cada fase.

No hay que olvidar que cada nivel compone y muestra sus propias reglas y soluciones, y que deberemos pensar en que no podemos andar siempre mandando héroes de brillante armadura a la muerte, pues el juego, aunque no es demasiado duro en dicho aspecto, sí penaliza el número de caballeros empleados en la solución de cada rompecabezas. Las maneras de solucionarlos y superarlos son infinitas -pese a lo marcado del camino a seguir- e invitan a que el jugador tenga cierta tendencia maquiavélica y creativa. Por ejemplo, si nos encontramos con un insondable foso lleno de pinchos, y vemos que nuestro caballero no llega al otro lado, lo usaremos para que muera ensartado, y al invocar el siguiente, pueda pasar sobre su espalda y cruzar al otro lado de forma segura.

Life Goes On así, hace partícipe al propio usuario en esta suerte de matanza medieval, con el que busca complicidad desde el primer momento en el que vemos que cada muerte, aunque útil de cara a un objetivo final, es totalmente efímera. Los primeros niveles del título, tienen una solución clara, y en su mayoría, relacionada con ensartar o pinchar a los pobres soldados. Luego el juego se torna en algo más complejo, introduciendo elementos como puertas móviles, pasadizos, ascensores, ruedas cortantes, océanos de lava o criaturas hambrientas. Sir tras Sir, nos iremos dando cuenta de la futilidad de estos anónimos héroes -pese a tener un nombre y un apellido o título-, y aprenderemos a usarlos con raciocinio para nuestros propios fines.

Life Goes On tiene un máximo de caballeros por nivel, que debemos tener en cuenta antes de ir gastando soldados a lo loco, y en principio, un equilibrado método de ensayo y error del que aprenderemos mucho en unos minutos. El juego no avisa de qué número de fieles tenemos a nuestra disposición -siguiendo con esa suerte de divertida tortura y complicidad que puede llegar a significar un número demasiado elevado de fallecidos en una fase-, enterándonos a la finalización de cada fase, de nuestra torpeza y poca cabeza, al usar tantos caballeros para recuperar el preciado cáliz. Life Goes On es un juego fácil de asimilar, y si nos apuráis, fácil de superar.

Puede llegar a ser un reto completar todos sus niveles manteniendo el más alto grado de honor y puntuación, pero si queremos, podemos superarlo casi al completo en pocas horas, teniendo poco grado de rejugabilidad en un futuro. Sí, siempre podemos explorar nuevas formas de sortear una determinada trampa o de llegar a una plataforma concreta sin sacrificar la vida de nadie, pero son pequeñas facetas que no terminan de llenar o motivar una segunda partida en profundidad una vez completemos la primera o echemos diversas y posteriores partidas esporádicas.

Técnica y visualmente, Life Goes On apuesta por una perspectiva en dos dimensiones -que lo acerca a títulos míticos del género-, pero con un buen aspecto totalmente tridimensional. Infinite Monkeys crea de una atmósfera única su propio universo, con un correcto uso de modelados, sombras, puntos de luz y texturas, y con un más que notable uso del sonido. Quizás echamos en falta una mayor personalización de los cientos de miles de caballeros que acabarán pereciendo en pos de su propia gesta, pero sus animaciones y sus propias voces, suplen algo dicha carencia. El juego, por su parte está en completo inglés, aunque dada la carencia de una historia sólida o de textos necesarios para aprender o seguir el juego, no creemos que suponga un hándicap para nadie que no domine el idioma.

Conclusiones finales

Life Goes On es un buen juego de puzles, original, un tanto macabro y tremendamente divertido. Su mecánica es simple, y es fácil aprender a dominarlo, pese a que el título siempre busque impedimentos para tenernos entretenidos. Infinite Monkeys han sabido dotar de personalidad a un juego que bebe de muchas fuentes, dotándolo de originalidad en muchos apartados. Pero no termina de ser un juego notable o redondo, por una sencilla razón: su corta duración y lo repetitivo que puede llegar a ser a medio plazo.

Una vez tengamos controlado el juego, y hayamos superado sus niveles finales, solo nos queda la promesa de contenidos futuros por parte de los desarrolladores. Quizás con un modo de juego de extra -¿uno en el que compitan dos jugadores por un cáliz?- o algún tipo de extra en una segunda partida, Life Goes On se muestre más completo de cara al futuro. Paradójicamente, Life Goes On es un tanto olvidable, efímero, sobre todo si le sacamos el jugo en un par de partidas intensas, cosa que pasará con casi total seguridad.