Análisis de Hotline Miami (PC, PS4, Xbox Series X/S, PS5)
La violencia no nos sorprende. Estamos tan acostumbrados a matar a todo lo virtual que se ponga por delante que rara vez un juego sobresale por el mero hecho de ser violento. Pero Hotline Miami tiene algo. Algo que lo hace especial, y que, desde el primer contacto con él, ya lo hace automáticamente distinto del resto. Y, como podéis imaginar, no sólo es la violencia. Es difícil calificar un juego que te absorbe desde el momento que te pones frente a la pantalla. Es curioso como tardamos unos segundos en reaccionar, ya que su extravagante planteamiento te deja anulado, sin saber exactamente quién o qué eres, qué haces y por qué. Pero lo cierto es que no tardas en asimilar que tienes que matar, y las razones ya las descubrirás más tarde.
Hotline Miami comienza con tres seres enmascarados hablando sobre nuestro pasado, un pasado que aparentemente no recordamos. De repente, empiezan a llegar las imágenes en lo que parece ser un tutorial. Aprendemos a controlar a nuestro personaje (con las clásicas teclas ‘WASD’) y a apuntar con el ratón. Con el botón derecho recogemos y lanzamos armas, con el izquierdo, atacamos.
El ‘shift’ sirve para apuntar –aumentando nuestro campo de visión–, y con la barra espaciadora podremos rematar a nuestros enemigos moribundos en el suelo. Un control sencillo pero exigente, al que sólo le falta compatibilidad con un mando para ampliarse al público que prefiere jugar con un ‘pad’ en las manos.
Directo a la cabeza
El juego nos asalta sin piedad. Tras un brevísimo margen para adaptarnos al control, Hotline Miami nos pone en el primero de los escenarios, donde pronto descubriremos que no nos van a perdonar ni una desde el primer momento. Viendo imágenes y vídeos podemos pensar que se trata de un juego de acción descontrolada, en el que arrasamos con todo lo que vemos saliendo siempre impunes. Nada más lejos de la realidad. El primer enemigo nos volará la cabeza a poco que nos descuidemos, y ni os podéis imaginar lo que nos hará el último.
Hotline Miami tiene un fortísimo componente estratégico y de planificación. Nos matarán decenas de veces hasta que seamos capaces de encontrar la ruta perfecta para abrirnos paso hasta nuestra víctima final. No hay un camino predefinido, y podemos elegir el que más se adapte a nosotros. Desde el sigilo e intentar acabar con todos los enemigos de uno en uno, a agarrar una escopeta y hacer una verdadera exhibición de puntería. No os penséis que es un juego normal, con barra de vida y botiquines. Si tres sicarios sedientos de sangre con escopetas te rodean en la vida real, tendrías las mismas posibilidades de sobrevivir que si te ves en la misma situación en Hotline Miami.
A lo largo de nuestra aventura contaremos con distintos tipos de armas que nos ayudarán a abrirnos paso. Tenemos desde cuchillos, bates de béisbol o katanas hasta ametralladoras, pistolas o escopetas. Como supondréis, si decidimos apostar por armas de fuego, tenemos muchas más posibilidades de que los enemigos en el resto del escenario nos escuches que si apostamos por una discreta puñalada. Está totalmente en nuestra mano. Las máscaras, elemento central del argumento, se desbloquearán según progresamos en el juego, aunque consiguiendo buenas puntuaciones conseguiremos más. Básicamente son potenciadores que añaden nuevas habilidades al protagonista, y que podremos elegir antes de cada partida.
Indisoluble
Gráficamente, como podéis ver en las imágenes que acompañan al texto, el juego apuesta por una apariencia única a medio camino entre los 8 y los 16 bits, con una perspectiva cenital que suaviza el alto grado de violencia que el juego contiene. No faltará la sangre a borbotones, cabezas reventadas contra las paredes o enemigos que se arrastran mientras se desangran esperando que los rematemos, pero es bien cierto que no impacta de la misma manera que si hubiesen recurrido a gráficos ultrarrealistas.
Los colores brillantes apoyan la estética ochentera, y una pantalla que oscila, se retuerce levemente nos hace asumir una sensación de delirio, de no ser completamente conscientes de nuestros actos. Lo mismo sucede con la música. Melodías electrónicas y repetitivas que nos guían hacia la locura, o simplemente, nos recuerdan lo cerca que estamos de ella. Los efectos de sonido, correctos, pero el conjunto nos anula la razón de tal manera que pasarán bastante desapercibidos.
Ya hemos mencionado lo difícil que es explicar lo que supone jugar a Hotline Miami. Podemos hablar sobre sus apartados de manera individual, pero hasta que no nos sumergimos en el conjunto no sabemos lo que de verdad oculta. Cada aspecto se une a otro para crear una experiencia única, que nos incita a repetir cada sección hasta no dejar a nadie con vida. Por supuesto, no se puede decir que sea perfecto. El juego tiene algunos fallos que esperamos que los desarrolladores acaben puliendo, pero que en general no suponen ningún error crítico para el juego. Cuenta con una duración mejorable (en algo menos de tres horas ya habíamos terminado su historia), y actualizaciones con nuevas misiones y/o máscaras podrían ayudar a su, de otra manera, escasa rejugabilidad.
Conclusiones
Aun así, Hotline Miami es sin duda una experiencia. Aunque muy breve, es única y perturbadora, y se deja llevar por una historia de crímenes desalmados, rematada por un aspecto gráfico y sonoro tan peculiar como su jugabilidad. Acción dominada por la estrategia, la habilidad y los reflejos, que nos absorberá de una manera que pocos juegos consiguen hacer. No está pensado para todo el mundo, pero aquellos que busquen nuevas sensaciones jugables (y que no les preocupe el inglés o entender la historia), no pueden dejar pasar por alto esta complicada e innovadora mezcla jugable con estética retro.